lunes, 31 de diciembre de 2018

Lunes 31 de diciembre de 2018.

“No puedes hacer una revolución para tener la democracia. Debes tener la democracia para hacer una revolución.” (G. K. Chesterton).

Último día de 2018, se nos acaba este año que con tanta ilusión empezamos hace, casi nada, y lo vamos a hacer con un sol que nos alumbrará desde las 08:19 horas hasta las 17:49 horas, y la temperatura es de 4,4 grados.
Como cada año nos llega el 31 de diciembre y como cada año me vienen a la memoria, no solo correr la San Silvestre sino una serie de pensamientos que ya son tradicionales en esta fecha. 
El primer pensamiento es el clásico, el de que el tiempo pasa, de que el año ha pasado como en un suspiro, y como él pasarán todos los que me quedan por vivir, ya sean pocos, o sean muchos; sean felices o sean desgraciados.
Y la pregunta que me hago año tras año es ¿Qué se ha hecho de las penas y de los problemas? ¿Qué  se ha hecho de las alegrías de este año pasado?
Cualquier cosa que nos haya pasado ya no puede volver, ni las penas ni las alegrías. De ellas sólo nos queda el mérito de haberlas sufrido o gozado con plena conciencia y con altura de miras, o, al revés, la responsabilidad de haber perdido el año sin haber sacado nada en claro. El tiempo pasa para todos, este año ha pasado para todos, nadie ha podido detener el reloj.
¡Cómo hubiese deseado alargar hasta el infinito esos momentos de felicidad¡ Sin embargo, pasaron para no volver. Ha pasado este año corriendo, volando; pero no ha pasado en vano. Muchos desearían que hubiese pasado sin dejarles huella, mas no es así. Todo el pasado queda sujeto en nuestra mente.
Otro de los pensamientos que también se vienen repitiendo y que cada año me resulta más divertido de esta noche es ver la cantidad de rituales que hacemos para despedir este año o dar la bienvenida al 2019.  Que si andar con una maleta… o darse un baño de rosas… o vestirse de tal o cual color… o comer 12 uvas… o poner una moneda dentro de tu calzado… todo esto para “despojarnos” de la mala suerte y “atraer” la “energía” positiva. ¡Hay que ver las cosas que cree la gente…!!!  Lamento tener que decirlo, lo siento, pero esto no funciona… y, encima de eso, lo sabemos.
Ya se que si miramos a nuestro alrededor y vemos a la gente que ha perdido su trabajo y que la economía es un desastre. Que la violencia y los crímenes están por todas partes y que nuestros políticos, en lugar de aliviar toda esta crisis parece que nos la complican. Y que la actitud general de mucha gente va desde la desesperanza hasta la desesperación. Ante tal panorama, no en balde se busca algo de qué aferrarse.
Pero por eso, pienso que la mejor forma para despedir este 2018 y comenzar el 2019 debería ser: Abrazar a nuestros seres más queridos y decirles que estamos con ellos, pero decirlo con palabras que nos broten desde dentro, que sean sentidas, que pesen. Y sonreír, no nos olvidemos de sonreír. La alegría es contagiosa y si yo estoy alegre, los que me rodean también lo estarán.
En fin, intentemos ser mejores el año que viene, ser mejores maridos o esposas, mejores padres o mejores hijos, mejores amigos: 2019 será un buen año si al final podemos decir que somos mejores seres humanos.

¡Muchas felicidades!

domingo, 30 de diciembre de 2018

Domingo 30 de diciembre de 2018.

“No puedes hacer una revolución para tener la democracia. Debes tener la democracia para hacer una revolución.” (G. K. Chesterton).

Ya hemos pasado la Navidad y ahora nos toca felicitar el año nuevo y desear un buen año 2019. Y mirando a ver cual sería la forma en la que iba a desear que paséis un prospero y feliz año nuevo me he encontrado con una poesía, pero antes os diré que el sol estará con nosotros desde las 08:19 horas hasta las 17:48, y que la temperatura en mi balcón de Onteniente es de 5,3 grados.
La poesía es de J.H. Newman y dice así: 
Guíame, luz bondadosa,
las tinieblas me rodean,
guíame hacia adelante.
La noche es densa,
me encuentro lejos del hogar,
guíame hacia adelante.
Protégeme al caminar,
no te pido ver claro el futuro,
sólo un paso, aquí y ahora.
“Sólo un paso, aquí y ahora”, ¿interesante? ¡Verdad! , no pide “ver claro el futuro” solo desea un pequeño paso para hoy, y ya mañana otro pequeño paso. A todos nos gustaría tener claro como va a desarrollarse el 2019, sería más tranquilizador, más bonito, pero en realidad, eso no es necesario, pues basta que tengamos un buen día hoy, que tengamos claro el paso que vamos a dar hoy.
Creo que no me equivoco si digo que todos vivimos con la incertidumbre de lo que nos deparará el 2019. Y pagaríamos lo que pudiéramos para poder tener claro nuestro futuro. Si alguien nos dijera que los problemas que vamos a padecer nos van a servir para algo y que los vamos a solucionar sin dificultad. Si alguien nos dijera que en nuestra familia todo va a funcionar bien. Si alguien nos adelantará el futuro viviríamos más serenamente.
Pero esto no va a suceder, nadie nos dirá nada, nadie nos contestará a las preguntas sobre el futuro. Y si alguien nos asegura algo, miente. Y es, entonces, cuando mucha gente tiene miedo del futuro, se acobardan, se encierran en el presente y ya no se atreven a mirar al futuro con ilusión. Y, están cometiendo un terrible error. Porque basta tener claro el pequeño pasó de hoy y tener la confianza en el paso de mañana.
El hombre debe mirar al futuro, tiene esa obligación, y debe hacerlo tanto si ve claro su futuro como si no lo ve. En todo caso, nos basta con ver el paso que voy a dar ahora. ¡Y ay del que, por miedo a no ver claro el futuro, deje de dar el paso hoy! Las personas deben, desde luego, hacerse planes de futuro, porque sin ellos difícilmente se construye algo hoy en día, pero, después, deben dedicarse con todas sus fuerzas a dar el paso de hoy, y tener confianza en que mañana volverá a dar otro paso.
Desafortunadamente, si miramos a nuestro alrededor, nos daremos cuenta de la cantidad de gente que tiene miedo del futuro. De la gente, que sufre por lo que le puede suceder: ¿Y si me quedo sin trabajo? ¿Y, si…? Se angustian tanto por lo que podría sucederles, y que, luego, pasa pocas veces, que antes de que lleguen esos problemas ya los han padecido infinidad de veces.
“sólo un paso, aquí y ahora”

Feliz y Dulce Día.

sábado, 29 de diciembre de 2018

Sábado 29 de diciembre de 2018.

