jueves, 31 de enero de 2019

Jueves 31 de enero de 2019.

“Lo correcto es lo correcto, aunque no lo haga nadie. Lo que está mal está mal, aunque todo el mundo se equivoque al respecto”. (G. K. Chesterton). 

Continuamos con viento, y con la salida del sol a la misma hora que ayer, 08:08 horas, menos mal que su ocaso será un minuto más tarde, a las 18:21 horas y que la temperatura es más alta, 15,5 grados y aunque me parece adivinar que está nublado creo que hoy va a ser otro buen día de invierno.
Después de interesarme, ayer, en cómo está la situación del Brexit, no tendré más remedio esta tarde, qué ver, qué está pasando en Venezuela y todo el proceso de transición que ha puesto en marcha Juan Guaidó, y mirar si puede convertirse en el cambio que necesita el país. Pero esto ya será esta tarde.
Lo que me resulta curioso si miramos cómo se está desarrollando la situación internacional, es que parece que nos encaminamos hacia un momento histórico, un momento de cambio, doloroso tal vez. Pero a pesar de los riesgos que suponen todos estos cambios se nos abre un nuevo futuro, y por lo tanto con la esperanza de que sea para mejor.
Seguramente el origen de los populismos que nos acechan por todos lados no sea una cuestión meramente económica, yo creo que tienen más que ver con unos signos alarmantes de una inseguridad existencial, una inseguridad que surge cuando vemos que los principios sobre los que hemos construido nuestro estilo de vida se nos desmoronan.
Sin embargo, eso no significa que haya que ser superficiales con los problemas socio-económicos que hay que afrontar. La crisis financiera, la grave injusticia en la distribución de la riqueza, por citar solo algunos ejemplos… en síntesis, la cultura del descarte, son cuestiones que no se pueden desatender.
Hay que tener en cuenta que en una sociedad donde no todos compartimos los mismos valores es complicado poder buscar juntos el bien común, y la solución pasa por convivir, aún con nuestras visiones distintas. Pero esto, lejos de ser un hecho negativo, es un punto a favor para la búsqueda del bien común. Hay que escuchar y contar, pacientemente nuestros puntos de vista y encontrar los rasgos comunes, que sin duda los hay.
Y esto, nos plantea muchas preguntas que son a la vez una serie de desafíos. Por ejemplo con la inmigración; ¿Es posible una verdadera integración si no tenemos una idea clara de qué es lo que podemos ofrecer en términos de sentido de la vida y valores? A mi me gusta la opción de mostrar cuales son mis valores y mi sentido de la vida. Mi insistencia en dar testimonio de mis valores nace de la conciencia de que no hay acceso a la verdad que no pase por el encuentro personal y el intercambio entre libertades.
Es el encuentro con los demás lo que abre un espacio a la manifestación de nuestros valores con toda su belleza y capacidad de fascinación. Así la persona que nos observa pone en marcha la libertad de quien se encuentra con él, la provoca, la llama a ponerse en juego en primera persona.
Nuestra sociedad necesita, urgentemente, hombres y mujeres dispuestos a exponerse en primera persona, a exponer y mostrar su forma de entender la vida para que todos puedan ser testigos y hacerla suya, si les convencemos.

Feliz y Dulce Día.

miércoles, 30 de enero de 2019

Miércoles 30 de enero de 2019.

“Tener derecho a hacer algo no es para nada igual a tener razón al hacerlo”. (G. K. Chesterton).

Hoy el sol nos saldrá a las 08:08 horas y nos alumbrará hasta las 18:20 horas, tiempo más que suficiente para que nos ofrezca un buen día de invierno, a pesar del molesto viento que estoy oyendo ahora, cuando, en mi balcón hay una temperatura de 12,9 grados.
Ayer por la tarde Theresa May presento en el parlamento de Westminster una enmienda para reabrir las negociaciones con Bruselas. Nos puede parecer un tema que se aleja de nuestras preocupaciones, pero no es así, el Brexit es un problema para la Unión Europea.
Tenemos que solucionar el Brexit de una manera clara, no podemos dejar que los ingleses abandonen la Unión Europea y que no sepamos lo que esto significa realmente. Ahora mismo, por lo que leí ayer por la tarde, nadie sabe aún que significa el Brexit, y todo indica que lo iremos descubriendo según se vaya desarrollando.
Porque seamos honestos, sinceramente no se ponen todas las fuerzas de un país como el Reino Unido en marcha para que termine todo en nada, lo lógico seria que los ingleses intentaran conseguir controlar las fronteras, también las de Irlanda, la inmigración y las costumbres de los de fuera, mientras harán todo lo posible por proteger su industria y su comercio, a sus ciudadanos residentes fuera del Reino Unido pero, sobre todo, a la City, primero de la Unión Europea, después de las regulaciones de propio gobierno, y tratar de que el Brexit se conduzca bajo el principio de buscar el mejor uso del dinero de los contribuyentes británicos, o buscando el peor de los contribuyentes del continente.
Pero los británicos no votaron a favor del Brexit por todo lo anterior, votaron contra  su Gobierno y su forma de gobernar, y no a favor del Brexit, votaron contra un mal funcionamiento de su Sistema Nacional de Salud, contra los precios de la vivienda y del combustible, por el mal sistema educativo y para conseguir unas mejores infraestructuras… En resumen pedían un Gobierno más eficaz y más eficiente. Esta es al menos mi opinión, por lo que no creo que se votará Brexit por puro nacionalismo.
Los ingleses se lo toman en serio. Sin duda, saldrán de esta crisis, por su actitud ante los problemas. Porque ellos son más ellos en la acción, en el movimiento. En cuanto a su posible nacionalismo, la pregunta que lo cura es sencilla: ¿usted me podría decir en qué se cree distinto, y usted me puede explicar por qué esa diferencia le hace mejor? Los ingleses conocen las posibles respuestas y a dónde les conducirían cada una de ellas. 
Tal vez en este lado del Canal debamos empezar a mirar los problemas y afrontarlos como lo que son, problemas cotidianos de gente normal que busca cierta ayuda, pero quiere sentirse libre.
Feliz y Dulce Día.

martes, 29 de enero de 2019

Martes 29 de enero de 2019.

