jueves, 30 de abril de 2020

La hora de deliberar

“Dicen que los viajes ensanchan las ideas, pero para esto hay que tener ideas” (G. K. Chesterton)  


Vuelvo otra vez al material, hoy he llenado y pesado las alforjas traseras y tengo que decir que de momento estoy en el peso que me había propuesto. Aún falta por pesar la silla plegable, el cable con el candado, llenar los bidones y la comida.
De momento: Bicicleta: 13, 3 kg. Mochila estanca + tienda + saco + colchoneta + piso tienda + funda vivac = 6,6 kg. Mi peso (en canal) + el móvil = 54,1 kg. Alforjas delanteras: derecha + izquierda= 5,8 kg. Bolsa manillar = 2,2 kg. Alforjas traseras: derecha + izquierda= 10,3 kg.
De momento: 13,3 + 6,6 + 54,1 + 5,8 + 2,2 + 10,3 = 92,3 kg.

¿Conseguiremos los 95 kg totales?
Lo más probable es que me encuentre con la necesidad de quitar peso lo que significa que deba dejarme algunas cosas que hasta hoy veo como necesarias.


Siempre será complicado renunciar a algunas cosas sobre todo si me decido a ponerme en marcha después del 22 de junio, fecha que parece como posible según va la epidemia, pues esto implicaría llegar pasada la primera quincena de agosto lo que quiere decir frío y lluvia o sea material más pesado.
Es este otro tema que hay que pensar con tranquilidad: ¿vale la pena empezar el 22 de junio o esperar al año que viene?
Antes del covid19 el proyecto era simple; 5450 kilómetros repartidos en una media de 75 kilómetros diarios me dan 73 días pedaleando y si a cada semana le añado un día más para descansar y visitar algún paraje interesante o simplemente el tiempo me impide pedalear tendría que añadir 10 días lo que me da 83 días para llegar al Nordkapp.
Es verdad que puedo realizar una media de 100 kilómetros o alguno más y podría pedalear 55 días, añadir un día más cada 10 días lo que me llevaría al Nordkapp en 60 días, pero los que ya saben lo que es hacer cicloturismo ven que no es lo mismo un viaje y otro.
Pregunta: ¿Qué opción es la mejor?
Opción A: Salida el 22 de junio, 83 días con llegada el 13 de septiembre.
Opción B: Salida el 22 de junio, 60 días con llegada el 22 de agosto.
Opción C: Dejarlo para el año que viene.
Nos quedan casi dos meses para pensar y tomar una decisión, hay que pensarlo bien, y por eso las deliberaciones van a ser largas e importantes.


Una decisión como esa tomada con prisas, sin prestar atención a los detalles, incluso sin recurrir a los consejos, puede llevar a consecuencias problemáticas. Así que hay que tomarse estos días con tranquilidad y tener prudencia.
Desde luego, la reflexión tiene que basarse en el propósito y el espíritu con el que está pensado este viaje, y las deliberaciones las debo hacer sin olvidar ese objetivo que es mucho más que llegar al Nordkapp cómo sea. Si me olvido del objetivo cuando se tome la decisión, el resultado estará herido de muerte.
Si no me olvido de que tiene que ser un viaje tranquilo, sin mirar kilómetros, disfrutando del momento y sin planes que cumplir cada día, solo levantarse y avanzar hacia el norte, es casi seguro que acertaré.
Llega la hora de deliberar. Ahora toca buscar qué opción nos acercará a nuestro objetivo, y en qué manera tal opción será no solo eficaz, sino también beneficiosa.
Vamos a ello.

martes, 28 de abril de 2020

"A solas con el mar"


“Dicen que los viajes ensanchan las ideas, pero para esto hay que tener ideas” (G. K. Chesterton)  


Hace nada que he terminado de leer el último libro sobre una vuelta al mundo, ya no voy a leer ninguno más mientras dure la cuarentena, no creo que pueda soportar más inyecciones de moral cuando no puedo moverme, y es que “puedo morir de amor” por los viajes.
“A solas con el mar” de Naomí James es un buen libro de viajes, de personas que no le tienen miedo a la soledad y que tienen la serenidad y sosiego suficiente para enfrentarse a un reto tan exigente.
En una entrevista publicada cuando termino el viaje nos lo dice: «Emprendí este viaje, primero, porque me gusta estar sola, y también porque quería ponerme a prueba en una situación difícil y ver si era capaz de resolverla», cuenta Naomí James. «Aunque varias veces viví momentos angustiosos, sobre todo cuando me encontraba a doscientas millas del cabo de Hornos, en medio de una tormenta, con olas de nueve metros, en la que temí zozobrar, nunca pensé en abandonar la aventura. Ahora sé que volvería a hacer la travesía si sintiera de nuevo necesidad de ello.»
Ah, pero no nos dice que “necesidad”, nos deja en la incertidumbre, nos deja a cada uno de nosotros el trabajo de buscar el motivo por el cual volvería a emprender ese viaje, aunque los viajeros ya deben de saberlo, al menos, cada una sabe el motivo del suyo.  



