martes, 31 de octubre de 2023

¡¡¡Buen y feliz martes!!!

 “Nunca he mantenido que todo lo medieval fuera bueno; son los fanáticos quienes han sostenido que todo lo medieval era malo”. (G. K. Chesterton)


¡¡¡Buenos días!!!

Una de las características que me parece interesante subrayar de los últimos años o mejor de las últimas décadas es la fuerza que están adquiriendo distintas ideologías en nuestra sociedad y que por supuesto lo hacen también sobre nosotros.  

Me voy a detener un poco para repasar que entiendo por ideología, la ideología es básicamente un conocimiento práctico, no teórico; ¿qué significa esto? Pues que lleva siempre a la acción y a la movilización, siempre se va a dirigir a realizar actos, a la toma de decisiones y a la dirección de conductas.

Otra cosa también interesante de las ideologías es que nunca van dirigidas hacia la persona aislada, sino para el hombre como una parte de la sociedad, porque se dirigen a organizar la convivencia entre las personas. Van a regular todo lo público por lo que siempre terminan en un programa de gobierno y en una ordenación de la sociedad.

Una ideología tiene prisa, siempre, en ponerse en práctica, lo que impide que se pueda hacer una reflexión tranquila y seria, el nivel de reflexión es siempre mínimo pues no intenta hacer pensar y reflexionar a las personas sobre ella sino lo que hace es dirigir su pensamiento anulando la posible reflexión. No va a tratar de formar la conciencia de una persona sino llevarla en una dirección determinada.

Hay que recordar que estamos en unos días donde la opinión de las personas tiene mucha importancia pues le damos mucha importancia a la libertad de expresión y nos olvidamos muchas veces de que las opiniones son el nivel más bajo de la verdad.

Con todo esto no estoy diciendo que una ideología no tenga ideas, no lo estoy haciendo, claro que tiene ideas, ya que se trata de un sistema de pensamientos más o menos elaborados. Ahora bien, se trata siempre de ideas muy elementales, muy genéricas y primarias. Si las miramos con un poco de atención veremos que son muy fáciles, siempre son simples y fácilmente publicitadas, de ahí que su expansión e implantación sean muy rápidas.

Una ideología no se desarrolla poco a poco, con tranquilidad, ni se estructura como hacemos siempre que queremos conocer bien una cosa. Ellas nacen y se extienden con todos sus contenidos perfectamente desarrollados, y en la gran mayoría de las ocasiones siempre son muy generales y extremos. Nunca se prestan a la reflexión ni toleran una opinión en contra.

Tenemos que pensar que en nuestra sociedad actual la opinión lo es todo y, curiosamente ahora se nos hace prácticamente imposible opinar sobre una ideología que nos estén imponiendo, incluso se da el caso que esa imposibilidad de criticarla se asegura con una ley que establezca legalmente cómo debemos de hablar, actuar y hasta pensar en todo lo que esté relacionado con ese tema en cuestión. Y, es ahora, cuando esa absoluta falta de libertad se da, ahora donde la libertad es una palabra talismán y la que representa mejor a nuestra sociedad. No exagero si digo que las ideologías que nos están imponiendo no son debatidas, sino afirmadas y, por encima de todo, vividas e impuestas.

Lo he dicho antes, las ideologías contienen ideas, pero son elementales, primarias y que conducen siempre a ideales extremos. Todas las ideologías saben perfectamente dónde quieren ir, tienen su objetivo bien definido y por eso nunca se pierden en aspectos secundarios, van únicamente a conseguir su objetivo.

En fin, el objetivo de estas líneas es reflexionar un poco sobre las ideologías y que cada uno de nosotros sea capaz de sacar sus propias conclusiones sin centrarse en ninguna en concreto. 

domingo, 29 de octubre de 2023

¡¡¡Buen y feliz domingo!!!

 “Hay algunas cuestiones en las que la posición más fanática es la más razonable. Contra el canibalismo o contra dar palizas a las esposas, por ejemplo”. (G. K. Chesterton) 

¡¡¡Buenos días!!!

Hay temas en los que me resulta muy difícil tener una opinión clara y momentos en los que al mirar lo que nos está pasando en este país no llegar a la conclusión de que estoy viviendo en uno de los momentos políticos más desesperanzadores que yo recuerde. No lo digo por la incertidumbre por la formación de un Gobierno, sino por el interés que tienen nuestros políticos en colocarse en direcciones contrapuestas, que está haciendo imposible cualquier tipo de entendimiento.

Vemos como normal que ya sea el partido o los partidos que consiguen más votos gobiernen, imponiendo su mayaría, sin contar para nada con la mal llamada oposición, también vemos como normal que quien no gobierne se limite a ponerse en contra de todo lo que propone quien está gobernando.

Pero amigos míos, esto no es la política. Lo que nos está pasando en estos meses nada tiene que ver con ese ideal de lo que es y significa hacer política, al menos como la entiendo yo.

Hay que ver la política ya sea desde una perspectiva subjetiva donde debería ser como una gran vocación de servicio a los demás, que no implica solo a los políticos “profesionales” sino a todos nosotros cuando de alguna manera hacemos política. O ya sea desde una perspectiva externa, como una herramienta para alcanzar el bien común que no se quede solo en los parlamentos o en el gobierno, sino en toda el área pública. Y, solo con mirar un poco la realidad de nuestro país me parece a mí que no es así en ninguno caso.

Me parece que nos hemos olvidado de algo muy importante; y es que nadie, nunca, debe pensar que posee toda la verdad. Recordad que la verdad se busca, nunca se posee, la realidad, que lo queramos o no responde a bases objetivas, siempre tendrá matices de percepción y, para poder equilibrarlos todos es necesario dialogar, escuchar y encontrarse con el otro, no solo coincidir físicamente en una misma habitación, sino de estar abierto al entendimiento, a la posibilidad de coincidir sobre la visión de un asusto. Así ha de ser también la política.

Estamos cada día más aceptando que las acciones políticas son relativas, ya sea en las normas o en los debates. Y, es que, si no hay unos criterios objetivos sobre los cuales distinguir una cosa de otra con seriedad, no hay debate posible ni encuentro que llegue a buen puerto. Si como vemos ahora, todo depende de lo que proclame el líder, al que se le debe de obedecer ciegamente, y de los argumentos que escribe el gabinete de prensa del partido, los cuales hay que repetir como unos loros, no hay predisposición para el diálogo. Y es que, si el interlocutor con el que nos tenemos que sentar lo considero como un rival, como un enemigo a batir, no existe ninguna posibilidad de acuerdo.  

Todo esto no lleva a que tengamos dos enormes problemas: por una parte, la imposibilidad de realizar las mejores medidas posibles, que son fruto del diálogo y del discernimiento, para alcanzar el bien común en cada caso; de otro, que esa polarización es cada vez más grande, conscientemente buscada por los políticos para llevarla al resto de la sociedad.

Y esto es la pescadilla que se muerde la cola, la polarización de los políticos nos lleva a la polarización de la sociedad, lo que se refleja en nuestro día a día, en nuestro ambiente cotidiano y social.

Hay, entonces, si queremos solucionar esta situación empezar por no dejarnos influir por esa división que nos imponen. Dialoguemos nosotros, entendámonos, impliquémonos en la vida pública, exijamos a nuestros representantes que estén a la altura que se necesita en estos días, y es que otra clase de política se puede hacer. 

sábado, 28 de octubre de 2023

¡¡¡Buenos días!!! ¡Feliz sábado!

