“La imparcialidad es un nombre pomposo para la
indiferencia, que es un nombre elegante para la ignorancia.” (G. K. Chesterton)
Como
comentaba ayer, hace unos momentos que he empezado el entrenamiento para la
maratón de Boston, vamos a ver como se desarrolla. Mañana amanecerá a las 08:09
horas y empezará la noche a las 18:18, ya empieza a notarse como avanza el día.
Hoy
es santo Tomás de Aquino y solo quiero escribir unas breves líneas para
remarcar la importancia que tiene. En el libro sobre santo Tomás de Aquino que
escribió G. K. Chesterton hay en su introducción una anécdota y una definición que
son interesantes y que nos muestran lo atrayente que es santo Tómas, nos dice: “Una señora a quien conozco
cogió una vez en sus manos un libro de trozos selectos de Santo Tomás con
comentarios. Llena de entusiasmo comenzó a leer un párrafo que llevaba el
inocente título ‘La simplicidad de Dios’. Al poco tiempo dejó caer el libro y
exclamó: “Vaya, si ésa es la simplicidad de Dios, no sé yo cuál será su
complejidad”. Y
ahora una breve descripción de Santo Tomás que nos deja en ese mismo libro:”Pertenecía a cierto tipo, no tanto común
en Italia, como común entre italianos fuera de lo común.”
En fin, una gran figura
histórica que debería de gozar de mayor popularidad y no solo en los de su
misma religión sino también entre todos aquellos que pueden interesarse por Mahoma
o Confucio.
Uno podría llegar a la conclusión
que dedicarle tiempo a buscar como se podría mejorar nuestra sociedad no sirve
para nada o sirve para poco, y en cierto sentido es verdad, pues a las
conclusiones que podemos llegar no suelen darnos la solución a los problemas,
sobre todo en este mundo tan confuso y con pocos puntos de referencia, pero
pensar en los problemas si lo hacemos en la dirección adecuada y con los
conceptos adecuados nos puede servir para mucho y ver qué puede hacer cada uno
desde su posición.
Pienso que si seguimos nuestra
intuición todos estaremos de acuerdo en que existe una conexión entre los
problemas sociales, económicos y políticos con la ética y la moral con la que
vivimos. ¿Cuáles son, entonces, estos principios que orientan el análisis de
los problemas y la búsqueda de soluciones para construir una sociedad digna del
hombre? En una primera mirada nos encontramos con que puede ser complicado, sin
embargo, quien dedique un poco de su tiempo a estudiarlo, verá que se trata de
un tema complejo, pero que sigue unas pautas y que esta bien estructurado.
Si continuamos reflexionado
veremos que hay que empezar por la base de la estructura en la que se apoya la
sociedad y su funcionamiento, y lo primero es la primacía de la persona. La
vida social existe, en último término, para el bien de las personas, de todas y
de cada una en su irrepetible y absoluta dignidad. De ahí que sea
imprescindible para la vida social el respeto de los derechos de la persona,
pero también la promoción de su libertad y de sus responsabilidades.
El segundo es el bien común, ese conjunto
de condiciones de la vida social, política, económica, que hacen posible que
las personas puedan desarrollarse, y al que todos debemos contribuir superando
nuestro interés egoísta.
Después estaría la solidaridad, por la cual somos
conscientes de tener un destino común en el que todos somos responsables de
todos.
También la subsidiariedad, por
la cual un cuerpo de orden superior no debe hacer lo que puede realizar el
inferior, sino que debe respetar sus competencias, promover su libertad de
iniciativa, ayudarlo para que pueda. Esto implica que no están las familias y
las empresas al servicio del Estado, sino al revés: el Estado al servicio de
las empresas y demás asociaciones intermedias, de las familias, y estas de las
personas, para servirlas como ellas quieren y merecen ser servidas, y no como
al político de turno le parece según su ideología. Esto exige instancias de
diálogo, soluciones diversificadas según los casos, etc. y excluye algunos
autoritarismos, por desgracia tan frecuentes, que intentan sofocar las realidades
que no se pliegan a la ideología dominante.
Y podría seguir hablando del
Estado, del mercado, de la tecnología, de la paz, etc. todos conceptos que
están cada día en boca de los políticos y en la nuestra, pero que muchas veces
olvidamos razonarlos. Y ese razonar es la estrella polar cuando se trata de diagnosticar los problemas
y ofrecer soluciones, si queremos que sean auténticas soluciones.
En fin, si cada uno de
nosotros, en el lugar donde está y según sus capacidades, no se toma el trabajo
de analizar las causas de los problemas, pequeños y grandes, que encuentra alrededor
y de proponer soluciones que puedan resolverlos, nadie lo hará. Y esto exige
sacrificio, creatividad, autonomía, responsabilidad; en el fondo, creerse en
serio que el construir el mundo que deseamos no depende tanto del gobierno ni
de los políticos sino sobre todo de nosotros. No solo el llevarlo a cabo efectivamente,
sino ante todo decidir qué hacer
concretamente, porque no está escrito en ningún lado.
Buenas Noches.
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