¿Existe una necesidad de viajar? No sé, puede ser, pero es posible que se sienta una necesidad de estar solo o una necesidad de tranquilidad y silencio, y estos viajes en solitario son el escenario perfecto para conseguirlo. Más en nuestros tiempos donde parece que el ruido es necesario para estar a gusto, para divertirse, para disfrutar de la vida. El culto a la verborragia parece estar a la orden del día y se le tiene miedo al recogimiento y a los minutos de un descanso sereno, sin sonidos.
Alguna vez no os ha pasado que nos ponemos a oír música o vemos la televisión solo para evitar el silencio y así poder escapar de nuestros pensamientos; una excusa para no enfrentarnos con nosotros mismos, a nuestras limitaciones y sufrimientos. Parece claro que descubrirse a uno mismo debe ser una de las tareas más arduas y difíciles en la vida, que sin duda requiere de paz interior, de madurez y de plena conciencia de nuestra realidad personal, esa que nos acompaña todos los días de nuestra existencia.

He pasado muchas horas corro en bicicleta sin otro acompañamiento que el del entorno que me rodeaba y nunca me ha molestado esa compañía, por eso no entiendo muy bien a los que lo hacen acompañados de unos auriculares intentando evadirse, ¡evadirse de qué! ¡de sí mismos! La necesidad de tener que utilizar siempre una radio o música nos aleja de la posibilidad para elaborar pensamientos coherentes y propios, que sean personales y no dictados por las líneas de un diario o las noticias de una televisión.
Pienso que es necesario encontrar cada día un rincón de silencio, para detener el vertiginoso trajinar del día y examinarnos lejos de los acontecimientos que nos envuelven y nublan nuestra capacidad de sentirnos felices y a gusto con nosotros mismos.
Una de las cosas que aprendemos en esos momentos de soledad y tranquilidad que aparecen tantas veces en un viaje en bicicleta o andando es a estar con uno mismo, es a invitarnos a que la reflexión y el razonamiento forme parte activa de la vida.
Por eso creo que se vuelve más sabio de esas experiencias, pero como he dicho alguna vez, hay que volver para poder enseñarlas a los demás. En muchos comentarios y escritos de muchos viajeros he podido leer y escuchar que la “vida hay que vivirla” y es verdad, pero, vivir es sobre todo “hacer vivir” y si no hacemos vivir a los demás, nuestras experiencias y enseñanzas, por mucho que nos instruyan van a ser estériles.
«Para mucha gente lo que he hecho es sólo un viaje alrededor del mundo. Pero para mí es algo más: una forma de vida, una experiencia maravillosa de la que ahora únicamente recuerdo horas y días de nada», comenta Naomí James, un comentario que nos puede servir para reflexionar.
Buenos Días.

viernes, 24 de abril de 2020

Nuevas tecnologias


“Dicen que los viajes ensanchan las ideas, pero para esto hay que tener ideas” (G. K. Chesterton)  



El material que descubro hoy es nuevo en mis viajes con la bicicleta, pues nunca he llevado nada de electrónica, lo único que he usado que estuviera relacionado de alguna manera con la electricidad era una linterna.
Sin embargo los tiempos han cambiado y hay que llevar el móvil y todo lo que esté relacionado con las redes en las que nos movemos, al no llevar cámara de fotos es verdad que ahorramos en carretes, flash y la misma cámara pero hay que llevar cargador y un disco duro para almacenar las fotos o los videos que realizaremos con el móvil, el cargador debe ser de varias salidas para poder cargar si hace falta en el mismo momento los luces de la bicicleta y el frontal. Como no, hay que llevar un prolongador y un triple por si el enchufe no está a nuestro alcance. El teclado lo necesito para escribir, no me puedo acostumbrar al teclado del móvil, no puedo.
Cosas nuevas que no hacían falta en los primeros viajes y que no creo que hagan ahora el viaje ni más cómodo ni más fácil, simplemente creo que dan la oportunidad de hacer más cosas.
Decir que la tecnología nos hace la vida más fácil y cómoda es simplificar mucho las cosas, la mayoría de las personas utilizamos los teléfonos inteligentes, y como es natural, cada vez los vamos a utilizar más, pero los años de entusiasmo casi ilimitado sobre los beneficios de Internet han ido seguidos por un período de dudas tecnológicas, ya que empezamos a ver ciertos aspectos que pueden ser perjudiciales cómo la manipulación de contenidos y las noticias falsas que no son otra cosa que mentiras y, mucha gente se las cree solo porque vuelan por la red.

Hay varias cosas que me preocupan del uso que estamos haciendo de las nuevas tecnologías: una de ellas es el uso de las redes sociales por parte de grupos interesados en difundir la desinformación de manera estratégica y ordenada con la intención de socavar nuestra confianza en las instituciones y, o convencernos de que creamos cosas que no son ciertas. Otra sería el papel de las plataformas privadas y cerradas dirigidas por empresas con fines de lucro en la difusión de información a las que se acude para estar informados, además de la recopilación de información sobre nosotros cada vez que leemos una noticia y la participación en esas webs de información de grupos con intereses políticos.
Tengo la esperanza que las medidas y las soluciones que se están tomando vayan evolucionando y se defienda nuestra privacidad de una manera efectiva ya que siempre el hombre se ha adaptado, aunque siempre habrá que estar alerta y procurar que las cosas positivas sean más que las negativas, apoyando y defendiendo las positivas y atacando las negativas.
 Buenas Noches.

miércoles, 22 de abril de 2020

“un hombre que ya no era joven”

“Dicen que los viajes ensanchan las ideas, pero para esto hay que tener ideas” (G. K. Chesterton)  