 “Es puro sentimentalismo presentar un mundo lleno de felices matrimonios. Pero es mucho más tonto y sentimental presentar un mundo lleno de felices divorcios”. (G. K. Chesterton) 

    ¡¡¡Buenos días!!!


El insomnio nos puede llevar a conclusiones curiosas y que a la vez tienen muchas probabilidades de ser ciertas, pues las hemos repasado durante horas. Esta noche he llegado a la conclusión de que nunca voy a llegar a entender del todo a las personas. Es posible por eso que ahí se encuentre una parte importante de la magia de las relaciones humanas.

Y es que por muy transparente que sea, siempre albergaré una buena dosis de misterio que guardo celosamente para mí y que no comparto. Por eso mismo, en muchas ocasiones los demás pueden resultar inalcanzables porque a todos guardamos algo en nuestro interior.

¿En cuántas ocasiones nos hemos preguntado el “por qué” de decisiones o reacciones de personas que no entendemos? Nos las encontramos en cualquier ambiente y lugar, en nuestros amigos, con nuestra pareja, con nuestros vecinos… En cualquier relación que tengamos con personas. No entendemos el porqué de cosas que ocurren. No entendemos como se ha llegado a la situación en que nos encontramos. Y esa falta de conocimiento del porqué de muchas circunstancias se convierte durante alguna noche en un verdadero quebradero de cabeza.

No siempre vamos a tener una explicación para todo lo que nos pase en la vida. En especial en lo que respecta a las relaciones entre personas, las personas somos muy complejas, y tenemos muchos motivos, muchas historias personales y muchas palabras que no hemos dicho o que no hemos sabido decir… por eso no nos debería de extrañar que en ocasiones no podamos comprender algunas acciones, algunos silencios, o algunas decisiones. Pero que no las comprenda no debe significar que no tengan un sentido. Solo significa que no tengo todos los datos, y es que la otra persona tiene derecho a ser otra persona.

Ese afán por querer entender me lleva en alguna ocasión a meterme en auténticos laberintos de los que no encuentro la manera de salir. Y es que tengo que aceptar que hay decisiones que no son mías. O reacciones que pertenecen que quien reacciona ya se equivoque o acierte, tiene ese derecho. Yo solo puedo aceptarlas y respetarlas y, además la otra persona puede no querer darme explicaciones.  

Intentar entenderlo todo, controlarlo todo, explicarlo todo, llega a convertirse en un laberinto sin salida cuando no está en mi mano y la otra persona no quiere. Así de fácil y de complicado a la vez. Por lo que a veces tengo que admitir que solo me queda seguir adelante. Solo me queda aceptarlo, y tal vez mejor olvidarlo. Solo me queda salir de ese laberinto saltando los setos sin llegar a ninguna conclusión y procurar no volver a es jardín. 

jueves, 26 de octubre de 2023

¡¡¡Buenos días!!! Seamos justos, tiene que haber justicia.

 “Un gran número de personas están en este momento prestando demasiada atención a la sal de la vida y más bien poca atención a la vida”. (G. K. Chesterton) 

¡¡¡Buenos días!!!

Cuando te pones a meditar sobre lo que está pasando en Tierra Santa te das cuenta de lo poco que podemos aportar para remediar de alguna manera todo el sufrimiento que allí se está padeciendo.

Veo las noticias y me pregunto ¿Cómo es posible que se cause tanto daño? Me asusto ante lo que puede pasar no solo en esa zona del mundo sino en el conjunto del mundo si la guerra se extiende. He intentado adentrarme en el tema analizándolo para de alguna manera distribuir culpas, y tengo que reconocer que el primer sentimiento que he tenido ha sido de rechazo. Y, esta primera impresión ya me da una imagen para hacerme una idea y entender qué está pasando, para profundizar en esta complicada situación tan dolorosa. No soy un experto en relaciones internacionales, pero no es necesario para poder hacer un juicio sobre estos últimos hechos. Mi experiencia me indica el camino.

No importa cuál sea mi ideología, da igual la que sea, el horror que he sentido y siento me indica que la falta de respeto por la vida y por la libertad del hombre es injusta, absurda. Se me ha hecho muy difícil localizar la primera injusticia que provoco todo este conflicto en Tierra Santa y, es más, he llegado a la conclusión que es inútil que continue buscándola. Hay un pensamiento que tengo claro; hay que parar esta espiral de revanchas que ya dura más de 70 años, ¡ya está bien!

Después de tantos años nuestra experiencia nos dice que nuestro deseo de justicia, que es inmenso, no se satisface con la venganza. La justicia, como muchos otros deseos, no se realiza muchas veces como habíamos pensado, como habíamos imaginado inicialmente.

Sin embargo, no es fácil, desde el ataque de Hamas, espero que todos estemos sobrecogidos e impresionados por la crueldad con la que se ha actuado. Ya sé que el conflicto es largo y endiablado. Pero lo que ha hecho Hamas no tiene ninguna justificación. Por eso es más conveniente que nunca que Israel no responda como está respondiendo.

Pero seamos justos, tiene que haber justicia y, esto nos complica mucho tomar una decisión. Tenemos claro que un sistema judicial aleja la amenaza de una venganza, pero si lo pensamos un poco veremos que no la suprime, la limita a una represalia única, cuya puesta en acción queda en manos del Estado. El principio sigue siendo el mismo: se intenta alcanzar justicia, en este caso con una violencia controlada. En ambos casos rige el mismo principio de reciprocidad violenta, de retribución. La ley penal y el sistema judicial afortunadamente frenan el peligro de la escalada. Pero no restauran la injusticia sufrida por la víctima.

Y, esta es la clave de la cuestión, la víctima inocente. Qué estamos observando en este conflicto; pues, que la víctima es víctima porque se la considera culpable. Ninguna parte del conflicto admite la posibilidad de una víctima inocente. Los terroristas de Hamas atacan a los civiles israelitas porque los considera culpables de la ocupación y el ejército israelí hace la guerra a los civiles palestinos porque los ve a todos como terroristas o amigos de los terroristas.

Para empezar a solucionar el problema se tienen que reconocer a víctimas inocentes, hace falta realmente una víctima inocente para romper este embrollo. Una víctima inocente que vaya más allá de un sistema retributivo de justicia que este basado en la violencia controlada o no controlada. No podemos pedir a una víctima que renuncie a su deseo de justicia y a su deseo de reparación. Esto sería inmoral e inhumano. No puede haber justicia con la injusticia. Y, hay que admitir que solo se hace justicia cuando el que ha sufrido el mal encuentra una restauración que lo satisface por completo. Una restauración, una respuesta que le permite no tener que crear nuevas víctimas.

Este es nuestro trabajo, buscar y dar voz a esas víctimas inocentes. Hay en Tierra Santa muchas personas y lugares donde se pueden encontrar porque existen, nuestras raíces aún sobreviven en esas tierras.

miércoles, 25 de octubre de 2023

¡¡¡Buenos días!!! ¡Feliz miércoles!

“Cuando las cosas malas son malas, las buenas se hacen buenas en un estallido apocalíptico. Algunos son tristes porque no creen en Dios; pero muchos más lo son porque no creen en el demonio”. (G. K. Chesterton)

¡¡¡Buenos días!!!

