miércoles, 30 de septiembre de 2020

Viernes 25 de septiembre de 2020.

 Dicen que los viajes ensanchan las ideas, pero para esto hay que tener ideas” (G. K. Chesterton)

Casi un mes, veintinueve días a sido lo que ha durado este viaje desde Pego a Guadalupe con el añadido de Santiago de Compostela, el viernes 25 de septiembre de 2020 he vuelto a casa. 

Lo he hecho solo, en tren, y muchas horas para pensar, pues el covid-19 ha posibilitado que estemos separados en los asientos del tren y con pocas posibilidades y ganas de hablar.

Había que volver a casa, como no podía ser de otra manera si queríamos que todo terminará bien, es igual que el escalador que no solo tiene que llegar a la cumbre, sino que tiene que volver a donde empezó.

Creo, de todas formas, que el que lleva su hogar en el alma es capaz de crear nuevos hogares y estar a gusto allí. Y el que no lo lleva, el que no tiene raíces, porque las ha perdido, u olvidado, lo tiene más difícil. No es tan sencillo vivir sin un hogar en el alma.

Cuando me marcho de viaje me llevo la historia de mi vida que es siempre pasado y presente al mismo tiempo. Y me da alegría llevar mis hogares a otros hogares y así se viaja mejor, más a gusto, con más alegría.

No me asustan las distancias que voy a recorrer ni las que he recorrido, son cortas en mi corazón que vive y sueña lo mismo aquí que allá. Cuando salgo de casa no cruzo una frontera para entrar en una forma de ser y de pensar diferente. Disfruto por los caminos de mi tierra y saboreo los nuevos caminos que recorro, y voy sonriendo al pensar que la vida son dos días y que el tiempo pasa. Y que no hace mucho había cosas que eran diferentes. No importa. La vida continúa.

Y sé que confío en un futuro lleno de esperanzas, pero anclado a mi pasado, a mi hogar, a mis raíces. Y sonrío al sumergirme en este nuevo futuro que nos espera con el covid-19 sin miedo a lo que no conozco.

Es mi último día de un viaje que ha sido como lo deseaba, como lo había soñado, incluso en sus problemas y en sus soluciones, a pesar de los inconvenientes de moverse detrás de una mascarilla y de todas las molestias que lleva el protegerse y proteger del covid-19. Paradójicamente, es en un país desarrollado como el nuestro donde he visto con especial intensidad la desesperanza en como se va a salir de esta crisis. Es un contraste que el hombre haya alcanzado cotas tan altas en el dominio del mundo, y que al mismo tiempo no tengamos claro a dónde dirigir nuestra esperanza en el futuro. 

No me cabe la menor duda de que hoy muchas personas construyen sus vidas persiguiendo solamente metas “parciales”, incluso parecen no necesitar de un sentido profundo y trascendente que dé una unidad a su vida. Pero, sin embargo, también los hay que se hacen la pregunta por el sentido definitivo de la vida: “¿es esto todo lo que da de sí la vida y todo lo que puedo hacer en ella?”.

El drama del hombre en estos días consiste en comprobar amargamente que, si no hay una “esperanza” definitiva, nuestras “esperanzas” están abocadas, tarde o temprano, a la frustración. Lo expreso magníficamente el cómico Groucho Marx: “Vamos de victoria en victoria, hasta la derrota absoluta”. En efecto, ¿de qué me sirve el éxito de este viaje, si al final todo queda reducido a la nada?

En fin, mañana iré a recoger la bicicleta en correos y ya podremos dar por terminado este viaje. Y a esperar, que es algo inherente en las personas.

lunes, 28 de septiembre de 2020

Jueves 24 de septiembre de 2020.

 Dicen que los viajes ensanchan las ideas, pero para esto hay que tener ideas” (G. K. Chesterton) 

Jueves 24 de septiembre de 2020, todo el día en Santiago de Compostela y tan solo tres kilómetros con la bicicleta para llevarla a correos, un día de despedidas.

Ya sé que mi bicicleta no puede tener sentimientos, lo sé, pero debería de tenerlos. Porque pasamos momentos buenos y momentos de duras fatigas. Porque nos ayudamos y nos sentimos libres circulando por las carreteras. Porque me ha llevado en este viaje durante 1551 kilómetros. Porque vamos a separarnos después de 28 días y no me siento bien. Porque no sé cuándo la volveré a ver, y me preocupa.

Hay despedidas difíciles. Pues verla desmontada y metida en una caja me entristece, me hace pensar que tal vez se merecía volver a casa empujada por mis piernas. Pero no puede ser esta vez, y tenía que llegar la hora de decir adiós, y volvernos a ver dentro de unos días.

Se quedan tantos recuerdos de experiencias compartidas. Diálogos, si algunas veces le he hablado y tal vez discutimos en alguna ocasión, cuantos esfuerzos en común, momentos de dificultad, ayudas, proyectos que nos empujaban hacia nuevas metas. Todo esto no se puede compartir con un pedazo de metal.

El viaje debe terminar cuando ambos estemos en Pego. Y entonces, nuestra vida seguirá su camino. No termina nuestra relación, continuará durante todo el tiempo que me sea posible. Lo importante es ver lo bueno que hemos compartido durante tantos años para que siga marcando el presente y el futuro.

Este adiós deja abiertas muchas posibilidades en el reencuentro, muchos detalles que retocar: cambiar la cinta del manillar que se rasgó, equilibrar las ruedas, ajustar el cambio, revisar y tal vez cambiar las pastillas del freno y, empezar a preparar nuevos proyectos juntos.   

Espero que este sea un viaje más, y que dentro de unos meses cuando vuelva del Camino de Santiago nuestro siguiente proyecto sea, otra vez el proyecto de nuestra vida.

