viernes, 31 de enero de 2020

Muchos no recuerdan el interés que puso para entrar...

“La imparcialidad es un nombre pomposo para la indiferencia, que es un nombre elegante para la ignorancia.” (G. K. Chesterton)


Otro bonito día, no ha estado mal el último día de enero, con sol y una temperatura agradable, solo un pero, el viento de poniente que ha molestado un poco.
Mañana parece ser que va a ser otro buen día, con un sol que nos alumbrara desde las 08: 07 horas hasta las 18:22, y en el que celebraremos a Brígida de Kildare, Santa.
Hoy ha sido un día importante, porque el Reino Unido abandona la Unión Europea, y los que hemos vivido cómo se formó nos sentimos un poco tristes. Es fácil que muchos no recuerden el interés que puso el Reino Unido para entrar, y creo recordar, como en dos ocasiones se le negó la entrada a causa del veto de Francia. Si no me equivoco la opinión de Francia era que los ingleses eran más afines a Estados Unidos que a Europa y que iban a ser un obstáculo para el desarrollo de la Comunidad Europea, visto lo visto, parece que algo de razón si que tenían. Pero en conjunto ha sido una estancia muy fructífera para todos.
Vamos a tener un problema, hasta hoy la Unión Europea estaba acostumbrada a recibir propuestas de adhesión, pero por primera vez nos enfrentamos a un problema distinto, un gran país ha decidido separarse.
Si ahora, nos detenemos y analizamos un poco lo que ha sucedido con el Reino Unido y Europa nos daremos cuenta que no es diferente a lo que le está sucediendo al conjunto de la sociedad europea. Me atrevería a decir que son los efectos de esa cultura de la desvinculación que está tan de moda, se trata de esa cultura donde el deseo personal se impone al bien común.
Vemos procesos de fragmentación allí donde miramos, comenzando por las relaciones personales con la gran cantidad de divorcios y con legislaciones que cada vez tienden a favorecerlo en lugar de darle valor al matrimonio. Existen cada vez más divisiones sociales marcadas por identidades grupales entre las que hay que destacar las preconizadas por la perspectiva de género que ocupan el papel más destacado. La sociedad humana formada por hombres y mujeres ha dejado paso a una comunidad destruida por este tipo de identidades.
Y aún existe otro nivel desvinculación: el que se produce entre territorios como el caso catalán. Pero mismo sucede en la política, donde cada vez más sus dirigentes están desvinculados de la realidad, de los ciudadanos, hasta el extremo que se han llegado a convertir en uno de los primeros problemas de esta sociedad.
En el fondo de todo ello subyace un grave error de perspectiva que comete esta sociedad. Cuando, por ejemplo, planteamos la cuestión del matrimonio y el divorcio, hay que mirarlo desde la perspectiva de la dignidad matrimonial, es decir, mirarlo a través del prisma de lo que es bueno y del bien que hace. No hay que mirarlo desde el prisma contrario, desde el punto de vista del divorcio, desde la excepción. Desde esta perspectiva, los resultados son absolutamente distintos. Y esto es precisamente lo que hace la sociedad desvinculada, interpretar la realidad y buscar el bien a través de facilitar la excepción en lugar de promover el cumplimiento, el bien del vinculo. Es, por tanto, un problema que está en la raíz de nuestra cultura y que solo una respuesta que muestre lo bueno y el bien que podemos hacer lo puede resolver.
Mientras esto se hace realidad, los problemas y las crisis de la sociedad desvinculada castigaran nuestras vidas.

Buenas Noches.

jueves, 30 de enero de 2020

¿por qué hemos de volver atrás?

“La imparcialidad es un nombre pomposo para la indiferencia, que es un nombre elegante para la ignorancia.” (G. K. Chesterton) 


Desde luego este jueves a sido un buen día, sol, temperatura agradable y un buen entrenamiento para Boston podrían ser los hechos más destacados, pero pasan muchas más cosas sobretodo si dedicamos un tiempo a no hacer nada, nada físico, porque nuestra mente no para.
Mañana celebraremos la festividad de san Juan Bosco desde las 08:08 horas en las que el sol empezara su trabajo.
Pensaba hoy en todas las desgracias que sucedieron en el siglo XX, y lo hacia a raíz del triste aniversario que estamos celebrando, el 75 aniversario del campo de concentración de Auschwitz, que unido a las dos guerras mundiales que sufrió Europa y la guerra civil que sufrimos los españoles nos muestran lo que no puede volver a suceder. Jamás.
Lo que estaba pensando es que por suerte estamos viviendo el periodo de paz más largo en la historia de Europa, y esto que es toda una bendición nos podría hacer pensar que es inverosímil que pueda volver a suceder. Si recordamos, Auschwitz es la monstruosidad del hombre destruyendo gratuitamente al hombre, degradándolo hasta reducirlo a la nada, borrándolo de la faz de la tierra como si nunca hubiera existido. Es el triunfo más aberrante del nihilismo. Por eso es preciso defender nuestra vida común para que algo parecido no vuelva a repetirse. Si ha sucedido, puede volver a suceder.
Cuando termino la Segunda Gran Guerra se hizo un esfuerzo por parte de todos para defender la dignidad de cada ser humano, que cristalizó en la Declaración de los Derechos del Hombre. No obstante, con el paso los años, estamos viendo que nos interesan cada vez más los derechos y cada día menos el hombre. Esto ya sucedió en Auschwitz.
Todos estamos de acuerdo en que la democracia es el mejor remedio contra la dictadura y, sin embargo, fue la democracia quien elevó al poder al tirano. La simple votación puede resultar fatal si el débil está en minoría y la mayoría se une contra él. La democracia es fundamental, pues defiende la capacidad de elegir, pero ha de haber algo anterior que ilumine nuestras elecciones.
Tenemos que volver a poner el interés por el hombre, tenemos que empezar otra vez. Lo conseguimos después de Auschwitz, ¿por qué hemos de volver atrás? Hay que andar con precaución con el mito del progreso. Progresar es avanzar, caminar hacia adelante. Es el camino de la vida. Andemos juntos, pero cada cual debe dar sus pasos.
Al final quien progresa no es la sociedad, sino las personas. Nos envilece lo mismo estrangular al indefenso en una caverna que dispararle con un láser en una astronave. Por eso, ciertas decisiones debemos adoptarlas cada uno. Cada cual debe hacer, pues, su propia valoración de la indiscutible valía de la condición humana.
Resulta que, antes de los quehaceres, está lo que somos. Por eso, antes de las libertades y los derechos, antes del hacer, está el que hace. Descubrir al hombre nos lleva a una libertad más plena que el mero acto de elegir: la libertad que acepta reconfortada lo recibido. Este es el principio del camino que debemos emprender, disfrutar y cuidar lo que hemos descubierto y recibido. Ya se que para muchos esto parece una concesión a la dictadura de la verdad.
Hoy se tiende a ver la verdad como un peso que aplastaría nuestra libertad poniéndole trabas y barreras. Unas trabas y unas barreras que nos separan de nuestros sueños y que pensamos que la tecnología nos permitirá traspasar, y para que nada se interponga en el quehacer de nuestra libertad: ¡haremos con el ser y la naturaleza lo que se nos antoje! Pero este presunto avance es un retroceso. La naturaleza, dentro y fuera de nosotros, es un gran regalo por cultivar, no por avasallar.
Estamos en unos momentos de debilidad de la dignidad de la persona, esa debilidad reclama nuestros cuidados.