Una de las cosas que más me sorprenden de las personas más jóvenes con las que me encuentro es el nivel tan limitado y bajo de sus sueños. Supongo que será porque me recuerdo aspirando a mucho más, buscando un gran objetivo por el que merecía la pena apostar, pelear… Una clase de ideal que me hacía pensar que un mundo mejor se podía conseguir y que estaba en mi mano ayudar a conseguirlo. Tenía claro que había que aspirar a mucho más para alcanzar algo.

Alguna vez, al escuchar muchos de los sueños tan pequeños de la gente se me ha escapado; “¡hala! ¡en serio!” “¡solo!” y es que me parece que se está imponiendo una rebaja de los ideales y sueños. Tal vez sea por la crisis económica y social por la que estamos pasando, tal vez porque nos hemos acostumbrado a una resignación que nos hace confundirla con la virtud… La verdad es que se están atenuando las ganas de vivir y de mejorar. Y, claro, con este panorama es muy difícil ver las cosas desde una perspectiva más idealista.  

Es verdad que la vida no va solo de soñar, sino que hay que estar en la realidad de las cosas y no en otro lugar. Pero es que, viendo a lo que aspira la gente comparándolo con lo que yo pensaba, me da la sensación de que se ha impuesto una clase de sensatez que no se distingue de una derrota ante las ideas y convicciones que fueron básicas en mi juventud. Son muy pocos los que aún creen y aspiran a que la verdad venza, a conseguir una victoria del bien y de la humanidad. Pocos son los que continúan luchando por la justicia confiando en el poder que tiene la bondad y el espíritu pacífico. Son pocos, también, los que son capaces de entusiasmarse ante la idea de conseguir un mundo mejor.

Desde hace unos veinte o treinta años veo que las personas cada vez más piensan que para sobrevivir a los peligros de cada día, hay que hacer más pequeños nuestros sueños, echando a la basura una cantidad de cosas buenas que ya consideramos prescindibles. Pero que eran las que nos marcaban el horizonte al que queríamos llegar. Ya sé que ahora se pisa un terreno más seguro, la gente tiene más seguridades, sin embargo, de poco sirven si no tiene sentido hacia el que caminar.

Está claro que, con el paso de los años, cuando vamos madurando en la vida empezamos a relativizar las cosas y colocando en su lugar algunos de nuestros ideales. Pero si esto lo empezamos a hacer antes de tiempo puede convertirse en simples fracasos que van reduciendo nuestra humanidad y nos mutilan el alma. Me causa tristeza ver como muchos jóvenes ya no viven con la verdad por delante, porque han descubierto, viendo lo que pasa a su alrededor, que es más útil y rentable la mentira. Me entristece observar cómo ante el primer desengaño y la primera traición abandonan la confianza en la bondad del hombre y, esconden su corazón para evitar sufrir y que les hagan daño. Es sorprendente ver como se desconfía ya no solo de las personas, sino también de los grandes ideales, de forma que las grandes causas y las banderas que levantamos hace años son pisoteadas porque lo políticamente correcto es más rentable que la verdad, y de cómo se ha llegado a la conclusión de que detrás de un gran ideal hay un cretino aún más grande.

Los gritos de hace unos decenios motivados por la defensa de la justicia ya no se oyen, han ido reduciendo su volumen a base de aceptar acuerdos con pequeñas injusticias. Son todas ellas pequeñas derrotas que han ido desligando y estropeando partes del alma de las personas.

A pesar de todo, estoy seguro de que todo esto no es fruto de una evolución del hombre, y que las personas poseemos en nuestro interior un deseo de ilusiones y grandes ideales. Lo que pasa es que hemos ido ahogando su entusiasmo a base de hacer creer que el éxito pasa por tapar con bienestar y dinero los huecos del alma en los que antes habitaban la fe y la esperanza.

martes, 24 de octubre de 2023

¡¡¡Buenos días!!! ¡¡¡Feliz martes!!!

 “No pretendamos, como esos torpes demagogos, empujar a los triángulos a que se emancipen de la tiranía de sus tres lados”. (G. K. Chesterton) 

¡¡¡Buenos días!!!

A pesar de la primera pantalla de la mayoría de las webs de los periódicos, no veo que el mundo esté tan estropeado que no tenga remedio, ni que una parte de la humanidad comience el día con el propósito de engañar a la otra parte. Siempre he pensado que era una exageración pensar que el mundo este “perdido”. No es que haya que negar lo evidente, pero tampoco cargar las tintas. Estimo que hay más gente que, en medio de sus obligaciones, agobios y sinsabores, que todos tenemos, tratan de sobreponerse y dar lo mejor de sí mismos.

A mí me emociona que cuando entro en algún lugar en el que ando despistado una persona se me acerque a darme un consejo o simplemente decirme: ¡cariño!, ¿necesitas algo? O que vaya a una tienda y me atiendan con amabilidad, que me faciliten las cosas, e incluso, en medio de la que está cayendo, me sonrían: tiene su mérito; no me acostumbro, siempre me alegra. No sé. No veo que vayamos crispados por la vida. Personalmente me encuentro desencrespado; y lo veo en otros: es mejor dar paz porque se está en paz, que desarbolado en pie de guerra.

Tenemos que ser capaces de ver lo bueno que hay en los demás, incluso a través de las muchas distorsiones que nos pueden incapacitar para la ver la bondad. Que nos encontremos en un mundo imperfecto nos debe espolear a mejorar, a luchar en el sentido bíblico de la expresión, o sea pelear en las batallas que realmente importan. Pues esto va a ser lo que nos hará mejores.  

A veces tengo la impresión de que algunas personas no se han propuesto ser buenos, que les da igual todo y que deciden dar por sentado que lo mal que esta el mundo no tiene remedio, cuando sin lugar a duda muchas cosas tienen arreglo.

Se tiene que comprender que muchas cosas se hacen mal, lo malo no es que se hagan cosas mal en el mundo, si uno se percata. Lo peor, en mi opinión, es no darse cuenta de lo que se hace, ya sea por ignorancia, inadvertencia, incompetencia; y excusarse de la propia responsabilidad, echando las culpas a los otros. Se necesita cierta valentía para admitir el propio fracaso.

Lo que pasa es que, en la sociedad actual, y tal como están las cosas, si admito que no he estado acertado no voy a deber tener más remedio que dejar lo que estaba haciendo, bajar la cabeza y recibir toda clase de insultos; cuando más bien, en mi opinión, debería venirme arriba, y ser, por ese mismo coraje, admirado. Cuando uno llega a un lugar donde su incompetencia es manifiesta lo que debería hacer es bajar un escalón. No pasa nada, nadie es imprescindible en esta vida. Sin duda, esta forma de actuar nos puede evitar muchos problemas y, sobre todo, dejaríamos de acalorarnos y ser crueles con los que se han equivocado. 

domingo, 22 de octubre de 2023

La pregunta fundamental.

 “No se puede ser excéntrico sin que haya un centro”. (G. K. Chesterton)

¡¡¡Buenos días!!!

Ha pasado ya un mes desde la última vez que aparecí en Instagram y no ha sido por haberme olvidado de los viajes, es más, todo lo contrario, por haber estado haciendo, aún, la digestión del último y por estar pensando el siguiente.