Nos tenemos que separar. Una última mirada y comienza la separación. La dejo con pena, pero también con la certeza de que lo bueno que hemos compartido mantendrá su fuerza ahora y en el futuro…

Ya solo quedaba comprar un billete de tren, pasar la tarde visitando Santiago y se podría decir que este viaje, casi, había llegado a su fin.

domingo, 27 de septiembre de 2020

23 de septiembre de 2020.

 Dicen que los viajes ensanchan las ideas, pero para esto hay que tener ideas” (G. K. Chesterton)

En el día vigesimoséptimo de nuestra salida llegamos a Santiago, en una etapa que discurrió entre Melide y la plaza del Obradoiro, con 53 kilómetros y cuando el calendario indicaba el miércoles 23 de septiembre de 2020.

Era la tercera vez que lo hacía, aunque en esta ocasión no había realizado el Camino completo, solo desde Astorga, en las otras ocasiones una desde Jaca en bicicleta y la otra desde Roncesvalles a pie.

La etapa transcurrió sin problemas y solo la incertidumbre de ver cuando empezaba a llover y cuando paraba le daba un poco de emoción.

Entrar en la plaza del Obradoiro cuando se hace en peregrinación es una sensación extraordinaria que todos deberíamos experimentar, pero en esta ocasión era mi bicicleta la que la sentía, era su primera vez y desde casa, se lo merecía.

Se merecía llegar a uno de los lugares más emblemáticos a los que un cristiano peregrina, no pude llevarla a Nordkapp por culpa del covid-19 y Santiago de Compostela, es un objetivo de mucho más valor sentimental.

En Astorga, cuando recogía la credencial de peregrino me acordé que el único objetivo que aún podía cumplir este año de los tres que me había propuesto era hacer el Camino de Santiago a pie. La Maratón de Boston se suspendió por culpa del covid-19 al igual que mi viaje a Nortkapp pero el Camino de Santiago aún lo podía realizar, llevaría a mi bicicleta a la plaza del Obradoiro y volvería a pie desde Canfranc.

Y por eso, aunque era el punto final de un viaje no lo era de una peregrinación, peregrinaré a Santiago este otoño desde Canfranc y a pie.

Ya se que hay mucho simbolismo sobre las sensaciones que se consiguen sentir al realizar el Camino, pero es innegable que algo se siente, es una experiencia que tiene hondura y un largo alcance.

La idea de camino que tenemos los hombres es universal pues se une al símbolo del paso por la vida, del transcurrir a través de los años, de seguir una dirección, de un viaje de un lugar a otro.

Todo camino viene de un sitio y conduce a otro. En casos es para nosotros un lugar de separación y alejamiento; en otros, constituye un lugar de encuentro; encuentro con quienes llevan la misma dirección, y, sobre todo, con quienes nos esperan en la meta.

Y, el Camino de Santiago es algo más, mucho más, nos vemos inmersos en una trama cultural, histórica y religiosa de una grandeza imponente:  un entramado riquísimo de historias, leyendas, cantares, poemas, monumentos artísticos, los paisajes, las gentes de los diversos lugares, los compañeros de marcha que nos vamos encontrando, los momentos de descanso con los demás peregrinos son imborrables y constituyen una fuente inagotable de energía porque constituyen una forma de encuentro, aunque sea fugaz. Nos emociona ver que se crea rápidamente un ambiente cálido con personas desconocidas, sólo por saber que se hallan esforzadamente en camino hacia la misma meta, inspirados, tal vez, por el mismo ideal.

En fin, dentro de nada espero estar contando esa experiencia desde Canfranc.

sábado, 26 de septiembre de 2020

22 de septiembre de 2020.

 

Dicen que los viajes ensanchan las ideas, pero para esto hay que tener ideas” (G. K. Chesterton) 

Ya con la bicicleta en condiciones volvíamos a la normalidad el martes 22 de septiembre de 2020, y lo hacíamos desde Sarria hasta Melide con una distancia de 76 kilómetros ya que no seguí el Camino de Santiago, sino que me desvié por Camposo, San Xillao, Villamea y Guntin.

El camino recto siempre será el más corto, pero no tiene porque ser el más interesante, aunque hay que tener valor para saltarse Portomarín, pero me levante con ganas de conocer tierras extrañas.

Aunque no perdí nunca de vista a Santiago de Compostela, di un pequeño rodeo, al igual que nos sucede muchas veces en esta vida en la que es casi inevitable caminar con líneas torcidas, con vericuetos, con dos pasos adelante y uno atrás.

En la vida hay que aceptar a veces salidas de emergencia, aunque nos obliguen a dar un pequeño rodeo. Cuando realizamos un viaje de este tipo o realizamos el Camino de Santiago hay que procurar, al mismo tiempo, tener siempre pensadas tres o cuatro alternativas; así, si te falla una, aún tendrás otras para seguir. Es interesante distinguir siempre entre nuestros objetivos y las formas de realizarlos. Aquellos son intocables, éstas no. Si aparece o si alguien te pone obstáculos a tu ideal o a tu objetivo, pregúntale y pregúntate si se opone de veras a tu ideal o a la forma en que estás realizándolo.

No hay que tener ningún problema en cambiar de forma al buscarlo, siempre que sigas buscando el mismo objetivo o ideal. En esta vida hay que aprender a ser terco y tenaz, pero no hay que confundir la tenacidad con la cabeza dura. No hay porque ceder ni en nuestras ideas ni en nuestras convicciones, pero no tenemos que olvidar que una verdad puede decirse de mil maneras y que no siempre vale la pena sufrir por ciertos modos de expresión. Y cuando llegue una ola que es más fuerte que tú, agáchate, déjala pasar, espera. Y luego, sigue nadando.

Ya se que no es fácil, pero con los años uno se da cuenta que la vida es más ancha de lo que imaginamos. Y que cerrar la puerta a un hombre que esta decidido a seguir es tan inútil como ponerle puertas al campo.

Día 25: 21 de septiembre de 2020.