Buenas Noches.

miércoles, 29 de enero de 2020

la primera proposición de ley que tramitará...

“La imparcialidad es un nombre pomposo para la indiferencia, que es un nombre elegante para la ignorancia.” (G. K. Chesterton)


Muy buen día el de hoy, con una temperatura agradable y un sol que ha cumplido con su misión, vamos a ver si mañana a las 08:09 horas empieza a calentarnos. Por cierto mañana celebraremos a Jacinta Mariscotti, Santa.
Esta mañana he podido leer la noticia en la que la portavoz del grupo parlamentario socialista, Adriana Lastra, ha avanzado que la primera proposición de ley que tramitará el Congreso será la ley de eutanasia presentada por el PSOE. Y, no puedo estar más en desacuerdo.
Creo que es malo que se legalice la eutanasia. A la mayoría de personas les puede parecer que la pregunta; ¿Por qué es malo legalizar la eutanasia?, es una pregunta innecesaria, porque entienden que la respuesta es obvia: legalizar la eutanasia es malo porque supone matar a una persona que es inocente, y por mucho que nos lo pida alguien, no se puede matar a un inocente. No obstante, no es raro encontrar en las noticias casos de personas enfermas que exigen que se apruebe una ley para acabar con sus sufrimientos mediante la eutanasia.
Con todo hay grupos sociales que defienden la eutanasia y partidos políticos que la van a legalizar. Por eso no es superfluo preguntarnos por qué es malo legalizar la eutanasia, para ser capaces de dar razón de lo que por otra parte nos parece obvio.
Si repasamos las noticias de ayer nos encontraremos con los argumentos que se van a utilizar para defenderla, y que se pueden resumir en dos: la situación de enfermos terminales con un dolor insufrible, y la decisión que pueden tomar algunas personas que no desean seguir viviendo por los motivos que sea.
Busquemos ahora lo que dicen los médicos. Primero, y es lo más lógico, que su profesión es curar y cuidar pero no acabar con la vida de los demás. Pero además afirman que en la actualidad el dolor puede ser siempre controlado. Y sí, se quejan de que no se están dedicando recursos a los cuidados paliativos. Por tanto piden que se sigan los códigos de deontología médica y que se dediquen recursos no sólo para curar sino también para cuidar a los enfermos. Todos tenemos miedo al dolor, pero no queremos morir.
No he leído el proyecto de ley, por lo tanto no se cuales son las condiciones en las que se podrá aplicar, pero podemos ver la evolución de las leyes de eutanasia en países como Bélgica y Holanda, en las que se ha pasado de la exigencia inicial de que se aplicase solo a enfermos en condiciones muy restringidas, ha dado paso, con el tiempo, a la aplicación en muchas más situaciones: niños, enfermos psiquiátricos, enfermos de larga duración, etc. Pero además se ha pasado de una exigencia de consentimiento voluntario y en plenitud de condiciones, a situaciones en las que otras personas deciden por el enfermo, e incluso es el propio médico quien toma la decisión según su propia valoración de que el enfermo tenga una calidad de vida aceptable o no.
No puedo terminar sin hacer algunas consideraciones sociales. Es verdad que algunas personas en plenas facultades pueden sentir que la prohibición de la eutanasia va en contra de sus deseos, pero hay que tener en cuenta que su legalización supondrá una amenaza para un número mucho mayor de personas que podrían acogerse a esta opción cuando estén sometidas a depresión, coacción o un dolor intenso que no reciba el tratamiento adecuado. Por eso legalizar la eutanasia es un beneficio para alguno, pero pone en peligro la vida de muchos otros.
Prohibir la eutanasia y el suicidio asistido sirve como protección de individuos vulnerables, fomenta el cuidado activo y el tratamiento de los enfermos terminales e impide que se dé muerte a enfermos sin capacidad de decidir. Por otra parte la experiencia nos dice que alrededor del enfermo débil siempre pueden surgir presiones no legítimas de médicos, familiares, o del mismo sistema sanitario. Es más barato administrar una inyección letal que cuidar y mantener a un enfermo terminal.
Al final, nos debemos hacer otra vez las mismas preguntas; ¿Qué tipo de sociedad queremos construir, la del individualismo o la de la solidaridad? Si aceptamos la legalización de la eutanasia admitimos que la sociedad ya no va a defender siempre la vida de las personas inocentes. Se les va a encargar a algunos de sus miembros que acaben con la vida de otros. Se va a decir al débil y al enfermo que no estamos dispuestos a hacer todo lo posible para sacarles adelante. Se les va a descartar. Si queremos construir una cultura de la vida y de la solidaridad debemos comprometernos a que ningún enfermo esté solo y sienta la amargura de la indiferencia. Sólo así venceremos las tentaciones de la eutanasia.

Buenas Noches.

martes, 28 de enero de 2020

Uno podría llegar a la conclusión que dedicarle tiempo...

