“La imparcialidad es un nombre pomposo para la
indiferencia, que es un nombre elegante para la ignorancia.” (G. K. Chesterton)
Vigesimoquinto día de la cuarentena, todo continua igual,
cada vez estoy más seguro que hasta medianos de mayo no voy a poder disfrutar
de la libertad de movimientos que tenia antes de la cuarentena, así que voy a estar
como mínimo un mes más sin salir de casa. En veinticinco días solo he salido
dos veces a comprar y tres a tirar la basura, así que vamos a ver si consigo
salir solo tres veces a tirar la basura.
Para la segunda semana de mayo tengo que tener respuesta
para varias preguntas: ¿tengo que seguir con la vida que llevaba en febrero o
tengo que empezar una nueva vida? Tengo mucho que pensar y tiempo para hacerlo.
Para ello voy a tener que desconéctame todo lo que pueda de
las redes y de la mayoría de los medios de comunicación, no voy a ver los videos
de los mensajes de los grupos de whatsapp y de Facebook pues ya estoy cansado
de teorías de la conspiración, análisis profundísimos del virus elaboradas por
cualquiera, planes ocultos de control social, aterradoras noticias confirmadas
de buena tinta por un amigo que lo sabe bien… Ni me creo ni descarto nada. Por
eso voy a seleccionar mucho.
Hay preguntas cómo; ¿Cuál es el origen del virus? ¿Sabe a
sopa de murciélago o a tubo de ensayo? ¿Era necesario este nivel de
confinamiento? ¿Es, por el contrario, insuficiente? de las que he recibido
tantas respuestas que ya podría ser un experto. Pero no son las más importantes,
aunque sólo sea porque se refieren a lo que ya poco remedio tiene.
Hay otras. Que tendré que responder cuando llegue el
final de la cuarentena. Cómo por ejemplo ¿qué conclusión saco de que no tengamos
capacidad de fabricar casi nada y dependemos de que otros nos vendan lo suyo?
¿Quién se beneficia de aquel rediseño total de nuestra economía realizado al
entrar en Europa, desmontando cuidadosamente todo el sector industrial primario
y secundario y fiándolo todo al del turismo, que siempre va a depender de que
otros tengan dinero de sobra para gastarse en nuestros servicios? ¿Puedo seguir
confiando en el modelo liberal de crecimiento continuo y eterno como condición “sine
qua non” para mantener empleos cada vez más precarios?
Y me preocupan mucho las preguntas que nos podamos –que
nos debemos- hacer sobre el futuro, sobre el que sí tenemos algo –mucho,
muchísimo- que decir. Un futuro que deberíamos empezar a preparar.
Porque el día en que salgamos de casa debemos tener claro
que no va a ser para volver a nuestra rutina anterior. A estas alturas confío
en que todos lo entiendan, y se vayan haciendo la composición de lugar de lo
que nos encontraremos ahí fuera, más allá del balcón y del supermercado que es
el horizonte que nos imponen como necesario.
En fin, mañana comenzare a intentar adivinar que me voy a
encontrar.
Buenas Noches.
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