“Tener derecho a hacer algo no es para nada igual a tener razón al hacerlo”. (G. K. Chesterton).

Hoy el sol saldrá a las 08:09 horas y nos hará compañía hasta las 18:18 horas, además la temperatura en esta hora es de 12,5 grados, por lo tanto nos espera un buen día de invierno, como debe ser.
Ayer estuve en el hospital para dar por terminado, espero, todo el problema de mi ojo derecho, y mientras esperaba que apareciera en la pantalla mi turno, pensaba en lo importante que es cuidar nuestro cuerpo. Y, me daba cuenta que uno no tiene cuerpo, sino que es cuerpo, por lo que cuidarlo implica cuidar una parte importante de la persona.
Lo interesante es que uno no es sólo su cuerpo, por lo que poner un énfasis desproporcionado sobre él puede hacer que se descuiden otras dimensiones, acaso más importantes. Nuestro cuerpo no es un adorno, ni algo meramente accesorio, y por eso es bueno dedicarse a él. Pero el ser humano no es sólo su cuerpo, sino que es una unidad de cuerpo y alma, y por eso, además de lo físico, es portador de una insondable riqueza interior.
Y es precisamente nuestra interioridad lo que hace que podamos trascender los límites a los que estaríamos confinados si fuéramos sólo un cuerpo. Por eso puedo imaginar —y así conocer— lugares donde nunca he estado. Por eso una palabra puede herirme más que un puño o una patada. Por eso uno puede estar encerrado, y aún así, seguir siendo libre.
Ya se que tener un mejor cuerpo no me hace ser mejor persona. De hecho, uno puede tener un físico envidiable y seguir siendo un cretino. Ciertamente, lo físico puede ayudar a mejorar nuestra autoestima o la seguridad en nosotros mismos, pero sería un error poner en el cuerpo todo nuestro esfuerzo para pretender ser mejor.
Uno puede dedicar varias horas a la semana a cuidar su cuerpo; salir a correr, gimnasio, crossfit, piscina, baile, etc. Pero uno puede preguntarse también cuánto tiempo dedica a la lectura, a conversar sobre temas de profundidad, a superar sus egoísmos o miedos, a hacer o contemplar arte, a estar con su familia, a emprender actividades que lo hagan salir de sí mismo y entregarse a otros, o a meditar acerca del sentido de la propia vida. Si al final uno no es mucho más que las fotos en la playa que sube a las redes sociales, uno termina siendo muy poco.
Ya sea que lo queramos aceptar o no, el cuerpo tiene fecha de caducidad. Y nuestro cuerpo no es el mismo a los 15 que a los 25 o a los 40 o a los 62 años. Si basamos una relación en el atractivo que despierta nuestro cuerpo, la relación durará lo que dure el cuerpo; y mientras dure, siempre estará latente la amenaza de que al otro se le ponga por delante un cuerpo mejor.
Una relación duradera, en cambio, se centra en el valor integral de la persona, y no sólo en su cuerpo. Ciertamente, el cuerpo ocupa un lugar importante, pero no el lugar central. Puesto que, tarde o temprano, el atractivo del cuerpo decae, ya sea por algún accidente, por alguna enfermedad, o por el simple paso del tiempo. Una relación que valore a toda la persona —y no sólo su cuerpo— va más allá de los límites de lo físico, y se basa en valores más profundos; esos que no sólo no decrecen, sino que se enriquecen con el paso del tiempo.
Frente a esto, nos podemos preguntar qué dimensiones de nuestra persona “ejercitamos” con el fin de ser mejores para nosotros mismos, y para encarar nuestras relaciones con los demás.

Feliz y Dulce Día.

lunes, 28 de enero de 2019

Lunes 28 de enero de 2019.

“Tener derecho a hacer algo no es para nada igual a tener razón al hacerlo”. (G. K. Chesterton). 

Comenzamos una vez más una semana, en esta ocasión a las 08:10 horas con la salida del sol, un sol que nos acompañara este lunes hasta las 18:17 horas, acompañado con bastante viento y con una temperatura que desde los 12,3 grados que tengo ahora en mi balcón no dejara de subir.
Después de un extraño pero agradable domingo, donde la tranquilidad y el silencio han sido los protagonistas, no me queda más remedio que volver a la normalidad, no quiero decir que la normalidad esta formada de intranquilidad ni de ruido, sino que normalmente nos gusta sentirnos más activos y rodeados de un cierto murmullo.
Habitualmente no nos gusta el silencio, pues el silencio nos obliga a que escuchemos nuestros pensamientos, y nos resulta embarazoso oír lo que nos dicen. Y, a pesar de todo, el silencio es un tiempo provechoso ya que nos ayuda a que nos conozcamos mejor, nos ayuda a revisar nuestro recorrido por la vida. Es cuando realizamos una revisión que nos es imprescindible para hacer balance de cómo estamos, pero claro todo esto supone tener sencillez y humildad para escucharlos, y, también fortaleza y sinceridad con nosotros mismos. Y, todo esto muchas veces nos resulta penoso.
Vernos a nosotros mismos nos suele causar temor, tenemos miedo de lo podemos ver, nos preocupa darnos cuenta que nuestra vida interior es débil y en el peor de los casos ver que esta vacía, sin grandes ideales.
Es como entrar en una habitación en la que hace tiempo que no hemos entrado, encender la luz y abrir las ventanas y darnos cuenta que hay muchas cosas que arreglar, muebles que cambiar de lugar, pintarla de otro color, que tenemos un trabajo que realizar, pero como esto muchas veces nos da pereza entonces simplemente no entramos, no abrimos la puerta, pasamos de largo.

Feliz y Dulce Día.

domingo, 27 de enero de 2019

Domingo 27 de enero de 2019.

“Tener derecho a hacer algo no es para nada igual a tener razón al hacerlo”. (G. K. Chesterton). 