 Dicen que los viajes ensanchan las ideas, pero para esto hay que tener ideas” (G. K. Chesterton) 

Con hoy llevamos 25 días dándole a los pedales, y en este día me enfrento con el problema de que, en la avería de ayer, tuve que dejar una combinación fija para continuar, en concreto deja el plato 24 y el piñón 26.

Nos encontramos en el día 21 de septiembre de 2020 y la idea es llegar a Sarria para que la reparen y esa combinación pienso que, me va a permitir subir con algo de sufrimiento a O Cebrerio y al alto del Poio, después en la bajada y en el llano, aunque no me permite ir muy rápido al menos avanzo.

Resultado, subía bastante bien, que al final era lo duro e importante para no tener que empujar, pero no podía darle velocidad a la bicicleta. Pero llegué y me arreglaron la bici.

Resumiendo, 55 kilómetros que salvo por la preocupación de si me repararan la bicicleta esa misma tarde fue una jornada perfecta, pero, y es que siempre hay un “pero”, volví a pasar frio en la bajada hasta que decidí sacar la ropa de invierno, me resistí porqué pensaba que el otoño no se presentaría tan de repente.

Sabia que era fácil que pasara frío pues ya lo pase en la bajada de la Cruz de Hierro, pero por comodidad decidí dejar en el fondo de las alforjas la ropa de invierno.

 A pesar de mis mejores intenciones y esfuerzos, es inevitable, en algún momento cometo errores, como no salir con la ropa adecuada y tener que parar para cambiarme.

Los errores pueden ser a veces difíciles de asimilar, por lo que a veces rehusamos a admitirlos en vez de asimilarlos.

Estoy tan convencido de que lo tengo todo tan bien estudiado que cuando cometo este tipo de errores siento una disonancia: “no es posible que esto me suceda a mí”, y ante esto lo primero que hago es negar el error y pensar que esta meteorología nadie la puede predecir.

Esa disonancia consiste en que sabiendo que lo tengo todo muy estudiado y, estando convencido de que esto es verdad, se ve confrontado por el hecho de que lo que hice no fue lo mejor y me equivoqué al elegir la ropa. Así que tendré que cambiar el concepto que tengo de mí y aceptar el hecho de que me equivoque y comité el error.



Resulta más fácil decirlo que hacerlo, pero ¿cómo puedo cambiar mi forma de ser y aprender a aceptar mis errores? Supongo que lo más importante será darme cuenta lo antes posible de cuando va a suceder, ya que la mente hará todo lo posible para preservar su identidad y no reconocer el error. Por lo general cuando sentimos confusión, nerviosismo, vergüenza o culpabilidad ante un hecho puede estar sucediéndonos, aunque estos sentimientos no siempre implican que uno está equivocado, pueden utilizarse como recordatorios para analizar una situación desde un punto de vista lo más imparcial posible, y cuestionarnos de forma objetiva si me he equivocado o no.

Se me olvidaba, en nuestras justificaciones y razonamientos también puede estar el síntoma de esa disonancia, si son raras y muy forzadas podemos estar negándonos a aceptar ese error.

En fin, uno tiene que estar siempre aprendiendo y por lo tanto rectificando.

viernes, 25 de septiembre de 2020

Domingo 20 de septiembre.

 “Dicen que los viajes ensanchan las ideas, pero para esto hay que tener ideas” (G. K. Chesterton)

Domingo 20 de septiembre de 2020, trayecto nuevo el de este día, cuando lo realicé andando o en bici nunca pase por este recorrido por eso me detuve en la Laguna y no llegue a O Cebreiro. 

Etapa corta pero dura por ser el primer día de lluvia y la primera avería en la bicicleta. Fueron solo 25 kilómetros pero muy interesantes. 

Me di cuenta que debía hacer algún cambio en el recorrido para no repetir aquellos recuerdos de hace tantos años. 

Algo comentaba ayer, como los cambios son inevitables he decidido hacerlos deseables. Tener las mismas sensaciones es imposible y es verdad que si fueran las mismas es fácil que al final se volverían monótonas y aborrecibles.  

¿Podemos acaso imaginar una vida absolutamente monótona, siempre igual y que fuera, aun así, deseable? 

Hay que intentar que los cambios sean además deseables. 

Estoy seguro que no quería unos cambios tan drásticos, yo, solo quería cambiar de recorrido un cambio programado que pudiera preverlo, pero esta vez, me pillo por sorpresa, en el mismo día la lluvia y la avería. 

Tenia asumido que eso forma parte de un viaje y, más si es en bicicleta, pero me encontré tratando de quejarme y además tener razón al hacerlo


Día: 19 de septiembre de 2020.

 "Dicen que los viajes ensanchan las ideas, pero para esto hay que tener ideas” (G. K. Chesterton)

La etapa de hoy es de las míticas en el Camino, se pasa por la Cruz de Hierro donde la tradición dice que hay que dejar la piedra que se ha llevado desde casa, yo desgraciadamente en esta ocasión no la traje. 

Estamos en el sábado 19 de septiembre y fuimos desde Rabanal del Camino hasta Villafranca del Bierzo, 61 kilómetros de los qué los más duros no fueron los de la subida sino los de la bajada donde la niebla y el frío viento provocaron que me helara, pero todo termino al entrar en Molinaseca. 

Recorrido de pequeñas aldeas a las que la niebla y el frío dotaron de ese misterio que siempre nos dan las altas montañas y los valles profundos. 

En cambio, el castillo templario de Ponferrada ya me esperaba con un sol deslumbrante, son cosas de la meteorología en las montañas. 

Pasar del frío al calor, de la niebla al sol deslumbrante con rapidez no es algo a lo que estemos acostumbrados los que vivimos al lado del Mediterráneo.

Y eso que el cambio en nuestras vidas es constante, diría más imparable y necesario. Es verdad que muchas veces nos cuesta aceptarlo y es que cualquier cambio, por pequeño que sea, lleva consigo una perdida, una renuncia. 

