viernes, 30 de noviembre de 2018

Viernes 30 de noviembre de 2018.

“No puedes hacer una revolución para tener la democracia. Debes tener la democracia para hacer una revolución.” (G. K. Chesterton) 


Hoy me tendré que esperar, el sol ha salido a las 08:00 horas pero unas molestas nubes me han impedido verlo, aunque estoy convencido que lo veré antes de las 17:39 horas que es cuando se esconderá, hace menos frío que ayer, 14,3 grados.
Ayer por la tarde me estuve informando sobre VOX, en vista de las declaraciones tan fuertes que se están haciendo sobre este partido político, entré en su pagina web y leí sus 100 propuestas y no me pareció un partido político tan peligroso como lo pintan, yo creo que es al menos igual de peligroso que los demás partidos.
Muchos medios de comunicación se están empeñando es calificar a VOX como la extrema derecha, yo tampoco lo veo, al menos por lo que leí en su web, también se dice que existe la posibilidad de que alcance representación parlamentaria y que eso es un peligro, a mí no me parece tampoco una mala noticia, pienso que no es malo que todos los partidos que cuenten con los votos necesarios estén en el congreso.
Después de toda la información que recabe ayer; ¿Podría dar mí voto a VOX? Pues me parece que estaría complicado, pero complicado no porque sea peor que los demás ni que ya tenga a un partido a quien votar sino porque le encuentro los mismos defectos que a los demás. Como todos los partidos políticos en sus propuestas hay de todo, algunas probablemente acertadas y de un cierto sentido común, y algunas que a mí entender son desaconsejables. Además, como corresponde a un partido con pocas probabilidades de gobernar tiene algunas propuestas inviables en la practica, y lo saben.
Como veis no quiero entrar en demasiados detalles económicos ni políticos, pero al igual como me sucede con los demás partidos no pude averiguar cuál es su idea moral de la vida, la sensación que me da es que moralmente es más de lo mismo.
No encuentro nada nuevo en lo que respecta a la ideología de género, ni al liberalismo, ni al aborto, ni tampoco a los diferentes tipos de familia. Eso sí, al igual que la mayoría de los demás partidos, todo sutilmente escondido con vagas apelaciones a la defensa de la vida y a lo mucho que les gusta la familia y sospechosos silencios en temas concretos no sea que les acusen de “prohibir algo”.
Ya os habréis dado cuenta en donde encuentro el problema, pienso que no se puede distinguir entre temas morales y los meramente políticos, porque para mí la política debe ser una parte de la moral y todas las decisiones políticas deberían de ser comprendidas según los principios de la ciencia ética. La política, efectivamente, no se puede ni se debe separar de la moral, la política deber ser una parte de la moral y cualquier decisión que se tome debe ser discernida según principios morales.
Pero, y aquí empieza el problema, ¿de qué moral hablamos? ¿La moral católica? ¿La “moralidad” del relativismo? ¿La amoralidad de unos o la inmoralidad de otros?

Feliz y Dulce Día.

jueves, 29 de noviembre de 2018

Jueves 29 de noviembre de 2018.

“No puedes hacer una revolución para tener la democracia. Debes tener la democracia para hacer una revolución.” (G. K. Chesterton) 

Después de pasar el día de ayer, de aquí para allá, hoy toca ya empezar a concentrarse en la maratón del domingo, por eso me preparo para tres días de tranquilidad y descanso, lo que no me impedirá ver la salida y la puesta de sol a las 07:59 horas y a las 17:40 respectivamente, de momento adivino un buen día aunque ahora tenga en mi termómetro 10,9 grados, que para mí es frío.
Si bien voy a pasar unos días de tranquilidad y reposo no quiere esto decir que vayan a ser de aburrimiento, el aburrimiento y el hastío nada tiene que ver con el descanso físico.  
Lo comentaba el otro día después de correr, estamos asistiendo a un fenómeno generalizado del hastío, veo que el aburrimiento está creciendo entre los que me rodean cada día, aun cuando estamos diariamente con toda clase de artilugios que deben ayudarnos a evitarlo. 
La gran mayoría de nosotros llevamos en nuestras manos una serie de aparatos tecnológicos que nos conectan con el mundo, desde noticias diarias, fotos de nuestros amigos y familiares, entonces ¿no deberíamos estar aislados contra el hastío? Irónicamente, parece que es verdad lo  contrario. Todos esos artilugios no están aliviando nuestro aburrimiento. ¿Por qué no? Nosotros aún nos enfrentamos con el aburrimiento porque toda la estimulación del mundo no contribuye necesariamente a darle sentido.
Hay que tener en cuenta que darle el sentido a lo que hacemos no consiste tanto en encontrarse con gente interesante y exponerse a cosas interesantes; más bien consiste en tener un interés más profundo en las personas y en las cosas.
Para que alguna cosa nos interese de verdad hay que estar dentro ella, las cosas nos resultan interesantes cuando estamos lo suficientemente interesados en ellas para entrar de hecho en ellas. Es un concepto muy de Tolkien que podemos ver muchas veces en el Señor de los Anillos.
Daros cuenta como interesan a la gente programas de televisión donde se entra en la vida privada de personajes, los “realitys” son un claro ejemplo de cómo fomentar el interés. Estos programas interesan porque nos permiten estar “dentro” de esas vidas y eventos. Pero el problema esta en que todo lo anterior no son nuestro “pan de cada día“, nuestra rutina diaria. Y es aquí donde tendemos a sufrir el hastío porque es aquí donde tendemos a no estar profundamente dentro de la realidad de la gente y de nuestros acontecimientos, con los cuales estamos en contacto recíprocamente. Es aquí donde frecuentemente sentimos la vida como insulsa, aburrida y rutinaria.
Si estamos continuamente luchando contra el hastío no es porque nuestras familias, lugares donde vivimos, amigos y compañeros no sean interesantes. Estamos hastiados porque nos encontramos internamente demasiado empobrecidos, distraídos o centrados en nosotros mismos para tener un verdadero interés en ellos. Recordando lo que nos decía Einstein; la experiencia no es lo que nos sucede, es lo que hacemos con lo que nos sucede.
Cuando nos aburrimos es porque algo falla en nosotros, tenemos una mirada desinteresada con todo lo que nos rodea, no es que estemos en un lugar sin interés pues si nuestra vida diaria nos parece pobre no hay que echarle la culpa a ella; culpémonos a nosotros, reconozcamos que no somos lo bastante observadores como para ver y para que salga todo lo interesante que hay en cualquier cosa que nos rodea.  
Encontrar interesante nuestra vida no depende de dónde nos encontremos ni con quién estemos sino más bien de nuestra capacidad para ver profundamente dentro de las cosas. La vida en todos sitios es lo suficientemente rica para ser interesante; pero nosotros, por nuestra parte, debemos estar interesados. 
Como hoy tengo un poco más de tiempo quiero terminar diciendo que mucha gente solo encuentra interés en uno mismo y por eso todo lo que se encuentre fuera le aburre. Y en realidad el ser humano sólo se descubre a sí mismo cuando sale de sí mismo, cuando se dirige a los demás y cuando sabe de que los demás caminan también hacia él.   
Uno de los problemas más serios que tenemos en nuestra sociedad es el de la soledad. No sólo la soledad exterior: el silencio asusta y, por eso, se busca la compañía del teléfono móvil, o de los auriculares, o de un amigo cualquiera. Más deprimente es la soledad interior, ese vacío personal que se manifiesta de tantas formas y que produce nefastos resultados, angustia vital. Una gran mayoría de angustiados son seres que no pueden sufrir la soledad y son, por lo mismo, buscadores de comunicación. Por eso una de las cosas que más necesita hoy la gente es ser escuchada.
Lo que ocurre es que esta necesidad que tenemos de los demás se puede convertir en un infierno cuando el otro, en vez de servirnos de complemento y de querernos, pretende dominarnos y aprovecharse de nosotros, Dicho de otra manera: hay buenas y malas compañías.
Pero eso es otro tema, y por hoy ya esta bien.