“No puedes hacer una revolución para tener la democracia. Debes tener la democracia para hacer una revolución.” (G. K. Chesterton).

Ayer por la tarde recibí un whatsapp en el que se me comentaba que tal vez la expresión para denominar la falta de madurez que se observa hoy en día o la falta de nivel que comentaba hace días, vendría mejor explica por la palabra mediocridad. Tal vez a primera vista nos puede parecer lo mismo pero, según me explicó, tiene sus matices que la hacen ser más idónea para entender lo que nos sucede.
Pero antes de continuar, os diré que el sol nos saldrá en Pego a las 08:19 horas y se esconderá a las 17:47, en Onteniente unos minutos más tarde. Ahora la temperatura es de 11,2 grados.
Me explicaba este amigo que la mediocridad a la que se refería es la de estar a gusto con la rutina y con la vulgaridad de la que estamos cada vez más rodeados, a esa mediocridad que representan todos los que dicen que se aburren porque se han sometido a la rutina.
Y, mirándolo bien, algo de razón si que parece que tenga, aunque mediocres también podrían ser aquellos que no son ni buenos ni malos. La mediocridad es algo parecido a lo que podemos observar en aquellos que más que vivir prefieren dejarse vivir, o lo que es lo mismo no tienen ilusiones ni aspiran a mejorar, se conforman con lo que tienen o con lo que hay.
Lo más curioso es que no solemos darnos cuenta si caemos en la mediocridad, puesto que no presenta ningún síntoma que sea visible ni nos causa ningún tipo de malestar. Por lo general los mediocres son o suelen parecer, si no felices, al menos personas tranquilas. Y cuando se está cómodo y sin detectar ningún problema es muy difícil que esa mediocridad nos moleste mucho. Con frecuencia es necesario un gran dolor para que logremos descubrir cuán mediocres somos.
Y entonces nos quejamos de lo corta que es la vida, que no somos nada, y de golpe descubrimos que no hemos hecho nada que hay valido la pena, y entonces, tal vez, nos damos cuenta que somos nosotros los que nos hemos pasado nuestra vida dormitando. Y hace falta un terrible esfuerzo para salir de la mediocridad y no regresar a ella de nuevo.
Cuesta mucho salir de esa mediocridad cuando nos hemos acostumbrado a despreciar todo lo que no está a nuestro alcance, cuando arremetemos contra todo lo que no comprendemos, cuando nos alimentamos intelectualmente de lugares que jamás revisamos o de cuando solo hablamos de tonterías. Suele suceder, que muchos de nosotros nos sentimos fracasados, mucho más por habernos convertido en personas vulgares que por haber hecho las cosas mal.
Y lo que es preocupante no es que la vida sea más o menos corta, sino que se nos va poco a poco, mientras nosotros la dejamos pasar.

Feliz y Dulce Día.

viernes, 28 de diciembre de 2018

Viernes 28 de diciembre de 2018.

“No puedes hacer una revolución para tener la democracia. Debes tener la democracia para hacer una revolución.” (G. K. Chesterton).

Después del almuerzo de ayer de la sección “masculina”, supongo que el ambiente para la cena del próximo viernes será el idóneo para que pasemos una excelente velada, pero no adelantemos acontecimientos que eso ya será el año que viene. De momento este viernes el sol nos saldrá a las 08:19 y estará con nosotros hasta las 17:46, y de momento a estas horas en Onteniente, yo tengo frío, 6,2 grados.
Después de haber visto algunos “whatsapp” y algunos comentarios en “facebook” se me ocurre preguntarme si somos todo lo maduros que pensamos, y cuando me estoy refiriendo a maduros no quiero referirme a ese período de nuestra vida en que hemos alcanzado la plenitud vital y en el que aún no se ha llegado a la vejez, sino a la tercera acepción que nos da el diccionario; “Buen juicio o prudencia, sensatez”.
Hasta que punto creemos que somos maduros, porque me he dado cuenta que la edad no significa mucho, se puede ser joven y ser perfectamente maduro pues para controlar las propias emociones en las “redes” controlando nuestra ira y rabia no es cuestión de haber vivido más años, es más bien cuestión de ser educados.
Pienso que una persona madura no pierde el tiempo en realizar críticas destructivas a los demás, sino que debe saber apreciar todo lo positivo que puede encontrar en los demás pues siempre hay algo que aprender. Ya se que a veces situarse en una «actitud crítica» se considera como un derecho, como un valor, como una postura de privilegio. Pero criticar es un arte y además muy difícil. Para hacerlo con educación hay que estar muy preparado. Se critica con mucha frivolidad en nuestros días sobre todo cuando no tenemos a la persona delante y nos podemos esconder con el anonimato que nos ofrecen las redes sociales. Criticar no es sólo decir lo malo, si no valorar también lo bueno.
Si cuando criticamos sólo nos fijamos en lo negativo generalmente no vamos a ser justos y nuestra crítica será mala, será entonces lo que se suele llamar una crítica destructiva. Lo primero que hace falta para que una crítica sea justa es querer mejorar aquello que se está criticando; no gozar destruyendo, eso es pura venganza. Lo más fácil es que esa crítica sea injusta. Una crítica con ironía y sarcasmo puede ser un desahogo del que critica, pero ahí no se ve deseo de ayudar.
Si hacemos la prueba nos daremos cuenta que hacer una crítica destructiva es muy fácil, destruir es fácil, lo difícil es construir. Lo bonito es hacer algo positivo con lo que vamos a criticar ya sea para hacerlo más justo, más bello o más humano. Hay que saber elogiar lo bueno de algo antes que criticar lo malo que tiene pues sino corremos el riesgo de que nuestra crítica sea exagerada y por tanto injusta.
En fin, voy a intentar aplicarme la lección y ser también más justo con las críticas.

Feliz y Dulce Día.

jueves, 27 de diciembre de 2018

Jueves 27 de diciembre de 2018.

