martes, 31 de julio de 2018

Martes 31 de julio de 2018.

“¿Puedes devolver la vida? Entonces no te apresures a dispensar la muerte, pues ni el más sabio conoce el fin de todos los caminos.” (J.R.R. Tolkien)



Como todo parece indicar que se nos acercan unos días de un intenso calor, voy a ir preparando en ambiente, empezare por calentarlo con algún tema bastante candente. He encontrado muchas cuestiones para la controversia que me pueden servir.   
He estado estos días averiguando, buscando, los derechos de quién están protegidos en nuestra sociedad, y me he encontrado que tenemos un grave dilema: ¿Cómo hace nuestra sociedad para actuar de mediadora entre los intereses enfrentados de diversas personas?
Hay mucha retórica en nuestro mundo moderno sobre la protección de los derechos humanos e incluso de la libertad de las personas, pero ¿qué sucede si una persona o grupo desea hacer algo que se opone directamente a los valores o intereses de otras personas?  ¿Cómo decide la sociedad quién "está en lo cierto" o qué "libertad de elección" va a proteger?
Interesantes preguntas, veamos algunos ejemplos de debates morales que se presentan en la actualidad: ¿Tiene derecho a vivir un bebé que está en el vientre de su madre?  ¿Tiene una madre el derecho de abortar a su bebé?  ¿Tiene derecho el dueño de una empresa a decir públicamente que él cree que el matrimonio es entre un hombre y una mujer?  ¿Tiene derecho una persona homosexual de la comunidad a ser protegida de las manifestaciones públicas que él o ella consideran como "incitación al odio"?  ¿Tienen derecho las mujeres a recibir anticonceptivos por medio de la Seguridad Social, incluso si trabajan para la Iglesia Católica?  ¿Tiene la Iglesia el derecho de ceñirse a sus enseñanzas morales y de no repartir anticonceptivos a sus empleados?
¿Cómo determina una sociedad como la nuestra qué libertad de elección va a salvaguardar y cuál va a coartar? En una cultura que no tiene referencia al bien común, que no tiene una visión compartida sobre lo que es una buena vida para el hombre, estas preguntas no se resuelven de manera justa.
Estos temas continúan debatiéndose y están a disposición de cualquiera de nosotros. Los grupos se organizan para protestar.  Los estrategas intentan influenciar la opinión pública.  Se asumen compromisos y algunos deberán renunciar a más cosas que otros.  Sin embargo, hay algo claro en el proceso: no se protegen los "derechos" de todos.  Al final, la mera determinación sobre qué son los derechos humanos y qué derechos y de quién se protegen, es algo completamente arbitrario.

Feliz y Dulce Día.

lunes, 30 de julio de 2018

Lunes 30 de julio de 2018.

“¿Puedes devolver la vida? Entonces no te apresures a dispensar la muerte, pues ni el más sabio conoce el fin de todos los caminos.” (J.R.R. Tolkien)


Por fin un domingo tranquilo, cuando digo tranquilo me estoy refiriendo en el aspecto físico, vamos, que no salí a correr, salí a otras cosas tal vez más agotadoras.
Una de las salidas fue para almorzar y cuando llegamos al carajillo la conversación se nos fue hacia lo que hay de particularmente malo en imponer silencio a la expresión de opiniones y que esto viene a suponer un robo, un robo no solo a todos sino a los que se apartan de una opinión en concreto y a los que la sustentan.
Desde hace muchos años, tal vez desde mi juventud, creía que la opinión pública estaba totalmente del lado de la ley, lista para avergonzar a quienes asumieran el derecho de silenciar a sus oponentes, independientemente del motivo de la discusión y de cuan extremas y absurdas fueran las visiones expuestas.
Todo eso está cambiando hoy en día. Se esta utilizando e incluso se ha convertido en delito incitar al odio. La expresión "incitar al odio" no sólo está cargada de implicaciones sino que además es indefinida.  ¿Acaso incito al odio hacia un grupo cuando critico sus creencias abiertamente? 
Pero, ¿ofender es motivo suficiente para condenar a alguien por un delito?  Yo tenia la impresión que la respuesta correcta a palabras ofensivas es ignorarlas o contestar con una reprimenda.  Si invocas la ley, después de todo, debería ser para proteger a quienes ofenden, pero no a los que se ofenden.  Ahora parece que es al revés.
No es la mentira la que provoca la mayor de las ofensas, sino la verdad.  Uno puede soportar insultos y abusos cuando sabe que son falsos.  Pero si los comentarios que te ofenden son verdaderos, esa verdad se convierte en un puñal en el alma -gritas "¡mentira!" en tu tono más elevado y sabes que debes silenciar a los portavoces.
Según creíamos, la ley protegería a los herejes, a los disidentes y a los escépticos de los castigos diseñados para intimidarlos o silenciarlos, por la simple razón de que la verdad y los argumentos son sagrados y deben protegerse de quienes buscan suprimirlos.
La libertad de expresión no es la causa de las tensiones que están surgiendo entre nosotros, sino que es la única solución posible para ellas. Entonces, se debería estar alentando a las personas para que debatan sobre un tema abiertamente, sin tener en cuenta quien pueda ofenderse.
Cuando nos ponemos delante de la islamofobia, la homofobia y de la ideología de género nos damos cuenta que la libertad de expresión se resiente de un modo alarmante.
Es por este preciso motivo que se debería de haber tenido cuidado a la hora de incorporar frases ambiguas que podrían utilizarse para silenciar el debate.  Podemos no estar de acuerdo con algunas opiniones, pero de ello no puede surgir la acusación de que por decirlo hemos incitado al odio.  Sin importar cuan equivocada pueda ser nuestra opinión, constituye un aporte legítimo al debate público que tanto se necesita hoy en día, un debate que no tendrá lugar ahora por ser tan feroz la condena a quienes difieren de la única opinión permitida.