Y es que los cambios y la vida van de la mano, si es inevitable, no hay que resistirse. Lo tenemos que asumir y así podremos ser alguien nuevo cada día. Hay que aceptar los cambios y seguir adelante. 

No podemos hacer nada para detenerlos, hay que estar predispuestos a afrontarlos. Me viene ahora la memoria esa frase genial de Heráclito que lo expreso magníficamente: “Nadie se baña dos veces en el mismo río”. Y es verdad cuando regresamos a un mismo cauce, las aguas no son las mismas ni tampoco nosotros somos aquellos que fuimos. 

Lo mismo e paso a mi paso por Astorga y en el Rabanal, y seguro me sucederá durante el resto del viaje. 

jueves, 24 de septiembre de 2020

18 de septiembre de 2020

“Dicen que los viajes ensanchan las ideas, pero para esto hay que tener ideas” (G. K. Chesterton)

El día que hace veinte y dos desde que salí que Pego es en el que adquirí la credencial de Peregrino en la Catedral de Astorga. 

El viernes 18 de septiembre de 2020 me desplace desde San Justo de la Vega hasta Rabanal del Camino y, aproveche para recoger la credencial.

Fueron pocos kilómetros, 29, pero la visita a Astorga y la recogida de la credencial robaron mucho tiempo a la bicicleta. 

De todas formas, hay que decir que fueron todos en subida, aunque lo que subí ya lo tenia adelantado para subida a la Cruz de Hierro de la mañana siguiente,   me quede casi a la mitad. 

A veces no completar las cosas y dejar parte para mañana no es tan malo como se dice. 

En realidad, tenia que detenerme antes de media tarde para evitar las tormentas y el Rabanal era un lugar perfecto, no solo para empezar más arriba la subida a la Cruz de Hierro sino para recordar mi paso por el albergue Virgen del Pilar de hace creo que 18 años.

Recordar es revivir; al rememorar aquel viaje, se rehace todo lo que sentí y aprendí, y así puedo aprovecharlo en este, además de renovar todas aquellas experiencias que ya tenia olvidadas. 

Se pueden volver los ojos con ilusión a aquellos felices recuerdos ya casi desaparecidos, y precisamente por esa casi desaparición pueden resultar dolorosos. 

Porque se puede pensar que si los he olvidado es que no fue para tanto, de que aquella felicidad no fue real o tan fuerte como ahora recuerdo. 

Nos podemos desilusionar ante unos recuerdos, aunque sean buenos, pensar que hemos perdido aquella ilusión con la que hicimos el Camino en el 98, pero esto es una cosa bien distinta de lo que daba ilusión, de lo que suscitaba aquel peregrinaje.

Por debajo esa perdida, de ese olvido, la ilusión sobrevive. Lo que nos movió entonces es lo mismo que ahora nos da la fuerza y por tanto la ilusión para estar otra vez en el Rabanal.

martes, 22 de septiembre de 2020

17 de septiembre de 2020

 "Dicen que los viajes ensanchan las ideas, pero para esto hay que tener ideas” (G. K. Chesterton)

Día extraño este jueves 17 de septiembre de 2020, un día en el que esperaba una lluvia que no apareció. 

Día nervioso en el que no quería mojarme, y en el que tome la    decisión de llegar pronto a San Justo de la Vega para que no me sorprendieran las tormentas que anunciaban y que no llegaron. 

Decidí no entrar en Astorga y esperar a mañana para encontrarme con el camino francés. 

La lluvia no acudió a  su cita, es verdad que la gran humedad y un poco de niebla dejaban unas ligeras gotitas en el cristal de las gafas, pero eso no es lluvia. 

 Y es que hay que ser puntual, y para serlo primeramente debemos ser conscientes que toda persona, evento, reunión o cita tiene su grado particular de importancia

En el caso de la lluvia, es verdad que no me lo dijo personalmente pero si me lo comentaron los que están encargados de ello. 

En el caso de las personas, nuestra palabra debería ser una garantía para contar con nuestra presencia en el momento preciso que hemos acordado.


 Es curioso, pero nos encontramos a veces con personas que sienten “distinguirse” por su impuntualidad, llegar tarde es una forma de llamar la atención. Son las personas que suelen decir:"si quieren, que me esperen”, “para qué llegar a tiempo, si…”, “no pasa nada…”, “es lo mismo de siempre”.

Estas y otras formas de actuar parecidas me parecen a mí que son un reflejo del poco respeto, ya no digo aprecio, que se siente por las personas, su tiempo y sus actividades. 

En fin, que la falta de puntualidad de la lluvia me esta marcando la agenda de estos días.

sábado, 19 de septiembre de 2020

16 de septiembre de 2020.

 “Dicen que los viajes ensanchan las ideas, pero para esto hay que tener ideas” (G. K. Chesterton)

Veinte días de viaje, parece ayer cuando salí de Pego hacia Guadalupe y, hoy miércoles 16 de septiembre estoy en camino, primero para enlazar con el camino francés y después llegar a Santiago de Compostela. 

Hoy para celebrar la veintena he recorrido unos fáciles 77 kilómetros desde Zamora hasta San Cristóbal de Entreviñas, camino fácil como va siendo habitual estos últimos días. 

¿Qué me he encontrado de interesante en este día? Pues nada en particular solo el placer de pedalear y ver como la bicicleta de desliza casi sin esfuerzo. 

La sensación de libertad que se tiene mientras sientes como se desliza la bicicleta es difícil de explicar, al menos para mí, mientras que es muy fácil de comprobar con solo subirse a una y dejarla ir.  

La facultad de explicar bien lo que se siente solo se encuentra en personas que no solo dominan el lenguaje sino que además saben expresarse, expresar sus sentimientos. 