Por fin un domingo por la mañana relajado y sin los agobios de querer hacer lo que no hemos podido hacer durante la semana, una mañana para descansar. Una mañana en la que el sol ha salido y que se esconderá a media tarde y donde la temperatura en mi balcón no me preocupa, un domingo como debe ser.
Un buen día para ver como esta el tema de Venezuela, y la verdad no lo veo bien, cuando un gobierno oprime y martiriza a las personas a las que debería de servir y proteger, no es una buena señal. La “cosa” funcional mal cuando un gobierno ya no busca el bien común sino que busca los intereses de unos pocos que pretenden mantenerse en el poder a toda costa, y que lo pretenden, persiguiendo, encarcelando, amenazando o asesinando a cualquiera que suponga una amenaza para ellos.
Otro día terminaría rápidamente dándole a Maduro todas las culpas de lo que esta sucediendo en Venezuela y zanjaría el “tema”, con repetir todo lo que se esta diciendo sobre Maduro ya me quedaría contento, pero hoy es domingo y tengo tiempo.
Si, “rascamos” un poco en lo que esta sucediendo en Venezuela podría culpar al Comunismo, y si miro un poco más lo podría concretar en el Comunismo Marxista. Todos los que saben lo que es el Marxismo, saben que es una ideología muy tentadora y atractiva, lo es porque nos presenta un estado de bienestar utópico que es alcanzable con sólo aplicar una pequeña dosis de violencia revolucionaria. La sociedad comunista sería una sociedad sin pobres ni ricos, sin explotados ni explotadores, una sociedad justa, sin desigualdades económicas, una sociedad donde los poderosos serán apartados para que los débiles y explotados, el proletariado, pueda imponer su ley y su orden.
El problema surge cuando una vez tomado el poder, ya sea por una revolución violenta o por unas elecciones democráticas, se instaura la dictadura del proletariado y el control que esta ejerce sobre todo el estado, y generalmente lo hace convirtiendo a sus lideres en “dioses”, en sumos pontífices de la revolución, en verdaderos iconos de esa nueva sociedad para los que se creen necesarios para que pueda subsistir.
Lo hemos visto con el Che Guevara, con Mao, con Lenin, con Stalin, con Fidel Castro, con Ortega, con el Subcomandante Marcos, y con un largo etcétera de nuevos mesías y redentores de la humanidad a los que sus fieles deben rendir culto sin pestañear. El Comunismo propone una especie de reino de un dios, pero sin Dios.
Otra característica es que tiene una visión de la sociedad y de la historia que recuerda mucho a los viejos herejes maniqueos: hay buenos y malos. Y los buenos deben acabar con los malos, obviamente. Es un planteamiento tan simplista, tan demagógico y populista como atractivamente falso.
Para los marxistas, que son evidentemente materialistas todo se reduce a un conflicto entre ricos y pobres (o empobrecidos). Y la solución es que los pobres acaben con los ricos, les quiten sus riquezas y se las repartan entre ellos. Claro que ese reparto nunca llega. Pero a la gente que vive desesperada por el desempleo, oprimida por las injusticias sociales y agobiada por la imposibilidad de dar de comer a sus familias, les ofrece esperanza: que no es poco, aunque se trate de una falsa esperanza y al final sea peor el remedio que la enfermedad.
Quienes no tienen nada que perder, porque ya lo han perdido todo, buscan en estas ideologías una solución a sus problemas y una esperanza de futuro: pero una esperanza que nunca llega. Por eso, los comunistas se aprovechan de las situaciones de crisis económicas como las que hemos sufrido en Europa en los últimos años. Así nació Podemos en España, que no es sino un partido marxista leninista de libro, o Syriza en Grecia. Y de ese humus nacieron igualmente los brotes venenosos de la extrema derecha filofascista o filonazi en países como Alemania o Austria. En realidad el veneno mortal se destila de la misma forma en el comunismo y en el fascismo.
Y a los venezolanos, cubanos, nicaragüenses, chinos o norcoreanos, ¿qué les queda? Resistir. Es legítimo resistir a la autoridad en caso de que ésta viole grave y repetidamente los principios del derecho natural de las personas. Ya se que tal vez mis propuestas parezcan poco útiles y en absoluto prácticas. ¿Estoy llamando a la resignación? No. Estoy hablando de resistencia, de combate, de la defensa de la Verdad, de lucha contra la corrupción, teniendo siempre en cuenta que la resistencia a la opresión de quienes gobiernan no podrá recurrir legítimamente a las armas, la gravedad de los peligros que el recurso a la violencia comporta hoy evidencia que es siempre preferible el camino de la resistencia pasiva, más conforme con los principios morales y no menos prometedores del éxito.
Como yo no soy nadie, muchos pensarán que lo que escribo “no sirve para nada”. Pero no estéis tan seguros. Los que nada somos, somos mucho

Feliz y Dulce Domingo.

sábado, 26 de enero de 2019

Sábado 26 de enero de 2019.

“Tener derecho a hacer algo no es para nada igual a tener razón al hacerlo”. (G. K. Chesterton).

Ya tenemos en marcha el fin de semana, que por lo que veo se presenta con buen tiempo, ahora en mi balcón 11,3 grados y a la espera de la salida del sol a las 08:12 horas, casi me atrevería a afirmar que hasta las 18:15 horas que se nos marchara vamos a tener un buen día.
Se me ha hecho tarde, el hallazgo del cuerpo sin vida, esta madrugada, del niño Julen en Totalán me ha hecho repasar toda la información que se ha generado desde que cayó en el pozo hace 13 días, y viendo en conjunto todo el trabajo que se ha realizado estoy satisfecho de cómo se ha comportado toda la gente que ha participado en todo el operativo del rescate. Somos así, cuando nos tocan las fibras sentimentales lo españoles somos capaces de todo.
Los españoles, le pese a quien le pese, tenemos alma y mirada compasiva, cuando se trata de recuperar a un niño, vivo o muerto, no hay límites de autonomías ni desconfianzas ideológicas, ponemos por encima de todo el bien que pretendemos conseguir en cada caso. Lo que cuenta es la persona, mayor o pequeña, que necesita que le echemos una mano, y ante una situación extrema no nos negamos a arrimar el hombro.
Todo esto me ha hecho pensar en la fragilidad y ternura de un niño, que ha visto truncada su vida por un accidente desgraciado. Y me ha venido a la cabeza la cantidad de niños víctimas del desamor, de la locura de padres irresponsables, de un egoísmo exacerbado que solo mira el propio bienestar. Por un niño atrapado en un pozo se  conmueve el país entero, y se moviliza, como un ejército, todas las fuerzas necesarias. Es justo que así suceda. Pero yo me pregunto, ¿por qué la sociedad, esta misma sociedad que se lamenta por la tragedia, no se inmuta ante los miles de niños que están cayendo en el pozo del aborto? ¿No son vidas igual?
Lo importante es que unos padres, y la mayoría de los padres en estos momentos, hayan valorado el don de la vida, la gracia de tener unos hijos por los cuales se lucha y se invierte lo que haga falta. Hay que sacar siempre del pozo de cada problema la ilusión y la conciencia del deber cumplido. Julen ha hecho bastante por España abriendo caminos de solidaridad con la vida que nos ha sido dada.
Descanse en Paz.