Siguiendo con mis antiguas lecturas para intentar mantener la esperanza de que la cuarentena terminara pronto, y que nos podremos marchar de viaje con la bicicleta, esta mañana he terminado de leer el segundo libro que tengo sobre una vuelta al mundo.
“La vuelta al mundo del Gipsy Moth” de Francis Chichester, igual que el que empezaré mañana están realizados en solitario y en un velero, donde la soledad y el aislamiento son mucho más patentes que en bicicleta.
Haciendo un rápido resumen, que se encuentra en la contraportada, tendría que decir que: “zarpó de Plymouth el 27 de agosto de 1966, cumplió en alta mar sus 65 años, y sin apenas ver tierra arribó a Sidney, tras 107 días de navegación. Después de un merecido descanso emprendió el camino de regreso, llegando a Plymouth el 28 de mayo de 1967. En el curso de su circunnavegación, el autor hubo de enfrentarse a los elementos adversos y batió varios récords, pero lo que entusiasmó a la prensa y las gentes de todo el mundo fue que un hombre que ya no era joven, superando los peligros y obstáculos, realizara una gran proeza individual en un periplo tan largo”.


Lo que me ha llamado la atención en esta relectura, lo podría resumir en esta frase: “un hombre que ya no era joven”, cuando lo leí por primera vez no me llamo tanto la atención ese dato, pero es que ahora yo me encuentro con 64 años y el relato se lee y se entiende de otra manera.
“La vuelta al mundo del Gipsy Moth” lo que nos enseña es que los sueños de Francis Chichester pueden ser los nuestros, sueños que muchas veces acariciamos en la vida y que se los traga la vida, y ahora hemos visto vemos que pueden ser realidad. Para la inmensa mayoría de las personas, los sueños más largamente acariciados permanecen escondidos en los rincones secretos del alma y ahí se quedan. Para Chichester no. Para este hombre, soñar es poner en práctica los sueños y, al hacerlo, conseguir el éxito.


No es fácil hacerlo, tal vez se deba tener un poco de suerte, pero estamos atrapados en los engranajes de la vida porque nos dejamos atrapar y el solo intento de desengancharnos es ya un triunfo no solo para cada uno de nosotros sino también para la sociedad en la que vivimos.
No sé, cuándo pase este problema del covid19 cómo estará la situación, pero lo normal sería que las personas mayores continuásemos con que nuestro cese de la actividad profesional y laboral, junto con la pensión tuviésemos la posibilidad de continuar con nuestros proyectos e ilusiones. Me parece que los que ya no somos jóvenes debemos superar decididamente la tentación de refugiarnos nostálgicamente en un pasado que no volverá más, o de renunciar a comprometernos en el presente por las dificultades con que nos vamos a encontrar.
 Ahora es momento que nos consideremos como unos privilegiados, y no sólo porque no todos tienen la suerte de llegar a nuestra situación, sino también y sobre todo porque éste es el período donde nos encontramos con la posibilidad de volver a considerar mejor el pasado, de conocer y de vivir más profundamente la vida, de convertirnos en ejemplo para mucha gente.
No obstante, la complejidad de los problemas que debemos resolver cada día y el progresivo debilitamiento de nuestras fuerzas, junto con las incomprensiones de una sociedad egoísta, no nos debe hacer sentirnos al margen de la vida, ni ser elementos pasivos de un mundo en excesivo movimiento, sino personas activas en un período humana y espiritualmente fecundo de la existencia de la persona. Tenemos, sin lugar a duda, todavía una misión que cumplir, una ayuda que dar. Tenemos que recordar que cada uno de nosotros somos una vida en crecimiento, desde la primera chispa de nuestra existencia hasta el último respiro.


Es complicado en estos días ver cómo será nuestro futuro, si podremos viajar o lo tendremos que hacer de una forma que nos impida disfrutar de la libertad que nos merecemos, sería una lástima no aprovechar estos años para ver nuestras expectativas cumplidas, ya veremos, de momento no hay forma de hacer un pronóstico para cuando se podrá salir de viaje ni en que condiciones pero nuestra obligación es continuar con la misma ilusión y esperanza que teníamos hace unos meses.
Buenas Tardes.

lunes, 20 de abril de 2020

Días para soñar.


“Dicen que los viajes ensanchan las ideas, pero para esto hay que tener ideas” (G. K. Chesterton)  


En condiciones normales a estas horas ya habría terminado, o no, la Maratón Boston, porque una maratón siempre es una maratón y le sucede como a un viaje en bicicleta que sabemos cómo lo empezamos, pero nunca sabremos cómo lo vamos a terminar.
Pero dejando este contratiempo de lado, la verdad es que vamos a continuar con la situación actual y esta no es otra que la de ir haciendo los preparativos para ese viaje a Nordkapp.
Hoy le toca el turno a nuestra pequeña bolsa de manillar, esa pequeña bolsa en la que debe ir todo lo que tenemos que utilizar durante nuestro pedaleo y la que nos debe acompañar siempre que nos separemos de la bicicleta.
“Para gustos colores” es una frase que me viene muy bien para resumir lo que cada uno de nosotros elegimos cómo el material que siempre debemos tener a nuestro lado ya sea mientras pedaleamos o mientras nos tomamos un café en una cafetería por eso hoy no voy a entrar en detalles. Pero lo hare si tengo que reducir peso y entonces sí que hay que elegir los colores.
De momento: Bicicleta: 13, 3 kg. Mochila estanca + tienda + saco + colchoneta + piso tienda + funda vivac = 6,6 kg. Mi peso (en canal) + el móvil = 54,1 kg. Alforjas delanteras: derecha + izquierda= 5,8 kg. Bolsa manillar = 2,2 kg.
De momento: 13,3 + 6,6 + 54,1 + 5,8 + 2,2 = 82 kg.

