martes, 30 de junio de 2020

Vocación de nido.


 “Dicen que los viajes ensanchan las ideas, pero para esto hay que tener ideas” (G. K. Chesterton). 


Si nos fijamos con detenimiento en nuestro hogar nos daremos cuenta de que curiosamente es mucho más grande por dentro que por fuera, es tanto lo que alberga que desde fuera parece imposible que tantas cosas se encuentren y sucedan allí dentro.
La Salewa Denali III nos dio esa impresión el primer día que entramos en ella, no da la impresión desde fuera de su capacidad y de su amplitud, es verdad que es una tienda para tres personas y que nosotros somos dos, pero la sensación de comodidad no solo la sentimos por sus medidas sino también por sentirse a gusto nada más entrar.
Nos ha gustado, sin duda después de probarla durante estos días nos parece una buena elección y, si podía existir alguna duda sobre la utilidad de que se pueda montar sin utilizar las piquetas y que se pueda mover una vez montada hay que decir que esas cualidades deben ser imprescindibles en una tienda para cicloturismo.


Si alguien le interesa saber un poco más sobre nuestra casa cuando viajamos en bicicleta puede mirar la información en: https://amzn.to/2YMF8lE
Las personas necesitamos tener un hogar, un nido al que volver, donde encontremos calor y protección. También lo necesitamos cada noche cuando viajamos, un lugar donde mantener el calor de hogar y estar a gusto después de una jornada de pedaleo. Hay que conseguir sentirse a gusto, que no es lo mismo que el descanso físico que se consigue en una habitación de hotel, tenemos que intentar cada noche construir y volver a nuestro nido, nos encontremos donde nos encontremos.
Para el viajero es interesante tener vocación de nido, construirlo cada día, donde anidar cada día la fortaleza necesaria que nos dé el valor para volar cada mañana, saber que a la noche tendremos un nido que nos devuelva a dar la suavidad interior que produce reciedumbre.
Generalmente llegamos al final de cada jornada de viaje deseando montar nuestra casa, nuestro hogar, nuestro nido y deseando tranquilidad, planeando nuestra cena y el uso del escaso tiempo del que disponemos. El deseo de llegar a ver montado nuestro campamento es muchas veces un anhelo de calor si hemos pasado frío, de consuelo si estamos dolidos. Es un anhelo de bienestar, de contención. Es un anhelo de hogar.
Porque está claro que no es suficiente una casa o una tienda de campaña para que exista un hogar. Necesitamos crear un entorno personal, disponer de nuestras cosas y adornos que tengan significado para nosotros. Hace falta generar un espacio donde nos dé gusto estar y que se irá llenando en escasos momentos de afecto con nuestras vivencias, con los momentos gratos he pasado durante el día y que allí compartimos.
Para realizar un largo viaje es necesario poseer esa cualidad pues de lo contrario no puede durar meses, los grandes viajeros lo hacen cada día, crean hogar, mantienen la llama encendida cada noche. Cada uno de nosotros puede hacer que cada noche cuando montemos nuestra tienda o nuestro pequeño campamento sea una experiencia placentera y deseada. Solo se necesita sentir el calor de hogar. ¡Suerte!
Buenos Días.  

lunes, 29 de junio de 2020

Nos falló el cubre llantas.


 “Dicen que los viajes ensanchan las ideas, pero para esto hay que tener ideas” (G. K. Chesterton). 


Hace días que estoy haciendo un repaso de cómo nos funcionó todo el material nuevo que adquirimos y haciendo los cambios que estoy viendo necesarios.
Así que os diré, poco a poco, cuáles han sido esas sensaciones, y curiosamente fue momentos antes de empezar cuando surgió la primera prueba.
El primer día siempre está lleno de incertidumbres y de ilusiones, por eso cuando te diriges a poner las alforjas en la bicicleta y descubres con sorpresa que la rueda trasera está vacía empiezas a pensar que vas a comenzar un viaje con episodios sorprendentes y que a fin de cuentas era esto lo que buscabas.  
No presenta muy buena imagen que estés reparando una rueda pinchada antes de colocar la primera alforja, no fue un pinchazo en el sentido teórico de que se clavó algo punzante en la cámara, sino que fue el típico roce de la cámara con el hueco de los rayos al tener demasiada presión o tener la cinta protectora de mala calidad, o sea el típico pinchazo que nos encontramos en la parte interna de la cámara y al que nunca localizamos su causa. 


La noche anterior hinche las ruedas a la máxima presión, tengo que decir que me sorprendí ya que tome mis precauciones; una buena cubierta, una cinta antipinchazos y otra cubre llanta. Me fallo la de la llanta con la máxima presión, al ponerle medio kilo menos de presión ya no tuve ningún problema en el viaje, aunque por precaución al llegar a Xàtiva compre en Decathlon otra junta para añadirla si se volvía a deshinchar.
Os dejo unos enlaces de ese material por si alguien siente la curiosidad de conocerlos.
Banda antipinchazos: https://amzn.to/31ntdMF
Cubre llantas: https://amzn.to/2BNhsUS
No es la mejor forma de comenzar una salida de varios días, pero sí lo que queríamos era probar el material no hay duda de que el comienzo era esperanzador.
Después de tantos años sin practicar el cicloturismo lo importante era subirse en la bicicleta cargada con el material para pasar varios días, y empezar a pedalear. Teníamos material nuevo que nunca habíamos probado y cambios en la bicicleta que no podían dar el resultado que esperábamos, pero esto no era lo que más importaba, es más creo que cuando realmente nos gusta una actividad la tenemos que realizar incluso sin tener ninguna esperanza de hacerla bien o que nos salga todo lo perfecta que nos gustaría.


El primer día todo estaba controlado, el recorrido nos lo sabíamos de memoria con sus subidas, bajadas y cruces, todo bajo control y sin embargo esa rueda vacía me recordó que los problemas existen y existirán siempre. Lo sabía, desde siempre existen los problemas. Y resulta que los problemas son el pan nuestro de cada día. Los problemas, si lo analizamos un poco, tienen todos algo en común, y es la forma en que se logra solucionarlos. La receta es la misma, bien sencilla.


