“¿Puedes devolver la vida? Entonces no te apresures a dispensar la
muerte, pues ni el más sabio conoce el fin de todos los caminos.” (J.R.R. Tolkien)
Bueno pues, ya se han pasado
las fiestas como un suspiro, y es ahora cuando tenemos la impresión de que
empieza el verano, al menos en Pego. Ya puedo sentir que el pueblo está más
tranquilo y por lo tanto más vacío, los pegolinos huyen hacia la playa.
No es que yo me quede por
lealtad ni que exista en mí un código de honor que me impida abandonar el
pueblo con la excusa del exceso de calor, sino que no tengo una esa segunda
residencia donde por disfrutar del mar.
Es fácil que “lealtad” no sea
la palabra adecuada para esta situación pues la solemos utilizar de diferente
manera, pues la entendemos solo como el cumplimiento de lo que exigen las leyes
de la fidelidad y las del honor y hombría de bien. Pues mira por donde no estoy
del todo de acuerdo.
Yo creo que la lealtad debe
basarse en lo que es correcto y no solo en apoyar o defender a nuestro pueblo o
a nuestros amigos. Si la lealtad nos aconseja hacer lo que sabemos que está
mal, o nos hace acomodarlo, ser cómplice de ello, entonces esa lealtad es falsa
y no tiene fuerza ni peso moral. Podréis pensar que entonces estaré traicionado
a mis amigos o a mí pueblo pero la verdadera traición consistiría en ignorar alegremente las fallas morales de
un amigo o de mi pueblo.
En fin, un año más demostrare que se puede pasar un
verano en Pego sin “secarse” en el intento.
Feliz y Dulce Día.
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