“No puedes hacer una revolución para tener la democracia. Debes tener la
democracia para hacer una revolución.” (G. K.
Chesterton)
Hoy todo me indica que vamos a
tener otro buen día pues el sol nos saldrá a las 08:06 horas y estará con
nosotros hasta las 17:38, y la temperatura en mí balcón es de 12,8 grados que
sin lugar a dudas subirá en el momento en que el sol empiece a lucir.
Muy bien el día de ayer, muchos
actos institucionales y muchas declaraciones sobre la democracia y la
Constitución Española pero a mí modesto entender muchos hacen trampa, vamos a
ver, uno de los principios básicos por los que se debe regir una sociedad
liberal nos dice que los seres humanos tienen ciertos derechos naturales y por
ello son inalienables, si esto es así, los gobiernos que se formen en esa
sociedad deben aceptar una ley fundamental, llámese como se quiera, que limite
sus poderes y los garantice, y que por tanto haga cumplir con los límites
establecidos.
Si hemos llegado a este punto,
una vez que hemos instituido aquel principio, hay que decir que los derechos
naturales del hombre no pueden surgir de una declaración política de una
determinada mayoría, porque están instaurados antes, son pre políticos y la
declaración solo debe reconocerlos. Esos derechos son la base para todos los
demás derechos. Su rango es superior.
¿Que estamos haciendo? Estamos
sustituyendo los derechos naturales del hombre por otros.
Voy a poner un ejemplo que
todos podemos ver, en la Constitución Española se establece con claridad importantes
derechos como el de la vivienda y el trabajo, que no tienen en la practica política
una relación proporcionada en la políticas públicas, cosa que es obvia viendo
las cifras del paro y la falta de vivienda para todos los que las necesitan. Ya
se que esto se explica en términos jurídicos de que existe una imposibilidad
material, pero el hecho es innegable.
Pues bien, al mismo tiempo que
esta sucediendo esto, son considerados como derechos, y los últimos gobiernos que
hemos tenido se aplican en el cumplimiento con los medios adecuados, de cuestiones
que no figuran para nada en la Constitución como el “derecho” al aborto. ¿Por
qué se produce esa inversión de rango? La respuesta yo la veo clara. Porque, en
realidad, lo que llaman democracia liberal no es otra cosa que una democracia
de correlación de fuerzas que cambia las cosas según le conviene.
Si miramos un poco el tema del
aborto veremos que la llamada democracia liberal ha decidido que el ser humano
engendrado, que por el hecho de depender absolutamente durante unos meses del
cuidado de su madre, ésta posea el derecho a poner fin a aquella vida basándose
en la justificación del deseo.
¿Que estamos haciendo? Se
conculca el derecho inalienable a la vida que comienza con el engendramiento.
Pero además este derecho es destruido por las democracias liberales cuando existe
un estado del bienestar que puede acoger al hijo y a la madre si se lo propone,
en lugar de subvencionar su muerte. Esta democracia liberal solo declara inalienables
los derechos que le conviene, con lo cual ni son inalienables, ni son naturales,
y para ello adopta decisiones que son contrarias al bien común para propiciar
solo algunos bienes privados.
¿Desde cuándo los derechos de
alguien, la madre en este caso, pueden significar el cese de todo derecho por
parte de otro, el hijo engendrado?
En fin, la tan aplaudida
democracia liberal, tal y como se practica, no es ni mucho menos el fin de la
historia, sino la historia de un fin, el suyo, la todos aquellos que pretenden convertir
sus deseos en derechos inalienables, y el derecho natural en una idea risible.
Feliz y Dulce Día.
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