Feliz y Dulce Día.

miércoles, 28 de noviembre de 2018

Miércoles 28 de noviembre de 2018.

“No puedes hacer una revolución para tener la democracia. Debes tener la democracia para hacer una revolución.” (G. K. Chesterton) 

No me buscado nada sobre esa estrella que brilla en mi cielo matutino, por encima de todas las demás, pero cuando tenga la ocasión me informare. Lo que si que se, de momento es el horario del sol para este miércoles; desde las 07:58 horas hasta las 17:40, la temperatura es de 13,4 grados.
El pasado lunes comente como veo el problema de la violencia de género, y me deje algo, algo que creo que también es importante y que no debemos olvidar; la injusticia de la misma ley de violencia de género. ¿Cómo se puede aceptar que un mismo delito tenga una calificación superior, al margen de los posibles agravantes, por el hecho de ser hombre? Yo, veo no solo una injusticia, sino que crea una mentalidad de víctimas y culpables.
La creación de víctimas y culpables se repite a lo largo de la historia y se viene aplicando de muy diversas maneras, por ejemplo; se aplico en Rusia después de la Revolución de 1917, en este caso eran los burgueses, y bajo este amplio concepto cabían todos a los que consideraban enemigos, y recibían un tipo de justicia que siempre estaba presidida por el principio de culpabilidad.
En otro nivel, por supuesto, ahora la denuncia de una mujer equivale a una sentencia, y cuando este resultado no se produce, entonces no se acepta el veredicto. Lo hemos visto hace meses con el caso de Juana Rivas, o hace poco con el escándalo contra el juez americano Kavanaugh, que se ha demostrado que fue una acción deliberada para destruir lo más importante en una persona, su honorabilidad. Y cuando la cosa no prospera, se le otorga al inocente y para siempre la etiqueta de “polémico”, que los medios de comunicación repetirán hasta la saciedad. Aunque sea inocente siempre será “polémico” aunque el motivo sea una falsedad.
Otro caso que todos conocimos hace meses en plena campaña MeToo, y que vimos en todas las televisiones fue el del actor Morgan Freeman, en cambio ha pasado absolutamente desapercibido que la acusación era un montaje de una periodista, con la colaboración necesaria de una cadena de televisión. Y, yo me pregunto: ¿por qué en España ningún gran medio de comunicación ha informado sobre hecho de que la CNN haya sido llevada a los tribunales por aquel motivo? Podemos pensar que no se dice nada porque se trata de un hecho políticamente incorrecto. Lo correcto es que el hombre se culpable.
Por supuesto que está bien que se hayan alzado voces contra una determinada inmoralidad, porque de eso se trata. Pero para mí el problema es otro, las acusaciones pasan de ser sobre algunos hombres a plantearse etiquetar a todos los hombres.
En lugar de asumir que nuestra sociedad padece una crisis moral que se traduce en comportamientos dañinos, se centra todo en un razonamiento hombre-mujer. En lugar de buscar la educación del varón en la escuela, lo que se hace es que se le deseduca de toda clase de orden, y se le enseña que el sexo es la búsqueda de placer sin pensar que el comportamiento sexual de un chico siempre diferirá del de una chica, porque será más impulsivo y primario.
¿Si no le educan en el autocontrol, la contención y el respeto, si le enseñan que el sexo es bueno siempre, como extrañarse luego que se registren tantas violaciones al día, y que, en menos de una década, los casos se hayan doblado?
En fin, tenemos un problema.

Feliz y Dulce Día.

martes, 27 de noviembre de 2018

Martes 27 de noviembre de 2018.

“No puedes hacer una revolución para tener la democracia. Debes tener la democracia para hacer una revolución.” (G. K. Chesterton) 

