lunes, 31 de enero de 2022

Un orden de prioridades.

 “Si encuentro en mí mismo deseos que nada en este mundo puede satisfacer, la única lógica explicación es que fui creado para otro mundo.” C. S. Lewis.

Por cuestiones de edad, de mi edad, resulta que empiezas a darte cuenta de que la mayoría de las personas con las que te relacionas empiezan a estar jubiladas, o sea personas que han terminado su etapa laboral. Y eso significa el haber realizado ya una parte importante de la vida, por lo que ya se tiene una experiencia y un camino recorrido.

Muchas de esas personas hemos seguido una trayectoria basada generalmente en una secuencia de actividades muy arraigada en la sociedad actual, un orden de prioridades que las podría resumir, más o menos, de esta forma: “Si una persona tiene hambre su actividad más importante para ella será hacer todo lo necesario para conseguir saciar su hambre y no hay tiempo para buscar otros valores; si ya no hay hambre, nos puede faltar el vestido, una vivienda, seguridad y entonces toda nuestra actividad se dirigirá a alcanzar esos objetivos; si ya tenemos comida, vestido, vivienda y seguridad económica, comienzan a parecer las necesidades, podría llamarlas, psicológicas como la autoestima, el prestigio, incluso la realización espiritual lo que nos lleva a plantearnos que ya podemos empezar a ser felices.”   

Ese supuesto orden de prioridades nos puede parecer a primera vista bueno e incluso el idóneo, y es el que más o menos una gran mayoría de nosotros seguimos, pero según mi entender, tiene una trampa en la que hemos caído la mayoría, una trampa a la que nuestra sociedad no cesa de dirigirnos y que se trata de la cuestión de la “seguridad económica”, que, mucha atención, es algo muy distinto del meramente cubrir las necesidades básicas.

Se piensa que: “Cuando alcance tal cantidad de dinero tendré seguridad económica y al fin podré comenzar a preocuparme por mi desarrollo existencial y espiritual”. La cuestión clave es que cuando se llega a esa cantidad determinada de dinero o de posesión de bienes, es la misma sociedad consumista la que nos genera nuevas “necesidades” y entonces tenemos que subir continuamente la escala de ese dinero “necesario” para nuestra supuesta “seguridad económica”, y así se nos pasa la mayor parte de la vida, y a veces toda, en dejar de ser feliz para procurarnos las condiciones materiales que por fin nos permitan ser felices. Y ahora la pregunta del millón: ¿Es indispensable esa supuesta “seguridad económica” para ser feliz?

La respuesta estoy casi seguro de que será negativa, todos nosotros sin dudarlo contestaríamos que no. Y, sin darnos cuenta nos estaríamos planteando la pregunta: ¿Soy feliz? Incluso iremos más allá: ¿cómo puedo ser feliz?

Y aquí nos encontramos con varias formas con las que pensamos que podemos ser felices, los que identifican la felicidad como la ausencia de dolor, los que se conforman con lo que tienen diciendo: “No es más feliz el que más tiene, sino el que menos necesita”, los que dicen que la felicidad consiste en vivir experiencias y estamos también nosotros.

En fin, como veis muchas cosas de las que hablar, pero eso ya será en otra ocasión.

Buenos días.

jueves, 27 de enero de 2022

Incertidumbres

 “El viajero ve lo que ve, el turista ve lo que él ha ido a ver”. G. K. Chesterton


    Poco a poco la Diverge va estando preparada para ser una bici-viajera, y también, poco a poco todo está un poco más claro. Ahora nos toca ajustar las alforjas a los portabultos y ya tendremos realizado un poco del camino que aún nos falta para ponernos en marcha.

Ya dije, hace poco, que estamos en temporada de nervios, de inseguridades, de dudas, pero ¿Cómo estar seguro? ¿Cómo saber qué es esto lo que necesito? ¿Existe algún tipo de medidor de certezas? ¿Cómo?... puedo tenerlo todo claro.