“La imparcialidad es un nombre pomposo para la indiferencia, que es un nombre elegante para la ignorancia.” (G. K. Chesterton) 


Como comentaba ayer, hace unos momentos que he empezado el entrenamiento para la maratón de Boston, vamos a ver como se desarrolla. Mañana amanecerá a las 08:09 horas y empezará la noche a las 18:18, ya empieza a notarse como avanza el día.
Hoy es santo Tomás de Aquino y solo quiero escribir unas breves líneas para remarcar la importancia que tiene. En el libro sobre santo Tomás de Aquino que escribió G. K. Chesterton hay en su introducción una anécdota y una definición que son interesantes y que nos muestran lo atrayente que es santo Tómas, nos dice: Una señora a quien conozco cogió una vez en sus manos un libro de trozos selectos de Santo Tomás con comentarios. Llena de entusiasmo comenzó a leer un párrafo que llevaba el inocente título ‘La simplicidad de Dios’. Al poco tiempo dejó caer el libro y exclamó: “Vaya, si ésa es la simplicidad de Dios, no sé yo cuál será su complejidad”. Y ahora una breve descripción de Santo Tomás que nos deja en ese mismo libro:”Pertenecía a cierto tipo, no tanto común en Italia, como común entre italianos fuera de lo común.”
En fin, una gran figura histórica que debería de gozar de mayor popularidad y no solo en los de su misma religión sino también entre todos aquellos que pueden interesarse por Mahoma o Confucio.
Uno podría llegar a la conclusión que dedicarle tiempo a buscar como se podría mejorar nuestra sociedad no sirve para nada o sirve para poco, y en cierto sentido es verdad, pues a las conclusiones que podemos llegar no suelen darnos la solución a los problemas, sobre todo en este mundo tan confuso y con pocos puntos de referencia, pero pensar en los problemas si lo hacemos en la dirección adecuada y con los conceptos adecuados nos puede servir para mucho y ver qué puede hacer cada uno desde su posición.  
Pienso que si seguimos nuestra intuición todos estaremos de acuerdo en que existe una conexión entre los problemas sociales, económicos y políticos con la ética y la moral con la que vivimos. ¿Cuáles son, entonces, estos principios que orientan el análisis de los problemas y la búsqueda de soluciones para construir una sociedad digna del hombre? En una primera mirada nos encontramos con que puede ser complicado, sin embargo, quien dedique un poco de su tiempo a estudiarlo, verá que se trata de un tema complejo, pero que sigue unas pautas y que esta bien estructurado.
Si continuamos reflexionado veremos que hay que empezar por la base de la estructura en la que se apoya la sociedad y su funcionamiento, y lo primero es la primacía de la persona. La vida social existe, en último término, para el bien de las personas, de todas y de cada una en su irrepetible y absoluta dignidad. De ahí que sea imprescindible para la vida social el respeto de los derechos de la persona, pero también la promoción de su libertad y de sus responsabilidades.
 El segundo es el bien común, ese conjunto de condiciones de la vida social, política, económica, que hacen posible que las personas puedan desarrollarse, y al que todos debemos contribuir superando nuestro interés egoísta.
Después estaría la solidaridad, por la cual somos conscientes de tener un destino común en el que todos somos responsables de todos.
También la subsidiariedad, por la cual un cuerpo de orden superior no debe hacer lo que puede realizar el inferior, sino que debe respetar sus competencias, promover su libertad de iniciativa, ayudarlo para que pueda. Esto implica que no están las familias y las empresas al servicio del Estado, sino al revés: el Estado al servicio de las empresas y demás asociaciones intermedias, de las familias, y estas de las personas, para servirlas como ellas quieren y merecen ser servidas, y no como al político de turno le parece según su ideología. Esto exige instancias de diálogo, soluciones diversificadas según los casos, etc. y excluye algunos autoritarismos, por desgracia tan frecuentes, que intentan sofocar las realidades que no se pliegan a la ideología dominante.
Y podría seguir hablando del Estado, del mercado, de la tecnología, de la paz, etc. todos conceptos que están cada día en boca de los políticos y en la nuestra, pero que muchas veces olvidamos razonarlos. Y ese razonar es la estrella polar cuando se trata de diagnosticar los problemas y ofrecer soluciones, si queremos que sean auténticas soluciones.
En fin, si cada uno de nosotros, en el lugar donde está y según sus capacidades, no se toma el trabajo de analizar las causas de los problemas, pequeños y grandes, que encuentra alrededor y de proponer soluciones que puedan resolverlos, nadie lo hará. Y esto exige sacrificio, creatividad, autonomía, responsabilidad; en el fondo, creerse en serio que el construir el mundo que deseamos no depende tanto del gobierno ni de los políticos sino sobre todo de nosotros. No solo el llevarlo a cabo efectivamente, sino ante todo decidir qué hacer concretamente, porque no está escrito en ningún lado.

Buenas Noches.

lunes, 27 de enero de 2020

Leer no es moderno, no es “progre”...

“La imparcialidad es un nombre pomposo para la indiferencia, que es un nombre elegante para la ignorancia.” (G. K. Chesterton)