Las prisas son una de las cosas que la tecnología nos lleva a demandar en muchas ocasiones. Nos hemos acostumbrado a tenerlo y saberlo todo inmediatamente, a no esperar. Y, sería muy difícil encontrar una costumbre más dañina para buscar y elegir un viaje, que exige esfuerzo, concentración y un análisis tranquilo.

Antes de empezar a considerar a donde vamos a dirigir nuestra bicicleta el año que viene, en vez de lanzarnos a decir el primer lugar que se nos ocurra, hay que pararse a pensar, porque, de otro modo, vamos a perder mucho tiempo preparando proyectos que no nos llevarán a ninguna parte.  

Al existir muchos lugares a los que nos gustaría ir, antes de lanzarnos a la tarea de descubrir cual nos interesa más, conviene que dediquemos algo de tiempo a pensar cómo conviene realizar esa búsqueda, qué camino conviene tomar, de qué manera hay que recorrerlo y qué herramientas debemos utilizar, para no dar palos de ciego.

Lo primero, lógicamente, es saber el tipo de viaje que uno puede hacer. No es lo mismo viajar al pueblo de al lado que al Cabo Norte. En nuestro caso, lo primero es darse cuenta de que la cuestión que nos ocupa no es una pregunta cualquiera, sino una pregunta fundamental. Más aún, es la pregunta fundamental. Sea cual sea la respuesta, se trata de la pregunta más importante del viaje y encontrar la respuesta es la mayor y más emocionante aventura. Sea cual sea la respuesta, afectará a absolutamente todas las cuestiones que nos planteemos durante el tiempo en el que vamos a estar pedaleando y a todo lo que hagamos en su transcurso, consciente o inconscientemente, del mismo modo que el estado del cimiento de un edificio afecta a todo lo que se construye sobre él.

 Eso nos indica que, si queremos responder a esta pregunta adecuadamente, debemos considerarla con toda seriedad y poniendo en ella todo nuestro interés. El que se tome un viaje por la jungla tropical como un paseíto por su calle, terminará devorado por las fieras o en el fondo de una ciénaga. Cuando se construye una casa sobre arena, vienen los vientos y las tormentas y la derriban.

Además de exigir seriedad, ese carácter fundamental de la pregunta tiene también otra consecuencia. Cuanto más importante y profunda es una cuestión, cuanto más toca a nuestra vida, menos probable es que se pueda resolver utilizando solo un tipo de conocimiento y lo más probable es que tengamos que implicar nuestra propia vida en resolverla.

Si, cuanto más importante es una pregunta más tenemos que emplear todas nuestras habilidades y nuestro ser en responderla, ¿qué significa eso en el caso de buscar el objetivo de nuestro viaje para el año que viene, que, como hemos dicho, es la pregunta más importante de todas? Significa que, para mostrar satisfactoriamente nuestro lugar de destino, no basta con dar con una formula, como haríamos con una simple cuestión matemática. Puede haber, y hay, formulas y aplicaciones, pero no bastan. Hace falta más, porque, si ese lugar existe, absolutamente todo tiene que llevar hacia él, señalar hacia él y hablar de él.

Esto es lo que tenemos que encontrar. No basta con que encontremos que un camino en concreto lleva nuestro destino. Nuestro viaje no estará completo si no mostramos que todo nos lleva hacia ese lugar, porque no deben llevar a ningún otro sitio. 

Pertrechémonos bien para emprender nuestra odisea y lancémonos después a la aventura más emocionante que debe haber en 2024.

Si bien es cierto que el destino de todos mis viajes siempre es y será el mismo; llegar a mi casa. 

miércoles, 18 de octubre de 2023

¡¡¡Buenos días!!! ¿La información es poder?

 “Hay una clase de crítica que nos recuerda que hemos leído un libro y hay otra clase, mucho mejor, que nos convence de que nunca lo hemos leído”. (G. K. Chesterton) 

¡¡¡Buenos días!!!

Desde siempre hemos sabido que la información es poder, no solo la información que es verdadera sino también la falsa. Lo que nos está sucediendo ahora es que tenemos una ingente cantidad de ella y que se nos hace difícil hacernos una idea de todos los aspectos posibles para tener una opinión verdaderamente contrastada y, por lo tanto, fundada.

Y es que, si los ciudadanos no conseguimos comprender todo lo que está en juego en algunas decisiones importantes, entonces nuestra libertad de opinión y decisión pueden inclinarnos a tomar decisiones equivocadas.

Si ahora miramos con un poco de atención la información que recibimos veremos que las más abundantes, las que nos están llegando sin parar e influyendo, son las que contienen una fuerte carga emocional y que acaban por no dejarnos utilizar la razón para analizarlas. Ello nos lleva a que se cree una opinión social que se encuentra basada en las emociones, qué exacerbadas por quienes tienen la capacidad de hacerlo consiguen alcanzar los objetivos democráticos que pretenden sin que nosotros podamos analizarlas ni estudiarlas.

Un buen orador, así como una buena campaña mediática puede conseguir utilizando las emociones o provocando las en el público que se haga lo que debe, o, en el peor de los casos, que haga lo que al orador o la campaña le interesa. Gracias al uso de los tópicos, las figuras del lenguaje, y el poder de la elocuencia, un buen discurso y una buena puesta en escena puede cambiar el estado de ánimo de quienes lo escuchan y ven.

En ocasiones, todo ello conduce a que nuestras emociones respecto de una idea o de un líder o nuestras sensaciones subjetivas influyan de una forma más efectiva en la toma de nuestras decisiones que los datos y estadísticas objetivas o los hechos comprobados, llegando a ser más importantes que la verdad.

Existe en estos días un debate político en el que hay un predominio de los argumentos emocionales sobre los racionales, no es extraño encontrar mensajes que recurren a la simplificación del discurso, a la promesa de medidas políticas o sociales o la utilización de afirmaciones destinadas todas ellas a ganarse la adhesión de la población, y a discursos demagógicos, populistas o extremos. Estos sistemas son legítimos en democracia, pero problema es cuando empiezan a ser sustituidas por verdades a medias, informaciones tergiversadas e incluso falsedades que causan, todas ellas, un impacto notable en la opinión pública.

El problema aparece cuando la mentira y el engaño se convierten en un instrumento con el que influir en el proceso democrático.

La preocupación aumenta cuando las falsedades o mentiras causan un deterioro de los valores constitucionales básicos o a derechos de terceros o buscan infundir en la opinión pública el odio o rechazo hacia determinados colectivos. De hecho, entre los mensajes utilizados por determinados movimientos o líderes políticos no faltan aquellos que podríamos encuadrar dentro de lo que se conoce genéricamente como discurso del odio o de la discriminación.

Estamos viendo como esos mensajes que atribuyen falsamente a determinados colectivos la culpa de alguno de los “problemas” de una región es más que habitual en estos días. En muchas ocasiones se trata de campañas de difusión del miedo que ayudan a extender entre sectores de la población ese pensamiento acrítico e irracional del que hablábamos anteriormente y el rechazo a determinados colectivos.

La cuestión es que, muchas veces, se consigue que no podamos opinar conforme a parámetros de valores colectivos, de los valores y principios que nos hemos dado en democracia, y pasemos a construir nuestro pensamiento desde un seguidismo acrítico que repite eslóganes que faltan a la verdad y discriminan.