¿Conseguiremos los 95 kg totales? 


Estos días estamos practicando más de lo que es habitual la costumbre de soñar despiertos y la pasión por la aventura, y esto no es un arrebato causado solo por el confinamiento que se tenga que satisfacer y ya está, sino que en la mayoría de nosotros es una inclinación exquisita que se tiene y que nos hace ser grandes viajeros y entusiastas de la vida. Y puestos a soñar, merece la pena hacerlo a lo grande. Ya que los sueños son gratis, ¿por qué conformarse con poca cosa? Y eso no implica en absoluto que seamos menos realistas.
Soñar es uno de los privilegios que tenemos los hombres libres de verdad. Incluso de los que están en la cárcel, o en sistemas dictatoriales. Pero este soñar, el sueño del ojalá, del “y si...”, lo que tenemos que hacer después del covid19, no consuelan ni llenan el deseo de nuestro corazón estos días, si no van acompañados de cierta realidad.
Muchos consideran que soñar no cuesta nada, que es gratis y, por lo tanto, que todos podemos hacerlo, aunque no sirva para nada. Sin embargo, yo soy de la opinión que no tener sueños es precisamente lo que te puede estropear la vida y hacer más insufrible esta cuarentena.
Si no tenemos un porqué por el que levantarnos de la cama cada día, si no hay un motivo que nos ponga en pie cada mañana y tan solo dormimos sin atrevernos a soñar, es mejor que nos levantemos cuanto antes de la cama y nos miremos en el espejo a ver que nos pasa. ¿Quién es ese? ¿Dónde está? ¿A dónde va?


Es interesante tener las respuestas pues es muy importante conocer la dirección que le damos a nuestra vida, mucho más que el movimiento que le demos. Primero hay que fijar un objetivo y después avanzar, nunca el revés.  
Estamos en días de fijar nuestros objetivos, ya nos moveremos, tranquilos. Necesitamos estos días confrontar y vencer nuestros miedos para ir después hacia donde hemos elegido, conocernos y descubrir qué queremos de verdad encontrar en ese viaje y en ese lugar. Hay que ser valiente para huir de la monotonía silenciosa y no conformarse con el patrón establecido.
 No nos debería asustar ser innovadores y atrevidos, emotivos y racionales, serios y divertidos a la vez. Quizás sea el único camino para mostrar y enseñar a los demás y aportarles valor para que se enfrenten a sus miedos en un mundo que esta muy necesitado ello.
Si lo contamos, lo explicamos o lo mostramos y alguien se atreve a vaticinar nuestro fracaso, deberíamos decidirnos a predecir nuestro éxito justamente por lo mismo. Que nuestra vida sirva para enseñar, inspirar y motivar; ¡hay tanto que hacer! Otro mundo es posible.
Si algo nos limita, avancemos sin miedo. Si algo nos causa temor, vivamos con pasión y compasión. Si algo nos atasca, usa tus recursos para saltar los obstáculos. Si algo de esto no ves claro, debes siempre mirar hacia delante para ir más allá y abrir nuevos horizontes.
¿Es complicado? No creo. Solo tenemos que saber mirar hacia nuestro interior y ver lo que esta bien y lo que esta mal, que es lo bueno y que es lo malo, y por supuesto hacer el bien y combatir el mal.
Buenas Tardes.  

sábado, 18 de abril de 2020

"El camino más corto"

“Dicen que los viajes ensanchan las ideas, pero para esto hay que tener ideas” (G. K. Chesterton)  

Ya me da igual en qué día de la cuarentena estoy, aún estoy en aislamiento y, punto.
Siguiendo con la intención de mantener la moral lo más alta posible, hace unos minutos que he terminado de releer el libro “El camino más corto” de Manuel Leguineche y no hay duda de que los tiempos han cambiado. Con solo leer la primera y la ultima página ya os podréis hacer una idea de las diferencias.


Dar la vuelta al mundo es una meta muy buscada por los viajeros y que muchos no vamos a realizar, por eso volver a leer este libro me muestra que ahora ese viaje es otra cosa, otro mundo.
En 1965, cruzan unos países que no se parecen en nada a los actuales, por ejemplo; en Irán todavía manda el Sha, en Afganistán o en Libia todavía hay rey, en Egipto Nasser conducía los designios del país con mano de hierro y en el sudeste asiático están empezando las grandes guerras que marcarán los años posteriores como la de Camboya o Laos, además la de Vietnam está en uno de sus periodos más duros.


Además, Manuel Leguineche tuvo la suerte, o mejor dicho busco el encuentro con grandes personajes que pasados los años son parte importante de la historia del siglo pasado, se reunió con la Madre Teresa de Calcuta, el Dalai Lama, Indira Gandhi o el serpa Tenzing Norgay el primer hombre junto a Sir Edmund Hillary que pisó la cima del Everest.