Hace años las dudas me paralizaban, si ahora me pudiera sentar a hablar con mi “yo” de hace 25 años, ese yo que necesitaba tenerlo todo claro, que le gustaba tenerlo todo controlado antes de empezar un viaje, que tomaba decisiones buscando siempre una seguridad total, que se pasaba los días con las dudas ante una decisión, peleándose por conseguir certezas, que ante un atisbo de duda se quedaba quieto, si hablara con él, pienso que le haría cambiar de idea o le haría dudar. Con el paso de los años he ido perdiendo certezas, he aprendido a convivir con la incertidumbre de tener, en esto de los viajes en bicicleta, menos cosas claras.  

La incertidumbre, no es estar siempre dudando, no es estar con “y si…”, no es estar esperando una ocasión mejor. Ya que ese estado de ambigüedad es igual de agotador como querer tener una confirmación férrea de cada detalle. Y en esto, también he ido mejorando con los años. Y es que como he dicho ya en alguna ocasión recordando una frase de Paulo Coelho: “El barco está más seguro en el puerto; pero no es para eso para lo que se construyeron los barcos.” Y es verdad, la bicicleta esta mucho mejor en el garaje, pero al igual que un barco esta construida para viajar y enfrentarse a las incertidumbres del mar abierto.

A nosotros nos sucede lo mismo, en nuestra casa es donde, sin duda, mejor nos encontramos pues por lo general es donde más seguros estamos y esto nos impide avanzar, hay que salir de vez en cuando de nuestra zona de seguridad. Tenemos muchas veces miedo de comenzar una ruta desconocida, de enfrentarnos a una tormenta, o pensar que nos vamos a perder continuamente o que no valdrá la pena el viaje. Pero nada de todo esto es peor que quedarnos en casa, atados a nuestros temores diarios.

¿Entonces? ¿Hablamos de opciones sin certezas absolutas y encima de apostarlo todo a ello? Pues… dejadme que os confiese una cosa, que yo también siento incertidumbre… y, aunque “no sea fácil” … Yo, en cuanto se pase el invierno voy a cargar la bicicleta y empezaré a pedalear.

Buenos días.

https://www.instagram.com/vicent1956/?hl=es

miércoles, 26 de enero de 2022

Ya nada volverá a ser lo mismo.

 “Puedo creer lo imposible pero no lo improbable” G. K. Chesterton.

No se a vosotros, pero me he dado cuenta de que existen momentos en los que ver de repente las cosas claras nos puede llevar al desconcierto, a sentirnos descolocados y fuera de lugar. Ocurre, bastantes veces, que no resulta fácil ver las cosas claras cuando nos encontramos dentro de un ambiente turbio, cuando todo lo vemos mezclado con pequeñas luces que nos deslumbran y no nos dejan ver todo el conjunto, como en una discoteca, muchas luces muchos colores, pero mucha oscuridad.  

El problema de ver, en un momento dado, claramente todo lo que sucede a nuestro alrededor, el problema de que en un ambiente turbio o con una visión reducida se encienda de repente una fuerte luz que nos muestre todo lo que nos rodea sin ningún filtro, el problema de que cuando nos quitamos las gafas y vemos que la pared es blanca y no del color de nuestros cristales, el problema es que ya nada volverá a ser lo mismo.

En cuanto los ojos se acostumbran a esa luz clara, a ver sin cristales de colores, uno se da cuenta con horror de que no se trataba del lugar confortable, acogedor y bien dispuesto que pensaba. En realidad, los muebles están rotos y llenos de polvo, con restos podridos de comida, hay grietas y telarañas en las paredes, el techo está cubierto de moho y puñados de cucarachas se arrastran por los rincones.

 Antes podíamos engañarnos y, como es normal, así lo hacíamos, pero una vez que la luz se ha encendido, que nos muestra nuestro verdadero entorno, ya no es posible el engaño y nos vemos obligados a contemplar, horrorizados, cómo son las cosas en realidad y como somos realmente.

