“No puedes hacer una revolución para tener la democracia. Debes tener la
democracia para hacer una revolución.” (G. K.
Chesterton)
Hoy vamos a tener sol desde las 08:09 horas hasta
las 17:39 y la temperatura en mí balcón es de 11,5 grados, le esta constando
bajar de los 10 grados y eso que ya tenemos las navidades “a la vuelta de la
esquina”.
Al ver ayer el video que esta circulando por las
redes sociales sobre lo que parece ser el abuso de la industria farmacéutica,
me interesado un poco, y el tema es más complicado de lo que nos puede parecer
a simple vista. Es una cuestión que me ha llevado a preguntarme sobre el
derecho a la salud, que me parece a mí que es de donde empieza todo el gran
negocio de las farmacéuticas.
Yo, parto de la base que todos
tenemos derecho a la salud, o sea que el cuidado de la salud de las personas
requiere la ayuda de toda la sociedad para conseguir las condiciones necesarias
que nos permitan desarrollarnos y llegar a la vejez. Por lo que les corresponde
a los poderes públicos decidir, siempre en nombre del bien común, entre los
diversos intereses particulares, pero debe facilitar a cada uno lo que necesite
para llevar una vida verdaderamente humana, a saber: alimento, vestido, salud,
trabajo, educación y cultura, información adecuada, derecho de fundar una
familia, etc.
Que es lo que quiero decir con
todo lo anterior, ¿estoy hablando de un verdadero “derecho a la salud”? Pues si
la comunidad tiene la obligación de facilitar la salud de las personas,
necesariamente tenemos la facultad de exigir esa obligación, es decir, un verdadero
derecho a ella.
Y aquí es donde empiezan los
problemas, cuando intentamos precisar exactamente qué podemos exigir a ese derecho.
Al encontrarnos en un sistema capitalista donde el objetivo de una empresa es
ganar dinero, y que el negocio de las farmacéuticas consiste en anteponer los
beneficios económicos a la salud, y que para que puedan vender sus productos
deben existir personas enfermas y a ser posible convertir en crónicas cuantas más
enfermedades mejor, la combinación de todo esto nos lleva a un abuso no solo económico
sino que yo también lo consideraría un abuso ético.
Y ahora nos surge una pregunta;
¿Hasta qué punto es válido y ético que la industria de la salud se rija por los
mismos valores y principios que el mercado capitalista? Porque si hay un tema
delicado en el cual va la vida y la dignidad de las personas es justamente el
de su salud y sobrevivir a las enfermedades. Y que una actividad tan importante
como el de la farmacéutica, en lugar de estar regida por el principio de curar
y salvar vidas, esta gobernada por el más vil capitalismo puro y duro, no es un
buen camino.
Si una empresa debe procurar
mantener a todos sus clientes y conseguir cada vez más, entonces a la industria
farmacéutica no le interesa curar enfermedades sino por el contrario generar
crónicos que sigan durante el resto de su vida siendo clientes consumidores de
los medicamentos elaborados por ellos. El lema es primero el bolsillo de los
laboratorios y luego la vida y la salud de las personas.
Este es un tema que por
afectar el bien común, el Estado no debe de dejar de regular. Porque
sencillamente está en juego un fin primario del Estado, que es velar por la
salud de la población, y un derecho humano de ésta, evitando el mercantilismo
en el sistema porque de ello depende que las enfermedades que son curables pues
efectivamente se curen aunque el laboratorio “pierda” a un paciente consumidor.
La salud es un derecho humano y los Estados no deben hacerse los distraídos
mirando para otro lado por la sencilla razón que éstos pagan cuantiosos
impuestos a Hacienda.
¿La responsabilidad social
empresarial ha desaparecido de estas grandes corporaciones? A juzgar por los
hechos parecería que sí, lamentablemente. ¿Pero sólo les debemos pedir a las farmacéuticas
que tengan responsabilidad social o se lo debemos de pedir a todas las grandes
empresas? La respuesta puede parecer fácil pero antes de darla deberíamos de
meditar un poco las consecuencias de su aplicación.
Feliz y Dulce Día.
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