jueves, 20 de diciembre de 2018

Jueves 20 de diciembre de 2018.

“No puedes hacer una revolución para tener la democracia. Debes tener la democracia para hacer una revolución.” (G. K. Chesterton). 

Ya estamos en jueves y solo nos queda esperar a que pase el viernes para ver si puedo dar por terminada una semana llena de tareas administrativas y de citas médicas, intentaremos que estos dos días que nos faltan nos pasen rápidamente y con buenos resultados. De momento el sol nos saldrá a las 08:15 horas y se esconderá a las 17:42 horas, la temperatura en mí balcón es de 12,3 grados.
No se como etiquetar todo el revuelo que se está montando con el resultado de VOX en Andalucía, solo se me ocurre que quizá todo sea un síntoma de cómo la sociedad española funciona cada vez peor, una sociedad que mira hacia su futuro y como no ve nada claro se entretiene en clasificar este nuevo fenómeno de VOX, que si son la extrema derecha, que si son fascistas o franquistas etc…
¿Por qué un partido que consigue algo más de un 10% en unas elecciones autonómicas se convierte en el tema central de las tertulias?  Porque estamos hablando de VOX, que para unos es “extrema derecha” aunque en esa geometría la extrema izquierda no exista y para otros, simplemente, fascismo puro.
Según lo veo yo, VOX es solo un simple partido que se ha quedado con unas cuantas ideas de las que todos huyen buscando el ansiado “centro”. Un centro, que por cierto, consiste en no decir nada en claro. El líder de VOX, Santiago Abascal, solo con que miremos con un poco de imparcialidad sus ideas nos daremos cuenta que es muy difícil asimilarlo a un ideario fascista, sencillamente porque propone, porque hoy por hoy es eso, proponer, no imponer.
Las propuestas que muestra VOX para que le voten se basan en la sencillez, procurando que sean fáciles de entender y que den la imagen de que son eficaces, por ejemplo ante la “cuestión” de los independistas buscan una solución sencilla y fácil de comprender, sobre todo para los andaluces, un Estado centralista que asuma la gran mayoría de las competencias, evitando entrar en el debate de si existen o no diferencias entre las distintas regiones de España.
En otros temas procuran dejar contentos a las diferentes partes dando soluciones que al final no contentan a nadie, por ejemplo con su posicionamiento sobre el aborto. Su opción es que la Seguridad Social no lo pague. Y el aborto ha sido un tema en el que los partidos llamados de “derecha” les han fallado a sus votantes, sobre todo a los católicos, pues han buscado contentar a todos, y tarde o temprano los votantes se van, porque la democracia se levanta con personas, y son las personas que votan las leyes quienes hoy defienden el aborto.
Que VOX tenga doce escaños en el parlamento andaluz para mí tiene mucho que ver con una sensación de desconcierto, de que de repente se pasa del todo a la nada, es decir, en lugar de descifrar en las cosas qué aspecto nos interesa o no, como estamos tan poco acostumbrados a razonar entre nosotros y no escuchamos, nos resulta difícil discernir con sentido común, y con sentido de lo común.
Hay una cosa que es la comunidad y las cosas comunes, que se nos escapan,  nos parecen demasiado complicadas, y no las entendemos. Eso es normal, es comprensible, pero hay que trabajar para superar eso. Si no se hace, está uno fácilmente en manos de gente que acude a excitar sentimientos y a proponer soluciones muy simplistas, puede ser peor el remedio que la enfermedad. Es una cosa a razonar entre todos.
Lo único que veo de interesante al examinar a VOX y que puedo aprender algo es que me enseñan el problema. Me dicen: aquí hay un problema. Es un incentivo para escuchar, para entrar en los temas en los que no se ha entrado. Por tanto, es un estímulo, o podría ser, manejado como un estímulo en positivo para ver qué pasa.
Partidos como VOX y Podemos nos dicen que hemos llegado al momento de la verdad, veamos si las políticas de los unos y los otros son realistas, porque si no son realistas tampoco tienen mucho sentido. Ahora bien, no tan realistas que no tengan un componente idealista. Y hay que ver cuál es el idealismo de cada uno, interpretarlo también requiere un poco de inteligencia entre todos para plantearse cuál es la sociedad soñada que tienen, unos y otros. Hay que enunciarlo, o ver si se está disimulando, entrampando. Luego, puestos a llegar a esa sociedad soñada y ver cuál es, veámoslo con sentido de la realidad, porque nos estamos jugando convivencia, unidad de país, crisis que dure más tiempo o menos, llegar a la bancarrota o no… Lo que nos estamos jugando pasa a palabras mayores.
Es fácil que los políticos, incluso los mediáticos, se construyan una burbuja donde hablan entre ellos esos lenguajes que tienen, y no acaben de escuchar bien lo que hay en el país. Entonces, surgen estos partidos que te están poniendo encima de la mesa lo que normalmente no estás queriendo ni oír ni escuchar, y en ese punto es interesante.
Feliz y Dulce Día.

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