Tenemos que acudir primero a los pequeños obstáculos para ir llegando al problema principal de nuestras preocupaciones. Empezar primero por lo más sencillo y no perder la tranquilidad. Quitamos la rueda, lo hemos hecho muchas veces, sacamos la cámara y la cambiamos por otra y montamos la nueva, poco a poco, sin prisas pues es solo un pequeño obstáculo que nos ha mantenido ocupados que no preocupados por unos minutos, no siempre resulta fácil enfrentar nuestros problemas, pero al menos podemos intentarlo mientras vamos poco a poco, transformando nuestro miedo, angustia y desesperación, en fortaleza y esperanza.
Buenos Días.

viernes, 26 de junio de 2020

Ya estamos de vuelta.


 “Dicen que los viajes ensanchan las ideas, pero para esto hay que tener ideas” (G. K. Chesterton). 


Ya hemos vuelto de nuestro primer “ensayo general”, han sido seis días en los que la bicicleta y todo el material para la práctica del cicloturismo ha sido puesto a prueba.
443 kilómetros han sido suficientes para saber lo que ha funcionado bien y lo que podemos mejorar, salvo el material para la lluvia, que no hemos podido probar, todo lo demás ha sido puesto a prueba y ya haré los comentarios dentro de unos días.
Hemos probado también varios tipos de recorridos, puertos de montaña con varios tipos de desniveles, rampas imposibles, bajadas igual de imposibles, y días de muchos kilómetros llanos.


Hemos utilizado también varios tipos de lugares para pernoctar y hemos sacado interesantes conclusiones, que si no mejora mucho el tema del covid-19 van a ser de una gran importancia.
Ha sido un ensayo general para lo que nos espera con la bicicleta. Aunque no está nada claro lo que nos deparará este verano con el covid-19, pero hay que continuar, preparando y esperando.
Sentimos ya la fuerza de los caminos y del viento en nuestra cara mientras anhelamos una señal que nos indique la cercanía de la partida. Vivimos estos días una incertidumbre continua para un viaje que exige un modo de vida austero. No basta con llevar algo de ropa y de pertrechos. No basta un mapa de ruta más o menos claro. Hace falta una actitud interna abierta, generosa y disponible para lo que se nos presentara.


Pienso que un viaje en bicicleta no se comprende sin tener en cuenta el lugar al que nos vamos a encaminar, y tenemos que estar listos y preparados.  
Buenas Tardes.

sábado, 20 de junio de 2020

Por fin estamos de cicloturismo

 “Dicen que los viajes ensanchan las ideas, pero para esto hay que tener ideas” (G. K. Chesterton) 

Por fin nos hemos puesto en marcha y hemos llegado a Xàtiva, han sido 65 kilómetros que hemos abordado con mucha calma, ha sido el primer día de cicloturismo después del covid-19 y, ha sido emocionante volver a sentirse en camino y dejar detrás los malos momentos cuando veíamos que nuestro objetivo de este año se nos desvanecía, en fin, disfrutaremos de lo que tenemos ahora.
Acabamos de celebrar como se merece nuestro primer día de pedaleo, lo hemos hecho con unos “chupitos” de Genepy, un licor de hierbas que nos trajimos del Cervino, que nos han servido no solo para festejar que todo está funcionando bien, sino que además lo hemos hecho deseando que todo continúe por el mismo camino.
Celebrar con alcohol un acontecimiento que sea de nuestro agrado no presenta más problemas que el de la cantidad de alcohol que injeríamos, que debería de ser el menos posible, el problema vendría por la toma de alcohol cuando nos sintamos desgraciados, cuando queramos ahogar las penas en la bebida, este es realmente el problema.
Olvidarnos de nuestros problemas y solucionar las dificultades que nos vamos encontrando con el sistema de ir ahogándolos en alcohol no es ni ha sido nunca una buena solución. Beber para pasar un rato agradable con los amigos, para degustar una buena comida, para celebrar un acontecimiento feliz nunca será malo.
Su abuso es lo que constituye una ofensa. ¿Podemos establecer un límite y saber con precisión hasta dónde es malo y hasta dónde no lo es? Las palabras claves para responder a esta pregunta son las de la falta voluntaria del uso de la razón. Cuando después de beber se experimentan los síntomas de la pérdida de la razón, entonces podemos hablar de que estamos haciendo algo mal. Si empezamos a realizar o decir cosas inusuales o que no haríamos en un estado normal es el momento de pensar que nos hemos pasado, hemos superado un límite que no se debe pasar.
La variedad de comportamientos que se pueden manifestar es enorme y querer trazar una línea divisoria entre lo que es pasarse y lo que no, no me corresponde hoy. Cada uno seguramente ya se conoce, ya se habrá medido y sabrá controlarse, se irá conociendo, se irá midiendo y sabrá tomar alcohol hasta el punto de que su conciencia le dicte.
¿Una medida o una recomendación en el momento de beber? Bebe en la medida que tu comportamiento te permita seguir respetando a las personas que tienes alrededor. Bebe, sí, como si tuvieras a la persona que más amas como anfitrión y no te avergonzaras en ningún momento de estar en su casa.
Hoy hemos celebrado como se merecía este primer día de viaje.
Buenas Noches.


viernes, 19 de junio de 2020

¡Por fin! Nos vamos.

“Dicen que los viajes ensanchan las ideas, pero para esto hay que tener ideas” (G. K. Chesterton) 


A media mañana nos vamos a probar el material que hemos ido adquiriendo y transformando para irnos al Norkcapp. Por culpa de la cuarentena no lo habíamos podido usar, ahora, aunque no subiremos a Noruega sí que pensamos escaparnos por España, así que antes nos vamos unos días a probar, repasar y volver a coger sensaciones.

Van a ser cuatro, cinco o tal vez seis días, quien sabe, en los que volveremos al cicloturismo.