Todo lo que estoy observando desde el mirador de mí piso me indica que vamos a disfrutar de un buen día, la temperatura es de 12,9 grados y el cielo esta despejado pues veo las estrellas y una más brillante que supongo será Venus, aunque mañana me asegurare, el sol nos saldrá a las 07:57 horas y se nos marchara a las 17:40, todo listo para empezar la jornada.
Cada día me encuentro con más gente que se encuentra muy preocupada con la presente coyuntura de la política española, incluso he podido hablar con algunos que confiesan tener desasosiego. No se encuentran tranquilos, preocupados a que la situación provisional de ingobernabilidad se haga habitual, miedo a que la ambición desmesurada e irresponsable de algunos políticos propicie pactos peligrosos, miedo a que resurjan las dos Españas otra vez, aunque no estoy seguro de que hayan desaparecido nunca. Hay personas que ven en este río revuelto de la política española la ganancia de pescadores independentistas y que los extremismos se impongan y nos lleven a una dinámica revolucionaria.
Son preocupaciones que estimo ciertas y que he visto entre mucha gente, pero son temores que en contra de lo que en un momento pudiera parecernos no muestran cobardía.
Ese temor, es también una forma de duda que denota tener una conciencia precisa, capaz de plantearse preguntas que las personas menos sensibles renuncian formularse, capaz de anticipar el problema que otros sólo detectan cuando ya se ha producido irreparablemente. Sentir miedo ante el destino de nuestra sociedad denota tener generosidad y grandeza de alma, porque es un miedo que nos llega del amor que sentimos hacia todo lo que nos rodea. Amor a nuestras familias cuyo futuro nos llena de preocupación. Amor a nuestras tradiciones que son constantemente traicionadas.
Esta clase de miedo no es propio de cobardes, sino de personas valientes que conocen el valor de las cosas. Pero, si miramos a nuestro alrededor nos daremos cuenta de que existe otro miedo muy distinto, un miedo que nos turba los sentidos y que hace que las cosas no parezcan lo que son. Son los temores que interesan a los cínicos, que propagándolos logran que sus intereses sórdidos nos pasen inadvertidos.  Nos hablan, por ejemplo, del miedo de los mercados, o nos dicen que el dinero es muy miedoso, para esconder la miseria moral de muchos desaprensivos que nos anticipan calamidades sin cuento.
Tenemos que prestar atención a esos agoreros, que claman ante las calamidades hipotéticas que nos traería una económica socialista y callan ente las calamidades consumadas que nos ha traído el capitalismo; o que, en el colmo del delirio, nos anticipan los desastres que se avecinan ante un gobierno de izquierdas, cuando en realidad tales desastres ya nos los han traído muy sigilosa y tranquilamente un gobierno de derechas. Pero también debemos prestar atención a esos agoreros que claman parecidas calamidades en sentido contrario.  
En fin, hay que tener el valor de tener miedo ante el porvenir que se nos presenta; pero también el valor de no dejarnos confundir por el miedo innoble que los desaprensivos tratan de infundirnos, para su beneficio.

Feliz y Dulce Día.

lunes, 26 de noviembre de 2018

Lunes 26 de noviembre de 2018.

“No puedes hacer una revolución para tener la democracia. Debes tener la democracia para hacer una revolución.” (G. K. Chesterton) 

Vamos a empezar otra semana, y lo voy a hacer una vez más con un tema que desgraciadamente no deja de estar de actualidad, el asesinato de otra mujer por su pareja.
De momento, para animarnos un poco, hay que decir que el sol nos saldrá a las 07:56 horas y nos acompañará hasta las 17:41, en un día que empieza con una temperatura de 15,3 grados.
La pregunta que nos debemos hacer es; ¿Hasta cuándo? Cuando terminara este impresionante desfile de muertes, de vidas cortadas, truncadas por la estupidez del odio o del deseo de posesión. ¿Qué nos esta pasando? ¿Es qué cuándo acaba el amor, comienza el odio? ¿O comenzó mucho antes en los innumerables detalles que van apareciendo a lo largo de la que prometía ser una vida feliz y es una vida de sufrimiento, de padecimiento y de violación de los derechos humanos más fundamentales?
Hay que seguir insistiendo en que el derecho a vivir es un derecho que no puede ser cortado por los puños o cuchilladas que se inflijan a la pareja a la que se le juro entrega, fidelidad y cariño. ¡No más muertes! Son demasiados ya los minutos de silencio ante los ayuntamientos de toda España.
¿Qué está fallando en nuestro sistema social? ¿Qué está fallando en la familia? ¿Qué está fallando en la educación? ¿Qué está fallando en nuestra concepción de la vida y los valores? No lo se con claridad. Tenemos muchos medios, pero parece ser que no los sabemos emplear porqué tenemos muchas deficiencias éticas, no existe un acuerdo real en los valores que tenemos que utilizar para vivir, que son al final los que constituyen nuestras señas de identidad.
Mucha gente piensa que el problema de la violencia machista es un problema exclusivamente español o que lo es de la sociedad occidental, pero según las estadísticas, al parecer el país donde más mujeres mueren víctimas de la violencia machista es la India. No son las sociedades occidentales las más machistas, como algunos, cegados por las ideologías, pretenden explicar. Que se lo digan a las mujeres que viven en sociedades islámicas, por ejemplo.
Para mí, el problema de la violencia machista es un problema moral. Y como vamos a poder solucionarlo cuando la gran mayoría de la sociedad moderna está tratando de convencernos con toda su maquinaria propagandística de que la vida no tiene sentido, de que el hombre esta por encima del bien y del mal; o sea, haciendo en cada momento lo que nos dé la gana, sin cortapisa moral alguna. Nos dicen que la felicidad es el puro placer hedonista: el sexo al margen de cualquier norma moral. Todo vale con tal de pasarlo bien.
Nos estamos animalizando; nos hacen creer que la pornografía está bien, que la prostitución está bien. Nos están diciendo que el amor para siempre es un “ideal imposible”, que el hombre es infiel por naturaleza; que la fornicación y el adulterio es lo normal y lo razonable. Y que los que no piensan de ese modo somos una especie de carcas que queremos amargarles la fiesta con mandamientos y prohibiciones.
Esta sociedad cifra la felicidad en el placer a cualquier precio. Disfrutar, pasarlo bien… Y nunca ha habido tantos suicidios… Suicidios cuyas estadísticas se ocultan bajo el pretexto de no alarmar o no provocar un efecto contagio. Y sabemos que es el suicidio la primera causa de muertes no naturales, por encima de los accidentes de tráfico. Y sobre los accidentes se hacen campañas sin parar. Pero sobre el suicidio, ni media palabra… Porque deja al descubierto una sociedad enferma moralmente. Deja al descubierto el vacío y la gran mentira de la modernidad.
Y luego nos extrañamos de qué pase lo que pasa.

Feliz y Dulce Día.

domingo, 25 de noviembre de 2018

Domingo 25 de noviembre de 2018.