Feliz y Dulce Día.

sábado, 28 de julio de 2018

Sábado 28 de julio de 2018.

“¿Puedes devolver la vida? Entonces no te apresures a dispensar la muerte, pues ni el más sabio conoce el fin de todos los caminos.” (J.R.R. Tolkien)


Buena noche la de ayer para reflexionar, estuve un largo rato observando la luna y como fue cambiando de color, y me dio por pensar que como humanos, tenemos la capacidad de conocer cosas que tienen características sensoriales: color, sonido, forma, movimiento, etc., y eso es todo. Sin embargo, elementos como lo correcto y lo incorrecto o lo bueno y lo malo no tienen estas características.
Podemos saber que el asesinato es sangriento dado que podemos ver la sangre y analizarla. No obstante, no podemos advertir que el asesinato es incorrecto por un tema de color ni por cuánto pesa ni por un análisis químico.
Y es a partir de aquí donde surgen las preguntas; si podemos conocer lo que es correcto o incorrecto, lo que es bueno o malo, ¿por qué hay tan poco consenso acerca de estos temas? ¿Por qué algunas personas sostienen que el aborto está mal en tanto que otras dicen que está absolutamente bien? ¿Por qué algunas personas afirman que los animales tienen derechos mientras que otras dicen que eso no tiene ningún sentido? ¿Por qué algunos condenan al terrorismo yihadista en tanto otros mantienen que cortar gargantas cristianas es un deber religioso? Etcétera.
Y aquí empieza mi problema, pues aquellos que creemos que sí existe algo así como el conocimiento moral nos afligimos al enterarnos que hay muchas personas que son escépticos morales. Porque, ¿no es lógico que esto los lleve a la conducta inmoral? Si no pudiéramos saber que X es correcto o incorrecto, ¿no nos sentiríamos libres de hacer X aun si es extremadamente malvado?
Se me dice; “no te preocupes”, pero si las convicciones morales no están basadas en el conocimiento, lo deben estar en los sentimientos ya que no hay una tercera posibilidad. Sin embargo, ¿qué sentimientos? Y entonces se me contesta, los de compasión; los humanos somos animales compasivos por naturaleza. Nos duele ver sufrir a otras personas o animales. Queremos aliviar su dolor, obstaculizar sus causas; y si el origen resulta ser otro ser humano, deseamos impedir la acción de este último.
Se llega entonces a la conclusión que si mi moralidad está basada en la compasión, seré una buena persona. No solo me abstendré de infligir sufrimiento, sino que aliviaré el de los otros. Estaré del lado de las víctimas, el de los desamparados.
¿Cómo podría una persona compasiva no defenderlos?
Si la moralidad se debe basar en el sentimiento, ¿por qué tiene que ser la compasión? ¿Por qué no puede ser, por ejemplo, el enojo o la paranoia? ¿Por qué no puede ser el odio a los judíos o a los negros o a los extranjeros ilegales o a las personas pobres o a los capitalistas o a los sacerdotes o a las personas con quienes se tienen desacuerdos filosóficos? Si una muchedumbre enojada me ve a mí sufrir, ¿estáis seguros de que reaccionará de manera compasiva? Durante la Alemania de Hitler, la Rusia de Stalin o la Revolución Francesa, ¿cuánta compasión sintió la multitud de espectadores mientras veían rodar las cabezas de sus compatriotas?
Nada puede ser más peligroso que creer que la naturaleza humana es buena en esencia.

Feliz y Dulce Día.

viernes, 27 de julio de 2018

Viernes 27 de julio de 2018.

“¿Puedes devolver la vida? Entonces no te apresures a dispensar la muerte, pues ni el más sabio conoce el fin de todos los caminos.” (J.R.R. Tolkien)


Me acaban de sugerir una nueva visión de lo que os comentaba ayer, se sitúa en el campo moral y tiene por objeto la bondad. Mucha gente hoy en día da por hecho que ahora se posee una bondad intrínseca que no tenían las épocas anteriores. Por eso se sorprenden muchísimo ante la noticia de cualquier barbaridad de tipo moral cometida en esta época.
Y suele expresarse así: Parece mentira que bien entrado ya el siglo XXI tengamos que ver cómo, aquí la lista se hace interminable, se compran y venden seres humanos, se subyuga a pueblos enteros, se prostituye a quien haga falta, se conciertan matrimonios infantiles, se condena a inocentes, se absuelve a culpables, se compran voluntades, etc., etc., etc.
Estoy convencido de que este tipo de pensamiento a existido en todas las épocas, repitiendo, generación tras generación, idéntica cantinela.
No me gustaría que se deslizase la idea de que tengo algo en contra del progreso tecnológico. No veo que sea de suyo perjudicial ni entiendo que tengamos que renunciar a sus ventajas. Personalmente lo celebro, no solo no estoy cerrado a él, sino que celebro con gusto sus ventajas, (si no fuera por él, lo que estoy escribiendo no os llegaría en las condiciones que hoy llega, y muy probablemente ni siquiera llegaría); ahora bien, no nos consideremos más listos ni mejores ni pensemos que el tiempo por sí mismo trae adelantos ni retrocesos; de la historia somos responsables los hombres, que somos los verdaderos agentes, no el tiempo.