Feliz y Dulce Día.

viernes, 25 de enero de 2019

Viernes 25 de enero de 2019.

“Tener derecho a hacer algo no es para nada igual a tener razón al hacerlo”. (G. K. Chesterton). 

Hoy vamos a tener al sol a nuestra disposición desde las 08:12 horas hasta las 18:14 horas, en un día que por lo que puedo adivinar desde mi ventana y mirando el termómetro va a ser un buen día de invierno, pues los 13,1 grados de ahora y el sol, van a ser suficientes para que sea esto posible.
Hace unos momentos he leído y he escuchado las declaraciones del padre de Laura Sanz, la española que murió hace unos días en una explosión de gas, de una panadería en Paris, y si, esas declaraciones son ciertas, tenemos un problema.
Las declaraciones nos dicen que mientras su yerno tenía en brazos a su hija y no paraba de pedir ayuda, la gente que esta a su alrededor solo grababa con sus móviles lo que estaba sucediendo, hasta que llego un bombero que le ayudo.
Allí mientras el marido pedía auxilio la gente estaba grabando, haciendo fotografías y compartiéndolas en whatsapp, mientras un ser humano estaba agonizando otros seres humanos captaban imágenes y las repartían por las redes sociales.
Ya se que divulgar una noticia, que hacer que las imágenes de una catástrofe lleguen a todo el mundo lo más rápido posible es una necesidad de nuestro tiempo, pero  ¿grabar la agonía sin otra reacción que seguir grabando? ¿Sacar fotografías como si, de repente, todos nos hubiésemos vuelto reporteros gráficos? No ensuciemos el nombre del Periodismo. Quien cubre una guerra, un atentado terrorista en directo o una inundación, tiene que tomar decisiones muy difíciles para realizar su trabajo en lugar de ayudar, y lo filma y toma fotografías para que nosotros veamos el horror que hay en este mundo.
Ahora bien, ¿es eso lo que mueve a esas personas que grababan como fascinadas el espanto en el centro de París una mañana? ¿Es esa vocación de servir contando y registrando la actualidad? ¿No será más bien que nos estamos separando de la humanidad que nos lleva, nos debería llevar, a salir en auxilio de quien pide ayuda?
En fin, el tema daría para mucho, pues es paradójico que cuanto más comunicados estamos gracias a la tecnología, más aislados nos encontramos de los que nos rodean.

Feliz y Dulce Día.

jueves, 24 de enero de 2019

Jueves 24 de enero de 2019.

“Tener derecho a hacer algo no es para nada igual a tener razón al hacerlo”. (G. K. Chesterton). 

Parece que hoy vamos a tener un buen día de invierno, con un sol que nos ayudará con su calor desde las 08:13 horas hasta las 18:13 horas y una temperatura que no será demasiado baja, ahora en mi balcón 14,5 grados.
Ayer fue una jornada tranquila, de relax, en la que me dedique a recuperarme de un resfriado que de ninguna de las maneras tenía que haber cogido, en este caso la experiencia no me sirvio de mucho. Creo que tengo sobrevalorada mi experiencia, y pienso que es hora de ir poniéndola en el lugar que le corresponde.
La experiencia adquirida durante años no puede ser la fuente principal ni la más profunda del conocimiento, es necesario volver a valorar la importancia de la sabiduría. Ya se que la experiencia nos da sabiduría pero no es su única fuente, pues muchas veces la experiencia nos aleja de la realidad, que vivimos tan centrados en nuestras propias experiencias que nos creemos que todas las cosas funcionan de esa forma.
Una de las cosas más incómodas que nos muestra nuestra experiencia es que podemos haber experimentado muchas cosas, haber vivido intensamente y, sin embargo sabemos que siempre nos faltará algo, cuanto más grande es lo que hemos conseguido más de manifiesto se pone que todavía eso no es.
Cuando esa sensación la hemos experimentado muchas veces podemos llegar a pensar que: nada me puede llenar. Y nos estrellamos con la inconsistencia de las cosas y nos decepcionamos. Es entonces necesario que nos demos cuenta de que nuestra experiencia es solo un conocimiento que no abarca toda la realidad, pues nuestra realidad es trascendente.
Que nuestra realidad es trascendente, complicado verdad, pero nos sucede que nuestra realidad va más allá de los límites que conocemos, siempre estamos insatisfechos de lo que tenemos y no sabemos lo que anhelamos, pero no podemos parar de buscarlo.
Lo incómodo de estar siempre aguardando alcanzar algún día la satisfacción plena es que, hasta que la tengamos, nos está produciendo muchos vacíos y muchas insatisfacciones. Y la insatisfacción, lejos de ser considerada como nuestra enemiga, la debemos de considerar como una amiga que nos acompaña cada día de la vida para recordarnos que ni las cosas ni las personas son la plenitud de la vida, sino que la vida plena nos debe estar esperando al final de nuestro camino.
Incluso las experiencias buenas, incomparables, épicas, son efímeras, y sí, van construyendo nuestro presente y hay que aprovecharlas con agradecimiento, pero – al igual que todo en esta vida- son símbolos de una realidad más grande.
Nos puede llevar muchos años, pero un día uno dice: es verdad, esta vida pasa, yo paso. Lleva toda la vida darnos cuenta de que nuestro gran objetivo está por venir, más, eso ya lo sabíamos hace mucho tiempo.