A pesar de todos los inconvenientes que tienen los lunes, hoy ha sido un excelente día, es verdad que el clima ayuda pero es que además he podido terminar todo lo que tenia que hacer. Por cierto, ha empezado hoy el entrenamiento para la maratón de Boston, un proyecto del que ya iré dando algo más de información.
Mañana el sol aparecerá en el horizonte a las 08:10 horas y se celebra a santo Tomás de Aquino, del que no estaría mal que dijera algo mañana, pero ya veremos.
Después de lo que escribí ayer no es de extrañar que hoy diga algo sobre lo poco que se lee, al menos esa es la impresión que tengo, veo a muy poca gente con un libro en la mano o leyendo en un banco del paseo, es verdad que en el tren y en el autobús nos podemos encontrar con alguno, pero son muy pocos.
La pregunta, pues, parece clara ¿Por qué? Dar una respuesta es complicado, pero si algo tengo claro es que cuando se le entrega un teléfono móvil a un joven, lo primero que sucede es que se engancha al whatsapp, al instagram o a cualquier otra red social. No se si será por esto pero lo cierto es que la gran mayoría de nuestra juventud y adolescentes ya no leen y, para colmo, piensan que leer no “mola”.
Las pantallas, aunque se puede leer en ellas, traen consigo un elemento adicional: la contraposición del mundo de las imágenes a las de las páginas escritas, parece que genera rechazo y vergüenza mirar solo contenido escrito. Leer no es moderno, no es “progre”, y si a un chico le gusta leer, eso, en ocasiones, provoca en su entorno una sensación de extrañeza.  
¿Qué tipo de sociedad es la que la cultura causa vergüenza? ¿Qué pasa cuando la belleza es motivo de mofa o desprecio? ¿Hacia dónde nos conducimos? Tristemente esa es la cultura en la que estamos inmersos. Solo nos queda rebelarnos contra ella. Pero estamos solos, no esperemos ayuda en esto. Por ejemplo; la industria editorial no sabe qué hacer y lo que hace es, si cabe, más que inconveniente: trivializa los contenidos, rebaja la calidad y la profundidad de las lecturas, trata de igualarse, en una carrera suicida, con el mundo de las imágenes digitales. Todo ello no crea lectores, y a los que ya existen los envilece, los idiotiza y finalmente acaba por extinguirlos. Porque no se han dado cuenta de que leer es otra cosa.
Las Administración, la que sea, repite desde hace años la misma cantinela: “hay que leer”, y uno tras otro, año tras año, se suceden los mismos planes de fomento de la lectura con distintos nombres. Y todo sigue, no igual, sino peor. Porque no hay convicción. ¿Cómo va haber convicción si todas estas “instancias” no pierden ocasión para menoscabar la influencia del libro, desprestigiándolo con la promoción de lecturas escolares de baja calidad, o manipulando el hábito de la lectura y malversando su fuerza para fines partidistas y contrarios al bien común. ¿Cómo van a luchar contra la cultura imperante aquellos que la promueven y viven de ella? Es cierto que hay algunos focos de resistencia en esos ámbitos, pero son pocos y sin influencia.
Sigue viva la idea de que las personas que leen son como ermitaños, que se refugian entre las páginas de sus libros y se mantienen lejos de la realidad, consintiendo que la lectura tome el lugar de la experiencia. Se insiste así en calificar de dañinos los hábitos lectores, arguyendo, con mala intención, que esas personas sienten miedo a vivir y por eso se refugian en algo que sustituya a la vida, y ese algo, se dice, son los libros. Lo más chocante es que muchos de los que defienden esto proponen que a cambio los chicos se pierdan en mundos virtuales y, por tanto, del todo artificiales.
Pero todos los que leemos sabemos que nuestras experiencias de lectura, si han sido las adecuadas, lejos de sustituir a la vida real, la amplían, nos han ayudado a profundizar en cada una de nuestras experiencias, nos han dado pistas por donde había que ir, hacia donde nos debíamos de dirigir. Pues al leer se conecta una vida con mil vidas y se amplia la visión y la experiencia.
Dejar de leer, nos guste o no, tiene consecuencias. Se abandona el uso de la razón ante la imagen muda y el falso lenguaje de la publicidad y esto da lugar a consumidores irreflexivos y ciudadanos manipulables que tratan de mantenerse a flote en un mar de emociones, y hasta de virtudes que flotan desordenadas en un ir y venir caótico y anestesiante. Da la impresión que nuestra juventud solo quiere ver, sentir y actuar de inmediato.
Parece que la fascinación por la tecnología esta llevando a muchas personas a desechar de su vida todos los significados, salvo los técnicos. Lo que significa que la cultura se basa en la tecnología y encuentra su satisfacción en la tecnología. Esto exige crear un nuevo tipo de orden social, y esta necesidad lleva a la rápida desaparición de muchas cosas que están asociadas con las creencias tradicionales.
Por eso se hace necesario que reaccionemos ante esta rendición frente a la tecnología. Tal vez una parte de la solución la podamos encontrar en la educación, en el propósito de la educación, que no es simplemente comunicar información, y mucho menos la opinión científica actual, ni capacitar a los futuros trabajadores y administradores. Es al menos en parte, y una de sus funciones más importantes, enseñar a pensar, hablar y escribir. Sin embargo, incluso esto no constituye su objetivo final. Más importante que la capacidad de pensar, de hablar y de escribir es la capacidad de encontrar el significado. Debemos ser capaces de percibir los principios internos, de conexión, las relaciones íntimas y esenciales. Para esto se necesita el ojo de un poeta o de un místico. La educación debe conducirnos en esa dirección.
Y, como todos sabemos, para intentar convertirnos en un poeta o un místico es conveniente leer buenos libros.

Buenas Noches.

domingo, 26 de enero de 2020

la pregunta al llegar es: ¿Tienen Wi-fi?...

“La imparcialidad es un nombre pomposo para la indiferencia, que es un nombre elegante para la ignorancia.” (G. K. Chesterton)


Por fin un día como debe ser, con sol y temperatura agradable, esperemos que mañana continúe, si mañana a las 08:11 horas vemos el sol al menos empezaremos la semana con buen ánimo, y podremos celebrar a santa Ángela cómo se merece.
 Ayer tuve que escuchar como me instigaban a que usara mucho más los medios digitales, todos ya sabréis que no suelo ser un asiduo de las redes sociales a las que me acerco en muy contadas ocasiones, soy lo que suele denominarse como “offline”. No tengo aún la necesidad de utilizarlas.
Siempre he comentado que si dejamos de preguntarnos el por qué y el para qué de las cosas, cuando ya no nos interesa la verdad y nos conformamos en sentirnos bien y cómodos, si no buscamos la utilidad de las cosas y de las personas, cuando cambiamos las razones por las sensaciones, entonces cuando “desconectamos" del mundo online la vida se vuelve vacía y nos acecha el sinsentido en cualquier momento.
A nuestro alrededor cada vez nos encontramos con más personas que tienen la necesidad de cambiar de una experiencia a otra, de una novedad a otra, personas que se encuentran en un circulo vicioso de consumo que no les lleva a ninguna parte y que les va sumergiendo a cada uno en una aterradora soledad y en una incapacidad para ver a las demás personas y a su vida en toda su realidad.
Sí cada vez son más las personas que se encuentran en esa situación, la sociedad va perdiendo su capacidad reflexiva y se dedica a vivir solo en la inmediatez de buscar una gratificación instantánea, van aumentando las personas con ansiedad y depresión, porque nadie soporta esperar, nadie tolera ver frustradas sus expectativas. Nadie sabe ya aburrirse y por eso hay menos creatividad.
La gente no quiere pensar demasiado y esto lleva a que las ideas y la realidad se simplifiquen contribuyendo así una polarización social sin matices y sin comprensión. Y si además nos encontramos con que no tenemos raíces, ni tradiciones, ni unos vínculos sólidos donde cogernos, estaremos a merced de cualquier moda que surja a cada momento.
Por otra parte, vemos que existe como una especie de obligación de mostrarse siempre perfecto y feliz, para luego sufrir en soledad que nada de lo que muestro es real. ¡Cómo si la felicidad fuera vivir sonriendo y posando para una foto!  Y es que huir de la realidad nunca nos hace felices, solo distrae, porque siempre volvemos a tener que enfrentar lo real.  Las raíces de estos dilemas son más profundas de lo que suele pensarse y las nuevas tecnologías no lo han provocado, sino que lo han amplificado.
Todos hemos visto como hay personas que tienen terror de no estar conectados a internet. La primera pregunta que muchos hacen en cualquier lugar nuevo al que llegan es: ¿Tienen Wi-Fi?
La escasa tolerancia a la frustración, encuentra una válvula de escape en los teléfonos móviles: si estás aburrido, si estás estresado, si estás cansado, automáticamente te sumerges en la tablet o en el smartphone. Es el escape más rápido de cualquier situación desagradable.
Por otra parte, aunque hoy podemos acceder a un caudal incontable de información disponible, somos más vulnerables ante los contenidos falsos porque no se dispone de criterios para el discernimiento, ni se dedica tiempo a buscar fuentes o evidencias.
Todos lo que escriben en Internet así como los periodistas profesionales saben que cada vez menos gente lee un artículo completo, la mayoría deambula por los titulares y con suerte leen un poco el breve resumen que hay debajo del titular o algún párrafo marcado en negrita.
Todos opinamos a partir de titulares u opiniones y comentarios que no verificamos su origen, haciéndonos incapaces de llegar al fondo de las cosas.
Hoy se consumen pequeñas dosis de contenidos, “frases célebres” que dicen cosas obvias como si fueran grandes descubrimientos existenciales y cuesta mucho sostener pensamientos largos.
Curiosamente todos los expertos nos dicen que el mejor modo de aprovechar las nuevas tecnologías es saber vivir en un mundo offline. Esto no significa vivir desconectados, pero sí administrar la vida online para que esta no se vuelva “La Vida”, sino tan sólo un aspecto de nuestra vida.
El tema del uso de internet, de las redes y la adicción al teléfono móvil despiertan toda clase de debates y posturas extremas, desde la ingenuidad de que “es el mundo que viene”, hasta el pesimismo de que los celulares “nos destruyen el cerebro y la vida social”. Ni lo uno, ni lo otro.
Como tantas cosas de la vida humana, dependen del uso que le demos, de la madurez con que se las utilice, de la libertad que tengamos frente al mundo on line.
Cuando su uso está medido por la reflexión, el discernimiento y existe la libertad de desconectarse para priorizar los vínculos y la vida real fuera de internet, no es un problema sino una herramienta en un mundo hiper-conectado.
Nada más que una herramienta, no la vida misma. La vida siempre es mucho más rica que lo que publicamos, mucho más importante que lo que mostramos, mucho más valiosa que lo que otros puedan opinar.
Buenas Noches.