Feliz y Dulce Día.

jueves, 26 de julio de 2018

Jueves 26 de julio de 2018.

“¿Puedes devolver la vida? Entonces no te apresures a dispensar la muerte, pues ni el más sabio conoce el fin de todos los caminos.” (J.R.R. Tolkien)


Veo que hoy día de San Joaquín y Santa Ana tendré que continuar con el tema de ayer, los comentarios con diversas opiniones no cesan y debo ir aclarando mi idea.
No estoy poniendo en duda que en la medicina ni en la comodidad de nuestras ciudades, la informática o la robótica, etc. hayamos conseguido cotas de bienestar muy altas, pero habría que ver qué denota mayor capacidad intelectual, si la consecución de los actuales niveles de confortabilidad y el hecho de poder dar soluciones a los problemas prácticos cotidianos, o, por el contrario, la sabiduría preventiva por la cual el hombre impide que surjan problemas nuevos y mayores.
Valgan como ejemplo campos de acción tan prácticos como la medicina y la cirugía. Es verdad que hoy curamos más y mejor nuestras dolencias y que se pueden hacer intervenciones quirúrgicas inimaginables hace solo unas décadas, pero también es verdad que somos incapaces de erradicar patologías que se nos hacen resistentes y además, dada la proliferación de enfermedades que no cesan de surgir y aumentar, cabe pensar si tal vez no estaremos curando por una parte y generando nuevas enfermedades por otra.
¿O es que este progreso acelerado del que tan ufanos nos sentimos no pasa factura?, ¿nuestros usos y costumbres actuales, los artefactos informáticos, los nuevos materiales, los cada vez más sofisticados productos químicos e industriales, los que proceden de la manipulación genética… son completamente inocuos? ¿Hay alguna manera de distinguir si todo esto son avances o no son avances?
Como resulta difícil de saber, hay que preguntarse por el resultado global. En mi opinión, la cuestión ecológica es un buen test para determinar si el balance final es progreso o no es progreso, o si lo que llamamos progreso de verdad merece la pena. Hay que preguntarse, en consecuencia, por el estado del planeta. A base de explotar nuestra inteligencia práctica, esa que se dirige a resolver los problemas cotidianos, ¿el planeta está mejor o peor?, ¿es más o menos habitable?, ¿la Tierra actual está más o menos sana que en siglos pasados?, ¿más o menos hermoseada?
Interesantes van ha ser las respuestas que dejo en el aire pues voy a intentar llegar a tiempo para el almuerzo y aun tengo que hacer algunas cosas que no puedo aplazar.

Feliz y Dulce Día.

miércoles, 25 de julio de 2018

Miércoles 25 de julio de 2018.

“¿Puedes devolver la vida? Entonces no te apresures a dispensar la muerte, pues ni el más sabio conoce el fin de todos los caminos.” (J.R.R. Tolkien)


Voy a tener que continuar con el tema de ayer pues en el blog ha existido un poco de controversia, ya se que hoy es San Jaime y que en Pego se considera un día “grande” pero a pesar de esto me voy a Simat de la Valldigna, que también es fiesta.
Para rematar un poco el tema de ayer no tengo más remedio que añadir que no creo que existan diferencias entre las capacidades intelectuales de ahora y las de hace unas décadas o siglos.
Sin que nadie haya podido medirlas, ni compararlas, parece darse por supuesto que los hombres de hoy poseemos una inteligencia más desarrollada, estamos dotados de un ingenio más agudo, de mayor creatividad y tenemos una mayor capacidad de resolución de problemas. Ciertamente, ahora nosotros podemos proyectar y realizar viajes espaciales, acometer obras de ingeniería y poner en funcionamiento sistemas de comunicación impensables en épocas pasadas, pero no hay motivo para pensar que los arquitectos e ingenieros del pasado no habrían hecho al menos lo mismo de haber dispuesto de los recursos actuales.
¿Qué razón hay para suponer que los constructores de las pirámides mayas o egipcias, los arquitectos griegos y romanos, o los maestros de las catedrales góticas medievales, fueran hombres de menor inteligencia que los del siglo XXI?
Si de aquí saltamos al mundo del pensamiento, ¿alguien se atreve a decir que los filósofos actuales están haciendo aportaciones tan valiosas como las que debemos a las escuelas griegas, a los pensadores escolásticos o a las grandes figuras de los últimos siglos?
En fin, mañana si puedo, atenderé la capacidad para resolver problemas prácticos, en lo que tanto hemos avanzado y en lo parece que no hay comparación posible: cura de enfermedades, urbanismo, comunicaciones, ordenamiento de la vida en común, relaciones sociales, etc.