“No puedes hacer una revolución para tener la democracia. Debes tener la democracia para hacer una revolución.” (G. K. Chesterton) 


Me he levantado y me encontrado con que esta haciendo frío, ya se que no estamos por debajo de los 10 grados, pero estoy helado, miro el termómetro y veo que me indica una temperatura de 11,4, así que voy a ver si a las 07:55 horas cuando salga el sol, nos calienta el día al menos hasta las 17:41, ya veremos.
Ayer sábado ya comente algo sobre las minorías, pues hace tiempo que vengo observando un extraño fenómeno: la opresión de las mayorías por las minorías. Normalmente a lo largo de historia lo frecuente ha sido lo contrario: las mayorías dominantes, instaladas en el ejercicio del poder, han oprimido muchas veces a minorías «disidentes», a las que hemos visto casi siempre con compasión y simpatía.
Pero, la novedad de este siglo, y muy particularmente de los últimos decenios, es el enorme desarrollo de «organizaciones» de todo tipo, apoyadas por el increíble poder de los medios de comunicación. Se produce una magnificación de intereses, actitudes, propósitos de grupos muy reducidos, en ocasiones minúsculos, de los que se habla todo el tiempo, que están presentes ante todos los ojos y los oídos, que ocupan una parte desmesurada del horizonte público.
Sería interesante hacer un recuento de lo que realmente significan, y de su comparación con el volumen real de las mayorías casi silenciosas.
Voy a aclarar algunas cosas, los derechos de las minorías a expresarse y hacer valer sus puntos de vista me parecen esenciales. Lo que me parece indeseable es que ejerzan opresión, porque toda opresión me repugna. Y si los más quedan oscurecidos por muy pocos, esto significa además una suplantación, una desfiguración de lo real, en suma, una falsificación.
La opresión de que hablo se ha ido «exagerando» últimamente, hasta hacerse evidente. Somos ya muchos los que nos damos cuenta de que la imagen pública de la realidad no se ajusta a lo que vivimos y sentimos; no nos reconocemos en el retrato que se nos presenta en muchos aspectos de la vida política o de los medios de comunicación; empiezo a pensar: que no somos así.
Llevamos una larga temporada en que se han expuesto con escarnio, desdén y hostilidad creencias, ideas y estilos de vida en las que muchos de nosotros y nuestras familias han vivido. Se ha presentado eso como «antiguallas» en el mejor de los casos, cuando no «aberraciones». Ha habido -hay todavía- una aceptación pasiva de esa manera de ver las cosas, hay un temor a afirmar aquello a que en definitiva se adhiere, que parece estimable y valioso, en suma, verdadero.
Lentamente, nos vamos dando cuenta de la ignorancia de los que se han encargado de imponer esa distorsión de lo real. Se advierte que detrás del escarnio verbal hay una enorme dosis de desconocimiento, y una falta absoluta de justificación.
Yo, de lo que hablo es de «despertar». Esto quiere decir que hay que enfrentarse con la realidad, dejar atrás ese duermevela en el que muchos estamos instalados, olvidarnos también de esas pesadillas que arrastramos durante años, y, recabar el derecho a ser lo que se es, en un continuo avance siempre cambiante.
 Y espero que toda novedad que se nos proponga o propongamos lo sea con buenas razones, con justificación, no de manera arbitraria y gratuita. Confío en que los que me sucedan vivan con un horizonte abierto a la creación, a la originalidad, a la sorpresa que es en lo que consiste el futuro; cerrado a la suplantación, a toda forma, aunque no sea cruenta, de «terrorismo», que es siempre degradante y peligroso.

Feliz y Dulce Día.

sábado, 24 de noviembre de 2018

Sábado 24 de noviembre de 2018.

“No puedes hacer una revolución para tener la democracia. Debes tener la democracia para hacer una revolución.” (G. K. Chesterton) 

Otro sábado por delante, desde las 07:54 horas hasta las 17:41 vamos a tener la compañía del sol, y la temperatura empieza ya a ser fresquita, ahora en mí balcón 11,3 grados, vamos poco a poco acercándonos al limite de los 10, que ya nos indicará para los pegolinos que hace frío.
Como la mayoría de las mañanas he terminado de mirar en los medios digitales lo que sucedió ayer y de lo que vamos a hablar hoy, y me preocupa la tendencia a hablar sin cesar de las cosas que tienen poco interesa. Si miráis un poco las noticias veréis que en el momento que alguien dice una visible estupidez, o una mentira patente, o un insulto sin venir a cuento, podemos estar seguro que vamos a asistir los próximos días a una incansable repetición, por escrito, en radios y televisiones, y a una larga serie de comentarios.
Le estamos dando una resonancia a sucesos que no merecerían que nadie se ocupase de ellos. Las expresiones de rencor, odio, exasperación o simple falta de inteligencia gozan del favor de la publicidad, que les confiere una realidad que por sí mismas no tienen. No estoy diciendo que tengamos que “dejar pasar” lo que es inaceptable o intolerante. Claro que no. Hay que dar a conocer lo que algunos dicen y cómo lo dicen para que conste y cada uno pueda reaccionar personalmente a ello; creo que esto es lo más importante.
Cuando lo que se dice es falso, hay que mostrar brevemente que es así, y pasar de largo, sin darle más vueltas. Si se trata de una injuria o una calumnia, hay que rechazarla con las menos palabras posibles y, en su caso, remitirla a los tribunales. La ignorancia o la necedad no merecen ni siquiera eso: basta con dejar que se hundan por su propio peso. Creo que perdemos demasiado tiempo y esfuerzo en ocuparnos de asuntos o personas que no lo merecen. Y como resulta que vamos escasos de tiempo y de esfuerzo dejamos de prestar atención a personas y noticias que nos reclaman imperiosamente y con urgencia. El ocuparse de minucias sin valor es hacer el juego a los que quieren precisamente que no se haga nada interesante.
Mí opinión es que nuestra sociedad es incomparablemente mejor que la que reflejan los medios de comunicación, que se ocupan mayoritariamente de lo que tiene poca importancia y muy poco valor.
Lo más curioso es que cada vez se ve más un desinterés por lo que podemos hacer en nuestra vida y con nuestra vida, y no debería de ser así, nuestro tiempo es limitado y por eso mismo lo tenemos que utilizar para elegir y decidir que pretendemos ser, por eso deben tener importancia las cosas de este mundo, y no perder el tiempo en cuestiones sin importancia. Por eso el mejoramiento de nuestra sociedad depende de lo que verdaderamente sean las personas, pero estamos asistiendo, en todo el mundo, a una pérdida de lo que verdaderamente las constituye y forma. Sobre eso debería fijarse la atención; lo demás se dará por añadidura.
Verdad y libertad son las dimensiones decisivas de nuestra vida. Ambas están amenazadas de mil formas, la mayoría de ellas disfrazadas y no fácilmente perceptibles. Son los dos criterios supremos para juzgar lo que pasa, lo que se hace y lo que se dice. Rara vez se tiene en cuenta.
Hay personas que son "incondicionables"; tienen "fijaciones", dan por supuesto lo que no es evidente ni tiene justificación; son partidarias de algo pase lo que pase, hágase lo que se haga; cuanto esto se intensifica, se llega al fanatismo. La mayoría de nosotros somos racionales, algunos incluso razonables; estamos abiertos a la verdad, la distinguimos de la falsedad; ejercemos nuestra libertad, sin renunciar nunca a ella. Esta es la gran diferencia entre los hombres, no las aparentes y convencionales que imponen algunos partidos políticos.
Creo que la mayoría de las personas pertenecen a esta segunda clase, mientras que las primeras son una serie de minorías, aparentemente opuestas, pero con una estructura común. Lo que pasa es que en nuestra época es muy frecuente que, a la inversa de otros tiempos, las minorías oprimen a las mayorías. El factor decisivo promueve esta  conducta es la "organización", que administra la publicidad y deforma las realidades. Por eso es importantísimo, y no demasiado fácil, el arte de no hacer caso.