viernes, 24 de enero de 2020

“El violador eres tú y la culpa no era mía”

“La imparcialidad es un nombre pomposo para la indiferencia, que es un nombre elegante para la ignorancia.” (G. K. Chesterton)


“Nunca tarda quien llega”, es lo que suele decirse cuando “más vale tarde que nunca” y es que los viernes es lo que tienen, siempre tienen algo por la noche, ya sean reuniones o cenas e incluso cenas-reuniones, en fin, ya estamos aquí y algo se me ocurrirá para dar las Buenas Noches.
Mañana amanecerá a las 08:12 horas y celebraremos la Conversión de san Pablo, en un día en que no tengo claro como va a ser, al menos en lo meteorológico.
Me han mostrado hoy un video musical que anda por las redes que se titula “El violador eres tú y la culpa no era mía” con el cual se pretende concienciar sobre la violencia de género que tantas muertes está causando. Y, me ha vuelto a recordar que no se acierta con el “quid” de la cuestión, creo francamente que deberíamos profundizar en la naturaleza del problema para poder proponer soluciones más pertinentes que las que vemos hasta ahora.
Si hago un repaso por encima de las propuestas, veo, que el PSOE quiere mejorar la atención a las victimas y reformar el Código Penal, cosa que está muy bien; el PP parece que se inclina más por la prisión permanente revisable y más policías para proteger a las víctimas, pues también muy bien; Podemos quiere dar autonomía económica a las víctimas y por supuesto cambiar la definición de “violencia machista”, fenomenal, impresionante… Ciudadanos esta pensando en una nueva ley para prevenir, asistir y proteger a las mujeres, mientras que VOX prefiere suprimir la Ley de Violencia de Género ya que la considera “pura ideología de izquierdas”. Cada partido político nos da su solución.
Pero, ¿y la educación? ¿De verdad nadie piensa que el problema está en cómo nos relacionamos entre nosotros desde que éramos jóvenes? ¿Nadie se pregunta cuál es la verdadera semilla de la violencia? ¿Por qué insistimos en hablar de fondos públicos, leyes y números de teléfono a los que las víctimas pueden llamar? Supongo que es consecuencia de no mirar, por doloroso que sea, el origen.
Vamos a pensar un poco; pensemos en los motivos que llevan a un hombre a maltratar a su pareja, si hemos encontrado alguno escribámoslo, y ahora, leamos con tranquilidad lo que hemos escrito y nos daremos cuenta que ¡No hay motivo! Es posible que en ese motivo que hemos encontrado, sí habrá rabia, y también rencor y probablemente odio, y no solo a su pareja sino con mucha seguridad a sí mismo; pero esos no son motivos, son precisamente ausencia de motivo, ausencia de razón, falta de amor real y por supuesto de perdón.  
No hay más que ver lo que sucede en muchos aspectos de nuestra sociedad, somos lo que hacemos y si no conseguimos lo que queremos, fracasamos. Es eso lo que ven muchos niños desde chiquititos. Las series, los anuncios y las películas lo muestran a diario. Pero es que también hay banalización. Mucha. Repartimos preservativos para prevenir embarazados no deseados y no nos damos cuenta de que el sexo banalizado no hace más que introducir violencia, porque disfruto contigo pero no te quiero, porque quiero tocarte pero no llorar contigo.
Y es entonces, tal vez, cuando llegas a la edad adulta y una mujer con la que has vivido media vida, de la que has estado y estas enamorado, mira a otro, se equivoca o simplemente no es como te gustaría, te das cuenta que no tienes nada que te sirva para enfrentarte a esa dificultad, no sabes como tratar ese dolor que supone no entender, con la angustia de sufrir que el otro sea otro. Si no llenamos la vida de razones para estar enamorado, para empezar una relación con otra persona, el sinsentido campará a sus anchas dejando que la violencia de todo género lo llene todo.

Buenas Noches. 

jueves, 23 de enero de 2020

al segundo párrafo ya se está atacando y...

