martes, 20 de noviembre de 2018

Martes 20 de noviembre de 2018.

“No puedes hacer una revolución para tener la democracia. Debes tener la democracia para hacer una revolución.” (G. K. Chesterton)

Día triste, triste de verdad el de ayer, no cesó de llover, lo que unido al cansancio que tenia se me hizo más largo de lo normal, espero que hoy a las 07:49 horas pueda ver la salida del sol y pueda ver su despedida a las 17:43 horas, la temperatura espero que ayude, ahora en mí balcón 13,5 grados, así que debe subir un poco para conseguir alégrame el día.
De momento ya he visto todas las imágenes que nos ha mandado Mila, y me traen buenos recuerdos, pero también recuerdo que una vez me dijeron que no es aconsejable estar mirando siempre atrás. Las cosas cambian, y nosotros lo sabemos.  
Pasé, toda la mañana de ayer preparando planes de entrenamiento y solo por la tarde salí a tomar un cortado, y, tuve una conversación un poco complicada para lo triste que estaba el día, nos metimos con la religión y en concreto con la religión católica. 
Ya se que muchos de nosotros nos llamamos cristianos porque nos bautizaron, nos llevaron alguna vez a misa de pequeños, tal vez estudiamos en un colegio religioso e hicimos la primera comunión, y ahora vamos a la iglesia en bodas, bautizos, comuniones y funerales, y no paramos de mirar el reloj. 
Pero si alguien que lo ignora todo sobre el cristianismo nos dijese: “Tú que eres cristiano, explícame lo fundamental del cristianismo”, ¿qué le responderíamos? ¿Tendríamos algo que responderle, o le miraríamos con gesto asombrado y buscaríamos una excusa para no entrar en el tema? Pues bien, allí estaba yo esperando que el cortado hiciese su efecto para dar mi modesta opinión sobre si la Iglesia Católica tiene que evolucionar y tiene que desarrollar su doctrina y adaptarla a la sociedad actual, lo que supondréis que es un tema interesante y complicado de responder.
No se si ayer lo desarrolle bien, pero hice lo que pude, lo que pensé que era importante resaltar es la diferencia entre desarrollo y evolución, porque ambos son conceptos incompatibles tanto filosófica como lingüísticamente. Si analizamos ahora, con un poco más de tranquilidad estos términos, veremos que la evolución es la transformación o cambio de algo en otra cosa distinta, mientras que en el desarrollo ese algo o alguien sigue siendo el mismo individuo.
Voy a poner ahora un ejemplo, que ayer no puse; se podría especular que un triceratops evolucionó en un rinoceronte, o un dientes de sable en un tigre moderno (luego de haber evolucionado son especies distintas), pero no se puede decir lo mismo de un bebe que se hace hombre, que sigue siendo en sí mismo la misma persona humana, o de una semilla, que crece hasta convertirse en un frondoso árbol.
Cuando llegue a ese punto me encontré de frente con toda la información que hay en los periódicos y medios de información con sus numerosas críticas a la Iglesia Católica. Todos tienen información, análisis y opiniones contra los dogmas de la Iglesia, su historia, su estructura, su disciplina, sus miembros. Mis interlocutores sabían de artículos y de informaciones que niegan la divinidad de Cristo, que acusan a la Iglesia de defender posiciones morales contrarias a los valores de nuestro tiempo, que denuncian sus escándalos (reales o imaginarios), y un largo etcétera.
Pero lo que me sorprendió, no era la gran cantidad de críticas sino que aplaudían las propuestas que promueven “aperturas” y novedades en la Iglesia. Por ejemplo, que se dé la comunión a los divorciados, que se acepten las relaciones prematrimoniales, que se declare bueno el aborto, que se permita el matrimonio de los sacerdotes…
¿Por qué me sorprende? Porque resulta extraño que se defiendan, por ejemplo, el acceso a la Eucaristía a los divorciados, personas que no creen que Cristo esté presente en ese sacramento. ¿Es que tiene sentido que se defienda el “derecho” a recibir el Cuerpo de Cristo en la misa quien no cree que en la misa está realmente presente el Cristo?
Alguno de vosotros tal vez piense que al defender algunas de esas propuestas se garantiza un derecho de las personas a satisfacer sus deseos. Pero si un deseo se orienta a algo falso o incluso injusto, ¿tiene sentido satisfacerlo y defenderlo como “derecho”? ¿Hay alguien que defienda, sin incurrir en el ridículo, el “derecho” a entrar en un bar y tomar unas cervezas sin pagar si alguien así lo desea?
La insistencia de algunos de mis amigos a favor de cambios en la Iglesia no tiene sentido si no hay un auténtico aprecio hacia esa misma Iglesia. Porque si uno piensa que la Iglesia es anacrónica y falsa, ¿por qué presionar para que cambie? Lo lógico sería combatirla, pero pedir que cambie para contentar al mundo es, simplemente, absurdo.
La Iglesia no formula sus enseñanzas según parámetros de tipo sociológico. No hace encuestas para ver cuántas personas creen en la Trinidad y cuántas no creen. No se adapta a las tendencias de la gente para ganarse más “adeptos”. No busca contentar a los políticos ni a los periodistas.
En fin, una tarde lluviosa, fría y triste la de ayer.

Feliz y Dulce Día.

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