sábado, 19 de septiembre de 2020

16 de septiembre de 2020.

 “Dicen que los viajes ensanchan las ideas, pero para esto hay que tener ideas” (G. K. Chesterton)

Veinte días de viaje, parece ayer cuando salí de Pego hacia Guadalupe y, hoy miércoles 16 de septiembre estoy en camino, primero para enlazar con el camino francés y después llegar a Santiago de Compostela. 

Hoy para celebrar la veintena he recorrido unos fáciles 77 kilómetros desde Zamora hasta San Cristóbal de Entreviñas, camino fácil como va siendo habitual estos últimos días. 

¿Qué me he encontrado de interesante en este día? Pues nada en particular solo el placer de pedalear y ver como la bicicleta de desliza casi sin esfuerzo. 

La sensación de libertad que se tiene mientras sientes como se desliza la bicicleta es difícil de explicar, al menos para mí, mientras que es muy fácil de comprobar con solo subirse a una y dejarla ir.  

La facultad de explicar bien lo que se siente solo se encuentra en personas que no solo dominan el lenguaje sino que además saben expresarse, expresar sus sentimientos. 

Es complicado, expresar nuestros sentimientos, muchas veces puede convertirse en una verdadera tortura. Decir lo que sentimos puede llegar a ser difícil, pero la tecnología ha hecho de las suyas para “facilitar” el proceso y hoy con un emoticono le podemos decir a alguien lo que queramos. 

¿Pero qué hay de verdad en esto? ¿Los emoticonos expresan lo que sentimos realmente? ¿Acaso se me acelera el corazón cuando alguien me envía una cara enamorada? Según mi entender, lo que ocurre es que se han convertido en la excusa perfecta para expresar una cantidad de expresiones, que en la vida real, la de afuera, en la que hablas o escribes directamente a alguien y que se vuelven cada vez más complejas. 

No puede suceder que utilicemos cada vez más los emoticonos porqué le huimos a esas conversaciones cara a cara. Negarnos a decir ahora que la forma en que nos comunicamos ha cambiado es casi imposible, hoy andamos con el móvil en la mano a todos los lugares y si por alguna casualidad se queda sin batería tenemos esa sensación incomoda, ese vacío que nos hace sentir como aislados, “desconectados” de una supuesta realidad que nos une con los demás. 

No quiero exagerar y dar por sentado que lo estamos haciendo todo mal al usar los emoticonos a diario. Hay que ser coherentes y conscientes de que la relación entre personas no debe ser reemplazada por las conversaciones a través de mensajes de texto o de whatsapp

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