“No puedes hacer una revolución para tener la democracia. Debes tener la democracia para hacer una revolución.” (G. K. Chesterton).

Parece ser que vamos volviendo a la normalidad, aunque hoy aún tendría un almuerzo con los amigos al que no voy a poder asistir. Voy a tener unos días hasta Fin de Año para recuperarme, así que empezare ya desde la salida del sol a las 08:18 horas y lo aprovechare hasta las 17:46 horas, después ya debería relajarme para pasar una tranquila noche, aquí en Onteniente hace frío, pero solo hasta que aparece el sol, ahora 6,3 grados en mi balcón.
Ayer pase el día paseando y buscando circuitos donde poder entrenar, por lo que tuve tiempo de empezar a hacer balance de cómo ha sido este 2018, y entre otras muchas cosas tengo la impresión de que continuamos viviendo en el corto plazo, no veo que seamos capaces de mirar mucho más lejos. Me parece que nos esta faltando nivel, al menos en lo político y nos esta sobrando populismo. 
Pienso que no me equivoco si digo que todos coincidimos en pretender una sociedad justa y un nivel de vida digno que nos proporcione confianza y estabilidad. El inconveniente es cómo conseguirlo. Y la verdad es que las soluciones que yo encuentro son muy pocas pero a la vez creo que son muy simples.
Voy a ver si me explico un poco, no es posible prosperar sin esfuerzo y algo de compromiso personal. Por mucho que pensemos o nos empeñemos en lo contrario, el Estado, no está para asegurarnos un empleo o una vida digna, sino que, pienso yo  que debe estar para promover un entorno social y económico que, por medio de nuestro esfuerzo y compromiso, nos permita desarrollarnos como personas en igualdad de oportunidades.
Y esto solo se conseguirá si hay una estrecha colaboración entre lo público y lo privado para que veamos que es posible un marco social y económico lo suficientemente atractivo para la creación de pequeñas empresas. Un marco de equilibrio donde por supuesto los impuestos son imprescindibles para redistribuir la riqueza con justicia y equidad. De nada sirven las políticas universales si sus usuarios no somos todos. Algo falla. Y eso es lo que hoy ocurre en gran parte de lo “público”. Público y privado no pueden estar en conflicto; han de convivir.
Pero si lo anterior lo encuentro necesario, también veo que no es suficiente. Si existe una obligación constitucional de pagar impuestos, esta no la podemos desvincular de su inevitable razón de ser: sufragar el gasto público; gasto que se ha de gestionar de forma exquisita en términos de eficiencia y eficacia y que requiere una profunda reforma de la Administración Pública, reforma que incluye, también, la de su relación con el ciudadano.
Otra cosa que nos falta es que veamos que el sistema tributario sea justo, la mayoría de nosotros percibimos los impuestos como un castigo cuando los deberíamos de percibir  como una obligación cívica, como un ejercicio de solidaridad que este basado en una justa, razonable y equitativa redistribución de la riqueza y cuyo éxito no resida tanto en la progresividad sino en que sea capaz de aplicar políticas sociales redistributivas destinadas a reducir las desigualdades sociales. Un sistema sencillo y sin privilegios.
Esto, que pienso que es posible alcanzarlo, requiere no quedarnos en medidas que solo nos sirvan en el corto plazo, hay que tomar decisiones estratégicas, tal vez impopulares es verdad, y que tengan resultados a medio y largo plazo. Nuestros gobernantes deben tener perspectiva y apostar por aquello del “interés general”.
Pero eso requiere valentía, responsabilidad, firmeza y liderazgo.

Feliz y Dulce Día.

miércoles, 26 de diciembre de 2018

Miércoles 26 de diciembre de 2018.

“No puedes hacer una revolución para tener la democracia. Debes tener la democracia para hacer una revolución.” (G. K. Chesterton).

Acabo de ver una foto en whatsapp donde estamos todos los amigos, nos la hicieron hace treinta nueve años en Valencia, pues si, como dice Gerardo; “éramos tan jóvenes”, va hacer ya casi cuarenta años de aquel día que nos fuimos a Valencia a celebrar una boda, cuarenta años en los que hemos experimentado algunos cambios, en algunos de nosotros se notan más y en otros menos, pero todos hemos cambiado, tanto física como mentalmente. Pero el sol se mantiene constante, continua día tras día realizando su trabajo, hoy desde las 08:18 horas hasta las 17:45 horas, y aquí en mi balcón de Onteniente 6’7 grados.
Hace treinta nueve años tal vez nos faltaba cimentar algunos de nuestros valores e ideales, y no teníamos muy claro cuales eran los modelos a seguir, a nuestra educación le faltaba, probablemente, un poco de experiencia y teníamos poco interés en los problemas que aquella  sociedad tenia. Han pasado los años y hemos solucionado muchas de aquellas carencias.  
No se si la suerte tendrá algo que ver pero fomentamos una amistad sana que ahora se ve que ha sido prioritaria para que nos respetemos y que hayamos crecido entre compañeros y amigos. Hemos envejecido bien.
Ahora, que vivimos en un mundo que prácticamente adora la juventud, por todo lo bueno que tiene, no vivimos engañados pensando que nos hemos quedado atrás,  ni nos decimos mentiras sobre lo que podemos hacer o no hacer, ni nos encerramos en la amargura de vernos más viejos.
Posiblemente, otra vez la suerte, nos haya enseñado a no sentirnos desplazados por las nuevas generaciones ni por sus ideas pues hubiese sido muy fácil considerarnos víctimas de una sociedad que avanza muy rápido, tal vez, demasiado, y haber empezado a buscar en la autocompasión una salida que nos hubiera llevado sin duda a la amargura. Pero no, hemos aprendido a mantenernos siempre motivados y no conformarnos con una vida mediocre. Estoy seguro que hemos envejecido bien.
Ahora somos más serenos, hemos adquirido una mejor capacidad para ver con mayor profundidad los acontecimientos y a las personas que nos rodean, contemplamos la realidad sin querer cambiarla con prisas dejando que las cosas se manifiesten y avancen poco a poco desde lo que son. Esa serenidad que hemos adquirido con el paso de los años es la que nos lleva a que nuestras conversaciones sean más profundas y tranquilas, y nuestras reuniones cada vez más apetecibles. Quizás, hemos tenido suerte, pues envejecer bien veo que es un don, pero también un trabajo que hemos sabido realizar.
Y es cierto, tenemos la conciencia de que es posible continuar con las mismas ganas de hace treinta y nueve años, eso si, en medio de las dificultades propias de la edad, que tampoco son muchas.