Feliz y Dulce Día.

viernes, 23 de noviembre de 2018

Viernes 23 de noviembre de 2018.

“No puedes hacer una revolución para tener la democracia. Debes tener la democracia para hacer una revolución.” (G. K. Chesterton)

         Como veis, el día no para de acortarse, hoy lo hace un minuto por la mañana, el sol nos saldra a las 07:53 horas y tendera su ocaso a la misma hora que ayer, las 17:42, y la temperatura también continua bajando, hoy 13,3 grados en mi balcón.

     Ayer por la noche, por casualidad, vi una parte del spot de Ruavieja, y esta mañana he buscado en youtube para encontrar el spot completo, creo que vale la pena verlo entero.
Os daréis cuenta que su planteamiento es, a la vez, muy simple y muy certero. No tengo dudas, los publicistas han hecho un gran trabajo para resumir en pocos minutos una cuestión tan importante, nos han dicho claramente lo que querían expresar.
Si miramos nuestra vida, al menos la mía, nos daremos cuenta que hay mucha verdad en ese anuncio de Ruavieja. El estrés al que estamos sometidos, las series televisivas, las redes sociales y un ritmo de vida demasiado acelerado han ido robándonos gran parte del tiempo que no hace mucho tiempo dedicábamos a nuestras relaciones personales. El «ya te llamaré» es hoy de lo más cotidiano, y se acentúa a medida que nos hacemos mayores. ¿Con qué frecuencia vemos a ese amigo con el que antes quedábamos todos los sábados para tomar un cafe? ¿Y a aquel hermano o primo que siempre fue mi consejero?
Es aquí donde la campaña navideña de Ruavieja acierta de pleno, si  veis el anuncio en TV veréis las historias por separado y tal vez no nos veamos reflejados pero al ver el spot completo seguro que alguna de esas historias es muy parecida a la nuestra.
Si queréis podéis entrar el la web de la campaña de Ruavieja y realizar el test, https://tenemosquevernosmas.ruavieja.es/ , y descubriréis cuánto tiempo pasaremos con nuestros seres queridos hasta el día en que nos muramos. El test, pretende sacudir nuestra conciencia y animarnos a dedicar más horas a aquellos que de verdad nos importan. Porque un día no muy lejano les echaremos en falta.
En fin, un buen mensaje para esta Navidad. Volver a disfrutar las relaciones humanas, y muy especialmente las familiares: tíos, sobrinos, primos… y, sobre todo, hermanos y padres.

Feliz y Dulce Día.

jueves, 22 de noviembre de 2018

Jueves 22 de noviembre de 2018.

“No puedes hacer una revolución para tener la democracia. Debes tener la democracia para hacer una revolución.” (G. K. Chesterton)

Vamos a ver como se nos presenta este jueves, de momento las nubes no me han permitido ver el amanecer a las 07:52 horas, y parece que tampoco podré disfrutar del anochecer a las 17:42 horas, y la temperatura en mí balcón esta por debajo de los 13 grados, para ser riguroso en este momento 12,9 grados.
Parece ser que todos los días tengo una idea fija con la salida y la puesta de sol, y esta madrugada lo estado pensando: en mí vida el anochecer y el amanecer es una parte elemental, y es que si lo reflexiono un poco esto quiere decir que divido mi vida en días.
O sea que «empiezo» mí vida cada día, una vez y otra, y «termino», aunque sea temporalmente, cuando llega la hora del sueño. Mí vida se renueva siete veces por semana, treinta cada mes. Trescientas sesenta y cinco al año, esta es la forma en que se proyecta mí vida.
Ésta es la realidad elemental de mí vida, que tiene, por cierto, muy diversos grados de intensidad, y en ello reside lo que va a ser la intensidad real de toda mí vida entera, su grado de realidad. De la expectativa de cada mañana, de esa anticipación imaginativa de la jornada que empieza, de lo que espero de ella, depende lo que va a ser el conjunto.
Y, por supuesto, al anochecer, al dar por terminado el día, al retirarme al sueño o su busca, hago un balance de ese mínimo proyecto cotidiano, hago el recuento. Este recuento que hago cada noche, cuando juzgo lo que ha sido el día que acaba de pasar. ¿Lo hago puntualmente y verazmente? Esta reflexión cotidiana es la más importante, la clave de todas los demás. Temo que la mayoría de la gente apenas piense en ella, que no se la tenga en cuenta. En ella consiste la riqueza de la vida, su calidad, ya que se compone de esas unidades regidas por la noche y el día, por las exigencias de nuestro organismo y no menos por las costumbres de nuestra sociedad.
La vida se interrumpe miles de veces -nos inquieta a veces intentar hacer la cuenta, y por lo general la rehuimos-. Se interrumpe pero se reanuda. La interrupción no rompe la continuidad, como los pasos no estorban a la nuestro caminar. Se podría decir que vivimos por pasos contados.
Todos los días me despierto, me incorporo a la continuación mí vida teniendo en cuenta a que altura de la vida estoy, mí edad, y esto es decisivo. Con toda ella por delante, aunque la muerte me puede sobrevenir en cualquier momento, y lo se, pero cuento con que no será así, con un pasado a la espalda y un porvenir abierto e indefinido, y siempre, sobre todo en esta fase, la expectativa de un horizonte futuro, siempre con un proyecto.
Y me encuentro con la realidad a la que pertenezco, me incorporo a un proyecto que me trasciende y en el que algo tengo que hacer y decir. Ésta es la situación real. Que muchas personas no reparen en ella, que desatiendan su contenido, que prescindan de algunas de sus partes o dimensiones, sólo quiere decir que viven precariamente, que no toman posesión de esa realidad que les es dada con tareas como quehacer.
Y el núcleo fundamental, del que depende todo lo demás, la intensidad y la calidad de vida, es el mínimo proyecto cotidiano, entre el despertar y el balance al volverse hacia el sueño.