“La imparcialidad es un nombre pomposo para la indiferencia, que es un nombre elegante para la ignorancia.” (G. K. Chesterton) 



Día interesante el de hoy, aunque no se ha despejado del todo hemos podido disfrutar un poco del sol que no ha podido con la humedad que hay en el ambiente. Mañana estoy seguro que intentará brillar con todas sus fuerzas y, lo hará a partir de las 08:13 horas, ya veremos si llega a calentar. San Francisco de Sales es a quien festejaremos mañana.
Me llama la atención como nuestros políticos contestan en las entrevistas lo que quieren sin ningún tipo de rubor, por ejemplo; se les pregunta sobre un tema y contestan lo que les interesa sin que tenga nada que ver con la pregunta.
El otro día, en su primera rueda de prensa como presidente de gobierno, a Sánchez le preguntaron por la que iba a ser la nueva fiscal general del Estado, Dolores Delgado. Y Sánchez dio un triple salto mortal para justificar su elección. Evitó dar explicaciones de por qué ha propuesto a alguien como fiscal general del Estado que ha sido diputada del PSOE y ministra hasta ayer. Acabó asegurando que el PP y las asociaciones de fiscales que critican el nombramiento porque bloquean todo, bloquean la justicia. La oposición critica su decisión porque no reconoce el resultado electoral.
La respuesta fue un ataque a la oposición sin responder a la pregunta. Para muchos es un alarde de retórica y de ser un buen político el saber evadir las preguntas complicadas y a la vez atacar al partido contrario, pero esta actitud de nuestros políticos no es hacer política. Esto sucede también fuera de la política, empiezas leyendo un articulo sobre un tema y al segundo párrafo ya se está atacando y descalificando al que piensa diferente, los aspectos negativos siempre son por culpa del que tiene otra forma de pensar al que no hay que rebatir sino destruir.
Si continuamos con el ejemplo anterior veremos que Sánchez equiparó la crítica a esa decisión con un cuestionamiento de su legitimidad. Que se reconozca la legitimidad de un presidente no significa considerar bueno todo lo que hace.
En democracia el ser presidente, alcalde o concejal y lo que se hace como presidente, alcalde o concejal son cosas distintas. De hecho, la democracia se basa en la distinción entre los dos planos. Porque se le reconoce como legítimo presidente de un Gobierno democrático y no como monarca absoluto, se critica lo que ha hecho.
En este ejemplo, Sánchez confunde la legitimidad de “su persona” como presidente del Gobierno, legitimidad que solo cuestiona Vox, con que aceptemos todo lo que hace, aunque quiebre claramente, en este caso, la independencia de las instituciones.
La política es el ámbito de la gestión, de lo que se hace. El ser negro, blanco, progresista, liberal o presidente del Gobierno, perfectamente legítimo, ni es cuestionado ni da un plus de valor a las decisiones que se toman. Quien acepta entrar en un debate de legitimidad y de identidades hace la misma política de Sánchez, que es una política de fracturas insalvables.
El que ha sido elegido democráticamente para un cargo tiene toda la legitimidad, es decir toda la bendita debilidad de un sistema democrático, para ser valorado, juzgado y votado por lo que hace, no por lo que es.
La pregunta que nos surge es: ¿como es posible que no se tengan claros estos conceptos tan básicos? Pienso que se debe a que se manipula el concepto de la dignidad de la persona o lo que sería peor no se sabe lo que significa.  
Este concepto tan importante si no se entiende bien corre el riesgo de desvirtuarse y de convertirse en un instrumento de manipulación para intereses particulares. ¿De qué dignidad hablamos? ¿Qué entendemos por dignidad de la persona humana?
Sólo un ejemplo, hoy en día los propulsores de los así llamados derechos de los animales hablan cada vez más de una supuesta dignidad de los primates, o de los mamíferos, o de todos los seres vivientes. De hecho, está cada vez más en boga hablar de la diferencia entre los hombres y los animales como una diferencia solamente de grado y no de esencia. La dignidad de la persona a menudo se reduce a la libertad entendida como autonomía absoluta, lo cual imposibilita una recta comprensión de los derechos humanos y quita la posibilidad de distinguir entre verdaderos derechos y meras preferencias personales.
Frente a estas distorsiones y por su importancia es preciso definir bien qué se entiende por dignidad humana.
La palabra latina "dignitas", de la raíz "dignus", no sólo significa una grandeza y excelencia por las que el portador de esta cualidad se distingue y destaca entre los demás, sino también denota merecimiento de un cierto tipo de trato. Así la dignidad se puede definir como una excelencia que merece respeto o estima.
Dado que la dignidad de la persona depende no de sus capacidades particulares, sino de su naturaleza, es común a todos los miembros de la familia humana. Así como todos los hombres participan igualmente de la humanidad, todos poseen una igual dignidad que es característica de la humanidad.
Sin embargo, aunque parece obvio, que todos los hombres poseen una igual dignidad, este principio es frecuentemente violado. Los Nazis excluían a los judíos y otros indeseables del estado de las personas que posean una dignidad propia. Durante más de un siglo los norteamericanos y otros pueblos negaban la dignidad personal a los hombres de raza negra, y los sometían a la esclavitud como seres inferiores. Hoy en día nuestra civilización niega la dignidad personal a los no nacidos, a veces permitiendo el aborto hasta durante los primeros meses de gestación.
Las diferencias entre los hombres son evidentes. Algunos poseen una inteligencia superior, otros son mejores atletas, otros gozan de una particular sensibilidad artística. Si la dignidad del hombre dependiera de cualquiera de estos factores, no se podría hablar de una dignidad común de las personas, sino que existiría una vasta gama de dignidades particulares, y así también los derechos de los hombres variarían de persona en persona.
No obstante, la dignidad no es fruto de las cualidades particulares, sino de la naturaleza racional y espiritual del hombre. Ni la enfermedad, ni el color de la piel, ni la inmadurez física o emocional, ni el desarrollo de las propias capacidades, ni las creencias religiosas, ni la clase social pueden cambiar la dignidad esencial de todo ser humano y los derechos que son consecuencia de esta dignidad.
Esta es la clave.

Buenas Noches.  

miércoles, 22 de enero de 2020

palabras vacías que no dicen más que lo que no dicen..

“La imparcialidad es un nombre pomposo para la indiferencia, que es un nombre elegante para la ignorancia.” (G. K. Chesterton)