Para los que nos gusta viajar es interesante buscar y leer este libro antes de que se termine la cuarentena y tengamos que salir disparados sabiendo que, si ellos pudieron nosotros también, aunque sea en bicicleta.
Buenas Tardes. 

jueves, 16 de abril de 2020

Ilusión.

Dicen que los viajes ensanchan las ideas, pero para esto hay que tener ideas” (G. K. Chesterton)  

Trigésimo cuarto día de la cuarentena, y punto, no voy a añadir nada más sobre covid19. 
Si todo hubiese transcurrido cómo era normal hace unos meses, hoy hubiera pasado el día preparando la maleta para cruzar el Atlántico por primera vez e ir a correr la Maratón de Boston, pero no ha sido así y no lo va a ser. 

Así que, como estoy haciendo desde hace varios días, estoy concentrándome en el viaje a Nordkapp que tenía que comenzar al regreso de Boston, y que evidentemente tampoco será posible en la fecha que tenia prevista, fecha que no tiene aún un lugar en el calendario. 
Pero hay que seguir regando las ilusiones que plantamos hace tiempo para que se mantengan vivas. 
Así que hoy para ir “matando el gusanillo”, he preparado las dos alforjaselanteras que llevaré al Nordkapp.




Hace tiempo que pensaba ir modificando el rumbo de este blog para utilizarlo como un medio para reflejar las experiencias de este 2020, que se me planteaba muy viajero, viendo como poco a poco se pueden derrumbar la mayoría de ellas he llegado a pensar en más de una ocasión en dejar el blog con la misma dinámica que tenía e ir dejando morir poco a poco cada una de esas ilusiones.  
Pero he experimentado intensas ilusiones en la preparación de esas “aventuras” y no quisiera dejarlas perder, ya se que lo importante es vivirlas y después reflexionar sobre lo que hemos vivido para revivirlo; para tener plena conciencia de ellas y no precipitarse en tener unas sensaciones equivocadas, lo se, pero esta cuarentena necesita ser alimentada con algún tipo de ilusión. 



Así que voy a continuar con la preparación del viaje a Nordkapp y hoy ha llegado la hora de las alforjas delanteras. He decidido, en contra de lo que veo que está haciendo la mayoría de los cicloturistas, poner la ropa en ellas ya que es lo que menos peso tiene. 
De momento: Bicicleta: 13, 3 kg. Mochila estanca + tienda + saco + colchoneta + piso tienda + funda vivac = 6,6 kg. Mi peso (en canal) + el móvil = 54,1 kg. Alforjas delanteras: derecha + izquierda= 5,8 kg. 
De momento: 13,3 + 6,6 + 54,1 + 5,8 = 79,8 kg. 
¿Conseguiremos los 95 kg totales? 
P.D. Los seguidores del blog pueden conseguir más información de Pego-Nordkapp en: https://www.instagram.com/vicent1956/ 

martes, 14 de abril de 2020

Enterrar a los muertos.

“La imparcialidad es un nombre pomposo para la indiferencia, que es un nombre elegante para la ignorancia.” (G. K. Chesterton)   


Trigésimo primer día de la cuarentena, continuamos mal con el problema del covid19, la inmensa mayoría de los medios de comunicación nos muestran una luz al final del túnel, pero yo sigo viendo cada día más contaminados y sobre todo más muertos, y cómo debe ser pues no debería de ser de otra manera, más recuperados.
Hay una cosa que hace días que me ronda por la cabeza, veo la reacción de los españoles cuando salen a los balcones a dar palmas y animar a los sanitarios y a todos los que están en primera línea en esta lucha contra el covid19, y estoy notando a faltar un sentimiento de enfado, de tristeza y de rabia por todas aquellas personas que no tenían que haber muerto estos días por culpa del covid19.
Ahora, hoy, 18056 españoles han muerto, cuyos ataúdes se apilan hasta que puedan ser enterrados y deberíamos estar indignados por la falta de dignidad con que se están tratando a los muertos. No se, al menos un minuto de silencio cada día en su memoria.


No podemos dejar tirado algo que tiene un valor inmenso. Es verdad que ya no esté el alma en el cuerpo pero estuvo, y es una obra de misericordia. Dedicar a los difuntos un tiempo para despedirlos, para recordarlos y rezar por ellos, refleja nuestro grado de humanidad y de fe cristiana.

Buenas Noches.

lunes, 13 de abril de 2020

Prestar atención a los discursos.

“La imparcialidad es un nombre pomposo para la indiferencia, que es un nombre elegante para la ignorancia.” (G. K. Chesterton)   