Feliz y Dulce Día.

miércoles, 23 de enero de 2019

Miércoles 23 de enero de 2019.

“Tener derecho a hacer algo no es para nada igual a tener razón al hacerlo”. (G. K. Chesterton). 

Hoy el viento que estoy oyendo me va a impedir que tenga un buen día, al menos en lo meteorológico, pues aunque el sol nos saldrá a las 08:14 horas y mejorara la temperatura, este viento conseguirá que nuestra sensación térmica no sea agradable, pero intentare que hasta las 18:12 horas el sol me caliente lo máximo posible. Ahora hay una temperatura en mi balcón de 11,3 grados.
Me ha llamado la atención la facilidad con que se está utilizando el tema del progreso para vendernos cualquier cosa, o para explicar muchas decisiones que no se ven muy claras. Muchas de las acciones de nuestros políticos se basan en la búsqueda del progreso. En parte, porque es grande el deseo de mejorar nuestra sociedad.
Lo normal cuando hablamos de progreso es que seamos capaces de distinguir entre situaciones que consideramos como malas y otras que vemos como buenas, y pasar de las consideradas como peores a otras vistas como mejores es lo que se entiende cómo progresar.
Pero claro, esto implica que si hablamos de progreso, también habría “regreso”, o retroceso, cuando pasamos de lo mejor hacia lo peor. El problema que yo veo es a la hora de identificar los criterios según los cuales distinguir entre peor y mejor, entre progreso y retroceso, entre esplendor y decadencia. Por ejemplo: ¿Hubo progreso en la tierra cuando se descubrió y se difundió industrialmente el plástico?  
Por eso es tan importante a la hora de buscar respuestas tener claros una serie de medidas válidas que permitan distinguir entre lo que es progreso y retroceso. Uno de esos parámetros, por desgracia no aceptado por algunos, radica en el grado de respeto que exista hacia la dignidad humana.
El respeto a esa dignidad nos permite declarar como progreso aquellos cambios que promueven tal respeto, mientras que habría retroceso, incluso a veces grave decadencia, cuando se inician cambios que van contra la dignidad de algunos.
Aquí surgen nuevas discusiones, pues para mucha gente no todos los seres humanos tienen la misma dignidad. Se necesita tiempo para tener una seria discusión sobre la dignidad de la persona, con una mente abierta y reflexiva, capaz de identificar la verdad sobre el ser humano y sobre el sentido de su existencia.
Sólo desde esa discusión seremos capaces de identificar cuándo una sociedad ha escogido el camino del fracaso y del retroceso, y cuándo esa sociedad ha puesto en marcha opciones que respetan a cada ser humano en su dignidad y que, por lo tanto, promueven un progreso auténtico y justo.

Feliz y Dulce Día.

martes, 22 de enero de 2019

Martes 22 de enero de 2019.

“Tener derecho a hacer algo no es para nada igual a tener razón al hacerlo”. (G. K. Chesterton). 

Está ya claro, me he resfriado y ya no hay vuelta atrás, no tengo más remedio que pasar por todo el proceso, así que, ayer por la tarde después del café me retire para empezar a recuperarme, y no puede participar de la tertulia de los lunes por la tarde, la semana que viene será. Y, lo lamente, pues tenía un tema que hubiera sido interesante: ¿mis derechos, los tengo porque son míos y de mi dignidad humana inalienable, o son una concesión graciosa del Estado?, en fin, el lunes que viene será.
Hoy el sol nos saldrá a las 08:14 horas y estará con nosotros hasta las 18:10 horas, y la temperatura en mi balcón es de 7,5 grados, lo que no me ayuda mucho a recuperarme.
No hay más remedio, la vida sigue y aunque resfriado tendré que intentar realizar con normalidad todo lo que tenía previsto, que en honor a la verdad son cosas sencillas, sin relevancia aparente y que forman parte de lo cotidiano. Todo el día de hoy va a estar lleno de muchos momentos que no marcarán este martes como un día especial.
Un martes que por ser ordinario parece intrascendente, no brillará como un día de vacaciones o como uno de esos días que esperamos con ilusión porque hay que hacer algo que ha sido largamente esperado.
Sin embargo, si lo pensamos, la mayor parte de nuestra vida transcurre en estos días ordinarios, en los que muchas veces ponemos poco entusiasmo porque los percibimos como días sin importancia. Uno de los secretos para aprovechar a fondo nuestra vida como un don maravilloso consiste en descubrir y aprovechar intensamente todo lo que pertenece a lo ordinario.
Más de uno ha dicho que la felicidad consiste en vivir extraordinariamente lo que nos es familiar. Lo cual significa realizar con entusiasmo y esperanza cada instante de nuestras labores cotidianas. Entonces lo ordinario lo rodeamos de una belleza entusiasmante. Disfrutamos al planchar una camisa, al esperar a que el agua hierva para poner el arroz, y al quitar el polvo que se ha acumulado en la estantería de los libros...
Voy a ver si consigo que me entusiasme este martes. 

Feliz y Dulce Día.

lunes, 21 de enero de 2019

Lunes 21 de enero de 2019.

“Tener derecho a hacer algo no es para nada igual a tener razón al hacerlo”. (G. K. Chesterton).