En una línea parecida, hemos de plantearnos qué sucede con los mensajes que se sustentan en datos falsos que incitan a la población a actuar de un determinado modo, poniendo con ello en riesgo otros valores importantes como la seguridad o la salud. Lo vimos, por ejemplo, con la proliferación de discursos negacionistas, y proselitistas, sobre la gravedad de la Covid-19 que invitaban a no hacer uso de mascarillas, la distribución masiva de mensajes falsos sobre remedios a la enfermedad o las falsedades difundidas sobre las vacunas contra el virus.

En fin, basta por hoy, voy a ver si es posible mañana aclararme un poco con el concepto de “verdad”. 

lunes, 16 de octubre de 2023

¡¡¡Vamos a por el lunes!!!

 “Un clásico es un autor al que se cita en vez de leerlo”. (G. K. Chesterton)

¡¡¡Buenos días!!!

Me sorprendió ayer por la tarde una expresión, que me costó entender su significado, la “cultura de la muerte”, y es que, si llamamos cultura a todo un conjunto de modos de vida y costumbres que se dan en una época o en una sociedad y, oigo decir que estamos rodeados por una “cultura de la muerte” de entrada me preocupo.  

¿Existen motivos para que me preocupe? ¿existe una visión social que considera la muerte de las personas con cierto favor? ¿tenemos una serie de actitudes, comportamientos, instituciones y leyes que favorecen y provocan que se puedan suprimir algunas vidas humanas? Interesantes preguntas que nos pueden llevar a respuestas sorprendentes.

De entrada, me sorprende el que me pueda encontrar con personas que defienden una “cultura de la muerte”, entendida según la acabo de definir. Pero, esas personas me dicen que existen.

La pregunta obligada ahora es ¿qué actitudes y que comportamientos, incluso qué leyes promueven esta “cultura de la muerte”? Puedo pensar rápidamente en esos grupos de personas que aceptan la violencia gratuita como esos hinchas de algunos equipos de fútbol. O en esos grupos que deciden, la eliminación de personas inocentes, como ocurre con los grupos terroristas. O en esos locos del volante que conducen temerariamente elevando el riesgo de accidentes mortales.

Estoy seguro de que la mayoría de nosotros rechazamos esas actitudes, tan reales y que las vemos constantemente. Sin embargo, el problema de apreciar una “cultura de la muerte” aparece ante temas como la pena de muerte, el aborto, el suicidio o la eutanasia, lo cual nos muestra cómo en estos ámbitos la “cultura de la muerte” ha logrado esconderse y avanzar enormemente en las últimas décadas.

¿Qué hacer ante este avance? Según mi parecer, con el respeto a la verdad. Tenemos que ser capaces de ver las cosas como son y averiguar las injusticias que pueden existir en muchos actos que son defendidos y promovidos por personas que ven que exista una “cultura de la muerte” en, por ejemplo, el aborto o en la eutanasia.  

Hay que reconocer la verdad respecto al aborto: en cada aborto se suprime la vida de un ser humano en sus momentos iniciales. Negar este dato es un acto de deshonestidad intelectual, es un abuso lingüístico de quien defiende la mentira para eliminar a hijos no nacidos. Igualmente, en la eutanasia, entendida como acto o como omisión programada directamente para provocar una muerte que no ocurriría sin ese acto, un ser humano elimina (mata, podríamos decir de modo explícito) a otro ser humano, con la excusa de que se quieren evitar sufrimientos “inútiles” o insoportables.

En estos dos casos (aborto y eutanasia) se toma una opción contra una vida en función de ciertos intereses.

¿Cómo ha sido posible un avance tan significativo de la “cultura de la muerte”? ¿Puedo decir entonces que existe la posibilidad de que exista una “conjura contra la vida”?

Tenemos que pensar un poco más sobre este tema, no está bien que vivamos en una sociedad en la que algunas personas no quieren que otras puedan nacer, vivir o morir de modo digno. Esas personas a las que no se las quiere vivas, merecen respeto y amor, sencillamente porque son seres humanos como nosotros, tal vez débiles, quizá estén sufriendo, y, por ello mismo, están más necesitados de nuestro apoyo y compañía.

¡Ah! Después de todo lo anterior, tengo que concluir que la “cultura de la muerte” no puede ser una verdadera cultura (en la segunda acepción del término), sino anticultura, pues sólo hay verdadera cultura allí donde hay humanización, respeto a todos los hombres y a cada hombre, comenzando, precisamente, por ese bien que posibilita la convivencia de la sociedad: el de la vida de cada uno de nosotros.

domingo, 15 de octubre de 2023

¡¡¡Buen domingo!!!

 “Lo más increíble de los milagros es que ocurren” (G. K. Chesterton)

¡¡¡Buenos días!!!

Ayer por la tarde me sentía especialmente contento, no por nada en concreto, pero lo estaba, así que se me ocurrió mirar lo que me tenía que decir el Diccionario de la RAE sobre la palabra “contento”. Y, me encontré con dos adjetivos; alegre y satisfecho. Normal. Y, claro, ¿Quién no prefiere la alegría y la satisfacción a sus contrarios, la tristeza y la insatisfacción?

El problema puede aparecer cuando ese “estar contento” se convierte muchas veces en el principal o incluso único criterio para hacer las cosas y tomar decisiones sobre ellas.

Hay una frase que nos puede indicar que no estamos aprovechando bien ese “estar contento”, y es; “si tú estás contento…”. De seguro que esa frase la habremos dicho o nos la habrán dicho en más de una ocasión. No quiero decir que no esté bien dicha ni bien aplicada, sino que muchas veces es incompleta.

Si observamos, cuando la usamos notamos que nos encontramos ante una decisión que hemos tomado o que han tomado: “este fin de semana me voy a…” Si tú estás contento… Oye, pues si no tienes otros compromisos y puedes, ánimo.  

¿No nos hemos detenido a pensar que hay otros factores más importantes que el mero contento personal a la hora de tomar una decisión? Seguro que sí, seguro que lo hemos pensado muchas veces, pero ¿los tenemos en cuenta? O solo los miramos de reojo.

¿Cuál es la verdadera alegría y el verdadero contento? Aquí se nos abre mucho el tema, pero yo veo tres cosas que son necesarias para sentirse alegres, veamos, alguien a quien querer, algo que hacer y algo en que esperar. Sin amor está claro que no puede haber alegría pues el rencor y la alegría son incompatibles. Sin querer hacer algo con entrega y amor no va a salir ningún tipo de alegría de nosotros.  Del no hacer nada y no ser útil a nadie, no nace alegría sino aburrimiento.

He aquí una pequeña guía: hacer las cosas con amor y así llevar un poco de alegría a nuestro alrededor, mientras esperamos la alegría final. 

sábado, 14 de octubre de 2023

¡¡¡Por fin es sábado!!!

 “El hombre que mata a un hombre mata a un hombre. El hombre que se mata a sí mismo mata a todos los hombres, por lo que a él respecta” (G. K. Chesterton) 

¡¡¡Buenos días!!!

Hoy en día parece que ante acontecimientos como los que están sucediendo en Tierra Santa nos tenemos que posicionar al momento de que sucedan, sin reflexionar pausadamente durante unas horas o días, esta sociedad propicia esa prisa en tomar un bando.   

