viernes, 28 de diciembre de 2018

Viernes 28 de diciembre de 2018.

“No puedes hacer una revolución para tener la democracia. Debes tener la democracia para hacer una revolución.” (G. K. Chesterton).

Después del almuerzo de ayer de la sección “masculina”, supongo que el ambiente para la cena del próximo viernes será el idóneo para que pasemos una excelente velada, pero no adelantemos acontecimientos que eso ya será el año que viene. De momento este viernes el sol nos saldrá a las 08:19 y estará con nosotros hasta las 17:46, y de momento a estas horas en Onteniente, yo tengo frío, 6,2 grados.
Después de haber visto algunos “whatsapp” y algunos comentarios en “facebook” se me ocurre preguntarme si somos todo lo maduros que pensamos, y cuando me estoy refiriendo a maduros no quiero referirme a ese período de nuestra vida en que hemos alcanzado la plenitud vital y en el que aún no se ha llegado a la vejez, sino a la tercera acepción que nos da el diccionario; “Buen juicio o prudencia, sensatez”.
Hasta que punto creemos que somos maduros, porque me he dado cuenta que la edad no significa mucho, se puede ser joven y ser perfectamente maduro pues para controlar las propias emociones en las “redes” controlando nuestra ira y rabia no es cuestión de haber vivido más años, es más bien cuestión de ser educados.
Pienso que una persona madura no pierde el tiempo en realizar críticas destructivas a los demás, sino que debe saber apreciar todo lo positivo que puede encontrar en los demás pues siempre hay algo que aprender. Ya se que a veces situarse en una «actitud crítica» se considera como un derecho, como un valor, como una postura de privilegio. Pero criticar es un arte y además muy difícil. Para hacerlo con educación hay que estar muy preparado. Se critica con mucha frivolidad en nuestros días sobre todo cuando no tenemos a la persona delante y nos podemos esconder con el anonimato que nos ofrecen las redes sociales. Criticar no es sólo decir lo malo, si no valorar también lo bueno.
Si cuando criticamos sólo nos fijamos en lo negativo generalmente no vamos a ser justos y nuestra crítica será mala, será entonces lo que se suele llamar una crítica destructiva. Lo primero que hace falta para que una crítica sea justa es querer mejorar aquello que se está criticando; no gozar destruyendo, eso es pura venganza. Lo más fácil es que esa crítica sea injusta. Una crítica con ironía y sarcasmo puede ser un desahogo del que critica, pero ahí no se ve deseo de ayudar.
Si hacemos la prueba nos daremos cuenta que hacer una crítica destructiva es muy fácil, destruir es fácil, lo difícil es construir. Lo bonito es hacer algo positivo con lo que vamos a criticar ya sea para hacerlo más justo, más bello o más humano. Hay que saber elogiar lo bueno de algo antes que criticar lo malo que tiene pues sino corremos el riesgo de que nuestra crítica sea exagerada y por tanto injusta.
En fin, voy a intentar aplicarme la lección y ser también más justo con las críticas.

Feliz y Dulce Día.

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