Se presenta un día frío, al menos eso es lo que me esta diciendo mi termómetro, que con 8,3 grados no me augura un buen día, vamos a ver si a las 08:15 horas cuando el sol empiece a calentar la situación va mejorando y podemos decir a las 18:09 horas, cuando el sol nos abandone, que hemos tenido un buen día.
He visto muchas noticias sobre la comercialización de la naranja y los grandes problemas que tiene su cultivo, malos augurios que por cierto se vienen repitiendo desde hace décadas, sin que hasta el día de hoy se hayan encontrado soluciones reales al problema.
Al no ser agricultor, no puedo ver el problema en toda su magnitud pero  que puedo entrever dónde puede estar el problema, que no la solución.
Si el problema de nuestra naranja es un problema económico, si conseguimos mejorar la economía en general también mejoraremos la comercialización de la naranja. ¿Qué tipo de economía deberíamos de buscar para nuestra naranja? No debería de ser un sistema diferente al resto de actividades económicas, por supuesto una forma de comercio donde se respetara a las personas. Una economía donde se pagarán realmente todos los costes de producción, con unos salarios dignos y que no existiese ningún tipo de explotación ni infantil ni de la mujer.
También se tendrían que añadir unas relaciones a largo plazo entre los productores, los distribuidores y los consumidores, no se trataría por lo tanto de comprar y vender al mejor postor, sino de crear realmente unas fuertes relaciones de cooperación.
Todo lo anterior está muy bien, pero si realmente pensamos que ese es un buen camino lo debemos de aplicar a toda nuestra economía doméstica. Pues como consumidores somos responsables de las relaciones comerciales que se desarrollan a nuestro alrededor. Como compradores que somos de toda clase de productos tenemos que ser conscientes y exigir que nos demuestren que no hay explotación laboral detrás de un producto, que no hay unos salarios tan míseros que no cubran los costes de producción.
Por eso cuando veamos un precio muy barato no deberíamos decir “uy qué bien” y no cuestionarnos cómo lo han logrado, porque está claro que alguien de la cadena no ha recibido lo que debería. Y a la vez sabemos que hay alguien que siempre gana. Leamos el etiquetado y exijamos que nos demuestren cómo se ha hecho ese producto, dónde y en qué condiciones.
Tenemos que ser conscientes que como consumidores tenemos muchísima fuerza y que las grandes empresas van hacer lo que les exijamos. Está claro que una empresa quiere maximizar lo beneficios pero si les exigimos, por ejemplo, que un producto sea valenciano, se pondrán las pilas y al final producirán y venderán nuestros productos. Como consumidores estamos diciendo sí o no a un sistema económico.
Cuando tomamos un zumo de naranja por la mañana, si sabemos que hemos pagado un precio justo por él estamos diciendo sí a una economía justa, estamos diciendo que queremos unas naranjas que las han producido unas personas que quieren a su tierra y que las han producido de manera digna.
Pero si queremos que esto funcione no nos tenemos que quedar con la naranja, tenemos que aplicar el mismo rigor en todo lo que compremos, en todo lo que consumamos, desde lo más insignificante. Tenemos que empezar a consumir pensando en que tipo de economía queremos tener.  
Aunque podamos pensar que todo lo anterior nada tiene que ver con nuestro problema con la naranja no es así, si conseguimos cambiar nuestra mentalidad de compradores las empresas comercializadoras no tendrán más remedio que cambiar también. Nuestro criterio de compra o de venta debe de ir más allá del precio e incorporar la preocupación sobre cuales son las condiciones laborales, sociales y éticas que tiene la empresa con la que nos relacionamos.

Feliz y Dulce Día.

domingo, 20 de enero de 2019

Domingo 20 de enero de 2019.

“Tener derecho a hacer algo no es para nada igual a tener razón al hacerlo”. (G. K. Chesterton). 

Aunque ahora esta nublado el sol hará su aparición a las 08:15 horas y con un poco de suerte lo veremos un poco antes de que a las 18:08 horas nos deje, aunque en Santa Pola, que es hacia donde me dirijo dentro de un momento, hace mejor tiempo. Ahora en mi balcón hay una temperatura de 10,3 grados.
Tengo varias amigas y amigos que se dedican a la enseñanza, y ayer por la tarde tomando un café surgió en la conversación la cuestión de que si es posible una educación sin valores. Estuvimos demasiado tiempo para definir lo que entendemos por educación, por lo que el café termino y no respondimos a la pregunta.
Pero, ahora que tengo un poco de tiempo, no mucho, puedo dar mi modesta opinión. Pienso que la función de la educación no es sólo instruir o transmitir unos conocimientos, sino también formar el carácter y prepararlo para el esfuerzo y el sacrificio, así como enseñar valores y comportamientos, inculcando el sentido del deber, del honor, del respeto. Y hay que hacerlo convenciendo y persuadiendo, gracias a un diálogo abierto y permanente, mejor que imponiendo.
Educar es fundamentalmente enseñar a tener una idea precisa del modelo de persona que se persigue, es decir enseñar el significado de la vida, el porqué y para qué vivir, no sólo formar individuos útiles a la sociedad, sino que puedan transformarla para bien.
Pero educar, ¿en qué? En valores. Los valores nos indican lo que debemos ser y nos dan una cantidad de convicciones que necesitamos para poder vivir con dignidad, libertad y responsabilidad. Pero claro, ¿qué es la dignidad humana? ¿Cómo hay que entenderla? La respuesta es fácil, consiste en considerar que no podemos usar al ser humano como usamos las cosas, sino que siempre debemos respetarle. No existen ni una enseñanza ni una educación neutra, pues todas hacen referencia a una serie de valores, que eso sí, pueden ser positivos o negativos. No hay que olvidar que educar es servir, pero dirigiendo y que los padres han de ponerse al servicio de ese hijo, para que pueda llegar a desarrollarse como persona libre.
No es un buen camino que en la educación sea todo fácil, ni que haya que desterrar el esfuerzo, ni que el aprendizaje tenga que ser un juego, no se puede sustituir el saber por el sentir y el experimentar. Tampoco creo que igualar a todos por abajo sea un buen sistema.
Tal vez en el próximo café tengamos tiempo para que me aclaren estas ideas y otras ideas que me rondan por la cabeza.

Feliz y Dulce Día.

sábado, 19 de enero de 2019

Sábado 19 de enero de 2019.

“Tener derecho a hacer algo no es para nada igual a tener razón al hacerlo”. (G. K. Chesterton).