En realidad, ante estos hechos, no necesito tanto tiempo, pero la pregunta es obligada de todas formas ¿dónde debo posicionarme? ¿Qué bandera debo levantar? Pues lo tengo muy fácil, tengo que mirar los hechos desde la misericordia. Sí, la misma con la que me acerco a toda persona que sufre en este mundo y que no tiene en cuenta la clase de persona que sea ni se deja guiar por criterios políticos ni ideológicos ni económicos. Efectivamente, la misma que me dice que toda vida humana vale. El resto es política, tal vez necesaria, pero política.

En este caso particularmente conviene recordar que las religiones tienen un peso específico en el problema, y qué si todos nos sentimos hijos de Dios, y lo experimentamos como una relación de amor, nuestro enemigo se convierte automáticamente en nuestro hermano, por muy diferente y ruin que nos pueda llegar a parecer.

Resumiendo, los cristianos buscamos la fraternidad, y para que esto suceda es preciso comprender que la oferta cristiana pasa por vivir todos como hijos de un mismo Dios. Un Dios, que no haría falta recordar que es amor.

Así de fácil, así de sencillo y así de complicada es la solución a todo lo que está pasando en Tierra Santa. 

viernes, 13 de octubre de 2023

¡¡¡Feliz viernes!!!

 “La finalidad principal de la vida del hombre es mirar las cosas como si no las hubiese visto nunca”.  (G. K. Chesterton)  

¡¡¡Buenos días!!!

Si pensamos que cualquier información o cualquier afirmación que un Estado da a sus ciudadanos tiene que poder ser discutida, estamos diciendo que se trata de un Estado que se considera democrático, en caso contrario pondríamos poner en duda la democracia, pues bien, tenemos ahora que reflexionar en lo que estamos observando a nuestro alrededor.

Pensando de esa manera nos encontramos en que es necesario, entonces, que se garantice la capacidad libre e informada de disentir sobre cualquier asunto, incluso admitiendo opiniones que puedan molestar al Estado. La fuerza de una democracia radicaría en aceptar, más aún, en propiciar, la discusión permanente de las decisiones que adoptan y ejecutan quienes tienen legitimidad para hacerlo.

Ahora bien, en el debate público, junto al intercambio de ideas, se produce en numerosas ocasiones una transmisión de información o se expresan ideas que se sustentan en hechos que pueden ser veraces o no. Esto puede suceder ejerciendo la libertad de información, cuando se están transmitiendo opiniones que se basan en supuestos deliberadamente falsos. Ahora tendremos que preguntarnos si la libertad de expresión nos permite mentir, me refiero a expresar críticas, defender y propagar ideas basándose en hechos que faltan a la verdad, incluso a veces, son radicalmente falsos.  

Ahora, una buena pregunta podría ser; ¿cuándo podemos decir que se ha cruzado esa línea roja que separa lo que cabe considerar crítica, o defensa de puntos de vista discrepantes u opiniones políticas sustentadas en hechos veraces, de las opiniones o informaciones que manipulan los hechos que transmiten e incluso incurren en la falsedad o en la mentira, en lo que ha venido a denominarse desinformación?

Si estamos constantemente recibiendo mala información no vamos a ser capaces de ponernos de acuerdo ni siquiera en aspectos básicos, lo que impide construir una democracia que funcione. Y es que, la democracia se debe de asentar sobre un debate público que sea plural e informado; no solo en la libre opinión, sino también en que la información sea veraz. Se precisa tener una información completa y verídica.

En definitiva, lo que interesa es aclarar si hay afirmaciones, ya sea del gobierno o de ciudadanos o de asociaciones o partidos políticos, no importa, que, por su absoluto desprecio al rigor informativo o por su manifiesta intención de engañar, no son admisibles. La democracia reclama libertad informativa y de expresión, pide participación y debate, pero en esa interacción hay unas mínimas reglas de juego que deben respetarse cuando ciertas expresiones o la comunicación de determinados hechos falaces confrontan con derechos constitucionalmente protegidos.

Posiblemente es hora de que debamos determinar cuáles son esos mínimos exigibles para una pacífica convivencia, si queremos hablar de una garantía democrática básica.

jueves, 12 de octubre de 2023

¡¡¡Buenos días jueves!!!

 “Una disculpa fría es un segundo insulto”.  (G. K. Chesterton)  

¡¡¡Buenos días!!!

Creo que nunca nos deberíamos de cansar de escribir y hablar en contra de las guerras y de la violencia que generan. La violencia ejercida en una guerra y en un acto terrorista es, si lo pensamos un poco, el lenguaje de los débiles, de los que no tienen inteligencia y se dejan llevar por sus instintos más básicos.

Todo lo anterior no quita que la legítima defensa se ejerza ante una agresión pues el agresor injusto debe ser repelido. Sin embargo, ¿Cómo hacer compatibles esos dos aparentes planteamientos contrarios? Creo que solamente con la educación de nuestra conciencia, con la espiritualidad y subiendo lo más posible el nivel de consciencia de las personas. Pienso que no hay otra solución a los conflictos que nos rodean.

Hay que proteger la dignidad de las personas, tenemos que mejorar esa educación de las consciencias y establecer un sistema jurídico supranacional que proteja esa dignidad, un sistema judicial que no tenga intereses de ningún tipo, solo el de proteger esa dignidad de las personas.

Si nos paramos ahora y pensamos, rápidamente nos daremos cuenta de que el lugar donde personas que no se conocen ni se odian y que se matan entre sí por la decisión de otras personas que sí se conocen y se odian, pero no se matan es en una guerra.

Nuestro sentido común nos dice que muchos conflictos no se van a solucionar ni en el mismo lugar ni por las mismas personas que los provocaron, y que es necesario acudir a una instancia superior para que ayude a resolverlo; instancias que existiendo se han de remodelar o actualizar y se fuese necesario crear unas nuevas, pues visto lo visto hay que regular mejor toda la legislación internacional.

En todo caso hay una regla, que no se si está escrita, pero que debe cumplirse a rajatabla y que no puede negociarse es el asalto a la población civil. Si como hemos visto hace pocos días es necesaria una intervención humanitaria por parte de países de manden ejércitos para contener la masacre. ¿De qué manera, y a partir de qué momento crítico? En los últimos casos, creo que la situación fue clara. Por tanto, el espíritu de no violencia ha de compaginarse con la justicia, cosa también difícil en el nivel de consciencia de muchos de los protagonistas.

La cuestión es complicada, sobre todo para un católico; una nación tiene derecho a la legítima defensa, pero Jesús no tomó las armas para ir contra el invasor romano. No aportó una doctrina clara al respecto, nos dejó libertad para aplicar criterios prácticos de actuación, pero de sus palabras podemos tanto defender la teoría de la no violencia o resistencia pacífica ante la agresión, como también la defensa legítima tanto individual como de la nación: cuando se amenaza el bien común de un modo grave, en el marco del respeto de los derechos humanos y el derecho de Internacional Humanitario.

Como veis hay mucho de qué hablar. 

martes, 10 de octubre de 2023

¡¡¡Buen martes!!!

 “No necesitamos una religión que tenga razón en lo que nosotros tenemos razón. Lo que necesitamos es una religión que tenga razón en lo que nosotros nos equivocamos”.  (G. K. Chesterton)  

¡¡¡Buenos días!!!