Trigésimo día de la cuarentena, continuamos con la misma tónica, recluidos en casa, en suspenso.
Empieza a ser interesante ponerse a pensar en cómo nos tendremos que enfrentar a lo que nos vendrá después de la cuarentena. Hay que comenzar a prestar atención a los discursos, a todos los discursos, a los buenistas, a los que defienden el globalismo y a los que están a favor del “papá” Estado. Tenemos que estar alerta, eso es lo que pienso yo, tenemos que hacer como los boxeadores cuando saltan al cuadrilátero, mantener la guardia alta y la defensa rápida y contundente.
Creo que acierto al pensar que ese es nuestro trabajo, razonar bien todo lo que nos van a contar en las próximas semanas. Soy de la opinión que deberíamos volver, en cuanto podamos, a recuperar las viejas recetas, aquellas que siempre nos funcionaron, que permitieron la vida tranquila de nuestros padres hasta que fue siendo poco a poco arrinconada por los seguidores de esas ilusiones que crea el crecimiento continuo, también de los que defendieron las bondades de la deuda publica y de la necesidad de transformar la economía real en redes de terracitas y hoteles con todo incluido. También, de aquellos que nos vendieron como una emancipación y liberación la desaparición de la familia y la desaparición de los horizontes humanos y espirituales, que los sustituyeron por los materiales y profesionales.
Pero, para esto tendremos que hacer algunos cambios, fundamentalmente en dos aspectos de nuestra vida. En primer lugar como trabajadores que somos y a la vez productores, nos deberíamos dedicar a levantar una economía real, destinada a procurarnos de bienes y abastecimiento, sostenida en lo que tenemos en las manos y no en deudas y especulaciones. Evidentemente esto es difícil, porque no basta con querer dedicarse a hacer algo sino que hay que poder hacerlo, tener los medios. Pero quien tenga la capacidad debería pensar en aceptar los desafíos y riesgos de esa aventura. Será difícil, porque ya se encargaron de aniquilar las iniciativas de inversión y préstamo justo y productivo sustituyéndolas por entidades bancarias demasiado usureras. En segundo lugar, el otro aspecto que tenemos que tener en cuenta es como vecinos y consumidores que somos. Muy probablemente muchos no podrán elegir a qué dedicarse, pero sí podrá –y deberá, que aquí está la cuestión- volcarse con el que sí pueda y lo haga. 


Es hipócrita por mi parte anhelar un modo de vida más tranquilo, con pequeñas tiendas y profesionales promoviendo la economía de nuestros pueblos y llenando de vida nuestras calles si eso lo concibo solo cómo una posibilidad, pero a la hora de la compra cojo el coche y me voy al centro comercial. Pues eso. Habrá quien pueda intentar empezar de nuevo a pequeña escala. Si no le apoyamos, estaremos colaborando con su ruina.
Y eso pasa por abandonar totalmente toda nuestra rutina de antes de la cuarentena. Esa que nos vendía como normal encadenarnos a una deuda perpetúa a cambio de que estuviésemos acostumbrados a pasar los fines de semana en los confines del país. Que era no ya normal sino conveniente acaparar bienes inútiles por estar moda. Que nos llevaba a aceptar que los bienes duran poco tiempo y cuando no funcionen o no nos guste algo, se tira y se compra otro, más al día. O que lo importante de la vida es que las palabras terminen en o sino en @ o x. Que nuestras apetencias son derechos y que nada hay inmutable. Que la única verdad es el progreso infinito.
Hasta ahora, la economía liberal os ha acostumbrado a vivir no ya al día, sino por adelantado. Nos hemos acostumbrado a consumir productos absolutamente accesorios y superfluos que nos han vendido como «nuevas necesidades» metiéndonos para ello en una espiral de deuda y de economía ficción sin respaldo alguno de riqueza real. Y es precisamente por eso por lo que nos vamos a ver con la capacidad de reacción absolutamente bajo mínimos. Porque no vamos a tener un respaldo de economía real.
Me parece que no vamos a salir en muy buenas condiciones después de la cuarentena, pero ya veremos, no suelo tener demasiado ojo para esas cosas.

Buenas Noches.

sábado, 11 de abril de 2020

La "Madre de todas las vigilias"

“La imparcialidad es un nombre pomposo para la indiferencia, que es un nombre elegante para la ignorancia.” (G. K. Chesterton)  


Vigesimooctavo día de la cuarentena, el avance del covid19 continúa un poco más lento pero sigue haciéndonos polvo, al final tal vez ganemos esta guerra pero a día de hoy hemos perdido 16353 batallas que sepamos.
Hoy ha sido un día con unas características especiales, este es el único día del año en que la Iglesia hace silencio, no hay propiamente un culto litúrgico oficial, ha sido un día de meditación y de silencio, se reza en silencio para profundizar y contemplar lo que nos espera mañana.
Pero esta noche es diferente, se fusiona, litúrgicamente hablando, con el domingo de resurrección mediante la solemne Vigilia Pascual, la "Madre de todas las vigilias", es la fiesta más grande del año para un católico.
Hay mucha gente que no cree en la otra vida, que no cree en Dios, que no tiene más vida que ésta y no consigue llenar sus ansias de felicidad y de infinito. Aunque crea en la ciencia o en el progreso, no podrá encontrar un sentido a su vida más allá de la muerte. Pero tanto para los que creemos como para los que no creen el problema es que no amemos a los demás, que pasemos de largo junto a quien esté solo, amargado, excluido, pobre, marginado, que busquemos satisfacer nuestro egoísmo a costa de lo que sea, que nos cerremos a la solidaridad.
Los que creemos tenemos que anunciar a todos los que no creen, que Dios los ama con amor de Padre y que los espera para premiarles el amor que tienen a los demás, a los pobres, a los excluidos, a los enfermos, a los contrarios…
A estas horas ya estamos en tiempo pascual, el tiempo en el que cada año los cristianos celebramos la resurrección de Cristo. No se trata de rememorar un suceso del pasado, pues si Cristo ha resucitado ya no muere más y vive para siempre para salvarnos.

Buenas Noches.

viernes, 10 de abril de 2020

«Está cumplido.»