Buenas Noches:
Una de las ventajas de desear las “Buenas Noches” es que no es necesario dar muchas explicaciones sobre como se ha comportado el día meteorológicamente, puesto que todos lo hemos vivido, hacer la previsión para mañana es una predicción que esta demasiado lejos y no vale la pena tanta responsabilidad cuando existen tantos profesionales que ya cobrar para poder equivocarse.
En lo que no hay error es en la hora de salida del sol, que mañana será a las 08:14 horas, ya se que no es la hora en la que empieza a iluminar mi ventana, puesto que Cabal hace que se retrase unos treinta y cinco minutos pero es la hora en que amanece.
Mañana por si a alguien le interesa es san Ildefonso.
Llevo días escuchando y asistiendo a muchos diálogos y, me doy cuenta que cada día hay más diálogos de sordos. Todo es delincuencia verbal, de manera que las personas estamos aprendiendo a concebir los temas de actualidad sin hacer ningún juicio de ellos o sin afirmar ni negar. Eso sí, llenándonos todos la boca de palabras vanas que no dicen más que lo que no dicen, y que solo entienden los que no oyen lo que dicen.
Es verdad que todo está de acuerdo con lo que hacen, que solo es pisar al contrario, y si es de otro partido, mejor que mejor: más vistosidad, más ansia de poder, más democracia, eso sí, con la mejor sonrisa. ¿“Democracia”?. Una palabra que entienden como que les des la razón a ellos en todo, solo porque ellos la piensan e interpretan así, porque “les sale” así, y eso es suficiente, porque si les sale así, es lo que sienten, y lo que sienten, pues, es la verdad, pues si no, no lo sentirían.
Lo estamos viendo. El mundo está cada día más enmarañado pero no nos engañemos: somos nosotros los primeros que enmarañamos, y por eso salen políticos trinchantes, porque los políticos salen de entre nosotros.
Con cuánta facilidad nuestros políticos desprecian e insultan como queriendo demostrar que hay que hacerlo para tener razón y ser apoyado. Pero si lo pensamos un poco nos daremos cuenta que no hacen otra cosa que lo que hacemos muchos de nosotros en muchas ocasiones, es así, son un reflejo de nosotros. Por eso tal vez la solución para tener mejores políticos es empezar por cambiarnos a nosotros mismos.  

Buenas Noches.

martes, 21 de enero de 2020

Hemos dado por supuesto que la educación...

“La imparcialidad es un nombre pomposo para la indiferencia, que es un nombre elegante para la ignorancia.” (G. K. Chesterton)


Buenas Noches:
Parece que la meteorología sea vuelto más benévola y he podido ver una tibia puesta de sol, vamos a ver si mañana a las 08:14 horas puedo disfrutar de un amanecer cómo debe ser, y si no fuese posible no tendría más remedio que esperar hasta las 18:10 horas para intentar disfrutar de otra puesta de sol. Mañana es fiesta en Valencia pues se celebra la festividad de san Vicente Mártir.
Me llama la atención la facilidad con que recurrimos a la educación como la solución a muchos de los problemas que vemos en nuestra sociedad. La educación, sin dejar de ser lo que siempre ha sido, la actividad formativa por excelencia que se utiliza en los jóvenes, ha ido adquiriendo, además, categoría de comodín, una especie de pastilla válida para curar toda dolencia de tipo social. Ante el incivismo y la barbarie, en cualquiera de sus manifestaciones, recurrimos a la falta de educación. ¿Queremos evitar hábitos nocivos: tabaquismo, ludopatías, drogadicción, alcoholismo, pornografía, etc.? Educación. ¿Maltratos y abusos en cualquier ámbito? Educación. ¿Cómo combatir el racismo o cualquiera de las diversas fobias hacia personas y grupos? Educación. ¿Hacen falta más ejemplos?
Hemos dado por supuesto que la educación es la panacea para todos los males y que con ella podemos prevenir cualquier desarreglo y subsanar toda calamidad. Hemos elevado la educación a la máxima categoría. Nos lo creemos y lo repetimos como si fuera una verdad dogmática. La cantinela no es de ahora, la vengo oyendo toda la vida.
La prueba de que nos lo creemos ha sido el despliegue político y económico a favor de la educación institucionalizada realizado en todo el mundo. Nos parece acertado dedicar, año tras año, muchísimos fondos públicos y privados destinados a cubrir los gastos que este sistema genera y nos parece que siempre son escasos. Contamos con un gran abanico de recursos didácticos, tecnológicos y humanos, que también nos parecen insuficientes. La pregunta que nos debemos hacer es por los resultados. ¿Los resultados se corresponden con los medios empleados? A mi modo de ver, la respuesta a esta pregunta hay que dividirla en las dos partes en las que se desenvuelve toda persona: el individual y el social. Todo este esfuerzo está siendo muy bien rentabilizado individualmente por un sector de los estudiantes, mientras que hay otro sector importante al que le sirve de poco y que viene a engrosar la bolsa creciente de fracaso escolar.
Pero, si ahora nos fijamos no en los individuos, sino en el conjunto, es decir, si miramos a la sociedad como un cuerpo vivo, hemos de decir que socialmente la educación no está produciendo los frutos que cabría esperar. Este es un problema muy debatido, muy analizado, y que no acabamos de dignosticar por sus muchas dimensiones. Llegados a este punto no caben nada más que dos posibilidades: o bien, no es verdad que la educación sea la solución para todos los problemas, o bien lo que llamamos educación, en realidad no lo es. Creo que las dos posibilidades no son excluyentes y que participamos de ambas; por una parte no es cierto que la educación sea la solución de todos los males, y por otra, no todo lo que suponemos que es educación, resulta serlo.
Quiero dejar claro que miro la educación con los mejores ojos posibles y que tengo por lo educativo y los educadores la mayor de las estimas, pero cada cosa en su sitio: la educación es una actividad humana muy valiosa, de la que cabe esperar toda suerte de frutos saludables para sus destinatarios y para la sociedad entera, pero no es la panacea para acabar con nuestras lacras y carencias, ni para impedir su aparición tampoco. Y también creo que debo dejar constancia de una duda, en forma de pregunta: ¿a qué llamamos educación? Porque mucho me temo que si nos pusiéramos a rascar en el concepto, me vería obligado a rechazar, por antieducativas, muchas de las cosas que se hacen en las instituciones que oficialmente tienen encomendada la educación de nuestros niños y jóvenes.
Si la educación fuera el remedio que socialmente suponemos, ¿qué nos impide acabar con todas esas lacras y carencias para las que decimos que la solución está en la educación? ¿Acaso no tenemos la educación en nuestras manos? ¿Cómo es que habiendo abierto generosamente el arca de los recursos, estos no producen en razón de una inversión tan costosa? No sé si alguien tendrá respuesta para estas preguntas, pero yo no la encuentro. Si la tuviera, podría compartir el buenismo educativo actual; como no la tengo, y tampoco la veo por ningún sitio, he de concluir que ese buenismo no encierra verdad.
La segunda posibilidad (que estemos llamando educación a cosas que no lo son) nos lanza directamente a otra serie de preguntas;¿Qué es la educación?, ¿a qué llamamos educación?
De mil maneras se ha respondido a esta pregunta desde la antigüedad hasta nuestros días. Para este momento que nos toca vivir, pienso que una buena propuesta es esta: construir un corazón bueno. Estoy convencido de que es una propuesta válida y necesaria porque lo que más necesita esta sociedad es corazones moralmente sanos, es decir hombres y mujeres de corazón bueno. He empezado plasmando un puñado de problemas concretos ante los cuales aparece la educación como vía de solución. No niego que ayude a su resolución, pero cualquiera de esos problemas, siendo reales, no son “el” gran problema. El gran problema social es otro cuyo solo nombre me incomoda, pero hay que decirlo: odio. Y el odio se cura con el corazón, pero esta será otra historia.
El corazón no es la única dimensión de la persona, lo cual significa que no es la única a la que debe atender la educación, pero creo que hoy es la más necesaria y no sé si tal vez la más descuidada. Ahora bien, insisto, en este momento hay que hacer especial hincapié en la educación del corazón.
Cuando digo corazón, espero que ninguna persona no lo confunda con un sucedáneo muy extendido en estos tiempos que es la sensiblería. La sensiblería es una deformación afectiva que consiste en convertir una frivolidad o una nadería en una cuestión afectiva seria. No los confundamos si no queremos vivir confundidos. Los sentimientos son movimientos del corazón que necesitan de una base objetiva de peso para hacerse dignos de consideración y respeto, que cuando lo merecen, es mucho lo que merecen.