Es complicado, expresar nuestros sentimientos, muchas veces puede convertirse en una verdadera tortura. Decir lo que sentimos puede llegar a ser difícil, pero la tecnología ha hecho de las suyas para “facilitar” el proceso y hoy con un emoticono le podemos decir a alguien lo que queramos. 

¿Pero qué hay de verdad en esto? ¿Los emoticonos expresan lo que sentimos realmente? ¿Acaso se me acelera el corazón cuando alguien me envía una cara enamorada? Según mi entender, lo que ocurre es que se han convertido en la excusa perfecta para expresar una cantidad de expresiones, que en la vida real, la de afuera, en la que hablas o escribes directamente a alguien y que se vuelven cada vez más complejas. 

No puede suceder que utilicemos cada vez más los emoticonos porqué le huimos a esas conversaciones cara a cara. Negarnos a decir ahora que la forma en que nos comunicamos ha cambiado es casi imposible, hoy andamos con el móvil en la mano a todos los lugares y si por alguna casualidad se queda sin batería tenemos esa sensación incomoda, ese vacío que nos hace sentir como aislados, “desconectados” de una supuesta realidad que nos une con los demás. 

No quiero exagerar y dar por sentado que lo estamos haciendo todo mal al usar los emoticonos a diario. Hay que ser coherentes y conscientes de que la relación entre personas no debe ser reemplazada por las conversaciones a través de mensajes de texto o de whatsapp

viernes, 18 de septiembre de 2020

15 de septiembre de 2020.

 “Dicen que los viajes ensanchan las ideas, pero para esto hay que tener ideas” (G. K. Chesterton)

Hoy hemos llegado a una gran desconocida, al menos para mí, he llegado a Zamora. Estamos en martes 15 de septiembre de este 2020 y, he recorrido 73 kilómetros, fáciles y cómodos, pues aunque los he hecho por la carretera nacional hay que decir que prácticamente estas solo, la autovía de la Vía de la Plata se lleva todos los vehículos. 

El contraste entre Salamanca y Zamora, a mi, me ha parecido grande, una majestuosa la otra sencilla aunque las dos soberbias. 

No había estado nunca y, tengo que decir que volveré, a quien le guste el románico no tiene elección, tiene que pasar por ella. 

Darse cuenta de los contrastes en esta vida es interesante y tal vez necesario que existan. 

Dentro de la sociedad en que vivimos hay fracciones de personas cuyas diferencias se hacen presentes con especial energía, que a veces nos pueden llevar a conflictos y enfrentamientos; en otros casos vemos que las diferencias se quedan atenuadas y lo que cuenta es la semejanza, la afinidad. 

Podemos tener la impresión de que esto favorece la convivencia, la concordia, la ausencia de fricciones y dificultades; y así es, pero se pierde de vista el perfil de la realidad, la fuerza de las diferencias, la variedad y la riqueza. La acentuación de las diferencias y contrastes, a pesar de sus inconvenientes, asegura una intensidad más alta. 

Si miramos y repasamos un poco la historia veremos que está surcada de rivalidades entre pueblos que se han enfrentado con empeño a lo largo de los siglos, mientras en ocasiones han convivido apaciblemente y sin tener una particular conciencia de sus diferencias.  

Dentro de una sociedad, en la que coexisten fracciones diferentes, puede haber un predominio de la semejanza, una impresión de una relativa homogeneidad o una marcada rivalidad y oposición. 

Puede ser, porqué no, una oposición “creadora”, un estímulo de la vitalidad, cuya ausencia será sin duda algo negativo; si eso se pone en un primer plano, llega a ser un obstáculo decisivo, un estorbo para la convivencia. Lo que en cierto grado es un impulso positivo, un estímulo o acicate de vitalidad, engendra una parálisis. 

La convivencia demasiado fácil, sin grandes tensiones, sin lo que podría llamarse “diferencias de potencial” engendra monotonía, excesiva homogeneidad, falta de diversidad, ausencia de esa pluralidad de formas que son las verdaderamente creadoras. 

La tendencia a la convivencia y la homogeneidad han sido el origen de la formación de grandes sociedades, de verdaderos “pueblos”. Quiero también decir que estas actitudes básicas y elementales pueden ser contrarias a lo que en principio buscan, a lo que se proponen. 

De igual forma, la enérgica insistencia de una diferencia, de una peculiaridad, rasgo por cierto habitual de todos los nacionalismos, lleva, lejos de la intensificación de esa particular manera de ser, lleva a lo que se podría llamar “imperialismo”, al aislamiento, a la fragmentación. Tal vez tras una breve fase transitoria, a la larga las actitudes “nacionalistas” llevan a la limitación y a la retracción por oposición a la formación de los grandes pueblos. 

Solo hay que mirar la historia del siglo pasado y no olvidarla. Si miro el presente, lo que se ve reflejado en la prensa y sobre todo, en la televisión, me doy cuenta que se olvida la historia. 

¿Por qué renunciar a lo que se sabe, o al menos se puede saber, aunque no esté de moda? Hacemos bien en ver la televisión. Pero quizá no sería inútil preguntarse adónde nos lleva, cómo nos hace ver las cosas, con un óptica excesivamente distinta de la que nos proporciona la historia. ¿No valdría la pena combinar ambas cosas, aprovechad la maravillosa posibilidad de recurrir a ambas? 

No hay que renunciar a ningún recurso. 

En fin, lo dejo que ya m he ido demasiado por las ramas. 


14 de septiembre de 2020.

 “Dicen que los viajes ensanchan las ideas, pero para esto hay que tener ideas” (G. K. Chesterton)

El día de hoy, lunes 14 de septiembre de 2020, iba a ser un día de transición pues el objetivo era acercarme lo más cerca posible del Camino de Santiago, el francés, el que comunica los pirineos con Santiago.  

Pero la carretera a veces de lleva por lugares que no pensabas, y mi primer plan era rodear Salamanca, pasarla. Sin embargo, sin saber como la carretera me dejo en una rotonda al lado del Puente Romano y, entonces ya no tuve elección, había que cruzarlo y visitar el centro de Salamanca. 