“La imparcialidad es un nombre pomposo para la indiferencia, que es un nombre elegante para la ignorancia.” (G. K. Chesterton)  


Vigesimoséptimo día de la cuarentena, todo se mantiene igual, más muertos, más infectados y más curados. O sea mal.
Hoy ha sido y es aún Viernes Santo, un día de luto para los cristianos. Pero un luto, que sin dejar de ser doloroso, está impregnado de esperanza y de acciones de gracias. No lo olvidéis. Hoy se refleja como ningún otro día, la aparente contradicción que es nuestra vida, la fuerza que se escode en la vulnerabilidad del hombre. Contradicción porque casi nada es negro o blanco, bueno o malo, éxito o fracaso. El ser humano es contradicción. Digámoslo con palabras más sencillas: la muerte no tiene la última palabra. Ninguna noche es eterna.
Todo esto también pasara, y ese día, cuando llegue, espero no tener que ir a dar el pésame a nadie sino dedicarme a ver como nuestro tejido social ha sido devastado, cómo ir a ver el resultado de una inundación, me dedicaré a ver cuantos autónomos y pequeñas empresas habrán perdido no sólo lo que tenían, sino la capacidad de reinicio. Veré como muchas personas llamarán a sus trabajos para pedir instrucciones para la reincorporación y nadie les cogerá el teléfono.
Ante esa devastación se nos presentaran dos opciones principalmente. Aparentemente opuestas, pero en la práctica convergentes. Por un lado tendré a los mismos que celebraron el batacazo de la bolsa al principio de la cuarentena para rapiñar a precio de saldo y hacerse, aún más, con el control de muchas empresas que seguimos llamando españolas. Esos que sortean cualquier crisis deshaciéndose del peso muerto de los trabajadores no imprescindibles en determinados momentos a cambio de aprovechar el miedo de los que mantienen haciéndoles aceptar condiciones cada vez más míseras. 
Me encontraré también con otros disfrazados de salvadores que denunciarán, con parte de razón, la miseria moral de los primeros. Pero lo harán sólo para poder vendernos su mercancía. Nos ofrecerán un sustento mísero, pero menos es nada. Nos ofrecerán cuidar de nosotros para siempre, a cambio de que abandonemos cualquier iniciativa propia. Y ¿cómo podrán darnos ese sustento y ese cuidado? Mediante la reclamación absoluta de cualquier medio que haya sobrevivido a la crisis y que podría servir para esa vuelta a empezar.


El escenario final sea cual sea el sistema que se imponga será el mismo. El vencedor de ambos casos es el mismo. El gran capital siempre gana. Sea convirtiéndonos en esclavos que comen de su mano, sea manejando la inmensa y ficticia deuda que convierte en esclavos a los estados en otro tiempo soberanos.
Si queremos evitar la esclavitud, a manos de uno u otro tirano, todo pasa por pararse y recapacitar. Y sacar conclusiones de lo vivido. Que nada vuelva a ser igual será duro, pero no necesariamente malo. No habrá recetas fáciles, ojo. Y la tentación de aceptar la esclavitud revestida de compasión será grande. Pero de todos depende levantar algo mejor de lo que teníamos, o contentarnos con poder elegir el color del banco y el remo al que nos aten.
Para ello habrá que ser radical. Todo lo bueno necesita radicalidad. Lo contrario de radicalidad no es mesura sino superficialidad. Eso pasa por nuestra actitud ante el futuro, por nuestra actuación personal, pero también por vigilar y defendernos de quien venga a imponernos su tiranía.
En fin, mañana un poco más.

Buenas Noches.

jueves, 9 de abril de 2020

¿Estamos, entonces, en la hora cero o en la hora veinticinco?

“La imparcialidad es un nombre pomposo para la indiferencia, que es un nombre elegante para la ignorancia.” (G. K. Chesterton)


Vigesimosexto día de la cuarentena, todo se mantiene igual, más muertos, más infectados y más curados. Acaba de finalizar el Jueves Santo y como muchos recordareis; “Hay tres jueves que relucen más que el sol: Jueves Santo, Corpus Cristi y el día de la Ascensión”, un día muy importante para los católicos y que este año ha sido especial por la forma en la que lo hemos celebrado.
Me pregunto si ha llegado ya el momento de lanzar una llamada de auxilio definitivo que nos ponga seriamente sobre aviso a toda la Humanidad del peligro de ruina bajo el que vivimos, y me temo que mi respuesta no va ha ser la convencional. Porque lo que ahora se lleva es el anuncio de una catástrofe sanitaria cómo la del covid19. Y me temo, sobre todo, que mientras tememos esa catástrofe no nos estemos dando cuenta de algo mucho más grave y elemental; que el miedo al covid19 no es la causa, sino sólo el síntoma de una enfermedad mucho más profunda que hoy desgasta a la persona. Estamos ya en un grave proceso de carencia, de pérdida de energía tal, que ni siquiera somos ya conscientes de nuestra enfermedad.
Nuestra enfermedad empieza por una gran perdida de libertad. En un tiempo en el que todos hablan de libertad lo cierto es que cada vez lo somos menos, que no somos conscientes de no serlo, que hasta nos sentimos a gusto con la libertad perdida y que apenas somos ya capaces de desearla.
Una de las ataduras nos la ha puesto una sociedad en la que lo colectivo siempre priva sobre lo individual. Tenemos que vivir en grupo, pensar en bloque, viajar en bloque, divertirnos en bloque. El incremento de la política y del Estado son dos síntomas de esa atadura. Todo es ya política. Las decisiones de partido entran en nuestra vida cultural, profesional, religiosa. A eso lo llamamos a veces democracia, pero son diversas variantes de totalitarismo.