Feliz y Dulce Día.

miércoles, 21 de noviembre de 2018

Miércoles 21 de noviembre de 2018.

“No puedes hacer una revolución para tener la democracia. Debes tener la democracia para hacer una revolución.” (G. K. Chesterton) 

Vamos a disfrutar de este miércoles como se merece, y lo vamos a hacer no solo desde las 07:50 horas hasta las 17:43 horas, que son en las que nos acompañara el sol, sino en todas sus 24 horas, de momento la temperatura es un poco fresca, 12,7 grados, pero con la ayuda del sol estoy seguro que mejorará.
Y ahora viene el problema; ¿Cómo de es el día que nos merecemos? ¿Qué nos merecemos? Creo recordar que Sócrates decía que no merece la pena vivir si no es a través del examen de uno mismo, sabiendo qué estoy viviendo, cómo lo estoy viviendo, en qué estoy confiando mi propia vida.
Pienso que no habla de exámenes, sino de una forma de cuidarse que nos debe llevar a recapacitar, a hacernos preguntas, a buscar, a dialogar, a poner sobre la mesa las cosas con claridad. Lo que creo es que se refiere a una filosofía que consiste en el amor al saber, pero que nos debe llevar a la vida misma de las personas, y provocar una forma de relación, un juicio sobre el mundo y la realidad, un impacto sobre el único tiempo del que realmente disponemos.
Si algún día hacemos la prueba, nos daremos cuenta que nos surgirán preguntas, si bien de algunas ya sabemos de antemano las respuestas, quizá utilizando palabras de otros, conceptos y representaciones que proliferan en nuestra sociedad, y que marcan referentes. Unas preguntas clave, en forma de presentimientos no pocas veces irracionales o impulsos motivados por los sueños de nuestra infancia y de la juventud. Unas preguntas certeras, capaces de desdoblar la realidad, de revolverla, de aderezarla.
Sí encontramos alguna respuesta exacta a alguna pregunta clave, sí que tendremos un objetivo que alcanzar y un deseo de alcanzarlo, por eso nos habremos hecho la pregunta. Quizá no podremos alcanzar nuestro objetivo este miércoles, pero lo de hoy servirá para mañana. Quizá no podamos expresar nuestro objetivo con palabras, ni en frases, y eso le dará también un atractivo más. Quizá, tal vez, sea a través de nuestra vida misma como descubramos qué es, y qué no es, generosidad, entrega, libertad y vida.
La respuesta exacta a todo esto me preocupa, como también me inquieta equivocarme y echar por tierra una vida, pues corregir será sin duda girar y convertir, y no borrar lo que ya está vivido. Desdecirme, de algún modo, y aprender a curar las heridas causadas anteriormente.

Feliz y Dulce Día.

martes, 20 de noviembre de 2018

Martes 20 de noviembre de 2018.

“No puedes hacer una revolución para tener la democracia. Debes tener la democracia para hacer una revolución.” (G. K. Chesterton)

Día triste, triste de verdad el de ayer, no cesó de llover, lo que unido al cansancio que tenia se me hizo más largo de lo normal, espero que hoy a las 07:49 horas pueda ver la salida del sol y pueda ver su despedida a las 17:43 horas, la temperatura espero que ayude, ahora en mí balcón 13,5 grados, así que debe subir un poco para conseguir alégrame el día.
De momento ya he visto todas las imágenes que nos ha mandado Mila, y me traen buenos recuerdos, pero también recuerdo que una vez me dijeron que no es aconsejable estar mirando siempre atrás. Las cosas cambian, y nosotros lo sabemos.  
Pasé, toda la mañana de ayer preparando planes de entrenamiento y solo por la tarde salí a tomar un cortado, y, tuve una conversación un poco complicada para lo triste que estaba el día, nos metimos con la religión y en concreto con la religión católica. 
Ya se que muchos de nosotros nos llamamos cristianos porque nos bautizaron, nos llevaron alguna vez a misa de pequeños, tal vez estudiamos en un colegio religioso e hicimos la primera comunión, y ahora vamos a la iglesia en bodas, bautizos, comuniones y funerales, y no paramos de mirar el reloj. 
Pero si alguien que lo ignora todo sobre el cristianismo nos dijese: “Tú que eres cristiano, explícame lo fundamental del cristianismo”, ¿qué le responderíamos? ¿Tendríamos algo que responderle, o le miraríamos con gesto asombrado y buscaríamos una excusa para no entrar en el tema? Pues bien, allí estaba yo esperando que el cortado hiciese su efecto para dar mi modesta opinión sobre si la Iglesia Católica tiene que evolucionar y tiene que desarrollar su doctrina y adaptarla a la sociedad actual, lo que supondréis que es un tema interesante y complicado de responder.
No se si ayer lo desarrolle bien, pero hice lo que pude, lo que pensé que era importante resaltar es la diferencia entre desarrollo y evolución, porque ambos son conceptos incompatibles tanto filosófica como lingüísticamente. Si analizamos ahora, con un poco más de tranquilidad estos términos, veremos que la evolución es la transformación o cambio de algo en otra cosa distinta, mientras que en el desarrollo ese algo o alguien sigue siendo el mismo individuo.
Voy a poner ahora un ejemplo, que ayer no puse; se podría especular que un triceratops evolucionó en un rinoceronte, o un dientes de sable en un tigre moderno (luego de haber evolucionado son especies distintas), pero no se puede decir lo mismo de un bebe que se hace hombre, que sigue siendo en sí mismo la misma persona humana, o de una semilla, que crece hasta convertirse en un frondoso árbol.
Cuando llegue a ese punto me encontré de frente con toda la información que hay en los periódicos y medios de información con sus numerosas críticas a la Iglesia Católica. Todos tienen información, análisis y opiniones contra los dogmas de la Iglesia, su historia, su estructura, su disciplina, sus miembros. Mis interlocutores sabían de artículos y de informaciones que niegan la divinidad de Cristo, que acusan a la Iglesia de defender posiciones morales contrarias a los valores de nuestro tiempo, que denuncian sus escándalos (reales o imaginarios), y un largo etcétera.
Pero lo que me sorprendió, no era la gran cantidad de críticas sino que aplaudían las propuestas que promueven “aperturas” y novedades en la Iglesia. Por ejemplo, que se dé la comunión a los divorciados, que se acepten las relaciones prematrimoniales, que se declare bueno el aborto, que se permita el matrimonio de los sacerdotes…
¿Por qué me sorprende? Porque resulta extraño que se defiendan, por ejemplo, el acceso a la Eucaristía a los divorciados, personas que no creen que Cristo esté presente en ese sacramento. ¿Es que tiene sentido que se defienda el “derecho” a recibir el Cuerpo de Cristo en la misa quien no cree que en la misa está realmente presente el Cristo?
Alguno de vosotros tal vez piense que al defender algunas de esas propuestas se garantiza un derecho de las personas a satisfacer sus deseos. Pero si un deseo se orienta a algo falso o incluso injusto, ¿tiene sentido satisfacerlo y defenderlo como “derecho”? ¿Hay alguien que defienda, sin incurrir en el ridículo, el “derecho” a entrar en un bar y tomar unas cervezas sin pagar si alguien así lo desea?
La insistencia de algunos de mis amigos a favor de cambios en la Iglesia no tiene sentido si no hay un auténtico aprecio hacia esa misma Iglesia. Porque si uno piensa que la Iglesia es anacrónica y falsa, ¿por qué presionar para que cambie? Lo lógico sería combatirla, pero pedir que cambie para contentar al mundo es, simplemente, absurdo.
La Iglesia no formula sus enseñanzas según parámetros de tipo sociológico. No hace encuestas para ver cuántas personas creen en la Trinidad y cuántas no creen. No se adapta a las tendencias de la gente para ganarse más “adeptos”. No busca contentar a los políticos ni a los periodistas.
En fin, una tarde lluviosa, fría y triste la de ayer.