Feliz y Dulce Día.

martes, 24 de julio de 2018

Martes 24 de julio de 2018

¿Puedes devolver la vida? Entonces no te apresures a dispensar la muerte, pues ni el más sabio conoce el fin de todos los caminos.” (J.R.R. Tolkien)

Acabo de leer el whatsapp de ayer y me he dado cuenta de que no esta completo, le faltan muchas cosas por aclarar. Así que como han cerrado las pistas de atletismo hasta septiembre pues están plantando césped, y no puedo realizar mi entrenamiento matutino tengo un poco más de tiempo para el whatsapp.
O sea que voy a meter un poco más de “rollo”, cogiendo el hilo del “Buenos Días” de ayer, vemos que el hombre de hoy entendiendo por tal el adulto que alumbra la cultura contemporánea, ese que ha dado en llamarse el homo ciberneticus es más técnico, pero no más sabio y por eso la sociedad que ha construido es más sofisticada pero no más humana, es más igualitaria pero menos fraterna, está multiconectada pero anda en ayunas de virtudes morales.
Vamos a echar un vistazo, ahora que tenemos tiempo, a algunos de esos errores de bulto que convergen en este prejuicio, siempre nuevo para cada generación, es decir, tan viejo como el hombre.
Voy a empezar por un error de base y se refiere a la noción de tiempo. Si pensáis que el tiempo puede ser causa de algo es una cosa parecida a pensar que los termómetros son los que causan el calor o del frío. El tiempo no puede ser causa porque no es un agente de nada pues no tiene capacidad de acción, no es un fin al que pueda tender ningún acto, ni constituye la materia ni la forma de nada; no es un principio de ninguna rama del saber, ni un instrumento, ni un fenómeno. El tiempo no es nada de todo eso porque el tiempo no es, no tiene ser. El tiempo no es, ni está, ni pasa, ni corre, ni huye, ni dura, ni hace nada de todas esas acciones que figuradamente le atribuimos.
Lo que llamamos tiempo es un invento humano a partir de las cosas creadas (como todos los inventos), en este caso un invento para medir la permanencia de los seres en este mundo, en tanto que esta es medible porque hay nacimiento y muerte. Si no hubiera principio y fin, no habría tiempo, que es lo que ocurre con la eternidad.
¿Cómo se mide esa permanencia? Aplicando un patrón de medida, que son los dos movimientos de la Tierra con relación al Sol, de donde proceden las dos unidades fundamentales de medida, el año y el día, siendo las demás unidades múltiplos y divisores de estas dos fundamentales (décadas, siglos…, horas, minutos, segundos). Si esta es la condición del tiempo, difícilmente puede considerársele motor de cambio o de progreso alguno.
¿Vamos bien? Pues me voy al paseo a tomarme un cortado.

Feliz y Dulce Día.

lunes, 23 de julio de 2018

Lunes 23 de julio de 2018.

“¿Puedes devolver la vida? Entonces no te apresures a dispensar la muerte, pues ni el más sabio conoce el fin de todos los caminos.” (J.R.R. Tolkien)


He conseguido sobrevivir a este fin de semana, y creo que lo he hecho con dignidad, estoy satisfecho. He realizado todo lo que me había propuesto y además he comprobado que todos vosotros también conseguisteis pasar un agradable sábado, con la culminación final del triunfo de Pepe. Un buen fin de semana.
Y, aquí estamos, ante el desafío de que esta semana no se quede atrás y sea también una buena semana, ingredientes no le van a faltar. Aunque he empezado con un pequeño problema, no encontraba el grupo de whatsapp, pero ya esta solucionado, solo ha sido el cambio de nombre.
Voy a empezar la semana con una postura que he encontrado bastante arraigada en las personas más jóvenes; es una toma de postura ante el pasado y, por tanto, ante la Historia, que encuentro preocupante al menos a mí me lo parece. Me refiero a la postura se que adopta cuando se esta convencido de que, de haber vivido en épocas pasadas, habría hecho las cosas mejor que las hicieron los de esas épocas.
Resumiendo es creer que nuestro momento histórico o nuestra generación es mejor que las demás, por el hecho de ser la nuestra, y que consiste en atribuirse generacionalmente una mejora radical que minusvalora a las generaciones anteriores.
Es una postura que a pesar de no estar justificada, ha sido tomada como axioma por muchos progresistas. O sea, un prejuicio muy poco racional, que no tiene siquiera el mérito de ser nuevo porque es algo que se viene repitiendo generación tras generación; un prejuicio tan sobrado de superioridad como falto de realismo, que no hay por donde coger porque en él convergen varios errores de bulto.
Hay muchos progresistas que afirman, contra toda evidencia, que el mundo, y el hombre con él, avanzan hacia cotas de una perfección cada vez mayor, a medida que se van sucediendo las generaciones y los siglos. Se apoyan para ello en el desarrollo científico y tecnológico, cuyo progreso no solo es evidente, sino vertiginoso, pero yerran al extender esta parcela de verdad a la totalidad de la vida humana y a las distintas facetas de la realidad.
Que los adelantos tecnológicos actuales son superiores a los de épocas pasadas, sí es cierto; que el hombre actual supere a los de generaciones anteriores en su condición de humano no lo es.
Está por demostrar que nosotros hayamos alcanzado alguna superioridad sobre nuestros antepasados en esa sabiduría de vida que es “el arte de vivir”.

Feliz y Dulce Día.

viernes, 20 de julio de 2018

Viernes 20 de julio de 2018.