Esta vez como novedad voy a intentar, los días que pueda, dar mi situación, y los kilómetros que voy realizando. Intentaré también hacer un pequeño comentario sobre como a trascurrido el día, y trasmitiré cuales han sido mis reflexiones durante las abundantes horas de pedaleo, en las que la mente no para de trabajar y de trajinar. 

Como sucede, al menos a los que no estamos dotados para la escritura, escribimos muchas veces como hablamos o pensamos, y el resultado suele ser una mezcla, desastrosa, entre hablar y escribir. Cuando hablamos, y no digo nada ya cuando pensamos, damos diferentes tonos de voz a nuestras palabras o pensamientos según el efecto que queramos darles y, trasladarlo fielmente a unas frases escritas no está a mí alcance.

Si alguien está leyendo este blog por primera vez o hace tiempo que lo lee debe comprender que está asistiendo a un intento de trasmitir una experiencia y unas ideas. No creo que exista nada escondido en mi posición sobre ciertos temas, soy una persona simple, sin ninguna pretensión particular, por lo que no voy a tratar de convencer a nadie para que se acerque a cualquiera de mis posiciones. Siempre he pensado que el mejor, y tal vez el único servicio que podría prestar a los que me rodean es explicar y defender un pensamiento que ha sido común a mucha gente a través de los tiempos y que es también el mío.

Hay muchos temas que considero que deberían de ser tratados solo por expertos, y que son demasiado complicados para mí, y en ellos tal vez debería ser ayudado y dedicarme a dar solo una sencilla opinión, y a preguntar.

Hay asuntos y diferencias entre los hombres para los cuales no creo tener la solución. A algunos de esos temas puede que nunca llegue a encontrarle una respuesta. Sin embargo, hay otras cosas acerca de las cuales estoy seguro de conocer la respuesta, y a pesar de ello no diré nada. 

Porque no voy a escribir para exponer algo que podría llamar “mi religión”, sino para exponer algunas de mis ideas e impresiones, las cuales son y estaban ya presentes mucho antes de que yo naciera.

Esta noche intentaré comunicar mi situación y contar como ha transcurrido el día.

En fin, la bicicleta me espera.  

Buenos días.


lunes, 15 de junio de 2020

¿Podemos estar de verdad sin hacer nada?


“Dicen que los viajes ensanchan las ideas, pero para esto hay que tener ideas” (G. K. Chesterton)  


No se quien dijo que: “No hay mal que cien años dure ni cuerpo que lo resista”, y parece que por fin vamos a ver como se terminan estos tres meses de cuarentena.
Hoy ya vamos a poder cambiar de provincia y viendo como nos funcionó los 70 kilómetros que realizamos ayer con la bicicleta no encuentro ningún motivo por el cual no tengamos que coger las alforjas, cargarlas en la bicicleta y salir a pasar unos días por ahí.
Vamos a intentar estar cuatro o cinco días con la bicicleta para ir volviendo a cogerle el tranquillo, después cuando llegue julio ya nos aventuraremos en una salida más larga por España, el Nordkapp desgraciadamente ha dejado de ser este año el motivo para escaparnos.  
En estos tres meses hemos podido tener la sensación en algún momento de que hemos perdido un tiempo precioso y que no hemos hecho nada, pero ¿es eso posible? ¿Podemos estar de verdad sin hacer nada?  Mi impresión es que no. Lo que tal vez nos haya podido pasar es que nos hemos detenido, nos hemos parado y, ese detenerse nos ha podido venir bien. Hemos pensado, reflexionado, analizado, criticado y ahora estamos en mejor disposición para tomar decisiones más acertadas.
La vida, es verdad que no se para, pero no viene mal detenerse, pensar y empezar de nuevo. Tras este periodo de pausa en que hemos podido pensar o fingir que pensábamos pudimos imaginar que no hacíamos nada, mientras que lo que hacíamos era hacer otra cosa. ¿Cuál?
La vida sigue, pero con otro argumento. Quiero decir que hay que empezar a imaginar otras cosas, de otra manera, con nuevos enfoques. Lo decisivo es "enterarnos" de dónde estamos, y por tanto de adónde se puede o debe ir.
Cada día se nos rodea con noticias, normalmente malas, de la situación con la que nos encontramos.
Se nos exige con prisa que tomemos decisiones extremadamente difíciles, de cuyo resultado no tenemos idea. No sabemos cómo hacer esas cosas que sin duda son necesarias e importantes. Lo que hagamos puede tener un resultado desastroso, catastrófico, en el mejor de los casos inútil. Lo que no debemos permitir ni admitir, ni por un instante, es que se haga nada antes de pensar, antes de averiguar cómo son las cosas, cuáles son las posibilidades, si las hay.   
Se nos presenta, varias veces al día, y por diferentes medios, la “información”, previamente preparada e interpretada, en versiones enfrentadas, casi siempre inconciliables. Sobre todo, hay que tomar las decisiones, y las tomamos, y las toman también las instituciones, que ponen en cuestión los esfuerzos y los recursos de todos nosotros. Lo que no podemos hacer es no hacer nada, hay que pararse a examinar, pensar, distinguir, ver algo claro.
Nuestra sociedad se llena continuamente de congresos, asambleas, reuniones de cientos de personas que opinan de todo y deciden por los demás. Estamos rodeados de “expertos” de todo tipo que se reúnen en cualquier lugar del mundo. Lo que dicen y sus decisiones se nos comunican a todos por los medios técnicos y ocupan durante unos días nuestras conversaciones, y muchas veces me pregunto qué se ha puesto en claro, a qué certezas se ha llegado, qué problemas han solucionado o van a remediar.
Cada vez me estoy convenciendo más de que el esfuerzo aislado, y si es posible silencioso, de unas cuantas personas llenas de desconfianzas y dudas, que no confían en su propia genialidad, sino que necesitan pensar, darle vuelta a las cosas, ponerlas a prueba. Es el camino a seguir.
Así es como entiendo yo que se ha hecho toda la cultura con la que vivimos, y gracias a la cual el mundo es relativamente habitable. Los “grandes números” nos están cambiando el planeta, en todos los sentidos, unos inevitables, otros en cambio arbitrarios.
Si ahora repasáramos el camino por el cual se ha llegado a la creación de la cultura occidental, veríamos que en su mayor parte ha consistido en silencio, espera, reflexión, vacilación, duda, desaliento, todo ello interrumpido por supuesto en contadas ocasiones por exclamaciones de alegría, sorpresa, gratitud y renovado entusiasmo al ver con claridad algo que prometía nuevos esfuerzos y desilusiones. No se ha encontrado otra manera de entender la realidad y poner de vez en cuando algún remedio a los males que disminuyen o nos afligen.
Si hiciéramos lo mismo para vez que tienen que ver en muchas decisiones que se han tomado a lo largo de la historia la vanidad, la jactancia, el afán de popularidad, llegaríamos a una imagen más comprensible de la Historia.
Si continuásemos, observando ahora en nuestros días, la atracción que sentimos hacia la publicidad, realmente desconocida en otros tiempos, que resulta invencible, y que se ha trasladado a todas las actividades y no solo a las comerciales. Nos daríamos cuenta de que las consecuencias son incalculables, por eso lo primero que tendríamos que hacer es calcularlas. Este es un buen ejemplo de esa actitud que exige no hacer nada hasta que sea realmente posible.
No quisiera ahora exagerar, en un momento que vemos cómo se toman importantes decisiones, sanitarias, económicas y políticas que se toman sin pensar y que se tienen que rectificar rápidamente. Por eso no estoy muy lejos de pensar que una aparente detención o inmovilidad para reflexionar y examinar, antes de actuar se me presenta como necesaria y tal vez sea el trabajo de mayor urgencia que se nos impone, nada menos, al conjunto del mundo actual.
Buenos Días.