Feliz y Dulce Día.

martes, 25 de diciembre de 2018

Martes 25 de diciembre de 2018.

“No puedes hacer una revolución para tener la democracia. Debes tener la democracia para hacer una revolución.” (G. K. Chesterton).

Parece ser que vamos a tener un buen día de Navidad, el sol nos saldrá a las 08:18 horas y nos dejará a las 17:44 horas y ahora en mí balcón de Onteniente tengo la temperatura de 8,2 grados, que según dicen por aquí no es frío.
Supongo que pasamos una Noche Buena llena de alegría y que cantamos algún que otro villancico así que vamos a continuar hoy con tradicional comida en familia, y tal vez con más villancicos. Sospecho que los agnósticos no se habrán puesto a cantar villancicos pero la felicidad de reunir a toda la familia y repartir el aguinaldo a los más jóvenes es una tradición que a todos nos gusta.  
Ya se que mucha gente no comprende lo que celebran los católicos en estas fechas de Navidad, y que les puede parecer complicado entender todas las celebraciones religiosas que se celebran, pero no lo es, todos sabemos que Jesucristo es la esencia del Cristianismo; su principio y su meta, su espíritu y su impulso vital. Por eso son tan importantes estas fechas para los católicos.
La Navidad es siempre alegre para los católicos incluso cuando notamos que en esa comida de hoy faltan algunas personas, esa alegría no nos la quita nadie, nuestra alegría interior no depende de las circunstancias en que nos hallemos. Estar alegre no es lo mismo que estar divertido. Se trata de una alegría profunda, que refleja un estado de plenitud espiritual.
Solemos pensar que la alegría es un reflejo espontáneo de lo bien que nos van las cosas y es así pero hay una alegría profunda y espiritual que surge en nosotros cuando vemos nuestra vida rebosante de sentido. Y ese sentido brota todas las Navidades con una alegría que tiene un acento triunfal. Y no hay mayor triunfo en la vida que compartir esos momentos.
En fin, disfrutemos y compartamos nuestra Felicidad.

FELIZ DIA DE NAVIDAD.

lunes, 24 de diciembre de 2018

Lunes 24 de diciembre de 2018.

“No puedes hacer una revolución para tener la democracia. Debes tener la democracia para hacer una revolución.” (G. K. Chesterton).


Hoy es Nochebuena y  mañana Navidad, como cantaba el villancico, pero hoy es el día en el que ese canción se hace real, un día en el que habremos visto salir el sol en Pego a las 08:17 horas y estará con nosotros hasta las 17:44, y la temperatura en mí balcón de Pego no la , pero conozco la de Onteniente y en mí balcón de Onteniente la temperatura es de 12,1 grados.
Una gran mayoría de nosotros piensa que la Navidad está vaciada de significado, es una pena pero es así, no hay más que darse una vuelta por las calles y plazas. Se toma un concepto cristiano, se le vacía de su significado y se rellena ese vacío con hechos o acontecimientos derivados del significado original.
La Navidad, se la mire por donde se la mire y se coja por donde se coja, es una realidad cristiana. Eso es así, nos puede gustar o no pero no se puede cambiar. Ya se que la palabra Navidad evoca cosas muy distintas en cada uno. Hay personas que les trae recuerdos bonitos, a otros dolorosos, los hay que se ponen nostálgicos o deprimidos  y a otros contentos. A unos les gusta y a otros no.
La Navidad se celebra de forma distinta según las tradiciones de cada país, comunidad autónoma, pueblo o familia pero en el origen de todas está la primera Navidad: el hecho histórico del nacimiento de Cristo con los acontecimientos que lo precedieron y siguieron.
Y desde entonces hemos aprendido muchas cosas, aprendimos, por medio de las parábolas en los Evangelios, que ahí existe una lógica diferente, una forma de vivir la vida, con una lógica muy diferente a la que nosotros vemos muchas veces a nuestro alrededor y muchas veces distinta de la que pretendemos que sea.
Quizás para muchos la Navidad pase desapercibida, o sea una fiesta más de fin de año destinada al consumo. Pero hoy, del mismo modo que hace más de dos mil años, lo invisible, lo que pasa desprevenido para muchos, está ocurriendo igual, y actuando en silencio  y cuyo sonido es capaz de asombrar a quien sabe escucharlo.

Feliz y Dulce Día.

domingo, 23 de diciembre de 2018

Domingo 23 de diciembre de 2018.

“No puedes hacer una revolución para tener la democracia. Debes tener la democracia para hacer una revolución.” (G. K. Chesterton). 

