lunes, 9 de julio de 2018

Lunes 9 de julio de 2018.

“¿Puedes devolver la vida? Entonces no te apresures a dispensar la muerte, pues ni el más sabio conoce el fin de todos los caminos.” (J.R.R. Tolkien)


Pues si, el fin de semana estuve en la Playa de Vera, y participe el sábado en su Media Maratón donde conseguí, por primera vez ganar en mi categoría, pero no tiene mucha importancia pues ganar a los “abuelos” y a los “jubilados” no tiene mucho merito. El próximo fin de semana, no creo que intente repetirlo en el Burgo de Osma pues participar en una carrera es una cosa y competir es otra mucho más agotadora.
Vamos cumpliendo años y vemos las cosas desde un punto de vista diferente, a los sesenta y dos años ya no creo que cualquier cosa que yo haga, diga o escriba vaya a tener mucha importancia y mucho menos influencia en el mundo que me rodea, sobre todo porque nunca la ha tenido. Aunque sin duda seguiré lanzando mis dardos.
El mundo no se va al traste, al margen de lo que yo diga. Al contrario, continuará mejorando para la mayoría de nosotros, tal como lo ha hecho durante más de un milenio. Ya no tengo ambiciones de ninguna clase, salvo la muy modesta de verme en algún podio. Las cosas que más disfruto son ir correr, escuchar y charlar con mis amigos y leer en la cama por la noche.
Mis pensamientos suelen volcarse cada vez más hacia las carreras de los demás. Aunque se que esa actitud no es suficiente, y que debo crearme el hábito positivo de planear y realizar algo bueno todos los días. Pero es que ni siquiera estoy seguro de que me gusten las personas, a menos que las conozca. Frente a los desconocidos, suelo ponerme a la defensiva y esperar.
Solo trato de ser amable, ¿Pero, cuándo, cómo y con quién? Las buenas acciones, pues, son más fáciles de describir que de realizar.
Sospecho que la beneficencia que mejor funciona es la que brinda tanta satisfacción al que da como al que recibe. Así que en la actualidad más que entrenar intento guiar a los nuevos corredores en sus primeros años de carreras y es una de las tareas más deleitables que he emprendido y una forma de filantropía que carece totalmente de paternalismo, condescendencia o edificación moral.
Más aún, en una época donde hay un exceso de información y cuando mucha esta contaminada por intereses económicos, debe haber algún mérito en ayudar a los más jóvenes a correr. 
Suficiente para levantar el ánimo de un, casi, jubilado, al menos.

Feliz y Dulce Día.

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