Estamos atados también por la propaganda que ha sustituido a la verdad. Queramos o no, la elección hasta de las más pequeñas cosas nos es impuesta por el martilleo que nos acosa desde todas las esquinas. ¿Quién se atreve a discutir el dominio de las modas? ¿Cómo no someterse a las modas imperantes en las que hasta se nos dice cómo hay que ser para ser rebeldes? 
Hemos perdido sin darnos cuenta el verdadero pensamiento personal, sentimos un desinterés por todo lo problemático; conocemos el hambre en el mundo, pero no pensamos en él; sabemos que existe el paro, pero nos resignamos a él. Todo lo problemático lo dejamos en manos de los diversos movimientos políticos.
¿Estamos, entonces, en la hora cero o en la hora veinticinco? ¿Es ya demasiado tarde para construir al hombre? Tengo que decir que pienso todo lo que he dicho, pero no que el hombre esté definitiva y totalmente corrompido. Estoy seguro que el hombre puede salir a flote, entero o a pedazos, porque ningún proceso es irreversible y mucho menos fatal.
Pienso que la mejor salida se encuentra en el pequeño trabajo de la pequeña gente. Creo en el lento esfuerzo, gota a gota, por repartir trocitos de esperanza. Creo que la redención del mundo se hace empezando por el propio corazón, y si se puede, por dos o tres corazones vecinos. Para ser hombre se necesita de una gran paciencia; para mejorar el mundo, una larga tenacidad; la esperanza, no es el estandarte que colocamos en el balcón, sino una planta que se cuida.
Si yo logro ejercer hoy mi libertad un poco, el mundo habrá avanzado. Si yo ayudo a pensar a tres o cuatro personas, la vida interior de todos crecerá como unos vasos comunicantes. Si cuatro o cinco amigos descubrimos juntos que tenemos un alma y que ésta es más importante que el dinero que ganamos, se estirará el alma del mundo.
Cualquier otra cosa que hagamos es fácil que se convierta en política o será un sueño más que nos de la impresión de vivir, pero que construirá poco. Las verdaderas redenciones nacen humildemente. 
Buenas Noches. 

miércoles, 8 de abril de 2020

Hay preguntas por responder.

“La imparcialidad es un nombre pomposo para la indiferencia, que es un nombre elegante para la ignorancia.” (G. K. Chesterton)


Vigesimoquinto día de la cuarentena, todo continua igual, cada vez estoy más seguro que hasta medianos de mayo no voy a poder disfrutar de la libertad de movimientos que tenia antes de la cuarentena, así que voy a estar como mínimo un mes más sin salir de casa. En veinticinco días solo he salido dos veces a comprar y tres a tirar la basura, así que vamos a ver si consigo salir solo tres veces a tirar la basura.
Para la segunda semana de mayo tengo que tener respuesta para varias preguntas: ¿tengo que seguir con la vida que llevaba en febrero o tengo que empezar una nueva vida? Tengo mucho que pensar y tiempo para hacerlo.
Para ello voy a tener que desconéctame todo lo que pueda de las redes y de la mayoría de los medios de comunicación, no voy a ver los videos de los mensajes de los grupos de whatsapp y de Facebook pues ya estoy cansado de teorías de la conspiración, análisis profundísimos del virus elaboradas por cualquiera, planes ocultos de control social, aterradoras noticias confirmadas de buena tinta por un amigo que lo sabe bien… Ni me creo ni descarto nada. Por eso voy a seleccionar mucho.
Hay preguntas cómo; ¿Cuál es el origen del virus? ¿Sabe a sopa de murciélago o a tubo de ensayo? ¿Era necesario este nivel de confinamiento? ¿Es, por el contrario, insuficiente? de las que he recibido tantas respuestas que ya podría ser un experto. Pero no son las más importantes, aunque sólo sea porque se refieren a lo que ya poco remedio tiene. 


 Hay otras. Que tendré que responder cuando llegue el final de la cuarentena. Cómo por ejemplo ¿qué conclusión saco de que no tengamos capacidad de fabricar casi nada y dependemos de que otros nos vendan lo suyo? ¿Quién se beneficia de aquel rediseño total de nuestra economía realizado al entrar en Europa, desmontando cuidadosamente todo el sector industrial primario y secundario y fiándolo todo al del turismo, que siempre va a depender de que otros tengan dinero de sobra para gastarse en nuestros servicios? ¿Puedo seguir confiando en el modelo liberal de crecimiento continuo y eterno como condición “sine qua non” para mantener empleos cada vez más precarios?
Y me preocupan mucho las preguntas que nos podamos –que nos debemos- hacer sobre el futuro, sobre el que sí tenemos algo –mucho, muchísimo- que decir. Un futuro que deberíamos empezar a preparar.
Porque el día en que salgamos de casa debemos tener claro que no va a ser para volver a nuestra rutina anterior. A estas alturas confío en que todos lo entiendan, y se vayan haciendo la composición de lugar de lo que nos encontraremos ahí fuera, más allá del balcón y del supermercado que es el horizonte que nos imponen como necesario.
En fin, mañana comenzare a intentar adivinar que me voy a encontrar.

Buenas Noches.