Hoy no me queda más remedio que intentar ser rápido, es domingo y hay carrera. Cuando el sol empiece a alumbrar en Pego a las 08:17 horas ya me encontrare cerca de Aspe y cuando se esconda a las 17:43 casi con toda seguridad veré atardecer desde Onteniente, un día muy viajero, de momento la temperatura en mí balcón de Pego es de 11,4 grados.
Algo hay que decir sobre la violencia de genero después de lo que ha sucedido con Laura Luelmo, lamentablemente no es la primera vez que tengo que mostrar mi repulsa a esta clase de asesinatos, y eso a pesar de que nunca como ahora se ha alcanzado un grado de repulsa hacia la violencia en general en nuestra sociedad.  Y, sin embargo, los titulares de la prensa no cesan de mostrarnos la avalancha de violencia familiar que sobresalta nuestros días: mujeres maltratadas y asesinadas, abusos infantiles, ancianos tratados con desprecio y crueldad… ¿Qué está sucediendo para que tales impulsos violentos se hayan convertido en moneda de uso corriente?
Supongo que las causas serán variadas, pero voy a centrarme en una que me parece que esta olvidada o por lo menos apartada en un rincón, tal vez porque nos atañe a todos, pues la ruptura y banalización de los vínculos entre las personas es muy personal. 
Los seres humanos creamos vínculos entre nosotros, lo que genera relaciones de respeto y compresión mutua que nos lleva a que miremos al otro con un afecto diferente, dándonos cuenta que en esa relación existe algo sublime y misterioso, y establecemos con esa persona una relación que impulsa en nosotros el anhelo de participar en su vida.
Esos vínculos que establecemos nos generan comprensión; y el principio de toda comprensión reside en que yo conceda al otro lo que es: que ame sus cualidades, que deje de considerarlo con los ojos del egoísmo. Y ese deseo de comprensión va a generar en mí compromisos fuertes: ya no considerare al otro un cuerpo extraño que se usa y se tira, sino una persona con una vida fecunda de la que deseo participar y aprender. Y ese deseo de conocimiento me obliga a desprenderme de mí yo, me obliga a entregarme al otro, me obliga a participar de su dignidad, de su libertad y de su nobleza.
Y, si esto es así ¿por qué parece que no funciona? ¿Por qué no respetamos a nuestras parejas y por añadidura a todos los que nos rodean? Complicada debe ser la respuesta cuando cuesta tanto solucionar el problema.
En mi opinión, nuestra sociedad, que es tan civilizada, es también una sociedad desvinculada. Si ahora repasamos un poco los compromisos que vemos a nuestro alrededor veremos que han sido sustituidos por relaciones que son prescindibles, quebradizas y efímeras, en las que el otro no tarda en convertirse en un obstáculo para la consecución de nuestras apetencias. Y las formas de relación humana que creaban vínculos de comprensión mutua, de afecto sincero y solidario, son hostigadas y trivializadas.
Y sucede que cuando los afectos que hacen posible un amor auténtico, paciente y comprensivo, se denigran hasta la burla, cuando los compromisos que surgen de tales afectos se hacen prescindibles, quebradizos, efímeros, es natural que surja la violencia.
Cuando se empiece a hablar seriamente de los malos tratos, alguien se atreverá a señalar su relación con la destrucción de aquellos vínculos que regían los compromisos entre los seres humanos. Y es que, cuando tales compromisos son fuertes, el amor es como una ofrenda; y el ser amado se convierte en una auténtica patria: una tierra que se cultiva y se cuida. Cuando tales compromisos se debilitan, el amor se vuelve codicia y afán de posesión; y el ser amado se convierte en una triste colonia: una tierra que se expolia, para después ser abandonada.
En lugar de hacer de la mujer una auténtica patria, mediante una moral fundada en la entrega y el sacrificio, nuestra época pretende hacer de hombres y mujeres odiosos colonizadores, siempre a la greña entre sí.
Feliz y Dulce Día.

sábado, 22 de diciembre de 2018

Sábado 22 de diciembre de 2018.

“No puedes hacer una revolución para tener la democracia. Debes tener la democracia para hacer una revolución.” (G. K. Chesterton). 

Ahora sí que sí, ya estamos en sábado y ya podemos decir que ha empezado la Navidad, a partir de hoy ya va a ser un “sin parar”, un continuo ajetreo que nos llevará de celebración en celebración, pero antes, veremos como amanece a las 08:16 horas y disfrutaremos de un sol que ya es de invierno y que nos debe ayudar a que pasemos un día con una temperatura agradable, al menos hasta las 17:43, que será cuando nos abandonará para dejar que la noche nos refresque un poco, de momento en mí balcón, 11,5 grados.
He estado mirando los periódicos digitales, hace un momento, y no comprendo cual es el significado que se le esta dando a la palabra “diálogo”, la he visto escrita tantas veces esta mañana y aplicada a unas situaciones tales que me están haciendo pensar que no se lo que quiere decir.
Yo pensaba, que “Diálogo” significaba la capacidad humana de llegar a entenderse o de buscar la verdad de las cosas mediante la utilización de la palabra. Pero me estoy dando cuenta que se esta utilizando no como un instrumento para llegar a una conclusión sino como un fin en si mismo. Ahora resulta que, con que dos personas hablen ya se considera que ya existe diálogo, aunque sus palabras conduzcan hacia callejones sin salida, o sean puras ambigüedades que no conducen a ninguna parte, sino en todo caso al punto de partida. Así el diálogo pierde su esencia, no posee la naturaleza explicativa, esclarecedora, para convertirse en una jaula de grillos; y a través de la palabra solo se alcanza una mayor confusión.
Se esta olvidando que existe una condición para dialogar, es más, pienso que más que condición se una premisa, es que el diálogo solo es posible cuando existe un principio común entre las partes y en él que están de acuerdo, y es a partir del cual cuando se puede desarrollar el diálogo, es entonces cuando a través de las palabras y de los argumentos se pueden limar asperezas y solucionar problemas.
Según mí opinión si no existe ese principio común desde el que comenzar, un diálogo es imposible y no nos llevará a ninguna parte, puesto que quienes en él participan van a rechazar inevitablemente toda explicación que se pretenda construir sobre ese principio que repudian o que rechazan.
En estas condiciones se puede llegar a un acuerdo, no digo que no, pero en todo caso, se alcanzará un acuerdo de conveniencia mutua, lo que a la larga es aún más perjudicial que la falta de acuerdo, por mucho que se disfrace de “consenso”, pues estará basado sobre la renuncia de los principios de cada uno, una renuncia que normalmente se disfraza en forma de “cesiones” parciales.
Voy a poner un ejemplo, y no es en el que todos estamos pensando con los independentistas, un diálogo que se estableciese, pongamos un caso extremo, entre alguien que justificara al asesinato en todos los casos y alguien que en todos los casos lo condenara no debería de resolverse nunca con la justificación del asesinato en algunos casos, o bajo tales o cuales circunstancias; pues tal diálogo se convertiría en algo más odioso que la misma guerra.
Pues este podría ser un ejemplo del lío en el que el diálogo, convertido en un fin en sí mismo, nos esta introduciendo.

Feliz y Dulce Día.

viernes, 21 de diciembre de 2018

Viernes 21 de diciembre de 2018.

“No puedes hacer una revolución para tener la democracia. Debes tener la democracia para hacer una revolución.” (G. K. Chesterton).