Feliz y Dulce Día.

lunes, 19 de noviembre de 2018

Lunes 19 de noviembre de 2018.

“No puedes hacer una revolución para tener la democracia. Debes tener la democracia para hacer una revolución.” (G. K. Chesterton)

Después de un domingo corriendo y caminando por las montañas de Pego es hora de volver a la normalidad, por eso tengo que decir que hoy no vamos a poder ver el sol ni en la salida que ha sido a las 07:48 horas y tampoco en ver su ocaso a las 17:44 horas, lo que si que encuentro al menos agradable es la temperatura, 14, 6 grados.
Ayer tuve ocasión de conversar con mucha gente pues y la gran mayoría de ellas en un tono festivo y coloquial, y por curioso que pueda parecer a primera vista llegue a la conclusión; que nadie puede divertirse verdaderamente si no es serio.
Las personas, para poder disfrutar de los comentarios y las bromas más sutiles, tenemos que tener arraigado un cierto sentido básico del bien de las cosas; y el bien de las cosas significa, por supuesto, la seriedad de las cosas. Pensad que el placer completo, el placer sin vacilaciones, sin contratiempos, sin segundas intenciones, sólo lo disfruta el hombre sensato. En las Escrituras se dice que el vino alegra el corazón del hombre, pero hay que tener en cuenta que sólo del hombre que tiene corazón, también dice que mejora el ánimo pero esto sólo es posible en las personas animosas.
Hay personas que tienen una idea equivocada de lo que es una persona seria, ser serio no implica la amargura, o una forma de ser antipática y aburrida. Serio es aquel que le da el debido valor a cada cosa. La seriedad es tener bien clara cuál es la escala de valores por la que tenemos que regir nuestra vida. Seriedad es ver con los ojos de nuestro interior y analizar con profundidad nuestra propia existencia.
Ya os habréis dado cuenta que no quiero decir que se tenga que vivir con la cara larga, labios caídos y ojos tristones, sino todo lo contrario. Se trata de tomar en serio la vida, precisamente para que nunca nos falten la alegría y el optimismo, porque la seriedad de la vida es lo único que nos garantiza una vida valiosa y feliz.
Hay que tomarse la vida como se debe, con sentido de responsabilidad, valorando todas nuestras acciones y cumpliendo nuestras obligaciones y darnos cuenta de que hay cosas que no valen la pena, y que son tan superficiales que sólo preocupan a personas de poca sensatez.
Nosotros, que nos juzgamos y queremos ser hombres y mujeres de bien, somos personas serias, aunque estemos riendo todo el día, sabiendo que nuestra alegría no es otra cosa que la manifestación de una conciencia en paz porque cumplimos bien con todo nuestro deber.

Feliz y Dulce Día.

sábado, 17 de noviembre de 2018

Sábado 17 de noviembre de 2018.

“No puedes hacer una revolución para tener la democracia. Debes tener la democracia para hacer una revolución.” (G. K. Chesterton)

Otro día que no voy a poder ver el sol, un sol que estará con nosotros desde las 07:46 horas hasta las 17:45 horas, y que, las nubes y la lluvia nos impedirán ver, al menos la temperatura no es demasiado baja; 17,2 grados en mí balcón.
Hablaba ayer mientras me tomaba un café después de almorzar que no tengo claro que sea bueno que exista una rotación en nuestros políticos, no me estoy refiriendo a que no se tenga que cambiar de gobernantes, lo que quiero decir es que no tengo claro lo que se esta poniendo de moda en nuestra sociedad, una moda que reclama que los políticos no sean profesionales de la política, y que roten cada cierto tiempo, y vuelvan de donde se supone debieron venir, de sus trabajos, carreras y oficios.
Lo que yo me pregunto es; ¿Hay suficiente talento en todas las personas que se quieren dedicar a la política para tanta rotación? ¿Hay tanta gente dispuesta a hipotecar su vida en la política, y más ahora cuando te miran con lupa? ¿Hay tanta gente preparada para las tareas que deben desempeñar si llegan al gobierno?
A mí me parece que nuestra sociedad no es capaz de generar a tantas personas capaces de resistir las acometidas de una política partidista, de aguantar un investigación sobre su vida personal y profesional, y que estén medianamente preparados para poder saber lo que es bueno y lo que es malo, lo que es legal y lo que es ilegal, lo que generará justicia y libertad, y lo que no.
Yo tengo claro que si una persona siente la necesidad de gastar su vida, textualmente, por su comunidad, no encuentro mejor ni mayor empeño que este. Si una persona desea para los demás lo que quiere para sus más cercanos y queridos, es decir, una vida próspera, honesta, más libre y en paz, no veo la razón para que tenga que abandonar la política por haber cumplido una determinada edad o llevar no sé cuántas legislaturas, siempre que funcionen las instituciones de control, los pesos y los contrapesos y el Código penal. Si no parece más un quítate tú, que me pongo yo, y los que me acompañan.
¿Hay líderes suficientes para tomar el testigo de los que se fueron? ¿Es garantía de algo que deba haber una rotación si los controles funcionan? Ahora bien, otra cosa es que haya intereses en que deba darse un cambio generacional, pero precisamente, motivado más bien por la biología que por otra cosa.
No tengo claro el porqué cada día tenemos a más expertos que no cesan de hablarnos de longevidad y de casi la inmortalidad, y de crear un mundo globalizado para que después nos dejen en un asilo esperando la inyección de la felicidad mientras vemos el discurso de Navidad (o lo que venga ahora) de un líder mundial al que cambiarán al año, por viejo.

