¡¡¡Buenos días, corredores!!!
El
fin de semana pasado sucedieron algunas cosas más en el atletismo valenciano además
de la carrera de Calpe, hoy me gustaría resaltar dos, el Campeonato de España
sub-23 en pista corta que se celebró en el velódromo Luis Puig y el 10K femenino
de Valencia que por primera vez estaba homologado.
El éxito de los valencianos sub-23 fue abrumador como podréis leer en la noticia y el 10K femenino de Valencia nos mostró, salvo las que estuvieron en Calpe, a las mejores corredoras populares. Podéis ver el video de la carrera.
Son
muchos los dorsaleros que están familiarizados con la competición, o sea
participar en una carrera para alcanzar un objetivo, y estoy seguro de que cada
uno va a tener una táctica para que le salga bien.
Por
lo tanto, yo también tengo una. No es complicado pues en realidad todos sabemos
que para realizar una buena carrera tenemos que salir a un ritmo que podamos
mantenerlo durante todo el recorrido, es así de fácil y a la vez así de
complicado.
Es
fácil, salimos a ese ritmo que ya sabemos que nos permitirá llegar a meta sin
problema y ya está, pero es difícil porque con el ambiente y los otros
corredores nos suele suceder que corremos a un ritmo que no es el nuestro y ahí
se encuentra la primera complicación.
Cuando
oímos la señal de salida en realidad vamos a correr dos carreras. Las dos son
de un tamaño muy parecido, pero se diferencian mucho en su contenido.
La
primera mitad parece fácil, a menudo demasiado fácil. Uno sabe que tiene que
ahorrar un poco para después, pero el cuerpo suplica: "más rápido”. Y es
difícil contenerse.
Entonces
viene la segunda mitad, la que parece una carrera diferente. Aquí es donde
empezamos a sufrir. ¿A dónde se fue toda esa velocidad y energía? El cuerpo
grita ahora: "más lento". Y uno sabe que no le tiene que hacer caso y
que tendría que ir más rápido. Es difícil coordinar los dos pensamientos.
Las
malas carreras son el resultado de un defecto de corredor muy común: correr
rápido cuando nos sentimos frescos, y lento cuando empezamos a sufrir. Las
buenas carreras, por otro lado, son con mucho el resultado de hacer caso omiso
de los instintos de frescura y dolor, controlándonos cuando nos sentimos mejor,
y ahorrando la energía para utilizarla cuando nos sentimos peor.
La
diferencia entre una buena carrera y un mala es lo bien o lo mal que nos encontremos
en la última parte. La primera mitad sencillamente establece el escenario en
donde se va a interpretar nuestra obra; la última es donde se lleva a cabo la
actuación principal. La fuerza de la actuación final descansa en el trabajo de
base que se estableció al inicio.
El
doble carácter con que tenemos que encontrarnos en una carrera nos exige que
lleguemos a la salida con una mentalidad fraccionada. Lo ideal es tratar la primera
mitad, como si estuviésemos preparándonos para una actuación y en la que
establecemos el escenario con frialdad, la atención y meticulosidad de un
técnico. Aquí tenemos que hacer un trabajo definido, con ciertos limites en
nuestros ritmos; esta es la parte de la carrera que se trata como un negocio.
En
la segunda mitad, la carrera cambia de estilo y nosotros deberemos de adoptar
un nuevo papel al que nos tenemos que ajustar. Es la hora del artista, es
cuando sale a escena el actor. Tenemos que actuar en el escenario que antes
hemos establecido. Nos debemos de olvidar de las precauciones e inhibiciones y
nos pondremos a correr con abandono creativo, tenemos que improvisar, hay que
sacar todo lo que queda. Si el técnico ha hecho su trabajo en la primera parte,
el artista actuara bien y triunfara. Si no, los errores de la primera mitad
volverán como fantasmas y nos perseguirán hasta la meta.
Bien,
ya tenemos suficientes analogías; no se trata de salir lento, yo diría más bien
hacer una salida cautelosa. El ritmo de salida tiene que ser el que sepamos que
podemos mantener durante toda la carrera. Al principio es posible que nos
parezca demasiado fácil; después, ese mismo ritmo nos parecerá imposible de
mantener.
En
fin, si a esto añadimos que hay subidas y no sabemos cómo son ni dónde están
esto hace que tengamos que improvisar bastante, es posible que sea complicado,
pero es muy divertido.
Ya
sé que la mayoría ya sabía que ese era el secreto, pero hay que recordarlo
continuamente ya que se nos olvida pues hacemos tantas carreras, prácticamente
cada fin de semana, que no prestamos atención a estos pequeños detalles.
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