sábado, 13 de junio de 2020

Una única objeción.

“Dicen que los viajes ensanchan las ideas, pero para esto hay que tener ideas” (G. K. Chesterton)  


En nuestra juventud y cuando aún éramos adolescentes e incluso niños, al menos a mi, nos enseñaron las normas y los principios por medio de los cuales nos teníamos que regir, nos dijeron lo que estaba bien y lo que estaba mal, nos mostraron unos mandamientos que deberíamos cumplir y en ellos creímos porque nos lo dijeron nuestros padres y las personas a las que nuestros padres eligieron para educarnos.
Todo funcionó bien mientras nos mantuvimos dentro de nuestra familia y con los amigos de la infancia, pero se llega a una edad en que nos tuvimos que exponer por primera vez al resto del mundo y poner en práctica todo lo que nos enseñaron. Creíamos lo que nos habían enseñado sobre cómo comportarnos en la sociedad y en ese mundo en el que debíamos vivir, pero teníamos muy poco idea de lo que es realmente; conocíamos sus dificultades y problemas, pero no comprendíamos en la práctica como actúa, como se elige lo que esta bien y lo que esta mal y nos encontramos en una sociedad que se enfrentaba continuamente a nuestras ideas, no estábamos preparados aún para ese enfrentamiento.
En estas circunstancias llegamos la mayoría de nosotros al día en que nos vimos solos en un mundo diferente al que conocíamos. La vida sencilla y relativamente cómoda se transforma en atractivos lugares y escenarios donde tenían lugar nuestras relaciones sociales. Se abren ante nosotros innumerables lugares de actividad, de opiniones, situaciones y decisiones que no podríamos haber imaginado. Nos dimos cuenta de que fallábamos en nuestros cálculos, y dejábamos caer en el olvido las lecciones que creíamos aprendidas con toda exactitud.
Éramos incapaces de aplicar en la práctica lo que nos enseñaron; y perplejos constatábamos la gran cantidad de formas y de posibilidades que pueden existir en las personas, la amplitud y la complicación del tejido social, empezábamos a pensar de que toda la instrucción que habíamos recibido no servia, era inadecuada, nuestras normas de conducta eran demasiado sencillas para una sociedad tan complicada. Cambiamos nuestra forma de relacionarnos, nuestras diversiones, entramos en unos escenarios nuevos que nos cautivaron, mirábamos con ilusión e interés a un futuro inimaginable hasta entonces.
Y un día, nos volvimos a encontrar con las ideas y creencias que nos habían enseñado de jóvenes y las encontramos aburridas y carentes de interés, también puramente teóricas. Aburridas y descoloridas después de haber conocido como era la sociedad. Y, además de esto, poco practicas, antinaturales e inapropiadas a las exigencias de la vida moderna y de la forma de ser de las personas. Nos dio la impresión que nos habían enseñado y preparado para un mundo, pero no el mismo mundo en que habitamos.
A los que nos las enseñaron les otorgábamos sin duda nuestro respeto y alabanza, pero también les empezamos a ver en cierto modo como mojigatos e ilusos. Pensábamos que debíamos tratarlos con delicadeza, como tocaríamos cuidadosamente un objeto artístico muy caro, pero que en conjunto muy poco apto para prestar un servicio eficaz, adaptado a la realidad actual como un objeto decorativo. Nos dijeron muchas veces que esto nos sucedía porque nuestros educadores vivían en la ignorancia y en una sociedad que estaba llena de amargura y melancolía. Dichos argumentos, eran lógicos y legítimos, y llevan a la misma conclusión; nuestros principios e ideales eran antiguos y ya no sirven en nuestro mundo.
La única objeción que pude hacer a esos argumentos, después de ponerlos en cuestión es que todos son mentira, son falsos. Cuando traté de analizar los cimientos de esta idea moderna de que mis principios, los que me enseñaron, surgen de un mundo oscuro e inculto me di cuenta de que no existían. Cuando busque la amargura y la melancolía de donde surgieron mis ideales paso lo mismo. Me basto contemplar el mundo en su momento y sencillamente descubrí que no es así. No me contenté con leer generalidades modernas; leí un poco de historia. Y en ella encontré que mis principios, lejos de pertenecer a edades oscuras, fue el único camino a través de dicha época que no era oscuro, pues fue el puente luminoso que unía dos civilizaciones deslumbrantes.
Si alguien me dice que esas ideas surgieron de la ignorancia y el salvajismo, la respuesta es muy sencilla: no es cierto. Surgió en la civilización mediterránea en pleno esplendor del Imperio Romano. Si esos principios hubiesen sido sólo una moda de un imperio decadente, la habría reemplazado otra moda que estuviera naciendo.
Entiendo que mucha gente se deje guiar por los extraños ideales de moda que les llevan en una determinada dirección; lo que sucede es que cada vez que los analizo descubro que señalan en una dirección distinta.
¿Cómo afirmar que mis principios cristianos pretenden devolvernos a las épocas oscuras? Esos principios son los únicos que nos sacaron de ellas.