Ya estamos en viernes, por fin se termina una semana complicada, veo también que vamos a tener un buen día en cuanto el sol haga su aparición a las 08:16 horas y este con nosotros hasta las 17:42 horas. El día a estas horas es frío, 10,4 grados pero estoy seguro que acertaré con mi previsión pues el sol calentará.
La semana que viene nos vamos ha encontrar con la Navidad, una de las fiestas más tradicionales y que más arraigo tiene, a pesar de que todo lo que sea tradicional se este menospreciando cada vez más. Y creo que es una equivocación.
Las personas cada vez están más faltas de lazos, existe un desarraigo que vacía nuestra vida de sentido humano, de objetivos y de esperanza, y aunque parezca mentira la tradición nos coloca en el tiempo, nos sitúa en un lugar y nos otorga el sentido temporal de las cosas que nos permite no perder el sentido de nuestra vida.   
Ahora nos están vendiendo que rompamos con la tradición, que esa ruptura nos liberará. Que lo importante es el presente, y si lo convertimos en nuestra prioridad podremos hacer de nuestra vida lo que queramos, nos sentiremos como  dioses. Hay que abrazar las nuevas ideas aunque sean una repetición de los viejos errores de antaño, unos errores que sólo viéndolos desde la tradición se delatan.
Porque la tradición nos une con un sabiduría que tenemos acumulada y que nos sirve para explicar el mundo, que nos ofrece soluciones a problemas en apariencia irresolubles, problemas que otras personas confrontaron y dilucidaron antes que nosotros. Cuando los vínculos con esa sabiduría almacenada son destruidos, cualquier intento de comprender este mundo se hace añicos.
Es verdad que los hombres hemos deseado siempre cambiar, pero los hombres con tradición desean ese cambio para acercarse a aquello que no cambia; los que carecen de tradición, en cambio, quieren cambiar para adaptarse a lo que continuamente esta cambiando.  
Haciendo un pequeño esfuerzo de imaginación podremos ver hacia donde nos dirigimos si olvidamos lo que somos; veremos a los hombres haciendo girar sus vidas sobre ellos mismos en busca de placeres inmediatos con los que llenar su espíritu, cada uno en busca de su felicidad, rodeado de gente a la que no ve, los toca pero no los siente pues no existe sino para sí mismo y para él sólo. Observaremos como sobre todos esos hombres se eleva un Estado con un poder inmenso que sólo procura asegurar sus goces, un Estado, minucioso, regular, divertido y benigno que se parece al poder paterno, pero que no tiene por objeto preparar a los hombres para la edad madura; sino que trata de fijarlos irrevocablemente en la infancia y quiere que los ciudadanos gocen, con tal de que no piensen sino en gozar.
Un Estado que necesita para ello crear un enjambre de leyes complicadas, minuciosas y uniformes, a través de las cuales los hombres con espíritus inquietos  y las almas más vigorosas no pueden abrirse paso y adelantarse a la muchedumbre. Porque no destruye las voluntades, pero las ablanda, las somete y dirige; porque no destruye, pero impide crear; no tiraniza, pero oprime; debilita y reduce, en fin, a cada comunidad a un rebaño de animales cuyo pastor es el Estado.
Y un pueblo que se olvida de su tradición camina hacia un destino muy parecido.

Feliz y Dulce Día.

jueves, 20 de diciembre de 2018

Jueves 20 de diciembre de 2018.

“No puedes hacer una revolución para tener la democracia. Debes tener la democracia para hacer una revolución.” (G. K. Chesterton). 

Ya estamos en jueves y solo nos queda esperar a que pase el viernes para ver si puedo dar por terminada una semana llena de tareas administrativas y de citas médicas, intentaremos que estos dos días que nos faltan nos pasen rápidamente y con buenos resultados. De momento el sol nos saldrá a las 08:15 horas y se esconderá a las 17:42 horas, la temperatura en mí balcón es de 12,3 grados.
No se como etiquetar todo el revuelo que se está montando con el resultado de VOX en Andalucía, solo se me ocurre que quizá todo sea un síntoma de cómo la sociedad española funciona cada vez peor, una sociedad que mira hacia su futuro y como no ve nada claro se entretiene en clasificar este nuevo fenómeno de VOX, que si son la extrema derecha, que si son fascistas o franquistas etc…
¿Por qué un partido que consigue algo más de un 10% en unas elecciones autonómicas se convierte en el tema central de las tertulias?  Porque estamos hablando de VOX, que para unos es “extrema derecha” aunque en esa geometría la extrema izquierda no exista y para otros, simplemente, fascismo puro.
Según lo veo yo, VOX es solo un simple partido que se ha quedado con unas cuantas ideas de las que todos huyen buscando el ansiado “centro”. Un centro, que por cierto, consiste en no decir nada en claro. El líder de VOX, Santiago Abascal, solo con que miremos con un poco de imparcialidad sus ideas nos daremos cuenta que es muy difícil asimilarlo a un ideario fascista, sencillamente porque propone, porque hoy por hoy es eso, proponer, no imponer.
Las propuestas que muestra VOX para que le voten se basan en la sencillez, procurando que sean fáciles de entender y que den la imagen de que son eficaces, por ejemplo ante la “cuestión” de los independistas buscan una solución sencilla y fácil de comprender, sobre todo para los andaluces, un Estado centralista que asuma la gran mayoría de las competencias, evitando entrar en el debate de si existen o no diferencias entre las distintas regiones de España.
En otros temas procuran dejar contentos a las diferentes partes dando soluciones que al final no contentan a nadie, por ejemplo con su posicionamiento sobre el aborto. Su opción es que la Seguridad Social no lo pague. Y el aborto ha sido un tema en el que los partidos llamados de “derecha” les han fallado a sus votantes, sobre todo a los católicos, pues han buscado contentar a todos, y tarde o temprano los votantes se van, porque la democracia se levanta con personas, y son las personas que votan las leyes quienes hoy defienden el aborto.
Que VOX tenga doce escaños en el parlamento andaluz para mí tiene mucho que ver con una sensación de desconcierto, de que de repente se pasa del todo a la nada, es decir, en lugar de descifrar en las cosas qué aspecto nos interesa o no, como estamos tan poco acostumbrados a razonar entre nosotros y no escuchamos, nos resulta difícil discernir con sentido común, y con sentido de lo común.
Hay una cosa que es la comunidad y las cosas comunes, que se nos escapan,  nos parecen demasiado complicadas, y no las entendemos. Eso es normal, es comprensible, pero hay que trabajar para superar eso. Si no se hace, está uno fácilmente en manos de gente que acude a excitar sentimientos y a proponer soluciones muy simplistas, puede ser peor el remedio que la enfermedad. Es una cosa a razonar entre todos.
Lo único que veo de interesante al examinar a VOX y que puedo aprender algo es que me enseñan el problema. Me dicen: aquí hay un problema. Es un incentivo para escuchar, para entrar en los temas en los que no se ha entrado. Por tanto, es un estímulo, o podría ser, manejado como un estímulo en positivo para ver qué pasa.
Partidos como VOX y Podemos nos dicen que hemos llegado al momento de la verdad, veamos si las políticas de los unos y los otros son realistas, porque si no son realistas tampoco tienen mucho sentido. Ahora bien, no tan realistas que no tengan un componente idealista. Y hay que ver cuál es el idealismo de cada uno, interpretarlo también requiere un poco de inteligencia entre todos para plantearse cuál es la sociedad soñada que tienen, unos y otros. Hay que enunciarlo, o ver si se está disimulando, entrampando. Luego, puestos a llegar a esa sociedad soñada y ver cuál es, veámoslo con sentido de la realidad, porque nos estamos jugando convivencia, unidad de país, crisis que dure más tiempo o menos, llegar a la bancarrota o no… Lo que nos estamos jugando pasa a palabras mayores.
Es fácil que los políticos, incluso los mediáticos, se construyan una burbuja donde hablan entre ellos esos lenguajes que tienen, y no acaben de escuchar bien lo que hay en el país. Entonces, surgen estos partidos que te están poniendo encima de la mesa lo que normalmente no estás queriendo ni oír ni escuchar, y en ese punto es interesante.
Feliz y Dulce Día.