“¿Puedes devolver la vida? Entonces no te apresures a dispensar la muerte, pues ni el más sabio conoce el fin de todos los caminos.” (J.R.R. Tolkien)


Otra noche calurosa aunque ahora parece que refresca un poco, es verdad que esta humedad tan alta será la culpable que en el momento en que me ponga a entrenar el sofoco sea asfixiante.
Anoche charlando sobre las nuevas leyes que se piensan aprobar en el Congreso cambiábamos opiniones sobre la autoridad moral que pueda poseer el Parlamento.
Yo, mantenía que el Parlamento posee la más alta autoridad jurídica, mas no moral, así como que el Tribunal Constitucional posee la última palabra en lo que se refiere a la constitucionalidad de las leyes y las decisiones políticas, pero no en la moral. Por lo tanto, si argumento en contra de la bondad moral de una ley o de una decisión legítima de los tribunales no socavo los cimientos de la democracia.
Y es que hay que saber y diferenciar, una cosa es el poder político y otra la autoridad moral. Ni coinciden necesariamente, ni suelen coincidir. Casi es imposible que lo hagan. Ninguna constitución ni ninguna ley determinan lo que está bien o mal en el orden moral.
Uno de los más alarmantes síntomas de los problemas de moral que padecemos es la inaceptable e inmoral pretensión de someter la moral al derecho, de reducir el ámbito de la moral a lo que establece el derecho. Y esto amigos míos es puro totalitarismo.
Una cosa es que haya que acatar y cumplir -salvo que un deber superior lo impida- el derecho emanado de una autoridad legítima -muchas veces incluso de la que no lo es-, y otra que haya que reverenciarlo como expresión de la moral.
Por lo demás, pocas cosas hay tan democráticas como criticar a los poderosos, incluidos, por supuesto, el Gobierno, la mayoría parlamentaria y el Tribunal Constitucional. Desde luego, existen instancias morales por encima de las instituciones representativas. No hay, por lo tanto, ley ni institución democrática sobre la que no pueda recaer la crítica moral.
Cuando personas tan inteligentes y con acceso a tantos medios de comunicación no paran de incurrir en tantos errores y falsedades de este tipo me resulta difícil creer que lo hagan con buena voluntad. Cuando el extravío intelectual y moral es tan grave produciría risa si no se tratara de personas cuyas opiniones tienen una gran difusión (lo que no es lo mismo que sean las más influyentes, las más fiables o las más valiosas). Entonces la risa se transforma en tristeza.

Feliz y Dulce Día.

jueves, 19 de julio de 2018

Jueves 19 de julio de 2018.

“¿Puedes devolver la vida? Entonces no te apresures a dispensar la muerte, pues ni el más sabio conoce el fin de todos los caminos.” (J.R.R. Tolkien)

Vamos a dejar por unos días la política y encaminémonos hacia otros derroteros, que todo es necesario, aunque hay quien sostiene que todo en la vida es política.
Anoche estábamos comentando algunas frases que en sí mismas concentran una enorme densidad de significado, como el «pienso, luego existo» de Descartes o el «yo soy yo y mi circunstancias» de Ortega. Me hicieron pensar y ahora delante del ordenador, voy a tratar de dar forma resumida a mi pensamiento y compartirlo.  
Generalmente cuando observamos el mundo que nos rodea lo hacemos mirando hacia fuera y nunca nos cuestionamos a nosotros mismos, pero si me pregunto por ejemplo: “¿De qué modo soy yo mismo?” me doy cuenta de que mi “ser yo” es lo más obvio y que el mundo que conozco, mi mundo, está construido desde él, es decir en cierta manera me he recibido.
Vamos a reflexionar un poco, hubo un tiempo en que yo no era y en el principio de mi existencia esencial no hay una decisión mía de ser, sino que hubo una iniciativa de alguien que me ha dado a mí. El acto por el que fui engendrado, amoroso o casual, no es suficiente para dar razón de mi existir, de mi ser esta persona concreta, que deviene en el tiempo pero trata de conservar su propio ser.
Aceptar mi yo, como dado, como recibido, es reconocer los propios límites, pero no desperdiciar todas y cada una de las cualidades recibidas. Mucha gente desperdicia su vida queriendo ser otro del que es. Mucha gente intenta explicar su vida como mero acontecer de la naturaleza o de la biología, igualándose a los otros seres vivos, aunque solo el hombre, radicalmente distinto al animal, puede cuestionarse a sí mismo y tener conciencia de su muerte.
Pensándolo bien tal vez ante preguntas como: ¿quién soy yo? ¿Qué sentido tiene mi vida? ¿Por qué amo, odio, sufro, gozo, espero? ¿Por qué distingo entre el mal y el bien? Sea más fácil hablar  de política.

Feliz y Dulce Día.

miércoles, 18 de julio de 2018

Miércoles 18 de julio de 2018.

“¿Puedes devolver la vida? Entonces no te apresures a dispensar la muerte, pues ni el más sabio conoce el fin de todos los caminos.” (J.R.R. Tolkien)

Debería de escribir algo sobre el Gobierno o del PSOE aunque solo fuera para no discriminar pero me esperare a esos cien días de cortesía que se le suelen otorgar, se supone que para no criticarlo pues no creo que haya que esperar para alabarlo.
Aunque si que podría enumerar algunos hechos que ya se han producido, sobre todo que por primera vez en nuestra actual democracia un gobierno llega al poder sin pasar por las urnas y sin ser el partido más votado, paradójicamente no tiene fuerza más que para tomar medidas de alto voltaje ideológico.
Ya se que ayer Sánchez anuncio muchas medidas pero no tiene capacidad para cumplirlas, me parece que fue solo un gesto para contrarrestar la gran carga ideológica que esta demostrando estas ultimas semanas.
Y hace bien, pues ante el frenazo del desarrollo de los cuidados paliativos para impulsar la eutanasia, el mostrarse como el Gobierno más antifranquista en un país en el que no hay franquistas, como el más feminista cuando el origen de la violencia machista sigue sin atacarse de modo adecuado. Es necesario que realice gestos que indiquen que tiene una política económica diferente.
Yo creo que el socialismo de Sánchez es del siglo XX y le esta constando olvidarlo para buscar el nuevo socialismo del siglo XXI, esperemos que lo encuentre por el bien de todos.

