“No puedes hacer una revolución para tener la democracia. Debes tener la
democracia para hacer una revolución.” (G. K.
Chesterton).
Último día de 2018, se nos
acaba este año que con tanta ilusión empezamos hace, casi nada, y lo vamos a
hacer con un sol que nos alumbrará desde las 08:19 horas hasta las 17:49 horas,
y la temperatura es de 4,4 grados.
Como cada año nos llega el 31
de diciembre y como cada año me vienen a la memoria, no solo correr la San
Silvestre sino una serie de pensamientos que ya son tradicionales en esta
fecha.
El primer pensamiento es el
clásico, el de que el tiempo pasa, de que el año ha pasado como en un suspiro,
y como él pasarán todos los que me quedan por vivir, ya sean pocos, o sean
muchos; sean felices o sean desgraciados.
Y la pregunta que me hago año
tras año es ¿Qué se ha hecho de las penas y de los problemas? ¿Qué se ha hecho de las alegrías de este año
pasado?
Cualquier cosa que nos haya
pasado ya no puede volver, ni las penas ni las alegrías. De ellas sólo nos
queda el mérito de haberlas sufrido o gozado con plena conciencia y con altura de
miras, o, al revés, la responsabilidad de haber perdido el año sin haber sacado
nada en claro. El tiempo pasa para todos, este año ha pasado para todos, nadie
ha podido detener el reloj.
¡Cómo hubiese deseado alargar
hasta el infinito esos momentos de felicidad¡ Sin embargo, pasaron para no volver.
Ha pasado este año corriendo, volando; pero no ha pasado en vano. Muchos
desearían que hubiese pasado sin dejarles huella, mas no es así. Todo el pasado
queda sujeto en nuestra mente.
Otro de los pensamientos que también
se vienen repitiendo y que cada año me resulta más divertido de esta noche es
ver la cantidad de rituales que hacemos para despedir este año o dar la bienvenida
al 2019. Que si andar con una maleta… o
darse un baño de rosas… o vestirse de tal o cual color… o comer 12 uvas… o
poner una moneda dentro de tu calzado… todo esto para “despojarnos” de la mala
suerte y “atraer” la “energía” positiva. ¡Hay que ver las cosas que cree la
gente…!!! Lamento tener que decirlo, lo
siento, pero esto no funciona… y, encima de eso, lo sabemos.
Ya se que si miramos a nuestro
alrededor y vemos a la gente que ha perdido su trabajo y que la economía es un
desastre. Que la violencia y los crímenes están por todas partes y que nuestros
políticos, en lugar de aliviar toda esta crisis parece que nos la complican. Y que
la actitud general de mucha gente va desde la desesperanza hasta la desesperación.
Ante tal panorama, no en balde se busca algo de qué aferrarse.
Pero por eso, pienso que la mejor
forma para despedir este 2018 y comenzar el 2019 debería ser: Abrazar a nuestros
seres más queridos y decirles que estamos con ellos, pero decirlo con palabras
que nos broten desde dentro, que sean sentidas, que pesen. Y sonreír, no nos
olvidemos de sonreír. La alegría es contagiosa y si yo estoy alegre, los que me
rodean también lo estarán.
En fin, intentemos ser mejores
el año que viene, ser mejores maridos o esposas, mejores padres o mejores hijos,
mejores amigos: 2019 será un buen año si al final podemos decir que
somos mejores seres humanos.
¡Muchas felicidades!
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