Volví otra vez a recorrer su impresionante centro histórico, lo que debería haber sido un día de transito se convirtió en una jornada de recuerdos y de reencuentro con una maravillosa ciudad. 

La verdad es que no estamos acostumbrados a estos días en los que no debería de pasar nada, nuestra cultura no está habituada a esperar y nos es difícil asimilar estos días. 

La nuestra es la cultura de la prisa, de lo inmediato, de estar siempre haciendo algo y, en cambio estos días de transito, de espera implican acomodarse a lo que está por llegar y es realmente difícil aceptar unas rutinas que no coinciden con las que estamos acostumbrados. 

Son días que no son aún un objetivo, sino espera, preparación para llegar a alcanzarlo. 

Lo bueno de este tipo de días es el gozo de quien sabe que va a cumplir un objetivo y espera ilusionado su cumplimiento y verificación. 

Sin embargo, hoy ya no estamos acostumbrados a ellos, pues vivimos una vida en la que no esperamos casi nada. Nos gusta lo inmediato y hemos perdido el clima de “espera”, “de promesa”, de “don”. 

No sabemos disfrutar de la espera.

jueves, 17 de septiembre de 2020

13 de septiembre de 2020.

 “Dicen que los viajes ensanchan las ideas, pero para esto hay que tener ideas” (G. K. Chesterton)

Diecisiete días, el domingo 13 de septiembre de 2020 ya llevaba más de dos semanas que pasaron casi sin darme cuenta, y con 53 kilómetros este día tuvo posiblemente el desnivel positivo más grande, suerte que la carretera no tenia ninguna pendiente dura y en cambio el paisaje acompañaba, prácticamente siempre con sombra y con el plato pequeño durante los primeros 27 kilómetros.

Fue un placer ir desde Hervas hasta Guijuelo, donde me esperaba una impresionante ración de jamón y una cerveza muy fría. 

Había que relajarse y descansar toda la tarde, pues después de la ducha y con la ayuda, sin duda, de la cerveza el cuerpo solo pedía relax. 

No es fácil descansar bien, pues muchos de nosotros confundimos el concepto de descansar con acostarse en el sofá, mirar las redes sociales o ver nuestra serie favorita. 

Pero eso no es lo que significa descansar. Tiene menos que ver con la posición de nuestro cuerpo que con nuestro estado de espíritu. 

La esencia del descanso esta en organizar un momento en que estás presente contigo mismo; es ese momento en que realmente te encuentras contigo mismo. Escuchas tus emociones del día, piensas en tus objetivos y sueños. Pero esto no es fácil. ¿Por qué? 

Pues, muchas personas procuran estar ocupados como una manera de escapar de ellos mismos. Y, es que estar siempre ocupados nos da un cierto prestigio y en cambio el descanso no. Tal vez se tiene miedo a escucharse, de ver lo que está dentro de nosotros. 

Si realmente deseamos empezar a descansar, necesitamos definir una hora que solo nos pertenezca a nosotros, pues el descanso es un momento de reflexión, lo que no significa que tengamos que sentarnos y no hacer nada. Yo me relajo andando en bicicleta o pasando tiempo hablando con amigos. 

El efecto que hay que conseguir es estar alegre y tener más fuerza y ganas de vivir. 

Solamente cuando nuestro cuerpo y nuestra mente estén descansados se puede aprovechar la vida y el ocio. Aunque el ocio es diferente del descanso; es el momento en que haces cosas que te traen alegría. 

Cuando estamos bien descansados, más cosas nos hacen felices. Incluso pequeñas cosas pueden deleitarnos.

Por el contrario, cuando estamos cansados, incluso las cosas que alguna vez nos habían gustado ya no nos son atractivas. Por eso es muy interesante estar contigo mismo para saber distinguir en cada momento que es lo que nos dará mayor alegría. 

En fin, muchas personas deben aprender nuevamente a descansar. Pongamos un horario para ello, con solo 30 minutos al día puede ser suficiente solo para descansar. 

Cuando llegue ese momento, intenta escucharte. Puede parecer extraño las primeras veces. Es posible que eso esa algo nuevo y necesites acostumbrarte. 

Cuando ese momento inicial pase, empieza a hacerte preguntas diferentes, como por ejemplo: ¿Qué me hace feliz? ¿Qué cosa emocionante voy a hacer mañana? ¿Cuáles son mis sueños?

Escúchate a ti mismo, las repuestas puede que te sorprendan. 

Sábado 12 de septiembre.

 “Dicen que los viajes ensanchan las ideas, pero para esto hay que tener ideas” (G. K. Chesterton).

Sábado 12 de septiembre de 2020, hemos salido desde Malpartida de Plasencia y hemos llegado después de 52 kilómetros y una visita a Plasencia a Hervas. 

Hoy voy a destacar a la ciudad de Plasencia, no la conocía y creo era un error que deberé subsanar en otra visita.

Aunque la he recorrido en parte, no me he detenido a admirarla, pues no le había dado la importancia que sin duda merece. 

No tenía demasiado tiempo, aunque vi lo suficiente para saber que hay que volver. 

Llevo días sin dedicarle tiempo al covid-19, solo tomo las medidas necesarias tanto para no contagiarme como para no contagiar, pero esta tarde he estado repasando las noticias de la ultima semana y, tengo la impresión que la pandemia ha empeorado desde que salí de Pego.

Lamentablemente me cuesta ver la luz al final del túnel. Creo que es importante que tomemos conciencia de que nosotros podemos poner algo más que taparnos la cara con una mascarilla para que las cosas mejoren, pues nuestro comportamiento puede afectar y también ayudar a los demás. 

Todos podemos hacer algo para que este mundo sea mejor y contribuir en la difusión de buenos valores tan necesarios para superar esta situación que estamos padeciendo.