Buenos Días.

jueves, 11 de junio de 2020

Conocer la verdad.

“Dicen que los viajes ensanchan las ideas, pero para esto hay que tener ideas” (G. K. Chesterton)  


Cada día es más interesante leer las noticias pues nos vamos dando cuenta hacia dónde se dirige el mundo, o al menos hacia donde quieren que se dirija.
Ayer leí que la plataforma HBO ha retirado la película “Lo que el viento se llevó” por “racista”, también como ayuntamientos laboristas de Gran Bretaña anunciaron que retirarán las estatuas de personajes esclavistas. Titulares como estos en los que hombres del siglo XXI piden perdón por lo que hicieron sus antepasados, o personajes públicos aprovechan los micrófonos para jurar fidelidad a la última consigna progre, están cada vez más presentes y no suelen tener como protagonistas a instancias políticas, sino muchas veces a empresas o personajes famosos. Unos y otros disputan vergonzosamente para demostrar su lealtad al discurso cursi hegemónico.
Me parece a mí que en muchas ocasiones se tiende a no decir la verdad o a esconderla, la verdad histórica, en política, y en cualquier materia, es algo mucho más importante que lo que pueda percibir ese colectivo difuso que llamamos opinión pública. No cabe duda de que unos ciudadanos percibirán una cosa y otros, otra diferente y quizás contraria, y como nada puede ser al mismo tiempo varias cosas, está claro que la simple opinión de la gente no nos proporciona ninguna certeza.
Y es este un tema al que deberíamos dedicar algunos momentos pues es posible que haya quien opine que será verdad lo que perciba como tal la mayoría. La democracia es un procedimiento útil para conseguir acuerdos en los que, si no se obtiene la unanimidad, decida la mayoría. Veamos; las encuestas sociológicas pueden arrojar datos, más o menos fiables, de lo que piensan las personas, pero estos datos podrán ser valorados de forma diferente por la gente. A nadie se le ha ocurrido, hasta ahora, sustituir las elecciones por los sondeos.
Por tanto lo que perciba la gente como verdad será algo cambiante, plural y variable y casi siempre inducido por los poderosos medios de comunicación que nos ofrecen opiniones partidarias, en lugar de informaciones objetivas. Los políticos siempre tratan de que parezca verdad lo que ellos dicen y habrá gente que los crea y habrá gente que no los crea. La gente es un conjunto enormemente maleable por la propaganda. Aquello de que una mentira repetida miles de veces se convierte en verdad es el punto de partida de todos los especialistas en agitación y propaganda que han ido perfeccionando sus métodos con notable éxito a lo largo del tiempo.
El problema es que cuando algo es creído como verdad, ya es verdad en sus consecuencias. Los ejemplos están a la vista. La historia que cuentan los nacionalistas es falsa, pero creída como verdadera, impulsa el nacionalismo. Es falso que lo que decida el Parlamento por mayoría hay que aceptarlo como bueno, verdadero y obligatorio, pero como muchos políticos y mucha gente lo estima cierto, se utiliza para reescribir la historia, hacer lo blanco negro, llamar matrimonio a lo que no lo es, adoctrinar a la juventud, decidir sobre la vida de los que van a nacer o los que van a morir, etc.
Se nos ha dicha muchas veces que la verdad nos hará libres, pero conocer la verdad exige algo que no está de moda: esfuerzo y honestidad. Si nos perdemos dentro de esa masa llamada gente, podemos ser manipulados y dirigidos, podemos aceptar como bueno lo que diga la mayoría, o lo que digan los que mandan. Pero en nuestra concreta e inviolable individualidad estamos obligados a utilizar nuestra razón y nuestra conciencia para decidir con libertad.

Buenos Días. 

miércoles, 10 de junio de 2020

Ser mejor de lo que somos.

“Dicen que los viajes ensanchan las ideas, pero para esto hay que tener ideas” (G. K. Chesterton)  


Una de las cosas a las que nos ha obligado el estar recluido en casa durante tantos meses es el tener tiempo para pensar y estar solos y, esto a permitido que durante varias semanas no hayamos tenido la necesidad de escondernos debajo de nuestras máscaras, esas que nos ponemos muchas veces para representar los diferentes papeles que utilizamos en nuestra vida.
En estos meses, encerrados en casa, no hemos necesitado esconder lo que somos, la forma de ser y de pensar que está oculta por las máscaras y, nos hemos encontrado con el problema de que no conocemos bien lo que somos sin nuestros antifaces. ¿Qué ocultan nuestras máscaras? Es normal que hablemos de “mi verdad” o de “tu verdad”, lo que me sorprende en la mayoría de las veces, pero que dice algo que no es totalmente falso. Lo que hay de cierto, es que somos algo que no es nadie más que nosotros, aunque muchas veces no sepamos bien en qué consiste, pero que, aún sin saberlo, no paramos de buscar.
Si hemos, alguna vez, pensado sobre este tema es fácil que en el fondo último hayamos llegado a la conclusión que nuestra identidad y lo que verdaderamente somos nos lo ha dado quien nos ha proporcionado la vida y que ahí se encuentran las respuestas.  
Hasta llegar a ese lugar iremos viendo cómo en el proceso vamos quitándonos nuestras máscaras. Ahora con los años acumulados y con la cuarentena veo como se me desprenden las últimas, pero seguramente no todas. Pues no es fácil.
Una de las dificultades con las que me encuentro es con las ideas muy de moda en estos días que me vienen a decir que tenemos que ser lo que somos, de que nuestra existencia debe ser auténtica. Y está bien. Pero ser lo que somos no es todo, es solo la mitad de nuestra autenticidad. Existe la otra mitad y es ser mejor de lo que somos.
La clave de la cuestión es que “ser uno mismo” no agota ni pone fin a lo que somos, porque uno, ciertamente, es lo que actualmente es, pero además debe ser aquello para lo que ha sido llamado a la vida.