Estamos muy centrados en buscar y defender nuestra Libertad para utilizar el color del cristal que más nos convenga, y sin embargo utilizamos pocas energías en ver y saber la Verdad.  

Pero claro, el primer problema que se nos plantea y que planteamos para no dedicar mucho tiempo a pensar es cuestionar si esta Verdad existe. Hay personas que defienden que la libertad ilimitada es necesaria para alcanzar la plena felicidad. O sea, que la persona no debe aceptar ninguna regla que le venga impuesta desde fuera, sino que sea ella misma quien decida libre y autónomamente lo que considere verdadero, justo y por lo tanto válido.

Entonces, para esas personas, si no existe una Verdad que sea objetiva, si resulta que el bien y el mal son intercambiables, si no podemos conseguir la Verdad o ésta está totalmente determinada por uno mismo, resulta que cada uno de nosotros es su máxima autoridad y nos encontramos con que no existen reglas generales que sean universalmente válidas, por lo que es muy fácil, al no existir un orden moral que sea objetivo, caer en los errores más absurdos. Lo bueno o lo malo, lo justo o lo injusto, quién puede vivir o a quién se pueda dar muerte porque es un ser humano de categoría inferior, depende de mí y haré lo que quiera, porque soy yo quien lo decide. Resumiendo, haré lo que me parezca más conveniente, aunque ello me lleve a aplicar la ley del más fuerte y si tengo que fastidiar a los demás que se fastidien. Cuando uno no tiene principios las consecuencias para la convivencia son desastrosas.

Debemos conocer realmente como son las cosas, porque si no sabemos cómo son, nuestra relación con los demás estará falseada. Nuestra relación con los demás si queremos que sea verdadera tiene que ser veraz y darles lo que es debido si queremos que sea además honrada.

No se trata de ir diciendo de qué color es el cristal de las gafas que uso, se trata de que me digas, de verdad, de qué color es la pared y, después, si lo creo conveniente me comprare unas gafas de algún color o vere la pared del color real. Se trata de que me enseñes la Verdad, no tú verdad.  

Ahora, no me queda más remedio que dejar algo muy claro, para evitar confusiones: Todas las verdades son absolutas, en el sentido de que no significa nada hablar de verdades relativas. Decir que una verdad es relativa es como decir que una bicicleta es relativa o que un río es relativo. No está muy claro qué se quiere decir con algo así, si es que realmente se está diciendo algo. Si mi bicicleta realmente tiene dos ruedas, es verdad que mi bicicleta tiene dos ruedas. Esa verdad sobre mi bicicleta no es relativa a nada. Simplemente es.

Sin embargo, lo que sí es básicamente relativo es una opinión, es decir lo que yo opino sobre algo. Una opinión es siempre la opinión de alguien, de lo contrario deja de ser una opinión. No existe mi verdad ni tu verdad, pero si mi opinión y tu opinión.

Y claro, una opinión se basa en dos cosas principalmente, que su contenido sea objetivo ya sea verdadero o falso, y la certeza que me merece dicha opinión.

Bueno, ya me he liado, con el tema de las opiniones, voy a dejarlo por hoy y ya mañana intentare avanzar un poco más por este camino.

Buenos días.

martes, 25 de enero de 2022

Desigualdad social.

 “Puedo creer lo imposible pero no lo improbable” G. K. Chesterton. 

El fin de semana pasado vi una noticia que concluía que la desigualdad social en España se había hecho más grande. https://www.caritas.es/noticias/foessa-presenta-la-primera-radiografia-social-completa-de-la-crisis-de-la-covid-19-en-toda-espana/

Una noticia sencilla, discreta, de esas que las tienes que leer con atención, pues no habla ni de la pandemia, ni de la crisis en Ucrania, ni siquiera de las macro granjas, ni de las fiestas de Boris Johnson, pero que por desgracia está afectando cada día a más gente.