Feliz y Dulce Día.

martes, 17 de julio de 2018

Martes 17 de julio de 2018.

“¿Puedes devolver la vida? Entonces no te apresures a dispensar la muerte, pues ni el más sabio conoce el fin de todos los caminos.” (J.R.R. Tolkien)


Después de varios días sin acudir a nuestra cita diaria, ya estoy aquí, y estoy aun con las dudas de saber si podré acudir el sábado que viene a la paella, y es que como todos ya sabéis; “el hombre propone y Dios dispone”. Todo lo que tenía preparado para las dos primeras semanas de julio lo he tenido que trasladar a las últimas, y todo se me complica mucho.
Igual de complicado como lo van a tener los compromisarios del PP, pues yo, me he estado haciendo algunas preguntas; ¿De donde sacan sus ideas políticas nuestros políticos? ¿Existen lugares donde se puede aprender cuales son las ideas políticas del PSOE o del PP? ¿Dónde fabrican los partidos políticos sus ideas?
Tal vez siguiendo ese camino y viendo de donde han aprendido Casado y Soraya sus ideales políticos podríamos tener una idea más clara sobre ellos, si los tuviéramos que elegir.
Quizás el problema del PP y del PSOE es que han perdido sus fábricas de ideas lo que nos complica mucho nuestra evaluación, pero centrémonos en el PP.
Todo nos invita a pensar que Casado se esta moviendo en la búsqueda de ideas innovadoras, pero no las conocemos,  y que Soraya al estar al frente de programas de reformas durante la crisis económica las haya recogido de su experiencia
Casado ha demostrado ser una persona que se sienta, escucha, aprende y dialoga sobre propuestas concretas, pero le falta hacer de esa capacidad un rasgo percibido públicamente. Soraya sin duda tiene capacidades para ello y lo ha hecho en su etapa de vicepresidenta del Gobierno. No obstante, ambos necesitan exponer cuales son sus ideas políticas, supongo que lo harán en el desarrollo del congreso del partido, pero de momento deberíamos de pensar que deben ser las mismas que a desarrollado el PP.  
Soraya es identificada por parte del electorado como la principal responsable de la respuesta contenida y prudente al secesionismo. Casado ha hecho de esa diferencia uno de sus principales activos, aunque también de forma moderada, sin sobreactuar. Mientras que Casado parece expresar mejor el pensamiento de los afiliados populares, Soraya parece expresar mejor el pensamiento del electorado de centro.
Soraya tiene una imagen más centrada que Casado y precisamente la otra parte de críticas a Soraya se dirigen a esa condición de centro. Su relación plural con los medios –bien tratada por los grupos Atresmedia y Prisa–, su posicionamiento liberal en cuestiones tan sensibles como el aborto y la agenda bioética católica, o su pragmatismo, convierten a Soraya en el cartel electoral más competitivo contra Ciudadanos.
Casado, en cambio, ha asumido la propuesta de Aznar de unir a todo el campo de centroderecha, una misión casi imposible mientras Ciudadanos continúe electoralmente fuerte. Casado escora su campaña a la derecha para hacerse con el voto cristianodemócrata del PP. No obstante, la imagen y el programa que ha cultivado Casado estos años se solapa con Rivera.
Como veis, he añadido una nueva cuestión al debate, hay que tener en cuenta que quien gane se tendrá que enfrentar en la elecciones no al PSOE sino a Ciudadanos y esto nos abre una forma de ver a los candidatos y valorarlos.  
Desde luego son años apasionantes para la política. Cuanto más hagamos para que cada partido lo haga lo mejor posible, más profundizaremos en la democracia y el desarrollo de nuestro país.

Feliz y Dulce Día.

sábado, 14 de julio de 2018

Sábado 14 de julio de 2018.

“¿Puedes devolver la vida? Entonces no te apresures a dispensar la muerte, pues ni el más sabio conoce el fin de todos los caminos.” (J.R.R. Tolkien)

Dije ayer que hoy daría mi opinión sobre los líderes del PP que se presentan a las primarias, pero creo que no voy a tener el tiempo suficiente, así que es posible que lo tenga que terminar la semana que viene.
Ya dije que mí opinión no sirve de mucho y que es solo una opinión, así que, yo creo que para ver las diferencias entre Soraya y Casado hay que ver las razones de la pérdida de votos del PP, y como se enfrentan cada uno a esos problemas.
Todos tenemos claro que la corrupción es la primera de las razones, en este aspecto, Casado y Soraya han permanecido al margen de la corrupción del partido. Aunque Casado está pendiente del proceso judicial alrededor de su master, su ejercicio como cargo orgánico en el partido se ha caracterizado por dar la espalda a los corruptos y estigmatizarlos. Soraya estaba fuera del aparato del partido y en el seno del gobierno no ha amparado casos de corrupción. Por el contrario, ha actuado con celeridad en casos como el del ministro Soria. Quizás al haber tenido en sus manos el gobierno de España, Soraya ya ha demostrado en la práctica que está lejos de la corrupción.
Sin embargo, ninguno de los dos ha propuesto soluciones preventivas a una cuestión que ha manchado muy gravemente la reputación del PP. Esa dura experiencia del partido debía provocar alguna solución imaginativa y radical que corte cualquier duda respecto al futuro.
No he podido encontrar cual es el sistema de vigilancia anticorrupción dentro del partido y sobre sus cargos políticos que cada candidato presenten imponer, por lo que en este aspecto no encuentro diferencias.
La semana que viene buscare algunas diferencias entre Casado y Soraya.