Ya hemos llegado al fin de semana, y por lo tanto unos días donde podremos dedicar más tiempo a nuestras aficiones, lo que nos debe proporcionar descanso y relajación. Desde las 08:16 horas que nos saldrá el sol hasta las 18:07 vamos a tener tiempo para hacerlo.
Ayer por la tarde, estuve ojeando por primera vez un libro de Joseph Pierce, que me ha costado mucho conseguir, y leyendo una parte del prologo me he dado cuenta que uno de los conocimientos más importantes que debemos poseer es el que nos lleva a distinguir qué sabemos y qué no sabemos.
Es una idea que nos viene de lejos, de lejos en el tiempo, desde los clásicos griegos sobre todo Sócrates y Platón, ya pensaban que conocer lo que uno no conoce es muy importante para superar la ignorancia y conseguir nuevos conocimientos.
La dificultad esta cuando las personas no saben lo que no saben, y entonces creen saber lo que en realidad está fuera de sus conocimientos. Parece complicado pero en esa situación, no es posible abrirse a nuevos conocimientos, pues solo podemos aprender algo si antes descubrimos nuestro propio estado de ignorancia o error para luego superarlo con un mejor acercamiento a la verdad.
Voy a poner un ejemplo que espero nos sirva, cuando nos llegan noticias (chismes, rumores) sobre comportamientos concretos de algunos de nuestro amigos o familiares, es prudente reconocer que hay muchos aspectos sobre ese tema que desconocemos, lo que nos permitirá sopesar esos rumores y evitará que lleguemos a conclusiones sin fundamento.
Cuando nos llega una noticia, por el medio que sea, de la que vamos a hacer un comentario o dar nuestra opinión siempre es importante saber que es lo que no sabemos sobre esa cuestión, y este conocimiento es el que nos permitira no cometer errores.  
Porque el saber sobre el no saber nos permitira evitar presunciones de conocimientos que no tienen garantías de verdad, y porque nos abrirá espacios para reconocer pistas y ayudas que nos acerquen un poco más a conocimientos mejor fundados y más válidos.

Feliz y Dulce Día.

viernes, 18 de enero de 2019

Viernes 18 de enero de 2019.

“Tener derecho a hacer algo no es para nada igual a tener razón al hacerlo”. (G. K. Chesterton).

Hoy vamos a encontrarnos con el sol a las 08:16 horas y nos abandonara a las 18:06, como podréis comprobar dos minutos más de luz que ayer, no es mucho, es verdad, pero algo es algo. Ahora en mi balcón 9,8 grados, así que esperemos que el día sea agradable.
Ayer por la tarde me encontré por casualidad con una palabra que no conocía, y que por cierto, no encontré en el diccionario al ser una palabra compuesta, pero lo que más me llamo la atención es su significado: miedo a enamorarse.
La palabra en cuestión es filofobia, y al hacer una búsqueda en Google me encontré con que es un fenómeno que por lo visto esta muy de actualidad, y la verdad me extraña. ¿Cómo es posible que se pueda huir del amor? Pues si, existe el miedo a enamorarse, aunque claro en el momento que “rascas” un poco te das cuenta que a lo que en realidad se tiene miedo es a sufrir. Y es que el amor incluye mucha entrega, y hay personas que ven esa entrega como una parte negativa del amor y le dan más importancia que a la parte positiva. La que nos carga de ilusión, nos llena y nos acerca a la felicidad.
Yo creo, que si se tiene un miedo al amor se debe principalmente a que no se le conoce. Hay tantas ideas formadas sobre lo que es el amor que nos liamos y al final lo relacionamos con lo que vemos en las películas o leemos en las novelas. Y, en muy pocas películas o novelas nos hablarán de que el amor es entrega, es paciencia, es fortaleza. Ya se que a muchos estas palabras que acabo de mencionar, son palabras sin sentido que no les encuentran relación con lo que se entiende por amor.
La idea de “amor” que nos venden, viene relacionada con la devolución de todo cuanto damos, con el regreso de todo cuanto se da. Si no me aseguro que lo mismo o más regresará a mi, entonces este amor no es una buena “inversión”.
Si analizamos un momento, lo que en realidad representa ese miedo es básicamente, un real miedo a vivir, un pánico a los riesgos, a las dificultades, a los sacrificios, ya que implica, solapadamente, una patética desesperación de salvar los propios egoísmos.
Hay que tener en cuenta que quién ama poniendo condiciones, en realidad no ama, sino que busca primero, ser amado. Es una cosa muy distinta. No asumir compromisos que duren en el tiempo o condicionarlos a circunstancias, además remotas e impredecibles, significa de antemano, suponer una derrota o frustración.
Y lo grave, diría yo, no es dudar sólo de los problemas externos que pueden surgir, sino fundamentalmente dudar de la otra persona e incluso dudar de nosotros mismos. Y entonces, empezamos a olvidarnos de construir una relación sólida al ver el esfuerzo que debemos hacer para consolidarla. Es dejarse arrastrar por las circunstancias.
Existe ése temor a “para toda la vida” y se busca resguardarse de los problemas que pueden surgir, y esta actitud es nefasta para afrontar cualquier cosa en la vida. Es siempre afrontar lo que se pretende a la defensiva de las dificultades e ingeniarse para desligarse de sacrificios y obligaciones. De ahí que esa actitud lo que en general quiere es que existan leyes y normas, pero asegurándose que exista también un mecanismo para neutralizarlas a su antojo. Así, por supuesto, es más fácil y menos arriesgado no encarar un matrimonio en serio, sino simplemente convivir, «juntarse», sin ataduras de común acuerdo. Y lo triste es que admitamos ser amados con condiciones. Pensad por un momento; ¿Cómo puede fiarse del otro, alguien quien siempre supone la posibilidad de ruptura?
Lo realmente penoso, no es escapar de los miedos haciendo desaparecer los problemas o escondiéndose, engañándose uno mismo, sino la incapacidad de sacrificar o renunciar a nuestros deseos o intereses y coraje, para darse a los demás, para afrontar lo que «se ponga adelante» con confianza en los demás y en si mismo. No en forma temeraria, sino valiente.
Amar con condiciones es borrar la confianza. Significa «nunca» arreglar el mundo. No hay que olvidar como dijo alguien que la cobardía es el miedo consentido, y que el valor, es el miedo dominado.
No hay que estar preocupados ni asustados por tener miedo de enamorarse, todos lo tenemos. Pero hay que dominarlo.

