“La imparcialidad es un nombre pomposo para la
indiferencia, que es un nombre elegante para la ignorancia.” (G. K. Chesterton)
Buenos
Días:
San
Marcelo es a quien dedicamos este día, aunque son muchos más los que celebran
hoy su fiesta. El sol saldrá a las 08:17 horas y nos acompañará hasta las 18:03
horas.
He
criticado, un poco, en los últimos días a los políticos que nos están
gobernando, y por eso creo que ahora es necesario que muestre como debería ser,
según mi modesto entender, un buen gobernante. Ya se que personas más enteradas
corregirán o precisarán algunas partes de lo que voy a escribir. También se me
podrá acusar de ingenuo y aún peor me podrán decir que soy un teórico.
La
verdad es que me importa poco porque lo que me interesa es razonar sobre como
debería ser un buen gobernante para consolarme y consolar, si es posible, a los
que pueden leer esto, victimas todos de la incertidumbre y el desanimo que nos
produce el contraste entre lo que esperamos de nuestros gobernantes y lo que
nos toca ver y soportar.
Antes
me gustaría decir que la idea misma de la política ha cambiado, lo que debería
de ser el arte moral del buen gobierno que comenzaba con el buen gobierno del
gobernante sobre sí mismo a pasado a convertirse en una ilusa técnica que jamás
podrá responder a la profunda realidad personal de nuestra sociedad. Me
explico: hace tiempo que lo político ha dado un paso hacia el cinismo del poder
abandonando toda consideración moral que se funda en la noción de persona. Una
vez que se olvida la persona como fundamento de la sociedad y es reemplazada
por el individuo teóricamente individualista y salvaje, la política sea
convertido en un simple juego de negocios cuyo premio es el poder. Y de esto no
se puede esperar nada bueno. De verdad, nada bueno.
Por
lo tanto, lo primero que deberíamos hacer es volver a poner a las personas en
el centro de toda acción política, recuperar el valor del bien común y los
grandes principios de la subsidiaridad y la solidaridad. Y para hacerlo debemos
volver a los principios fundamentales del gobernante, cuya primera virtud debería
ser la preocupación ética, el estudio de las virtudes para ser él mismo
virtuoso porque la razón de ser del gobierno es hacer virtuosos y no viciosos a
sus gobernados.
Otra
característica de un buen gobernante debería ser el domino sobre sus pasiones y
no dejarse llevar por ellas, a no precipitarse en sus decisiones e influenciado
por favoritismos y adulaciones. Deberían de gobernar siempre hombres magnánimos,
dignos, y no hombres pusilánimes, miedosos y que basan sus cálculos en no
quedar mal u obtener su comodidad, su fama o algún otro de esos fatídicos
oropeles que conducen a la ruina a una sociedad.
La
siguiente condición de un buen gobernante es buscar como fin de la sociedad a
la que gobierna la felicidad máxima para todos dejando de lado intereses
particulares y de su partido político si lo tuviera. Esto implica por supuesto
la prudencia para recordar constantemente cuales son los principios buenos, comprendiendo
su aplicación a los casos concretos y su decisión de cumplir las decisiones tomadas
después de un prudente estudio.
En
resumen, tiene que ser humilde, pues si nos paramos pensar un poco nos daremos
cuenta que la humildad es la base de todas las condiciones anteriores, una
humildad que no es otra cosa que vivir con la verdad, es decir, el ejercicio
primordial de la verdad en el propio corazón, la verdad hecha vida cotidiana. Sólo
la humildad puede hacer que el gobernante actúe con conciencia recta y no
cegado por la soberbia.
Supongo
que estaréis pensando: que un gobernante nunca gobierna solo y que requiere que
los mismos gobernados lo acompañen en la búsqueda de las virtudes que todos
necesitamos para construir una sociedad sana, y tenéis razón. Por eso, siempre
tendremos los gobernantes que merecemos, diría más, los que podemos según la
manera en que actuamos como ciudadanos. De lo que se trata es de educarnos como
gobernantes para ser buenos gobernados y así tener buenos gobernantes.
Todo
muy complicado de realizar pero indispensable siempre.
Feliz
Día.
No hay comentarios:
Publicar un comentario