Feliz y Dulce Día.

viernes, 13 de julio de 2018

Viernes 13 de julio de 2018.

“¿Puedes devolver la vida? Entonces no te apresures a dispensar la muerte, pues ni el más sabio conoce el fin de todos los caminos.” (J.R.R. Tolkien)


Ya se, que pensáis que ayer me pase con lo del perdón, que tal vez exagere, pero probad y veréis.  No es fácil.
Pero, no quisiera continuar hoy con ese tema, pues hace días que estoy mirando el tema de las primarias en los partidos políticos, estoy seguro que sabréis que las esta celebrando el PP.
Como no he votado y tampoco lo voy a hacer como compromisario en el congreso de PP, tampoco lo hice en las de PSOE, tengo un poco más de libertad para escribir sobre el tema aunque también es verdad que por eso mismo mi opinión carece de todo valor.
Si perteneciera a un partido político me gustaría que tuviera primarias pues siempre tendría una información más completa sobre sus ideas, sus valores, creencias y formas de entender la sociedad, siempre que realmente se abra un debate profundo sobre ideas y proyectos.
Lo que yo veo es que se pueden hacer unas primarias de primera o primarias de segunda. Para mi son “de segunda” cuando no hay debate real ni público, cuando no se invita a elegir entre distintos programas y modelos. Las primarias serian “de primera” cuando hay transparencia y maduramos para que la diversidad ideológica y de estilos dentro de un partido puedan convivir y crear juntos un gran proyecto.
Y esto es importante en un país tan tendente a la polarización como España, eso nos llevaría a otro escenario de diálogos y cooperación entre personas y grupos de distintas ideologías y creencias.
Yo entiendo que cuando las primarias no son “de primera”, el poder y los clientelismos siguen dominando el escenario político. Lo que se calla nos envenena. Las primarias de primera nos llevan a una mejora de la calidad democrática.
Ya se que hay miedo a que las primarias a corazón abierto generen divisiones, expongan las vulnerabilidades de la organización, generen heridas entre corrientes del partido, extiendan la confusión.
Pero, no podemos seguir con un concepto infantil de la ciudadanía, ni sospechar todo el tiempo de su capacidad de discernimiento. La deliberación pública es un asunto de costumbres. Las primeras experiencias de primarias en un partido siempre generaran aspectos negativos, pero cuando la gente se acostumbra a que en un mismo partido conviven diferentes sensibilidades, la diversidad de proyectos deja de ser novedad y se convierte en interés. La única opción es profundizar en la cultura de primarias. No hay que tener miedo a la transparencia. Por eso es importante que el PP implemente un buen modelo.
Como no voy a votar, mañana daré mi opinión sobre los dos candidatos, haré un poco de política ficción.

Feliz y Dulce Día.

jueves, 12 de julio de 2018

Jueves 12 de julio de 2018

“¿Puedes devolver la vida? Entonces no te apresures a dispensar la muerte, pues ni el más sabio conoce el fin de todos los caminos.” (J.R.R. Tolkien)


Este sábado me “subo” a recorrer la zona del Burgo de Osma y hasta que no vuelva no sabre si podré ir a la paella o a la cena, así que mantendré un poco el “suspense”.
Larga noche, esta noche. ¡Qué calor! Y sobre todo ¡qué humedad! Por su culpa no pude ver las estrellas y ese pequeño inconveniente me llevo a la reflexionar que si las estrellas aparecieran durante una sola noche cada mil años, estaríamos de rodillas en adoración y alimentaríamos el recuerdo durante el resto de nuestras vidas. Pero, dado que se presentan cada noche, el milagro pasa mayormente inadvertido. Vemos la televisión en vez de eso.
Y, sin embargo, hay cosas mucho más asombrosas que las estrellas por las que maravillarnos, y hay cosas más profundas y dignas de alimentar en el recuerdo que una noche iluminada por las estrellas.
Si esta noche tenéis la posibilidad de mirar el cielo y observar el cielo y reflexionáis un poco os daréis cuenta que nada hay más extraordinario en una persona que un momento de reconciliación, un momento de perdón.
Ya se, lo se, ya se que todos los días nos sorprendemos de los nuevos inventos y avances de la ciencia y la tecnología, pero, al fin,  estas innovaciones no nos sorprenden realmente, al menos no a un nivel profundo, al nivel del alma, moralmente. Son simplemente más de lo que ya tenemos, extensiones de la vida ordinaria, nada sorprendente de  verdad.
Pero cuando ves a una persona perdonar a otra persona que de verdad le ha causado daño, estás viendo algo que no es normal, que es sorprendente. Estás viendo algo que no es simplemente otro ejemplo de cómo las cosas se despliegan naturalmente, estás viendo algo que no es precisamente otro ejemplo de vida normal, de apertura ordinaria. Estás viendo novedad, redención, renacimiento, perdón. El perdón es la única cosa nueva sobre  nuestro planeta; todo lo demás es sólo más de lo mismo.
El perdón es el milagro más asombroso que veremos o experimentaremos en la vida a este lado de la eternidad.