Feliz y Dulce Día.

jueves, 17 de enero de 2019

Jueves 17 de enero de 2019.

“Tener derecho a hacer algo no es para nada igual a tener razón al hacerlo”. (G. K. Chesterton). 

Hoy vamos a tener sol desde las 08:17 horas hasta las 18:05, y aunque vamos a tener algunas nubes creo que tendremos un día agradable, ahora en mi balcón 9,7 grados, perfecto para los que celebren hoy a san Antonio Abad.
Estoy viendo en estos últimos días algunas noticias, y también por Internet algunos comentarios que no entiendo muy bien y que no los veo muy normales. Voy al grano, he copiado el artículo 525 del código Penal Español para no incurrir en un error:
“1. Incurrirán en la pena de multa de ocho a doce meses los que, para ofender los sentimientos de los miembros de una confesión religiosa, hagan públicamente, de palabra, por escrito o mediante cualquier tipo de documento, escarnio de sus dogmas, creencias, ritos o ceremonias, o vejen, también públicamente, a quienes los profesan o practican.
2. En las mismas penas incurrirán los que hagan públicamente escarnio, de palabra o por escrito, de quienes no profesan religión o creencia alguna.”
Pues bien, yo lo veo claro, no entiendo como a pesar de todo lo anterior se le da publicidad a actos y escritos que incurren en estos hechos.
Voy a intentar ser un poco más claro, la palabra “escarnio” si miramos en el diccionario de la Real Academia nos dice: “Burla tenaz que se hace con el propósito de afrentar”.  Y si busco sus sinónimos me encuentro con: “afrenta, agravio, burla, mofa, humillación, ofensa, insulto, injuria, vejación, menosprecio.”
Y, ya, para terminar, voy a hacer lo mismo con “afrentar”: “Causar afrenta a alguien, ofenderlo, humillarlo, denostarlo.” O sea, hecho o insulto que ofende gravemente a una persona por atentar contra su dignidad, su honor, su credibilidad.
Todo lo anterior se comprende muy bien si aceptamos y comprendemos lo que significa la libertad religiosa, concepto que compruebo que mucha gente no tiene claro, y que para entender bien en qué consiste y cuando se aplica, conviene comenzar por aclarar lo que no es.
Voy a ver si lo explico bien, la libertad religiosa no es el derecho a tener una religión, o un conjunto de creencias espirituales, o a no tener ninguna. Pues para eso, nos basta con la libertad de conciencia, que impide al Estado perseguir a los que tienen una idea o la expresan, sin importar si trata de un asunto espiritual, filosófico, político o científico. Si quiero pensar que el cielo es rosa, que Trump es el anticristo, o que un feto no es un humano, tengo la libertad de hacerlo, sin importar lo absurdas que sean esas ideas. Otros pueden pensar que es igual de absurdo creer que un pan es el cuerpo de Cristo o que viviremos para siempre en el cielo, pero ese no es el punto. El punto es que no necesitamos libertad religiosa para proteger el derecho a pensar que Dios existe, basta con la libertad de conciencia.
Aunque la libertad religiosa abarca el derecho a creer en Dios y a cambiar de religión, en el fondo es otra cosa. Nos equivocamos si pensamos que la libertad religiosa es el derecho de una persona a poseer la fe que desee, ser ateo o agnóstico. No es eso.
Se suele decir, y mucho, que se respeta la libertad religiosa, porque se reconoce el derecho a realizar actos de culto privados y a tener símbolos religiosos en casa. Según este concepto, la religión es algo totalmente libre mientras se mantenga en lo privado y nadie se entere. Sin embargo, esto tampoco tiene sentido ni es libertad religiosa. Los actos íntimos, sean religiosos o no, están cubiertos por la protección de la vida privada. En mi hogar puedo tener un altar a Buda, rezarle a Maradona y clavarle alfileres a una figura de Bush, pero nada de eso requiere de una protección especial, más allá de la que es inherente al hogar. Los Estados que solo toleran las religiones mientras sean algo privado, que no afecte a nadie, pero prohíben que siquiera se mencione a Dios en público, vulneran la libertad religiosa de sus ciudadanos.
Por lo que he escrito hasta ahora, parece que todo lo que una religión necesita para existir y prosperar ya estaría protegido por otros derechos. En ese caso la libertad religiosa no sería necesaria. Sin embargo, eso sería un error.
La religión no es solo un conjunto de verdades que se creen, y de ritos que debemos ejecutar. La religión comprende además ciertas costumbres de la vida diaria, actos concretos que hacemos o dejamos de hacer por motivos religiosos, y que afectan la vida de los demás. Si mi religión me prohíbe comer carne, por ejemplo, el Estado no debe obligarme a participar en la cena anual de la industria carnicera, ni podría discriminarme por no hacerlo. Eso sería una violación de mi libertad religiosa propiamente tal. Lo mismo ocurre si mi religión me exige vestir de cierta forma y el Estado me lo impide para ir a trabajar.  
Hay también otro aspecto en el que nos solemos liar, cuando nos encontramos con la libertad religiosa y la confundimos con la libertad de conciencia, y es que hay un límite muy sutil, si el deber surge de un imperativo moral común (no matar, no mentir, no cometer adulterio) se debe apelar a la libertad de conciencia; en cambio, si proviene de una norma válida solo a sus miembros (ir a misa, bautizarse), entra en juego la libertad religiosa. Por ejemplo, cuando un médico se niega a practicar un aborto, el Estado no puede sancionarlo por ello porque violaría su conciencia, sin importar a qué religión pertenece. En cambio, un Testigo de Jehová que se niega a recibir una transfusión de sangre, debe invocar su libertad religiosa, porque solo los de su grupo están obligados a observar esa prohibición. No podría un médico Testigo de Jehová, por ejemplo, negar ese tratamiento a un paciente suyo que sea católico, apelando a que su religión se lo prohíbe.
Pueden parecer un montón de distinciones bizantinas, pero hay que procurar tenerlas en cuenta cuando tengamos que hacer comentarios sobre algunos temas que tengan como telón de fondo a una religión.

Feliz y Dulce Día.