Viendo lo que hay y escuchando lo que llega a nuestros oídos me acuerdo de una reflexión de Sócrates que conserva para mí toda su validez. Resulta que Sócrates unas pocas horas antes de morir le digo a sus amigos: “no os fijéis en que yo digo esto, sino considerar si es o no es verdadero”.

Porque la amistad o simpatía que sentimos hacia una persona no debe ofuscarnos en la búsqueda por la verdad. Es fácil cometer el error en una discusión de empezar a criticar también a quien está defendiendo una idea diferente a la nuestra o aceptar simplemente sus postulados porque es un amigo nuestro. Y, esto provoca distorsiones en los debates, sobre todo cuando ponemos más atención en los defensores de cada idea y menos en los argumentos de defienden.

Por eso, una discusión bien llevada no debe perderse en ataques o en alabanzas a las personas, sino que deben ir al fondo de cada cuestión, aunque para ir avanzando en el debate tengamos que dejar a un lado las opiniones de un amigo.

Con todo lo anterior no estoy diciendo que se tenga que olvidar que todas las ideas tienen su origen y sus defensores en persona concretas y que a veces las defienden como si tratasen de forofos de un equipo de fútbol.

Sin embargo, a pesar de toda esa dificultad, no nos debemos cegar en el debate. Porque si discutimos como personas es porque pensamos, al igual que Sócrates, que un diálogo bien llevado nos debe servir para desenmascarar los errores y acercarnos a la tan buscada meta donde se encuentra la verdad. 

sábado, 7 de octubre de 2023

¡¡¡Feliz sábado!!!

 Es curiosa la prontitud con la que saltan algunos ante lo que uno dice, y la lentitud con la que comprenden lo que uno ha dicho”.  (G. K. Chesterton)  

¡¡¡Buenos días!!!

Si yo digo ahora que echo de menos la capacidad de discutir. Estoy seguro de que algunos lectores me querrán decir que no hay que discutir, sino dialogar. Sin embargo, me reafirmo: ¡A veces hay que discutir! Desde siempre he apoyado y apoyo el diálogo como una forma de llegar a un encuentro con los demás. Pero a la vez quiero defender la discusión como una forma de sostener el desacuerdo, que no es necesariamente desencuentro.

Y, es que ya no se sabe discutir. Se está perdiendo la facultad de degustar de verdad un buen debate, con una controversia viva en la que yo defiendo una cosa y el otro la contraria. En la que no se pretende llegar a un punto común, sino convencer –o demostrar la razón con mis argumentos–. Y, ¿por qué digo que estamos perdiendo esa capacidad? Porque la gente, cada vez más, termina convirtiendo una discusión en algo personal, que más pronto que tarde deriva en un ataque, en insulto o la descalificación: Si defiendes esa opinión es que eres… (un talibán, un fascista, un ignorante, un chiflado), y así hasta la extenuación.

Tal vez por eso ya casi no nos atrevemos a discutir de política, de religión, de deporte, de educación… porque casi sin darnos cuenta lo volvemos todo personal. Porque parece que el desacuerdo implica enemistad.

La botella está medio llena. O, lo que es lo mismo, está medio vacía.

Una misma realidad puede ser vista de muchas maneras. Decir que la botella está medio llena o medio vacía depende de perspectivas, de valoraciones, de experiencias pasadas, de preocupaciones presentes.

La discusión surge, en parte, desde las perspectivas adoptadas por cada persona. Otras veces, el origen de la discusión está en el mayor o menor conocimiento de datos: quien tiene más elementos de juicio llegará a una conclusión diferente que quien tenga menos información en su poder.

En las miles de situaciones en las que tenemos diferentes puntos de vista y empezamos a discutir, siempre es posible tomar una actitud sana que permita una discusión constructiva.

jueves, 5 de octubre de 2023

¡¡¡Buenos días!!! Y feliz jueves.

 “<<Bueno es una experiencia>>, dice la gente para indicar que algo es irremediablemente desagradable”.  (G. K. Chesterton)  

¡¡¡Buenos días!!!

En pocas semanas, hemos presenciado unas escenas bochornosas en la política española. En las Cortes Valencianas, en el hemiciclo nacional, en las Cortes de Aragón y en el Ayuntamiento de Madrid.

La cortesía y el respeto siempre deben prevalecer, tanto en la vida como en la política, por encima de las diferencias ideológicas y de fobias personales. Me está preocupando que entre nuestros parlamentarios cada vez sean más frecuentes la falta de educación y de modales, lo que nos muestra una degradación institucional que está lastimando nuestra democracia.

¿Es la política española un fiel reflejo de la sociedad? Creo que no, pero los incidentes de estos días tendrían que mantenernos alerta.

La buena educación, la cortesía, es esencial para relacionarnos con los demás, especialmente entre las personas que son diferentes o con modos distintos de pensar. No es extraño que otro de sus nombres sea “urbanidad”, es decir, la virtud propia de los que viven en urbes, en ciudades, en el sentido de que, cuanto más próximos vivimos a los demás, más necesaria es la buena educación, que hace de lubricante para que no resienta la convivencia.

Las personas con las que coincido en mi quehacer diario serán, según los casos, más o menos democráticas, tolerantes, pluralistas, y modernas. La verdad, no lo sé. En cambio, lo que sí se puede notar enseguida es cuando carecen de educación.

Lo que me parece que si que tenemos es un problema de mala educación, de no saber estar, de no entender lo que quiere decir vivir en sociedad.

A muchas personas les parece ridículo lo que en mi juventud se llamaba “urbanidad y buenas costumbres”, que no es otra cosa que conocer el arte de saber hacer agradable la vida a los demás. Y, es que de eso se trata la buena educación: el arte de la agradable convivencia. Y si la buena educación es menospreciada, ya no quiero ni pensar en cosas como el protocolo, que también nos enseña a saber relacionarnos los unos con los otros de forma respetuosa y conveniente.

El problema es que nos hemos empezado a creer los reyes del universo y sujetos de todos los derechos, de tal modo que en lugar de ser yo el que se esfuerza por los demás, deben ser los otros los que han de amoldarse a mis caprichos. Así nos va. El protocolo y la educación hablan de hacer la vida agradable a los otros, norma de profunda sensibilidad humana, por la cual uno es capaz de renunciar a sus apetencias por querer hacer la vida más fácil a los demás.

La buena educación, es, en fin, una caridad de andar por casa, ya que equivale a ponerse siempre en el lugar de los demás. Es decir, es una forma muy básica y puramente natural de ama a tu prójimo como a ti mismo. Por algo se empieza.

¡Ah! Y no se te ocurra decir nada, por ejemplo: pedirle a una persona que le ceda el asiento a una embaraza, porque en ese caso se volverán contra ti todas las iras: intolerante, irascible, retrógrado, carca e insoportable.

Buena educación. Nada más (y nada menos).

miércoles, 4 de octubre de 2023

¡¡¡Buenos día!!! Con la amnistía desayunamos hoy.

 La prueba de la democracia no es si la gente vota o no, sino si la gente gobierna o no. Los votos pueden ser una forma de conseguir esto último o no”. G. K. Chesterton.

¡¡¡Buenos días!!!