Buenos Días.

martes, 9 de junio de 2020

La falta de amor.


“Dicen que los viajes ensanchan las ideas, pero para esto hay que tener ideas” (G. K. Chesterton)


No solo estamos rodeados por los problemas que nos causa la pandemia producida por el covid-19 sino que mirando a nuestro alrededor nos podemos dar cuenta que los ánimos de muchas personas están muy alterados. No hay duda de que estamos en una situación muy complicada.
Un repugnante video en el que la policía de Minneapolis mata lentamente a una persona negra. El estallido de violencia que se ha producido a reglón seguido en muchas partes del mundo, una explosión no sólo de tensión racial, sino de cansancio por un confinamiento que esta durando demasiado. Un país que se encuentra polarizado políticamente en el que unos y otros no paran de descalificarse, por no decir insultarse. Son señales de que algo empieza a moverse y tal vez a derrumbarse.
Escrito en las pancartas de las manifestaciones que se han producido como consecuencia de la muerte de George Floyd podemos leer innumerables frases: «Las vidas negras importan (Black Lives Matter), «Si no hay justicia, no hay paz», o al revés: “Sin paz no hay justicia”, junto con muchas otras que son absolutamente verdad.
Pero bajo mi punto de vista el vandalismo no es justicia. El saqueo no es justicia. Los incendios provocados no son justicia. La venganza no es justicia. La fuerza utilizada por la policía para reprimir la violencia no consigue la paz, solo para los disturbios y los actos de vandalismo.
La paz entre las personas necesita algo más que justicia, necesita amor, sino es otra cosa. Una paz conseguida sin amor sólo es miedo silenciado. Diría que mientras las personas se sigan odiando y echándose las culpas unas a otras, no puede haber paz. Sólo habrá miedo y violencia, ya sea de los negros contra los blancos, de los blancos contra los negros, o de un grupo contra otro grupo. El odio siempre convierte a las personas en monstruos.
Tal como yo lo veo el racismo es un problema real hoy en día, pero es parte de un problema mucho más grande: la falta de amor.
Ya se que para muchos puede ser una tontería eso de la falta de amor, pero honestamente hasta que no admitamos esa falta de amor, lo único que tendremos es más problemas. Pensemos el hecho de que cada día se acaba con la vida de miles de personas inocentes. Si el vídeo de un aborto tardío, espantoso como es, se convirtiera en viral, ¿causaría indignación? ¿Y por qué no? ¿Por qué se ataca a los activistas provida?
No habrá justicia en un lugar donde se defienda y sea legal la muerte de esos inocentes y en el que quienes intentan exponer esa injusticia sean considerados delincuentes. Una nación en la que la gente, de manera rutinaria, impida vivir a personas porque son bebés, matará a los negros porque son negros y lanzará bombas incendiarias y romperá vitrinas porque produce satisfacción hacerlo. La justicia no puede fundarse en la falta de amor.
No puede haber justicia en un lugar en el que no se considere esencial defender el amor. Donde no se pueda enfrentar la falta de amor con el amor. No puede haber paz en ningún lugar donde no se defienda esta verdad y esta verdad es la que nos hará libres. Esto traerá la paz. La paz sin amor sólo es pánico enmudecido, como dijo Chesterton alguna vez.
Pero hay otro problema sobre el que veo muy pocas noticias y del nadie quiere hablar. Es difícil hacerlo, pero si no lo examinamos, seguirá haciéndose más grande: la educación.
Se supone que la educación es sólo transmitir lo que es verdadero, es transmitir la verdad de una generación a otra. Pero si no se enseña la verdad, no se está enseñando nada, y estamos siendo testigos de las consecuencias catastróficas que tiene el que no se haya enseñado la verdad durante generaciones. Tampoco se han enseñado la bondad y la belleza. Por eso la gente es infeliz, está enfadada y no tiene esperanza.
Se enseña lo que está de moda. El pensamiento materialista invade la formación de los más jóvenes y de los no tan jóvenes, se les enseña que la humanidad es, en sí misma, sólo una afortunada combinación de elementos químicos y matemáticos, que el hombre es sólo una bestia más del universo, que la economía es sólo la lucha por el pan, que el amor es sólo sexo, que la literatura es vociferación y la civilización una prisión opresiva construida por el varón blanco cristiano. Pero la Evolución significa que todo está mejorando. Todo lo que impide el progreso y la eficiencia es malo. El pasado es el culpable. El pasado es malo. Lo nuevo es bueno.
Este pensamiento del progreso ha estado avanzando a tropezones de manera constante durante los últimos dos siglos.
No se enseñan la verdad porque no enseñan la realidad fundamental de lo que significa amar. Es esta realidad la que desarma cualquier filosofía política y social. El comprender y saber lo que significa el amor es la solución. Pero esta es la Verdad que ha sido eliminada de nuestro sistema educativo, y las mentes de nuestros niños y ciudadanos han sido formadas sin ella. A la vista de todos están los resultados.
En fin, esperemos que las cosas empiecen a cambiar, que exista un renacimiento educativo desde la raíz, que se recupere la verdad, la bondad y la belleza para un mundo que veo está hambriento de ellas. Empecemos a reconstruir esta civilización incluso cuando esta se desmorona a nuestro alrededor.
Buenos Días.

lunes, 8 de junio de 2020

Semana clave.