Feliz Día.

lunes, 20 de enero de 2020

lo ha dicho literalmente la ministra...

“La imparcialidad es un nombre pomposo para la indiferencia, que es un nombre elegante para la ignorancia.” (G. K. Chesterton) 


Buenas Noches:
El sol debería de empezar a alumbrarnos mañana a las 08:15 horas, qué ya os digo yo que no lo veremos, y supongo que visto el día de hoy puede que tampoco lo veamos despedirse a las 18:09 horas. Es lo que tienen estos días de frío y lluvia. Un día triste y feo este de san Fabián con el que empezamos la semana. Por cierto mañana celebramos a santa Ines.
Voy a realizar un cambio, pasaré de los “Buenos Días” a las “Buenas Noches”, al menos durante una temporada en la que voy a cambiar un poco la rutina diaria, para ver si consigo tener un poco más de control con mis actividades diarias.
He estado esta mañana repasando la prensa, en Internet, para ver si ha pasado algo interesante durante el fin de semana, y no puedo evitar hacer un comentario sobre dos manifestaciones de las ministras Isabel Celáa e Irene Montero porque las considero demagógicas y que tienen el propósito de confundir y de paso atacar algunos derechos fundamentales.
Los hijos no son propiedad de los padres”, lo ha dicho literalmente la ministra Isabel Celáa. Y tiene toda la razón del mundo, ninguna persona es propiedad de otra, incluido el no nacido. Pero la cuestión que me gustaría subrayar no es la “propiedad” del hijo, sino la responsabilidad sobre éste, y esta es de los padres con un carácter completo y general, incluida la educación -que no puede confundirse con la enseñanza, ni la instrucción- y todavía más en el ámbito específico de la moral y las creencias religiosas.
Qué gran contradicción que quienes defienden el aborto a capa y espada, y sin límites proclamando que el ser humano no nacido es propiedad absoluta de su madre, tanto que pueden decidir sobre su vida y su muerte, postulen la ausencia de todo derecho y su traspaso al estado cuando alcanza la edad infantil.
Irene Montero, por su parte, me parece que en la misma comparecencia, dijo: “Entendemos también que el pin parental es un elemento claro de censura educativa y sobre todo de machismo; los hijos y las hijas de padres y madres tienen el mismo derecho que cualquier niño o niña a ser educados en el respeto y la promoción de los derechos humanos, a ser educados a que tienen el derecho de amar a quien quieran, cuando quieran y como quieran”.  Vamos a ver, según lo veo yo lo que viene a decir Montero es que quienes en nombre de sus valores morales o religiosos discrepan de las tesis del feminismo de género y de las identidades de género censuran y son machistas, y que a los niños en edad infantil se les ha de enseñar ya cómo son las relaciones sexuales afectivas propias de la edad adulta. Esa puede ser la visión de unos padres para con sus hijos, pero en ningún caso puede formar parte de una concepción de estado.
Si miramos un poco hacia atrás nos daremos cuenta de aquel enorme engaño cuando nos decían refiriéndose al aborto, al matrimonio homosexual y ahora a la eutanasia que esas leyes; “no obligan a quien no quiere”. Que sucede, pues que una vez se establece una ley con la excusa de añadir algunos derechos se extrapolan sus contenidos a todos los órdenes de la vida, con la pretensión de configurar una doctrina de estado.
Y lo que era evitar una discriminación en el matrimonio, se ha convertido en la obligación de educar a los niños en la homosexualidad, la bisexualidad y la transexualidad, en una promoción del aborto, en el carácter voluntario de la asignación sexual. Es así como sucede aunque nos cueste aceptarlo.
Pero es que el debate no me gustaría que se centrará en la igualdad, la seguridad, la educación afectivo sexual, sino en primer lugar sobre el reconocimiento efectivo del derecho de los padres a la educación moral y religiosa de sus hijos, y el deber del estado en colaborar en ello. Y en segundo lugar, en cómo se traducen todos aquellos principios, porque en nuestra sociedad plural no hay una sola concepción de la educación afectivo sexual, sino tantas como concepciones morales y religiosas.
Porque es lógico que el estado no asuma ninguna creencia moral concreta, es neutral, laico en este sentido, y no puede imponer una determinada concepción moral más allá de la contenida en la Constitución, y lo que pretende imponer el gobierno actual no forma parte de ella. Es más: constituyen una forma de pensar muy particular, minoritaria en el ordenamiento jurídico mundial. Los “ismos” como ideología que son, pueden inspirar las leyes de un gobierno, como puede hacerlo la socialdemocracia o el conservadurismo, pero no pueden ser doctrina de estado, ni a través de sus leyes conculcar los derechos constitucionales.
Es indudable que cuestiones tales como la sexualidad están sujetas a principios y valores morales, y la existencia de determinadas leyes no puede impedir que se eduque en ellas. La oposición al aborto como opción moral no puede ser impedida por el estado, ni puede limitar el derecho a la libertad de expresarse y educarse en ello. Lo único que la ley hace es convertirlo en legal, favorecerlo económicamente y facilitar que se cumpla y que no se impida su práctica, pero nada más.
Es una muestra que también puede extenderse a las relaciones sexuales antes del matrimonio, al valor de la abstinencia sexual, de la fidelidad, de su relación entre práctica y desarrollo afectivo sexual, a la finalidad del matrimonio y tantas otras cosas. Las leyes que permiten estas cuestiones no impiden expresarse libremente de forma contraria a ellas, y educarse en ellas; es más, ni tan siquiera pueden impedir que políticamente y en el marco de la Constitución se actúe políticamente para modificarlas. Si lo hiciera, el estado se estaría convirtiendo en totalitario.

Feliz Noche.