No queda más remedio que pronunciarse sobre la posible ley de amnistía, y es que muchas personas no se dan cuenta de lo que esto significa, muchas personas piensan que de lo que se trata solo es terminar con el problema de la independencia de Cataluña, conseguir los votos en congreso para ser presidente y ya está, pero es mucho más.

Según mi entender con el indulto a los responsables de la proclamación de independencia catalana y de todo lo que ello conllevo estaba ya demostrada la incapacidad del gobierno para solucionar este problema, pues hay que recordar que no hubo en ningún momento arrepentimiento. El indulto no me pareció bien, pero hay que admitir que es una facultad que tiene el gobierno. Hay que recordar que el indulto no elimina el delito solo la sentencia.

Ahora se está intentando dar un paso más, creo que, en la dirección equivocada, y es que, si pensamos un poco, recordaremos que la última amnistía en España fue la de 1977 y fue alcanzada por un amplio consenso de las fuerzas que estrenaban la democracia y, supuso el cuestionamiento del sistema jurídico de la dictadura franquista. La verdad, es que, toda amnistía supone una condena del régimen jurídico anterior, es una forma de forzar un cambio. 

Sánchez sabe que esta nueva amnistía va a ir más allá de lo que marca la constitución. Pero le da igual. Le da igual porque la mayoría del Tribunal Constitucional está de su parte. Y no tiene miedo porque se siente apoyado por los resultados electorales.

EL gobierno, lo hemos leído en varios lugares, argumentan que tiene el respaldo de la voluntad popular. Es verdad, se puede conseguir el apoyo de una mayoría de los votantes para conseguirlo. Pero seamos sensatos, es una mayoría de poco más de la mitad de los votos, la minoría en contra es de poco menos de la mitad de los votos.

De todas formas, la amnistía no es una cuestión de mayorías. Estamos hablando del corazón del sistema democrático y del contrapeso de las instituciones.

Me parece muy bien todo lo que se está diciendo por parte de los “viejos” socialistas, los constitucionalistas, la derecha y muchos intelectuales que critican lo que consideran una profunda traición al Estado de Derecho. Lo repiten una y otra vez que hay que denunciar la invasión de las instituciones y muestran lo que creen que de verdad está ocurriendo. Y la mayoría de los socialistas responden repitiendo los números del resultado electoral.

El resultado de las últimas elecciones no sirve para aprobar la amnistía. Pero nos está diciendo que una parte muy grande de nuestra sociedad no percibe ninguna amenaza en el deterioro del sistema democrático, no ven ningún problema en la ausencia de contrapesos en las instituciones. Y por eso no es suficiente proclamar el error que se está cometiendo. Esto, por ejemplo, no lo entienden los “viejos” socialistas pues también han manifestado que votaron PSOE.

Lo que hay que preguntar a la sociedad para que lo entienda es: ¿Cuál es el contrapeso cuando el contrapeso institucional desaparece? Solo queda la fuerza moral de la sociedad por el bien del otro y que hace posible que la democracia sea algo más que el juego de las mayorías. Pero esa fuerza moral falta y no se va a recuperar simplemente diciendo lo que es justo y legal.

No es admisible enarbolar la voluntad popular a través de una Ley aprobada por el Parlamento como una manifestación absoluta del principio democrático que queda exenta de cualquier control jurídico. Un Estado democrático no es tal si no es, al mismo tiempo, un Estado de Derecho, que se ajuste a Derecho, con sus reglas y sus instituciones de control independientes. Esto es lo que está en juego.

Ya se que Pedro Sánchez esta justificando todas sus decisiones, muchas de ellas contradictorias, apelando a la sabiduría de que “se trata de un cambio de opinión”, remite ahora toda decisión futura a garantizar que todo estará dentro de la Constitución. Pero esto es un juego de palabras de los que tanto gustan a los progres ¿En concreto qué significa?  

Lo normal y razonable sería pensar que se trataría de hacer un esfuerzo para que esa ley fuese perfectamente constitucional y que solo, algún error de enfoque o de matiz, resultasen inconstitucionales. Pero en el actual estado de las cosas, viendo los antecedentes de este gobierno con la unidad de poderes que han formado, será la Constitución la que se adapte al interés del parlamento que, a su vez, obedece al mandato del gobierno que, a su vez, obedece a Pedro Sánchez.

Pero claro, para conseguir esto se requiere antes una cosa: que el Tribunal Constitucional deje de serlo para convertirse en un simple servidor del gobierno, y esto es lo que se consiguió en la última renovación con la incorporación de una mayoría gubernamental militante.

La oposición, el PP, se queja de lo partidista que es el Tribunal Constitucional, pero hay que recordar que este partido se calló, no formuló ninguna queja, no promovió ninguna vía para acudir a Europa ante el escandaloso abuso de la justicia constitucional con la sentencia del aborto. Tengo que recordar que los jueces que intervinieron, cuatro estaban contaminados porque habían intervenido antes en esta materia manifestando sus posiciones, Lo cual es un motivo claro, objetivo y bien tasado para que no puedan participar en la decisión del tribunal. Pero, naturalmente, los jueces facción gubernamental, empezando por el presidente del Tribunal, afirmaron que tal incompatibilidad no existía y asunto zanjado. La ley del aborto fue aprobada por mayoría y se acabó el asunto

Bien, pues ahora el PP y el resto de nuestra sociedad pagará las consecuencias y el Constitucional determinará, como antes ya lo ha hecho la Fiscalía, otro organismo colonizado por el gobierno, que lo que se decida sobre la amnistía es constitucional.

Además no puedo dejar de añadir que el gobierno no puede presentar una ley porque está en funciones, pero no importa, se ha hartado de utilizar la vía de que sean los partidos afines quienes lo hagan, porque de esta manera se ahorran comparecencias y consultas obligadas que pueden poner en evidencia el desastre sobre lo que se va a legislar.

Como no están constituidas las comisiones del Congreso y como se tiene prisa pues hay que cerrar los acuerdos para poder formar gobierno, lo que se va a hacer es aprobar la ley directamente por el plenario y en lectura única. Sería o será una brutalidad jurídica, primero porque se trata necesariamente de una Ley Orgánica y esto requiere atención y debate en Comisión y la recepción de opiniones solventes externas a los partidos. Segundo, porque los letrados del Congreso ya manifestaron en su momento, cuando Esquerra y Junts presentaron una ley de este perfil, que no era constitucional y esto exige prestar mucha atención.  Pero, no importa, se resolverá en un “visto y no visto”, se enviará al Senado, éste lo rechazará, volverá al Congreso, se aprobará definitivamente y amnistía resuelta

Entonces, Vox y el PP lo enviarán al Tribunal Constitucional, y éste hará un nuevo alarde de derecho creativo y determinará que es perfectamente constitucional porque éste es el interés del Gobierno. Asunto resuelto.

Y, si por alguna razón el Tribunal lo rechazará, el gobierno ya habría sido elegido y explicaría que ellos han hecho lo que han podido y que no pueden ir en contra del Tribunal ni de la Constitución, pues son un partido de Estado con lo que sus votantes continuaran igual, o más contentos y satisfechos.

Y así no se pueden hacer las cosas en una democracia, ni en una democracia ni en la vida.

He dejado muchas cosas por aclarar y explicar pero tiempo y lugares habrán para seguir con el tema si al final se aprueba la ley.