“Dicen que los viajes ensanchan las ideas, pero para esto hay que tener ideas” (G. K. Chesterton)


Con el paso de los días y según vamos cogiendo cada vez más la bicicleta me voy tranquilizando y, empiezo a ver el día a día y el posible viaje con las alforjas cada vez más cerca, aunque con la imposibilidad de ponerle una fecha exacta.
Hasta el día en que tenga libertad de horarios y la posibilidad de cambiar de provincia no queda más remedio que ir “matando el gusanillo” con pequeñas escapadas que no sobrepasan los 60 kilómetros, no me quejo pues así voy volviendo a recuperar la forma física poco a poco.
Me doy cuenta de que hay muchas personas que aún no ven clara su salida de esta crisis producida en su mayor parte por el covid-19, muchas personas que no han podido regresar a su trabajo habitual, a la actividad que realizaban hacen unos meses y tampoco saben bien lo que vendrá o lo que les deparará el futuro más cercano. Hay todavía muchas cosas que están fuera de nuestro control, por lo que la mentalidad con la que abordemos esa situación es fundamental para hacer frente a las situaciones difíciles y poder resolver lo desconocido que nos pueda aparecer.  
Tal como yo lo veo nunca vamos a tener el control absoluto de las cosas, tal como ha demostrado el covid-19. Y es que la vida es impredecible y cambia rápidamente. Considero normal estar ansioso estos días, preocupado sobre cuándo terminará la pandemia o si la vida volverá a la normalidad.
Es natural querer estar seguros y desear un poco de control, esta situación que estamos viviendo puede llevarnos a experimentar más estrés, a ponernos ansiosos o sentir la impotencia de no saber la dirección que va a tomar nuestra vida, hasta dejaros agotados emocionalmente e imaginar lo peor.
Esta incertidumbre se centra en la mayoría de las ocasiones en las preocupaciones sobre el futuro y todas las cosas malas que podemos imaginar que sucederán. Esto me puede llevar a sentirme desesperado o deprimido por los días que vienen, a exagerar el alcance de los problemas a los que me enfrentare e incluso paralizarme a la hora de tomar buenas decisiones que me permitan superar un problema.
El peligro de caer en una preocupación crónica no va a darnos más control sobre los eventos incontrolables, sino robarnos el disfrute del presente, agotar nuestra energía y no dejarnos dormir. Aunque haya personas que les resulte más fácil tomar riesgos y vivir vidas impredecibles, todos tenemos un límite.
Podemos hacer algunas cosas para llevar mejor esta situación y que nos aporten más paz y tranquilidad mientras buscamos la mejor solución para la incertidumbre por la que estamos pasando.
Para interrumpir los supuestos negativos y todas las malas predicciones que no paran de rondarnos por la cabeza se puede poner una gran parte de nuestra atención en lo que nos está sucediendo en el momento presente y así al estar conectados al “aquí y ahora” nos olvidamos de estar prediciendo lo que podría suceder y aliviamos nuestro estrés mejorando el estado de ánimo general.
Otra actitud que intento mantener en estos días son los proyectos personales que tenía, estos días son ideales para no solo recuperarlos, sino que si utilizamos bien nuestra gran cantidad de tiempo que tenemos a nuestra disposición, los desarrollaremos más y algunos de ellos los podremos incluso poner en marcha.
Lo fundamental para ello es que procuremos estar continuamente motivados, buscando información y leyendo sobre ellos para tener más recursos, aprovechándolos para que nuestros proyectos tengan una base más sólida.
Las dificultades que se nos van presentando terminan dando un valor añadido a ese proyecto y, no hay que dejarse destruir psicológicamente. Hay que estar mentalizados para ir adaptándonos a las nuevas dificultades y no permitir que esos problemas nos conviertan en víctimas. Tenemos libertad de poder elegir lo que queremos pensar y hay algo que podemos vivir y aprender de ello.
No podemos tener un control sobre todos los problemas que esta generando esta pandemia y, cualquiera que esa el miedo que nos produzca o a la circunstancia que nos lleve, en lugar de preocuparnos por lo incontrolable, debemos intentar dirigir nuestra mente para tomar medidas sobre aquellos aspectos que sí están bajo nuestro control. Es posible controlar nuestra actitud y respuesta emocional y si nos concentramos en lo que podemos hacer, pasaremos de la preocupación y la reflexión ineficaces a la resolución activa de los problemas.
Entramos en una semana clave, es hora de ir poniendo en orden nuestras cosas ya que tarde o temprano la oportunidad para salir a recorrer las carreteras llegará. Todo esto se parece al ajedrez, hay que desarrollar el juego repartiendo nuestras piezas y no hacer jaque mate en la primera jugada. Nos tenemos de encargar de que las piezas estén es su lugar, y cuando el momento llegue la pieza tendrá oportunidad para vencer. El momento para empezar nuestro proyecto vendrá por sí mismo, pero no podemos comenzarlo si no estamos preparados.
Buenos Días.

jueves, 4 de junio de 2020

Sociedad civil


“Dicen que los viajes ensanchan las ideas, pero para esto hay que tener ideas” (G. K. Chesterton)


