“No puedes hacer una revolución para tener la democracia. Debes tener la
democracia para hacer una revolución.” (G. K.
Chesterton)
Vamos a empezar otra semana, y
lo voy a hacer una vez más con un tema que desgraciadamente no deja de estar de
actualidad, el asesinato de otra mujer por su pareja.
De momento, para animarnos un
poco, hay que decir que el sol nos saldrá a las 07:56 horas y nos acompañará
hasta las 17:41, en un día que empieza con una temperatura de 15,3 grados.
La pregunta que nos debemos
hacer es; ¿Hasta cuándo? Cuando terminara este impresionante desfile de muertes,
de vidas cortadas, truncadas por la estupidez del odio o del deseo de posesión.
¿Qué nos esta pasando? ¿Es qué cuándo acaba el amor, comienza el odio? ¿O
comenzó mucho antes en los innumerables detalles que van apareciendo a lo largo
de la que prometía ser una vida feliz y es una vida de sufrimiento, de
padecimiento y de violación de los derechos humanos más fundamentales?
Hay que seguir insistiendo en
que el derecho a vivir es un derecho que no puede ser cortado por los puños o
cuchilladas que se inflijan a la pareja a la que se le juro entrega, fidelidad
y cariño. ¡No más muertes! Son demasiados ya los minutos de silencio ante los
ayuntamientos de toda España.
¿Qué está fallando en nuestro
sistema social? ¿Qué está fallando en la familia? ¿Qué está fallando en la educación?
¿Qué está fallando en nuestra concepción de la vida y los valores? No lo se con
claridad. Tenemos muchos medios, pero parece ser que no los sabemos emplear
porqué tenemos muchas deficiencias éticas, no existe un acuerdo real en los
valores que tenemos que utilizar para vivir, que son al final los que
constituyen nuestras señas de identidad.
Mucha gente piensa que el problema
de la violencia machista es un problema exclusivamente español o que lo es de
la sociedad occidental, pero según las estadísticas, al parecer el país donde
más mujeres mueren víctimas de la violencia machista es la India. No son las
sociedades occidentales las más machistas, como algunos, cegados por las
ideologías, pretenden explicar. Que se lo digan a las mujeres que viven en sociedades
islámicas, por ejemplo.
Para mí, el problema de la
violencia machista es un problema moral. Y como vamos a poder solucionarlo
cuando la gran mayoría de la sociedad moderna está tratando de convencernos con
toda su maquinaria propagandística de que la vida no tiene sentido, de que el
hombre esta por encima del bien y del mal; o sea, haciendo en cada momento lo
que nos dé la gana, sin cortapisa moral alguna. Nos dicen que la felicidad es
el puro placer hedonista: el sexo al margen de cualquier norma moral. Todo vale
con tal de pasarlo bien.
Nos estamos animalizando; nos
hacen creer que la pornografía está bien, que la prostitución está bien. Nos
están diciendo que el amor para siempre es un “ideal imposible”, que el hombre
es infiel por naturaleza; que la fornicación y el adulterio es lo normal y lo
razonable. Y que los que no piensan de ese modo somos una especie de carcas que
queremos amargarles la fiesta con mandamientos y prohibiciones.
Esta sociedad cifra la felicidad
en el placer a cualquier precio. Disfrutar, pasarlo bien… Y nunca ha habido
tantos suicidios… Suicidios cuyas estadísticas se ocultan bajo el pretexto de
no alarmar o no provocar un efecto contagio. Y sabemos que es el suicidio la
primera causa de muertes no naturales, por encima de los accidentes de tráfico.
Y sobre los accidentes se hacen campañas sin parar. Pero sobre el suicidio, ni
media palabra… Porque deja al descubierto una sociedad enferma moralmente. Deja
al descubierto el vacío y la gran mentira de la modernidad.
Y luego nos extrañamos de qué
pase lo que pasa.
Feliz y Dulce Día.
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