miércoles, 8 de abril de 2020

Hay preguntas por responder.

“La imparcialidad es un nombre pomposo para la indiferencia, que es un nombre elegante para la ignorancia.” (G. K. Chesterton)


Vigesimoquinto día de la cuarentena, todo continua igual, cada vez estoy más seguro que hasta medianos de mayo no voy a poder disfrutar de la libertad de movimientos que tenia antes de la cuarentena, así que voy a estar como mínimo un mes más sin salir de casa. En veinticinco días solo he salido dos veces a comprar y tres a tirar la basura, así que vamos a ver si consigo salir solo tres veces a tirar la basura.
Para la segunda semana de mayo tengo que tener respuesta para varias preguntas: ¿tengo que seguir con la vida que llevaba en febrero o tengo que empezar una nueva vida? Tengo mucho que pensar y tiempo para hacerlo.
Para ello voy a tener que desconéctame todo lo que pueda de las redes y de la mayoría de los medios de comunicación, no voy a ver los videos de los mensajes de los grupos de whatsapp y de Facebook pues ya estoy cansado de teorías de la conspiración, análisis profundísimos del virus elaboradas por cualquiera, planes ocultos de control social, aterradoras noticias confirmadas de buena tinta por un amigo que lo sabe bien… Ni me creo ni descarto nada. Por eso voy a seleccionar mucho.
Hay preguntas cómo; ¿Cuál es el origen del virus? ¿Sabe a sopa de murciélago o a tubo de ensayo? ¿Era necesario este nivel de confinamiento? ¿Es, por el contrario, insuficiente? de las que he recibido tantas respuestas que ya podría ser un experto. Pero no son las más importantes, aunque sólo sea porque se refieren a lo que ya poco remedio tiene. 


 Hay otras. Que tendré que responder cuando llegue el final de la cuarentena. Cómo por ejemplo ¿qué conclusión saco de que no tengamos capacidad de fabricar casi nada y dependemos de que otros nos vendan lo suyo? ¿Quién se beneficia de aquel rediseño total de nuestra economía realizado al entrar en Europa, desmontando cuidadosamente todo el sector industrial primario y secundario y fiándolo todo al del turismo, que siempre va a depender de que otros tengan dinero de sobra para gastarse en nuestros servicios? ¿Puedo seguir confiando en el modelo liberal de crecimiento continuo y eterno como condición “sine qua non” para mantener empleos cada vez más precarios?
Y me preocupan mucho las preguntas que nos podamos –que nos debemos- hacer sobre el futuro, sobre el que sí tenemos algo –mucho, muchísimo- que decir. Un futuro que deberíamos empezar a preparar.
Porque el día en que salgamos de casa debemos tener claro que no va a ser para volver a nuestra rutina anterior. A estas alturas confío en que todos lo entiendan, y se vayan haciendo la composición de lugar de lo que nos encontraremos ahí fuera, más allá del balcón y del supermercado que es el horizonte que nos imponen como necesario.
En fin, mañana comenzare a intentar adivinar que me voy a encontrar.

Buenas Noches.

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