Hay que procurar ver todo lo que esta pasando con objetividad y no desesperarse por los problemas. Lo que quiero decir es que se trata de no quedarse con el vaso medio vacío, ni tampoco medio lleno, aunque es preferible lo último. Más bien hay que ver lo que se encuentra dentro del vaso y tomar conciencia de ello. Valorar lo que se tiene es un buen comienzo para enfrentarnos a estos momentos. 

No hay que esperar pasivamente o resignarse ante esta pandemia, hay que tener “grandeza de ánimo”, hay que actuar con magnanimidad. La magnanimidad no es soñar sino ser realista, pero con sentido positivo, altura de miras y creatividad.

No hay que quedarse en la queja, sino que hay que mirar cómo afrontar la situación. Podemos fomentar una cultura de cooperación. Nadie es independiente de los demás; de alguna manera todos somos interdependientes. La voluntad de cooperación es también contagiosa y, todo es empezar nosotros para que se propague. 

En fin, y sobre todo, centrarnos en las prioridades de la vida. El sentido del ser humano.

miércoles, 16 de septiembre de 2020

11 de septiembre de 2020.

 “Dicen que los viajes ensanchan las ideas, pero para esto hay que tener ideas” (G. K. Chesterton)

Nos encontramos hoy, 11 de septiembre de 2010, con quince días de viaje, con primera quincena en nuestras piernas y todo esta funcionando bien. 

Nos hemos desplazado desde Trujillo hasta Malpartida de Plasencia y hemos realizado 72 kilómetros.

La mayor parte de ellos por el interior de Monfragüe, a pesar de que no es la fecha más indicada pues los pantanos están prácticamente vacíos, vale la pena pedalear por una reserva de la biosfera.

Es un constante subir y bajar, por los cañones formados por el Tajo y alguno de sus afluentes, admirando cada uno de los rincones como si lo fuera su descubridor, prácticamente solo, sin coches solo acompañado por el vuelo circular de los buitres, sobre todo por los alrededores del Salto del Gitano, muy recomendable pasar por Monfragüe. 

Y es que la naturaleza nos sorprende, también nos sorprende su poder, como poco a poco a creado esos cañones y, por lo tanto, le debemos respeto.

Hay que tener en cuenta que las actitudes ecologistas son buenas para avivar la sensibilidad de la sociedad hacia problemas en cuya solución debemos todos cooperar. 

De aquí que nuestro comportamiento frente a la naturaleza, debe depender en gran parte de nuestra valoración que tengamos de ella. 

Los movimientos actuales se inclinan más por la consideración de que el hombre es un componente más de la naturaleza, no su dueño ni tampoco su opositor.

Y aunque cada día el grado de consciencia sobre la gravedad del deterioro al que estamos sometiendo a la naturaleza es mayor, mucha gente sigue pensando, o al menos eso les hacen creer, que con el desarrollo tecnológico estamos o estaremos preparados para hacer frente a toda clase de problemas ambientales.

En fin, la solución debe pasar por un cambio de las actitudes éticas, no sólo personales, sino sociales en general que deben desarrollar unos mecanismos que impidan que determinados grupos de poder sean los que marquen las pautas de comportamiento en la relación Hombre-Naturaleza. 

10 de septiembre de 2020.

 “Dicen que los viajes ensanchan las ideas, pero para esto hay que tener ideas” (G. K. Chesterton)

    El jueves 10 de septiembre era el “día después”, habíamos realizado la parte puede ser que más importante de este bici viaje, ahora nos quedaba la segunda parte, llegar a Santiago de Compostela. 

En este día llegamos hasta Trujillo, o sea desde Guadalupe un total de 87 kilómetros, la etapa más larga hasta hoy. 

Se suele decir que segundas partes nunca fueron buenas, vamos a ver, de momento el primer día ha sido estupendo, buena carretera y un perfil, aunque un poco duro al principio ha sido muy benévolo en el resto. 

Trujillo es sin duda uno de los descubrimientos agradables de este viaje, no por ser tierra de descubridores, que lo es, pues aquí nació: Francisco Pizarro, Francisco de Orellana, Alonso de Hinojosa, Diego García de Paredes, Gaspar de Carvajal, Francisco y Gonzalo de las Casas, entre otros. Si no por poseer uno de los cascos medievales mejor conservados, que al menos yo haya visto, se ha utilizado para filmar muchas películas y series de televisión, por ejemplo aquí se filmo la batalla final de la séptima temporada de “Juego de Tronos”. 

En fin, me gusto tanto que me tuve que dejar algo para volver, y me deje la Alcazaba que me han dicho que ella sola ya merece un viaje, y disfrutar de las vistas que desde allí se pueden ver, muchos piensan que es un castillo pero no lo es. 

Seguro que volveré para visitarla y disfrutar con más tranquilidad de esta bonita ciudad.

lunes, 14 de septiembre de 2020

9 de septiembre de 2020.

 “Dicen que los viajes ensanchan las ideas, pero para esto hay que tener ideas” (G. K. Chesterton)

Primer día de descanso este del 9 nueve de septiembre de 2020, aunque en realidad el cuenta kilómetros ha marcado 15 kilómetros que han sido los que he realizado en subir y bajar dos veces de Guadalupe y recorrer sus calles.

Era el día de cumplir con las obligaciones para ganar el Jubileo, así que visite a la Virgen y acudí a la misa del peregrino y ya por la tarde visite el monasterio.

Tuve tiempo durante la visita a la Virgen de tener una larga conversación conmigo mismo, o lo que es lo mismo con mí conciencia, o lo que es lo mismo con lo que ella me dice que debo hacer o no hacer, lo que está bien o está mal, o sea que converse con El que puso en ella esas normas de conducta y, es que si esas normas están ahí alguien las tuvo que poner, yo no fui. 