Lo que más curioso me resulta es que este ya era un tema muy importante en el siglo XIX, y por supuesto, lo fue durante todo el siglo pasado, a menos lo fue para algunos políticos, para sindicatos y para muchas personas de la Iglesia. Y es que detrás de todo esto no solo se encuentra el tema de la lucha de clases, de la injusticia social y de cómo se quiera ver todo esto, se encuentra la cohesión de una sociedad que se divide más entre pobres y ricos, se encuentra la posibilidad real de acabar viviendo con bastante precariedad o creando el caldo de cultivo perfecto para nacionalismos y populismos locos por encontrar un salvador y por lo tanto un culpable a quien señalar.

Ya no nos damos cuenta de que hay gente que tiene muchas menos oportunidades que otras por haber nacido en un barrio o en una ciudad determinada. Y nuestra sociedad con toda su complejidad en lugar de remediarlo va reduciendo las oportunidades de los que tienen menos y favorece a los que más suerte tuvieron. Lo vemos en países menos desarrollados y nos llevamos las manos a la cabeza, pero que aquí ya no nos duele tanto.

Y es que por encima de la tragedia de la desigualdad hemos puesto otras causas que si bien son loables e importantes por buenismo, ignorancia o malicia. Problemas serios, es verdad, pero que no nos dejan ver más allá y que tienen demasiadas dosis de ideología, demasiados intereses políticos y que son alentados por los medios de comunicación de un signo y de otro. Y aquí nos encontramos con otro de los problemas, que se nos olvida y entonces vemos aparecer el resentimiento de las personas olvidadas, y eso hace que además de una injusticia tengamos al lado de casa una desgracia.

Algunas personas no lo quieren ver porque viven bien. Otros lo ven solo cuando les interesa. Bastantes lo ven, pero quieren seguir viviendo bien. Muchos lo podrían ver, pero ya no les interesa. Y demasiados lo sufren, lo ven y nadie les da la palabra... Y así entre despistes y cortinas de humo, nos olvidamos de un problema social que se desarrolla en el silencio de muchos barrios y pueblos olvidados y provocará desencanto, dividirá la sociedad aún más y generará otros tantos problemas. No obstante, ya está aquí, de momento ya lo sufre al que le cuesta pagar la luz, al joven que tiene que cambiar de ciudad para poder trabajar o al matrimonio con hijos que vivirá siempre de alquiler.

En fin, una enfermedad que de momento no se le pone cura.

Buenos días.

lunes, 24 de enero de 2022

Como un funambulista.

 “El viajero ve lo que ve, el turista ve lo que él ha ido a ver”. G. K. Chesterton

Le acabo de poner las bandas antipinchazos a la Diverge, un paso más, cada vez estamos más cerca de tenerla preparada para viajar. Desde hace varios días me siento ya en marcha, pero andando con la sensación de estar haciéndolo como los funambulistas sobre el cable, donde un mal paso puede hacerme caer y con la sensación de que cualquier suceso puede volver a retrasar el viaje al Nordkapp un año más, pero no avanzar por el cable también es contraproducente. Son días en los que me gustaría que mis pasos fueran seguros.

En estos primeros días en los que te das cuenta de que ya ha empezado la cuenta atrás, de que tienes la certeza de que hay que llenar ese vacío que existe hasta el día que empecemos a pedalear, es el momento en el que hay que controlar qué longitud tiene el cable, a qué altura está, qué necesito llevar para recorrer ese trayecto. Por lo general olvidamos cómo emprender ese camino, como llenar estos días de espera, porque el camino hay que hacerlo, no podemos quedarnos quietos a esperar.

Si a alguno le pasado alguna vez, recordara que cuando empiezas la cuenta atrás da la impresión de que todo empieza a temblar, de que son demasiados los vientos que nos azotan, el cable no cesa de tambalearse y el vértigo se nos agarra al estómago, nos llenamos de preguntas ¿ya ahora cómo sigo? ¿tenía alguna necesidad de meterme en esta aventura? ¿tiene sentido? Al igual que un funambulista sobre el cable ahora no es tiempo de tener miedo sino de tener certezas, de buscar la fuerza que nos ayude a dar pasos seguros y ciertos.