Feliz y Dulce Día.

miércoles, 11 de julio de 2018

Miércoles 11 de julio de 2018.

“¿Puedes devolver la vida? Entonces no te apresures a dispensar la muerte, pues ni el más sabio conoce el fin de todos los caminos.” (J.R.R. Tolkien)


Otra noche de calor que hemos paliado en parte con una buena conversación a la “fresca”, aunque hay que decir que no bajó mucho la temperatura.
Como ya sabéis uno de los temas más “socorridos” junto con el tiempo es hablar de nuestra forma de gobierno y de nuestros políticos, y la variante que exploramos anoche fue que; la democracia, como gobierno del pueblo, no existe ni ha existido nunca.
Yo, defendía, fijándome en el último cambio de gobierno, que la idea de democracia, más que poder del pueblo, lo que significa en la actualidad es un procedimiento más o menos ingenioso o sofisticado, que permite el cambio de gobernantes sin recurrir a la violencia.
Lo que está sucediendo es que entre nosotros los gobernados y los gobernantes se interponen los partidos políticos como piezas esenciales, por lo que, aunque sigamos hablando de democracia, lo que tenemos es una partidocracia en la que sus dirigentes buscan el poder a través de la propaganda, el control de los medios de comunicación, las redes clientelares, la exclusión de los adversarios, los pactos postelectorales y cualquier otro medio utilizable.
Si todo lo anterior es verdad, y si todos los partidos buscan el poder, podemos preguntarnos: para qué quieren ese poder y qué uso hacen del mismo cuando lo obtienen.
Ponerse al frente de una nación, de una comunidad autónoma o de un ayuntamiento, tendría que ser un compromiso de servicio a todos y no una ocasión para imponerse a los demás, para ganar dinero o influencia, para favorecer a los suyos y perjudicar a los contrarios.
Seguramente habrá políticos que tratan de servir a la sociedad que han de gobernar, pero no es eso lo que yo percibo, hasta el punto de que veo a nuestros políticos muchas veces como un problema.
Otro problema que observo es que mucha gente vota siempre al mismo partido, haga lo que haga, con una mentalidad de aficionado al futbol, «viva el Betis aunque pierda». Resulta que después de una larga temporada de votantes y simpatizantes de un partido, es difícil votar a otro. Más aún cuando cada votante va interiorizando el mensaje de que los contrarios son peores.
Tendríamos que examinar, sin apasionamiento, lo que ha hecho cada partido en donde gobierna o donde es oposición, sin dejarnos engatusar por lo que dicen en su propaganda. Ver si han facilitado el control de sus actos o lo han impedido, si han respetado nuestra libertad, nuestros valores, nuestros derechos.
En esto de nuestros derechos y libertades, hay que ser sumamente exigentes, ya que nos son inherentes y no los tenemos por concesión graciosa de ningún gobernante. Pero si es radicalmente falso que nos puedan «ampliar o conceder nuevos derechos», es bastante fácil que traten de imponernos sus particulares visiones del mundo y sus valores y reduzcan a la nada nuestros derechos.

Feliz y Dulce Día.

martes, 10 de julio de 2018

Martes 10 de julio de 2018.

“¿Puedes devolver la vida? Entonces no te apresures a dispensar la muerte, pues ni el más sabio conoce el fin de todos los caminos.” (J.R.R. Tolkien)

Por cierto, acabo de caer en la cuenta de que la mayoría de los miembros del gobierno son más jóvenes que yo. Y esto, de alguna manera me hace ver las cosas de un modo diferente o al menos desde un lugar diferente.
Pero, hablando en serio, el verdadero problema de la edad es cómo aprovechar mejor esa otra forma de capital acumulado que no podemos llevarnos con nosotros, los recuerdos. A diferencia del dinero, no podemos legarlos. Se esfuman en el instante de la muerte. Así que los viejos los reparten pródigamente, mientras queda tiempo, y no sólo una vez sino reiteradamente. "Los viejos se olvidan", escribió Shakespeare.
Ese es precisamente el problema. No se olvidan. Recordamos demasiado bien, y ansiamos inconscientemente depositar nuestros recuerdos en los demás. Nos sucede muchas veces que recordamos muchas anécdotas de nuestra vida y en nuestras reuniones la primera media hora suele ser magia pura. La segunda media hora los más jóvenes ya quieren alejarse con creciente desesperación. Una flaqueza de la edad es la renuencia a reconocer que, en la conversación, es mejor recibir que dar, acompañada por una creciente irritación ante las anécdotas ininterrumpidas.  
El modo de resolver este superávit de recuerdos es, a mi entender, ser como la sibila y esperar a que nos pregunten.
La conclusión, pues, es que el secreto de la popularidad en la vejez -o en cualquier edad, pensándolo bien- consiste en evitar la autocomplacencia. Los mayores no deberíamos aturdir a nadie con nuestros recuerdos, como si fueran música pop en un tugurio, sino esperar a que nos consulten, como libros en los estantes de una biblioteca.
Pero claro, no tenemos que estar callados ni ausentes, por lo que en vez de esperar las preguntas de los jóvenes, es aún mejor hacerlas uno mismo.

Feliz y Dulce Día.