Feliz y Dulce Día.

viernes, 16 de noviembre de 2018

Viernes 16 de noviembre de 2018.

“¿Puedes devolver la vida? Entonces no te apresures a dispensar la muerte, pues ni el más sabio conoce el fin de todos los caminos.” (J.R.R. Tolkien).

Otro día triste el que vamos a tener por delante, de momento, no voy a poder disfrutar de la salida del sol a las 07:45 horas y me parece que el crepúsculo a las 17:46 horas tampoco va a ser posible, menos mal que la temperatura es bastante agradable, 17,3 grados.
Lo insinuaba ayer, estos son días complicados para los mediterráneos y sobre todo para los que son de espíritu melancólico, y para los que solo ven todo lo negativo que les rodea, unos días como estos les retraen un poco más y se encierran con su tristeza.
Ayer intente poner en práctica lo que escribí en el “Buenos Días”, y mientras me tomaba el cortado, pues no pude entrenar pues llovía a “mares”, comentaba que debemos disfrutar del amanecer, de la lluvia, de los días soleados… de la salud y de la vida. Pero mientras lo decía me daba cuenta que a mucha gente le es imposible entender lo que digo, pues vive de manera negativa y atropellada, y así no se puede apreciar, ni vivir, ni gozar todo lo positivo que tenemos en derredor.
Es así, existen muchas personas con buena situación económica y familiar que no son felices sencillamente porque no son capaces de vivir en paz consigo mismo y con los que les rodean. No quiero decir que tengamos que ser conformistas sino más bien realistas y responsables o sea maduros. Ahora con la edad me doy cuenta más a menudo, veo a personas que se han pasado la vida buscando y luchando por alcanzar algo que estaba fuera de su alcance, y ahora al llegar a la vejez se encuentran insatisfechos, frustrados y amargados.
Y el problema que se les presenta es que el remordimiento, el arrepentimiento de no haber hecho lo que se tenía que hacer en su momento les provoca dolor, al grado de no perdonarse así mismos, y como consecuencia se llenan de amargura y de un vacío existencial.
Es complicado, hablarles y mostrarles que tienen una mala actitud ante la vida, pues cuando se encierran en sí mismos y culpan a los demás de su infelicidad, cuando se vuelven negativos la vida que es parte de ellos, se cierra con ellos y todo se vuelve negativo, oscuro y difícil. Todo les parece que se vuelve contra ellos.
Eligir todos los días solo pensamientos positivos, tener buenos pensamientos es un hábito en el que hay que trabajar a diario y si lo que hacemos en cambio es tener más pensamientos negativos que positivos nos va a costar un poco volver a tomar el control, pero ya se sabe; “nunca es tarde si la dicha es buena”.

Feliz y Dulce Día.

jueves, 15 de noviembre de 2018

Jueves 15 de noviembre de 2018.

“¿Puedes devolver la vida? Entonces no te apresures a dispensar la muerte, pues ni el más sabio conoce el fin de todos los caminos.” (J.R.R. Tolkien).

Con el día de hoy ya van a ser tres días que no veré el sol, y no porque esté postrado en cama o no pueda salir de mí casa, sino porque las nubes me lo impiden, hoy que debería ver el sol desde las 07:44 horas hasta las 17:47 horas no va a poder ser, menos mal que la temperatura en el balcón no es muy baja; 16,8 grados aunque llueve y eso es otro problema que tengo que añadir a este jueves que va a ser gris.  
Será un día triste no por los acontecimientos que pueden estar sucediendo a mí alrededor, que también podría ser, sino por una meteorología que a los mediterráneos nos quita un poco la alegría de vivir.  No quiero decir que esta sensación sea mala en sí misma, pues hay que distinguir entre “estar triste” y mantenerse en un estado de tristeza durante un tiempo y al final estar dominado por ella.
Espero que estos días grises no se alarguen en el tiempo y me puedan provocar depresión, pues si se tuvieran que mantener muchos días como sucede en una gran  parte de Europa, no tendría más remedio que cambiar mí forma de ser para poder aceptar un clima tan triste.
Y es que así es la vida, si cambio yo, si cambio mí actitud cambia todo, también ante un día como este. Entonces, para ver el sol y olvidarme de la lluvia no voy a tener más remedio que hacer caso omiso a las dificultades que este día me ofrece y buscar otros criterios para afrontar el día.
Es cierto, estoy diseñado para el sol y para una sensación agradable al salir a la calle, y no se si voy a poder encontrar algo positivo en lo que veo a través de la ventana, por lo que no voy a tener más remedio que buscar en mi interior una actitud positiva que me dé la fuerza necesaria para hacer los cambios necesarios.  
Entonces, es muy importante que tenga claro que mí alegría para afrontar un nuevo día no dependa de lo que la meteorología me quiera ofrecer y que debe depender de mí actitud y mí disposición interior. Así que el que tenga la estabilidad emocional para soportar este día obedecerá en gran parte a la actitud ante vida que tenga. Complicada tarea la que se me presenta, ya  que la alegría y la felicidad se eligen porque a pesar de las circunstancias nosotros elegimos ver la mejor versión de lo que nos rodea y les encontramos un para qué.
Vamos a ver, voy a hacer un esfuerzo y voy a elegir querer ser alegre y dejar esta tristeza atrás, parece absurdo esto, pero no debe serlo, pues como en todo, el paso más importante es “querer” desear hacerlo, voy a elegir solo los pensamientos positivos y decirme: “¡Sí puedo!”
Decía Aristóteles que la felicidad sí es fruto de nuestro esfuerzo, es decir, no es que tengamos derecho a ser felices, sino que tenemos la obligación de serlo. Voy a soltar cualquier pensamiento negativo y quedarme únicamente con lo positivo, pero va a ser complicado salir a entrenar.

Feliz y Dulce Día.