Supongo que no voy a ser el único al que le suceden estas cosas, la incertidumbre existe, para algunos el cable estará muy alto en cambio para otros el cable es más ancho y bajo. Estoy ya en tiempo de reflexión, de preparación, y no puedo esconderme, porque puede ser tiempo de deliberación, pero no de inactividad. La reflexión ayuda a llegar convencido y con las ideas claras a la primera pedalada, y cuando ese día llegue ya no hay forma de resguardarse en un lugar seguro, sino que te sientes llamado a emprender esa ruta.

Voy a continuar haciendo equilibrio. Los funambulistas clásicos usaban una pértiga para ayudarse a mantener el equilibrio, yo tengo la suerte de tener algo más que una pértiga. Porque es importante tener una guía y un guía. Empiezan los días de hacer equilibrio, sin temeridad ni miedos, para llenar ese espacio que nos separa al día de ponerse en marcha por el camino correcto, yo, me fio de quien me guía.

Buenos días.

https://www.instagram.com/vicent1956/?hl=es

sábado, 22 de enero de 2022

¿Economía ecológica?

     “Puedo creer lo imposible pero no lo improbable” G. K. Chesterton.

El otro día cuando hablaba de la desastrosa economía que parece que se está imponiendo me olvide del desastre ecológico que está causando todo este desarrollo económico.

Y es que tengo que volver a lo que entiendo por economía, si miramos lo que significa etimológicamente la palabra economía nos encontramos con que es la “administración de la casa”, es decir, que debería por lo tanto preocuparse por el “cuidado de la casa”, de nuestra casa común que también es el medio ambiente. Este es un aspecto que hasta ahora la teoría económica dominante ha ignorado esta responsabilidad constantemente e inclusive ha contribuido en cierto modo a agravar la problemática ecológica siendo que como mínimo ha “bloqueado” en gran parte la posibilidad de que los economistas piensen a fondo en este tema como debería ser.

Según mi modesto entender, toda la problemática surge de la base desde donde se construye todo el edificio teórico de este sistema económico, el concepto de “racionalidad “como se le suele llamar, y que entiendo que se trata de la lógica y de la cordura con la que se comportan los agentes económicos para buscar los beneficios. El problema es que, desde los inicios del industrialismo se ha ignorado la limitación ecológica en los benéficos y ahora cuando se empieza a contemplar ya es demasiado tarde.

Por otro lado, veo que se defiende desde algunos sectores que el comportamiento “racional” de los que se encargan de producir es conseguir siempre el máximo beneficio, y claro, desde esta lógica, si no se ponen restricciones nos encontramos que toda empresa pesquera, por ejemplo, tendrá el interés de enviar una flota más grande que las demás para conseguir más pescado el cual está a disposición de todos. Como todas las empresas hacen lo mismo y actúan en un despiadado mundo competitivo, deben desarrollar tecnologías que les permitan pescar más peces a un menor coste. Así, en poco tiempo se acabarán los peces, lo cual perjudicará a todos.

¿Que se pueden poner leyes para restringir eso? Por supuesto. Pero hay que recordar dos cosas. Primero, que para gran parte de los recursos biológicos del planeta ya es demasiado tarde: las especies están en peligro de extinción, se han provocado defectos genéticos que afectan su reproducción o simple y llanamente se ha degradado de modo grave o se ha destruido el entorno en que subsistían. En segundo lugar, hay que recordar el tema del riesgo de falta de moral por parte de las empresas, empresas que harán lo mínimo necesario para cumplir con la ley, influirán para cambiar las leyes mismas o, cuando no puedan hacerlo, sobornarán a los encargados de hacerlas cumplir.

