“Dicen que los viajes ensanchan las ideas, pero para esto
hay que tener ideas” (G. K. Chesterton).
Cada día que pasa y me acerca más a la salida de esta
crisis sanitaria que padecemos por culpa del covid-19, veo que la crisis
económica va a ser muy complicada de gestionar.
Para los que están a favor de quienes nos gobiernan, la
crítica que voy a hacer será casi un acto de sabotaje, seguramente también lo
será para los partidos políticos, pero soy de la opinión que es necesaria para el
resto de las personas, porque solo entendiendo y conociendo como hemos llegado
a esta situación podemos recorrer mejor el camino que nos debe llevar a
solucionar la crisis económica.
Hay que decir que la salida de la crisis económica
provocada por el covid-19 va a depender sobre todo de las condiciones políticas
que tengamos, no veo otro camino, van a ser los políticos los que al final nos
pueden sacar de la crisis.
Para que esto suceda, para levantar la economía se
necesita de los ciudadanos de a pie, una sociedad civil que lleve a los
políticos a encontrar las soluciones adecuadas, ¿cuál es el problema hoy en día?
Qué no existe la sociedad civil, y eso es malo para todo el país.
La sociedad civil debe asumir la realidad, que es la
única forma de transformarla. Y para eso hay que saber de dónde salimos para
conocer a donde vamos.
Y bajo mi punto de vista salimos de una mala gestión del
gobierno. No me voy a extender en los hechos que pueden justificar esa
conclusión. Bastará con uno que los resume. España tiene 25 de cada 100 muertos
europeos por coronavirus, a pesar de que nuestra población es solo de 9 cada
100. Este drama no ha sido asumido por el gobierno, sino que en lugar de eso responde
con engreimiento e irresponsabilidad. Solo lo retorcida que esta la política
partidista difumina el montón de errores, desatinos y contradicciones, con los
que se ha obtenido este resultado, y en el cinismo de algunos miembros del
gobierno, que no lo olvidemos, es el último responsable bajo el Estado de
Alarma de lo que sucede, que se dedican a buscar la provocación para protegerse
de sus errores.
Estos daños se extienden, como no puede ser de otra
manera, a la economía a base de declaraciones confusas, la falta de planes
sólidos, como muestra la secuencia contradictoria sobre el turismo. Todo ello
siempre amenazado por un desconfinamiento, que en gran medida funciona a ciegas
por falta de capacidad de detección e intervención.
Enunciar escuetamente todo esto no creo que sea pesimismo.
Son ganas, muchas, de que hagamos bien las cosas, pero para lograrlo hay que
advertir de los errores e incompetencias, porque es la única forma de
remediarlas.
¿A qué futuro nos encaminamos? Primero debemos reconocer
que vamos a salir mal, que no estamos más fuertes, ni unidos, sino todo lo
contrario, y que si el Covid-19 no desaparece, así, sin más, como por arte de
magia, vamos a estar en el filo de la navaja durante bastante tiempo.
¿Y esto por qué? Pues básicamente porque si los datos no los
he visto mal, el 95% de la población es susceptible de infectarse, y entre un
28% y un 33% de los portadores son asintomáticos; o sea que ni ellos mismos
saben que pueden contagiar.
Ante esta situación vamos a una desescalada con
insuficientes medios y basada en una regulación, confusa, que favorece la
indisciplina ciudadana pues si las normas no son claras se van a cumplir mal. Tendríamos
que aplicar medidas obligatorias y efectivas, como por ejemplo el uso
obligatorio de mascarillas siempre y la prevención en los lugares cerrados, reforzar
la asistencia primaria en miles de médicos y personal sanitario para normalizar
la asistencia a otras enfermedades, intervenir rápidamente y atender residencia
a residencia, hogar a hogar, a la población de riesgo.
Sobre esta base sí que puede asentarse el plan de
reconstrucción. Pero este no saldrá bien parado de la pugna política.
Solo veo otra forma alternativa. Las organizaciones de
sociedad civil, empresariales, sindicales, sociales, profesionales, deben
buscar el liderazgo de algunas personalidades que estén acreditadas por sus
resultados empresariales y sociales, deben constituir una comisión operativa
que elabore y presente un plan concreto y definido que sea presentado a la
opinión pública primero, y a la Comisión del Congreso después. Solo si se
genera una fuerte exigencia social que obligue a oposición y gobierno a
trabajar sobre un modelo común, se producirá el principio de colaboración
necesaria.
Se trataría de organizar la fuerza de las instituciones
civiles para concretar un plan de reconstrucción que a su vez fuerce a la
colaboración política. Si nos quedamos mirando el combate entre partidos, solo
conseguiremos que todos perdamos.
Buenos Días.
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