jueves, 4 de junio de 2020

Sociedad civil


“Dicen que los viajes ensanchan las ideas, pero para esto hay que tener ideas” (G. K. Chesterton)


Cada día que pasa y me acerca más a la salida de esta crisis sanitaria que padecemos por culpa del covid-19, veo que la crisis económica va a ser muy complicada de gestionar.
Para los que están a favor de quienes nos gobiernan, la crítica que voy a hacer será casi un acto de sabotaje, seguramente también lo será para los partidos políticos, pero soy de la opinión que es necesaria para el resto de las personas, porque solo entendiendo y conociendo como hemos llegado a esta situación podemos recorrer mejor el camino que nos debe llevar a solucionar la crisis económica.
Hay que decir que la salida de la crisis económica provocada por el covid-19 va a depender sobre todo de las condiciones políticas que tengamos, no veo otro camino, van a ser los políticos los que al final nos pueden sacar de la crisis.
Para que esto suceda, para levantar la economía se necesita de los ciudadanos de a pie, una sociedad civil que lleve a los políticos a encontrar las soluciones adecuadas, ¿cuál es el problema hoy en día? Qué no existe la sociedad civil, y eso es malo para todo el país.
La sociedad civil debe asumir la realidad, que es la única forma de transformarla. Y para eso hay que saber de dónde salimos para conocer a donde vamos.
Y bajo mi punto de vista salimos de una mala gestión del gobierno. No me voy a extender en los hechos que pueden justificar esa conclusión. Bastará con uno que los resume. España tiene 25 de cada 100 muertos europeos por coronavirus, a pesar de que nuestra población es solo de 9 cada 100. Este drama no ha sido asumido por el gobierno, sino que en lugar de eso responde con engreimiento e irresponsabilidad. Solo lo retorcida que esta la política partidista difumina el montón de errores, desatinos y contradicciones, con los que se ha obtenido este resultado, y en el cinismo de algunos miembros del gobierno, que no lo olvidemos, es el último responsable bajo el Estado de Alarma de lo que sucede, que se dedican a buscar la provocación para protegerse de sus errores.
Estos daños se extienden, como no puede ser de otra manera, a la economía a base de declaraciones confusas, la falta de planes sólidos, como muestra la secuencia contradictoria sobre el turismo. Todo ello siempre amenazado por un desconfinamiento, que en gran medida funciona a ciegas por falta de capacidad de detección e intervención.
Enunciar escuetamente todo esto no creo que sea pesimismo. Son ganas, muchas, de que hagamos bien las cosas, pero para lograrlo hay que advertir de los errores e incompetencias, porque es la única forma de remediarlas.
¿A qué futuro nos encaminamos? Primero debemos reconocer que vamos a salir mal, que no estamos más fuertes, ni unidos, sino todo lo contrario, y que si el Covid-19 no desaparece, así, sin más, como por arte de magia, vamos a estar en el filo de la navaja durante bastante tiempo.
¿Y esto por qué? Pues básicamente porque si los datos no los he visto mal, el 95% de la población es susceptible de infectarse, y entre un 28% y un 33% de los portadores son asintomáticos; o sea que ni ellos mismos saben que pueden contagiar.
Ante esta situación vamos a una desescalada con insuficientes medios y basada en una regulación, confusa, que favorece la indisciplina ciudadana pues si las normas no son claras se van a cumplir mal. Tendríamos que aplicar medidas obligatorias y efectivas, como por ejemplo el uso obligatorio de mascarillas siempre y la prevención en los lugares cerrados, reforzar la asistencia primaria en miles de médicos y personal sanitario para normalizar la asistencia a otras enfermedades, intervenir rápidamente y atender residencia a residencia, hogar a hogar, a la población de riesgo.
Sobre esta base sí que puede asentarse el plan de reconstrucción. Pero este no saldrá bien parado de la pugna política.
Solo veo otra forma alternativa. Las organizaciones de sociedad civil, empresariales, sindicales, sociales, profesionales, deben buscar el liderazgo de algunas personalidades que estén acreditadas por sus resultados empresariales y sociales, deben constituir una comisión operativa que elabore y presente un plan concreto y definido que sea presentado a la opinión pública primero, y a la Comisión del Congreso después. Solo si se genera una fuerte exigencia social que obligue a oposición y gobierno a trabajar sobre un modelo común, se producirá el principio de colaboración necesaria.  
Se trataría de organizar la fuerza de las instituciones civiles para concretar un plan de reconstrucción que a su vez fuerce a la colaboración política. Si nos quedamos mirando el combate entre partidos, solo conseguiremos que todos perdamos.
Buenos Días.

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