Cada día que pasa y me acerca más a la salida de esta crisis sanitaria que padecemos por culpa del covid-19, veo que la crisis económica va a ser muy complicada de gestionar.
Para los que están a favor de quienes nos gobiernan, la crítica que voy a hacer será casi un acto de sabotaje, seguramente también lo será para los partidos políticos, pero soy de la opinión que es necesaria para el resto de las personas, porque solo entendiendo y conociendo como hemos llegado a esta situación podemos recorrer mejor el camino que nos debe llevar a solucionar la crisis económica.
Hay que decir que la salida de la crisis económica provocada por el covid-19 va a depender sobre todo de las condiciones políticas que tengamos, no veo otro camino, van a ser los políticos los que al final nos pueden sacar de la crisis.
Para que esto suceda, para levantar la economía se necesita de los ciudadanos de a pie, una sociedad civil que lleve a los políticos a encontrar las soluciones adecuadas, ¿cuál es el problema hoy en día? Qué no existe la sociedad civil, y eso es malo para todo el país.
La sociedad civil debe asumir la realidad, que es la única forma de transformarla. Y para eso hay que saber de dónde salimos para conocer a donde vamos.
Y bajo mi punto de vista salimos de una mala gestión del gobierno. No me voy a extender en los hechos que pueden justificar esa conclusión. Bastará con uno que los resume. España tiene 25 de cada 100 muertos europeos por coronavirus, a pesar de que nuestra población es solo de 9 cada 100. Este drama no ha sido asumido por el gobierno, sino que en lugar de eso responde con engreimiento e irresponsabilidad. Solo lo retorcida que esta la política partidista difumina el montón de errores, desatinos y contradicciones, con los que se ha obtenido este resultado, y en el cinismo de algunos miembros del gobierno, que no lo olvidemos, es el último responsable bajo el Estado de Alarma de lo que sucede, que se dedican a buscar la provocación para protegerse de sus errores.
Estos daños se extienden, como no puede ser de otra manera, a la economía a base de declaraciones confusas, la falta de planes sólidos, como muestra la secuencia contradictoria sobre el turismo. Todo ello siempre amenazado por un desconfinamiento, que en gran medida funciona a ciegas por falta de capacidad de detección e intervención.
Enunciar escuetamente todo esto no creo que sea pesimismo. Son ganas, muchas, de que hagamos bien las cosas, pero para lograrlo hay que advertir de los errores e incompetencias, porque es la única forma de remediarlas.
¿A qué futuro nos encaminamos? Primero debemos reconocer que vamos a salir mal, que no estamos más fuertes, ni unidos, sino todo lo contrario, y que si el Covid-19 no desaparece, así, sin más, como por arte de magia, vamos a estar en el filo de la navaja durante bastante tiempo.
¿Y esto por qué? Pues básicamente porque si los datos no los he visto mal, el 95% de la población es susceptible de infectarse, y entre un 28% y un 33% de los portadores son asintomáticos; o sea que ni ellos mismos saben que pueden contagiar.
Ante esta situación vamos a una desescalada con insuficientes medios y basada en una regulación, confusa, que favorece la indisciplina ciudadana pues si las normas no son claras se van a cumplir mal. Tendríamos que aplicar medidas obligatorias y efectivas, como por ejemplo el uso obligatorio de mascarillas siempre y la prevención en los lugares cerrados, reforzar la asistencia primaria en miles de médicos y personal sanitario para normalizar la asistencia a otras enfermedades, intervenir rápidamente y atender residencia a residencia, hogar a hogar, a la población de riesgo.
Sobre esta base sí que puede asentarse el plan de reconstrucción. Pero este no saldrá bien parado de la pugna política.
Solo veo otra forma alternativa. Las organizaciones de sociedad civil, empresariales, sindicales, sociales, profesionales, deben buscar el liderazgo de algunas personalidades que estén acreditadas por sus resultados empresariales y sociales, deben constituir una comisión operativa que elabore y presente un plan concreto y definido que sea presentado a la opinión pública primero, y a la Comisión del Congreso después. Solo si se genera una fuerte exigencia social que obligue a oposición y gobierno a trabajar sobre un modelo común, se producirá el principio de colaboración necesaria.  
Se trataría de organizar la fuerza de las instituciones civiles para concretar un plan de reconstrucción que a su vez fuerce a la colaboración política. Si nos quedamos mirando el combate entre partidos, solo conseguiremos que todos perdamos.
Buenos Días.

miércoles, 3 de junio de 2020

Fidelidad moral.


“Dicen que los viajes ensanchan las ideas, pero para esto hay que tener ideas” (G. K. Chesterton).


Durante los días en que está durando el confinamiento algunas veces me he preguntado: ¿cómo permanecer fiel a familia, a los amigos, a los vecinos, a las personas con las que me reunía todos los días? ¿Qué se supone que es guardarles fidelidad? Antes del covid-19 con unas visitas ocasionales, con unos correos electrónicos, un whatsapp para recordar el cumpleaños y el santo, con asistir a las celebraciones, a algún almuerzo y a alguna boda consideraba que ya cumplía con el compromiso.
Durante estos meses he estado pensando un poco sobre el tema y, obviamente, hacer estas cosas es bueno, aunque he llegado a la conclusión de que algo más se puede hacer, a saber, una fidelidad que no sea solo accidental como los correos electrónicos, textos, llamadas y visitas ocasionales. ¿Qué puede haber más profundo que el palpable contacto humano? ¿Qué puede haber más real que eso? La respuesta la encuentro en la fidelidad, la fidelidad como el regalo de compartir el don de la confianza y la fidelidad de permanecer auténtico e igual al que era cuando estaba en contacto con aquella gente que ya no es parte de mi vida diaria. Eso me atrevería a decir que es lo que significa ser fiel.
Al fin y al cabo, la fidelidad no consiste solo en la frecuencia con que conectamos físicamente con alguien, sino en vivir en un espíritu compartido. La infidelidad no es cuestión de separación por la distancia, de olvidar un aniversario o un cumpleaños, o de no ser capaz de permanecer en contacto con alguien a quien aprecias. La infidelidad es apartarse de la verdad y la virtud que una vez compartiste con esa persona a la que aprecias. La infidelidad es un cambio de alma. Somos infieles a la familia y los amigos cuando nos volvemos una persona diferente moralmente como para no compartir ya un espíritu común con ellos.
Diría que puedo estar viviendo en la misma casa con una persona, compartir diariamente la comida y la conversación, y no ser una parte fiel de la familia o del amigo; al igual que puedo ser un amigo fiel y una parte de la familia y no ver a ese amigo o a la familia en veinte años. Ser fiel en recordar los cumpleaños es admirable, pero la fidelidad consiste más en recordar quién era cuando ese acontecimiento fue tan especial para nosotros. La fidelidad consiste en mantener la afinidad moral.
Durante esta cuarentena he intentado permanecer en contacto con la familia, los amigos, los corredores y con los conocidos, pero cómo resulta que soy muy despistado y seguro que habré fallado olvidándome de alguno, he intentado poner toda mi confianza en la fidelidad moral.
De la mejor forma que he podido, he tratado de comprometerme a guardar el mismo espíritu que tenía antes del confinamiento, el que me caracterizó y definió cuando estábamos haciendo una vida normal.  
Buenos Días.