miércoles, 19 de diciembre de 2018

Miércoles 19 de diciembre de 2018.

 “No puedes hacer una revolución para tener la democracia. Debes tener la democracia para hacer una revolución.” (G. K. Chesterton) 




El libro de George Orwell, “Rebelión en la Granja”, es uno de los libros que regalare en la noche de Reyes, así que ayer por la tarde leí en Internet su prologo, que curiosamente lo titula “La libertad de prensa” y en su ultimo párrafo hay una frase que aun resulta interesante: “Si la libertad significa algo, es el derecho de decirles a los demás lo que no quieren oír”.
Pero antes de seguir os tengo que decir que el sol nos saldrá a las 08:15 horas y estará con nosotros hasta las 17:41 horas y que ahora la temperatura es de 12,5 grados, no nos mantenemos por debajo de los dos dígitos.
Me resulto chocante la frase de Orwell porqué hoy nos encontramos en una fase de nuestra democracia que, si por algo se caracteriza, es por el esfuerzo que se realiza para agradar a la “ciudadanía”.  Mejor dicho, parece ser que gobernar no es otra cosa sino halagar a la ciudadanía, elogiando sus gustos, satisfaciendo sus deseos y gustos, alimentando muchas veces sus bajas pasiones, etcétera. Si observamos un poco la actualidad nos daremos cuenta que a nuestros gobernantes les resulta ya casi imposible adoptar medidas ásperas que contraríen las expectativas de sus votantes, todo son encuestas demoscópicas para que les sirvan de guía.
No me quiero olvidar de que a esa tarea se dedican también los medios de comunicación, que se rigen por la tiranía de las audiencias y encargan “estudios de mercado”, para establecer cuáles son las preferencias de su público. Y, en fin, no existe ahora casi ninguna instancia de poder que no actúe conforme a la máxima de decirle a su clientela lo que su clientela desea oír. Otra cosa es que, una vez halagados los deseos más primarios de su clientela, esas instancias de poder se dediquen luego hacer lo que más les apetezca, pero es lo mínimo que se debe hacer con quien previamente ha aceptado ser sobornado.
Tal vez el problema se encuentre en que no nos gusta que nos digan lo que no queremos oír, y si alguien lo hace lo condenamos al ostracismo, no voy a negar que existen algunos espíritus privilegiados capaces de oír, y diré más hasta de escuchar, aquello que no les gusta pero son muy pocos.
Por lo general, no soportamos que nos digan lo que no queremos oír, sobre todo cuando previamente nos han creado por todas partes una suerte de ilusión en la que siempre estamos oyendo lo que nos apetece oír; y en donde las cosas que nos molestan son unánimemente consideradas horribles.
Por supuesto, que siempre encontramos a algún medio de comunicación y partidos políticos que son rebeldes, pero así es como los prefieren sus seguidores, para imaginar que ellos también son rebeldes; pero esas cosas presuntamente molestas que dicen serán siempre veniales, referidas a cuestiones eventuales, por ejemplo; hablar mal contra tal o cual gobierno perecedero, o ridiculizar algún uso social de reciente cuño, o atacar ciertos excesos caricaturescos de las ideologías en boga, pero nunca en cambio atacarán los fundamentos filosóficos en los que se apoyan tales ideologías, ni discutirán el medio inmoral que ha amparado tales usos sociales, ni pondrán en solfa la legitimidad del poder que esos gobernantes perecederos invocan, porque saben que si lo hacen serán expulsados fulminantemente de los medíos de opinión publica.
Hoy en día como en épocas anteriores más totalitarias, aunque por razones muy distintas, no parece existir un derecho a decirle a la gente lo que no quiere oír, o si existe, se trata de un camino seguro hacía el olvido y la inmolación.
Feliz y Dulce Día.

martes, 18 de diciembre de 2018

Martes 18 de diciembre de 2018.

“No puedes hacer una revolución para tener la democracia. Debes tener la democracia para hacer una revolución.” (G. K. Chesterton) 