Todos advertimos desde niños, sobre todo desde niños, dentro de nosotros un mandato, no se trata de un sentimiento, de una mera opinión, una impresión o una visión de las cosas, sino de una ley, de una voz con la autoridad suficiente para impulsarnos a realizar unas cosas y evitar otras. 

Si recordamos cuando éramos niños sabíamos lo que estábamos haciendo bien, sabíamos que engañar a nuestra madre estaba mal hecho, y nos sentíamos mal cuando lo hacíamos. 

No quiero decir que esos mandatos interiores sean siempre claros, o que aparezcan siempre en concordancia con lo que nos gusta. Lo que me interesa remarcar es que esta voz manda, la conciencia nos alegra, nos acusa, promete, amenaza, enseña un futuro, da testimonio de su existencia. 

Se distingue de nosotros. No tenemos poder sobre esta voz, o a lo mejor con mucha dificultad; no la hemos creado, y no la podemos destruir. 

Sin querer entrar en el tema de “qué es lo que dice” la conciencia, lo que afirmo es que su existencia nos hacer salir de nosotros mismos a buscar a su dueño. 

Hay momentos y lugares en los cuales es más fácil comunicarse y es día y en concreto en ese lugar era perfecto, allí escuche: “haz esto, no hagas aquello”. Puede ser que me digáis que esos mandatos es solo una ley de mi propia naturaleza, como lo es sentir pena o sentir alegría. No puedo estar de acuerdo. No. Es como el eco de una persona que me habla y que procede, después de todo, de fuera e mi. 

Por eso cuando la obedezco, siento satisfacción; cuando la desobedezco dolor, es exactamente igual a lo que siento cuando complazco u ofendo a un amigo.

En fin, esa guía de la vida que llevamos implantada, que diferencia el bien del mal y da al bien una autoridad tal para podernos obligar, es la conciencia, la cual nos obliga también cuando hacemos algo mal a arrepentirnos y no a reprimirnos en la próxima ocasión, pero esto ya es otro tema o tal vez solo una continuación. 

Buen y completo día el que pase en Guadalupe y que cumplió con lo que esperaba de él.

Martes 8 de septiembre de 2020

 “Dicen que los viajes ensanchan las ideas, pero para esto hay que tener ideas” (G. K. Chesterton)

Martes 8 de septiembre de 2020, este fue el día que llegamos a nuestro primer objetivo, Guadalupe, y lo hicimos en un autentico paseo de 44 kilómetros, carreteras solitarias y acogedoras que nos permitieron llegar no solo descansados sino a muy buena hora para poder hacer una primera visita a esta, de verdad, hermosa ciudad. 

Como toda bella ciudad que se precie esta arriba en una colina, y el camping abajo, tres kilómetros de subida que se hacen muy cómodos no solo por la suave pendiente y la abundante sombra sino también por las vistas sobre el conjunto del Monasterio de Guadalupe. 

No debe ser casualidad que las Vírgenes Negras estén en alguna colina, me viene a la mente el Santuario de la Mare de Déu del Castell de Cullera y la de Monserrat, no se si será a así con todas.

Me imagino que algo tendrá que ver el Evangelio según san Mateo 7, 21-29. Y de la importancia que tiene para los católicos edificar la vida sobre roca, y las cimas de las montañas suelen ser de piedra. 

Si tenemos en cuenta que la vida es una y se vive una sola vez, es interesante no dejar pasar el tiempo en vano edificando un edificio como es nuestra vida o cualquier otra cosa de suma importancia para que luego se tenga que desplomar por haber sido edificado sobre inconsistente arena movediza. 

La vida es algo que nos ha sido dado. Ninguno de nosotros la hemos pedido. Un buen día nos encontramos en la tierra, en medio de una familia, en un país, en una época concreta y con una situación histórica determinada. Ninguno hemos escogido las circunstancias de nuestro nacimiento, como tampoco lo hemos hecho con el color del cabello ni el de los ojos, ni el de la piel, ni nuestra inteligencia. La vida se nos da, es un regalo, como un don magnífico y misterioso.

Cuando nos damos cuenta de cuales son esos materiales que se nos han dado para edificar nuestra vida lo primero que tenemos que hacer es descubrir qué hacer con ellos. Es primordial descubrir qué sentido les tenemos que dar. 

Por lo tanto también interesante averiguar cual su fin, sino conocemos el fin, vamos a tener muchas dificultades para poder llegar a él. 

Es fácil, indudablemente, averiguar cuales son los fines inmediatos de nuestro día a día, no lo es tanto encontrar el fin último de nuestra existencia. 

Todos sabemos lo que vamos a hacer dentro de unas horas. Pero, si en lugar de eso nos preguntamos: ¿Por qué vivimos?, quizás muchos de nosotros no tendríamos una respuesta en la mano. Seguramente contestemos la familia, el trabajo, ganar dinero, ser feliz, otros en cambio me miraran extrañados ante esa pregunta y seguirán su camino mirándome como una persona rara. 

Lo cierto es que muchas personas llegarán al fin de su existencia sin haber realizado esa primera y yo diría que fundamental tarea que es descubrir el sentido de la misma.  

¿No parece ilógico vivir sin saber por qué? ¿Luchar, afanarse, levantarse día tras día para volverse a acostar sin haber descubierto cuál es el fin de todo este trabajo, sin saber siquiera si todos esos esfuerzos valen la pena? 

No va a ser un tiempo perdido el que utilicemos para reflexionar sobre el sentido de la vida, porque si la vida no lo tuviera, si fuera sólo una casualidad, un error de la evolución, entonces serían inútiles todos nuestros esfuerzos de edificación y construcción. 

Entonces, no importaría que los problemas y las dificultades se abatieran contra nosotros y nos tumbaran. 

Pero si la vida tiene un sentido, si tiene una dirección, si tiene una razón de ser, una inteligibilidad, entonces es propio del hombre sensato y prudente dedicarse a descubrirlo, pues la respuesta a este porqué va a determinar el cómo y el para qué.