Hoy por fin hemos conseguido bajar de los 10 grados en mí balcón, 9,3 grados, se ve que se va preparando del ambiente para las Navidad. De momento, aunque ahora hace frío, vamos a tener un buen día pues el sol que estará con nosotros desde  las 08:14 horas hasta las 17:41 nos ayudará a calentar el ambiente.
Os habéis parado alguna vez a analizar los desequilibrios y las contradicciones que se producen en nuestra forma de actuar cuando se nos rompe la relación existente entre nuestra razón teórica y nuestra razón práctica. Voy a ver si me explico un poco mejor, cuando digo razón teórica me estoy refiriendo a nuestra capacidad para llegar a conclusiones y obtener principios y verdades universales y por razón práctica, a nuestra capacidad para aplicar aquellos principios en nuestra vida diaria.
El principal problema de hoy en día es que queremos negar la existencia de principios y verdades universales, por lo que nuestra razón práctica no tiene referencias y claro intenta llenar ese hueco tomando decisiones a la desesperada viéndose obligada muchas veces a “sobreactuar” olvidándose de la prudencia y de la mesura, lo que inevitablemente se traduce en actitudes apasionadas y exaltadas.
Voy a poner un ejemplo; mirad lo que esta sucediendo con la independencia de Cataluña. Nuestra razón teórica nos dice que la supervivencia de una comunidad política que sea diga de ese nombre es imposible si permite que una parte de sus integrantes defienda su destrucción. Pero nuestra sociedad actual se niega a reconocer esta verdad universal y pretende que la comunidad política tenga en su interior formaciones políticas que hagan propaganda a favor de su destrucción, que además reciban subvenciones públicas y que tengan sitio en las instituciones. Este abandono de la razón teórica se trata luego de corregir grotescamente mediante una acción desordenada de la razón práctica, que hacemos, pues establecemos unos cálculos matemáticos legales que impidan la realización de las ideas independentistas que previamente se han desenvuelto sin cortapisas (incluso con incentivos y estímulos).
O, llegado el caso, se pretende condenar a quienes han intentado realizar tales ideas con penas muy severas, forzando la calificación jurídica de sus actos, o aplicándoles correctivos provisionales a todas luces desmesurados. Toda esta “sobreactuación” de la razón práctica es una consecuencia penosa del abandono de la razón teórica, que por negarse a reconocer un principio universal para la supervivencia de cualquier comunidad política provoca un caos que la razón práctica tiene que parchear in extremis, exagerando la nota.
Mientras no sea restablecida la razón teórica y reconocidos los principios y verdades universales que guían su acción, la razón práctica estará obligada -por mala conciencia, por puro afán de supervivencia- a “sobreactuar” para impedir la definitiva aparición del caos. Pero, a la larga, todos sus esfuerzos serán inútiles, porque allá donde se debilitan los principios y se retira la razón teórica acaba infaliblemente imponiéndose la más perversa ley de la selva, disfrazada de sentimentalismo o consenso.

Feliz y Dulce Día.

lunes, 17 de diciembre de 2018

Lunes 17 de diciembre de 2018.

“No puedes hacer una revolución para tener la democracia. Debes tener la democracia para hacer una revolución.” (G. K. Chesterton) 

Las tardes de domingo nos pueden proporcionar algunas veces descubrimientos agradables, la de ayer fue tropezarme con el libro “El continente salvaje” de Keith Lowe, me lo encontré en la búsqueda de los libros para regalar en Reyes, y como ahora se pueden leer algunas páginas antes de comprarlos, me sorprendió la primera frase; “Imaginemos un mundo sin instituciones”. La narración nos traslada a 1945 en Europa, justo después de finalizar al Segunda Guerra Mundial, pero antes de continuar os anuncio que el sol estará con nosotros desde las  08:14 horas y hasta las 17:40 horas, y que la temperatura es de 13.4 grados.  
Lo que sucedió, después de leer los primeros párrafos fue buscar que era lo que sabía sobre esa época de la historia de Europa, y no sabía nada, un período que si me habían enseñado algo lo tenía absolutamente olvidado. De hecho, estoy seguro, después de hacer algunas averiguaciones, que ganadores y perdedores contribuyeron al olvido, aunque hay que decir que la reconstrucción europea que empezó a generarse a finales de los años 50 contribuyo a ese olvido. Pero, antes, durante bastante tiempo, Europa vivió en un período de una completa anarquía.  No había trenes, ni puentes, ni tiendas, ni correos, ni teléfonos. Solo un brutal espíritu de supervivencia y también, como todo lo que acompaña a un sangriento conflicto, de venganza. Dicen que fue algo terrible, y difícilmente esas personas podían pensar que solo unos años después, su vida cambiaría y terminarían  pasando sus vacaciones en las costas soleadas de España. Todo era negro y sin salida, de una negritud mucho más terrible que la que ahora vivimos, infinitamente más terrible.
dónde quiero llegar con esta historia es que Europa se levantó, y tres hombres simbolizan esa resurrección: Adenauer, Schuman y De Gasperi. Pero para que todo esto fuera posible era necesario algo más: un gran capital moral.
Muchos europeos tuvieron la sensación de que un nuevo comienzo era posible, mucho más pacífico, democrático, benevolente. Necesitaron algo que es necesario, que está en la base de todo gran movimiento, el capital moral, un sistema de valores y virtudes compartidos que es de una naturaleza tal que es capaz de generar con su existencia toda clase de beneficios positivos tanto en bienes como en servicios.
El problema ahora de Europa y en último término de España, no es la crisis, ni la ausencia de personalidades políticas capaces de enfrentarse a los problemas actuales, es la destrucción de su capital moral, la incapacidad para disponer de un relato común que nos permita recuperarnos de la crisis.
Ahora de lo que se trataría sería de poseer unas capacidades morales comunes, capaces de hacernos compartir los que tenemos más con los que tenemos menos, pero no acudiendo mucho a las leyes de la economía sino acudiendo más a las leyes de la solidaridad. La mayoría de las personas deberían de ser conscientes de que solo con el esfuerzo, es decir con la exigencia, la eficacia, la productividad, conseguiremos que todo funcione mejor, pero sabiendo también que solo la justicia, es decir el reparto proporcional de las cargas de la crisis, más a quienes más tienen, permitirá reconstruir este capital moral que por definición solo puede ser colectivo.
En realidad, si lo pensamos un poco, lo que nos está sucediendo a pesar de la gravedad del paro, de los recortes en las prestaciones, es poca cosa si lo comparamos con otras situaciones graves que se han vivido en Europa o en España. Yo no he vivido la experiencia de una postguerra, pero sí tengo en la memoria las narraciones de mi padre y de mi madre sobre la dureza de aquellos momentos y la falta de futuro. Y, a pesar de ello, consiguieron avanzar y dotarnos de la sociedad del bienestar en la que mejor o peor hoy vivimos todos, en condiciones infinitamente superiores a las que tuvieron nuestros antecesores en los años cuarenta y buena parte de los cincuenta.
Ahora, estamos tal vez más asustados y preocupados por nuestro porvenir porque nos falta ese capital moral, que tiene la fuerza de dotarnos de fuerza y respuestas para hoy y esperanza para mañana.

Feliz y Dulce Día.