Así pues, nos encontramos con que muchas empresas no solo actúan amoralmente en sus países de residencia, donde sus actos tienen consecuencias judiciales y, por tanto, una dimensión ética, sino que en ocasiones llegan a la inmoralidad y falta de cinismo de trasladar sus fábricas a China para no verse afectados por las leyes ambientales.

Ya se que en la teoría económica normal todas las cuestiones éticas son algo puramente fuera de lugar, y eso es absolutamente cínico: cualquier empresario es lo suficientemente inteligente como para saber que el planeta tierra tiene solamente un medio ambiente que cuidar y que no está dividido por países.

En fin, mucho aún de lo que hablar, pues nos queda la cuestión del calentamiento global, pero eso ya será otro día.

Buenos días.

jueves, 20 de enero de 2022

Portabultos colocados.

 “El viajero ve lo que ve, el turista ve lo que él ha ido a ver”. G. K. Chesterton

Ya tengo los portabultos colocados, poco a poco la Diverge ya va estando preparada para poderla cargar con las alforjas y así que se reparta con la Peugeot la tarea de acompañarme en los viajes, ya tengo los portabultos en su sitio y pronto ya tendrá colocados todos los demás accesorios como las luces, timbre y un soporte extra para el manillar.

No considero, como he dicho ya en alguna ocasión de que se trate de un cambio sino de un complemento más a todo el material que ya tengo para viajar.

No he cambiado de opinión respecto a la validez de la Peugeot para realizar excursiones, pues lo ha demostrado cada vez que ha tenido que cargar con las alforjas o sin ellas y recorrer todos los kilómetros que han sido necesarios.

No se trata pues de un cambio en la forma de viajar ni siquiera de un cambio de opinión, pues no me molesta cambiar. No suelo quejarme normalmente de un cambio de opinión, ni de que se deje de admirar una bicicleta o a una persona, ni siquiera me suelo quejar de que se deje de despreciar a una persona o bicicleta. De lo que en realidad protesto muchas veces es de la superficialidad de esas personas que cambian por cambiar y luego dicen que su cambio es ya incambiable.

Ni la Peugeot era la bicicleta definitiva ni la nueva lo será, lo importante en un viaje en bicicleta podría pensarse que es la misma bicicleta, y es un aspecto importante pero no es definitivo, pues al final es solamente el medio de transporte que vamos a utilizar, por eso cambiar de bicicleta no representa ningún cambio en la esencia de la práctica del bici-viaje.

No voy a cambiar el tradicional modo de practicar el bici-turismo por el moderno sistema minimalista de llevar todo el material enganchado al cuadro. La única diferencia entre las dos bicicletas y en su uso se encuentra en la anchura de las cubiertas, pues con la Peugeot no puedo llevar más de 25 mm y con la Diverge puedo llegar hasta 48 mm ¿Qué significa esto? Pues que en viajes donde el asfalto sea el “rey” la Peugeot continuara siendo igual de valida y donde se necesite utilizar muchos carriles bici, vías verdes o euro-velos donde el suelo no este claro cómo será, la Diverge será la elegida, seguramente.

Las cosas son así y suceden de esta forma; una bicicleta nos puede durar mucho tiempo y recorrer con ella miles de kilómetros, como ha sucedido con mi Peugeot, o puede durar pocos kilómetros, espero que no sea el caso de la Diverge. Al igual que un edificio puede durar mucho tiempo, o puede ser demolido en pocos días. El mundo que conocemos está lleno de cambios y cosas que permanecen. Hay cosas y personas que duran más o menos tiempo. Hay cosas y personas que cambian, rápidamente o con procesos lentos.

Por eso no es extraño, aunque sí sorprendente que vaya a poseer dos bicicletas para los próximos viajes, no es un cambio para una nueva forma de viajar, ni siquiera para hacerlo más cómodo, ni más rápido, ni por una rotura irreparable de mi bicicleta, aunque de alguna manera todo esto va a suceder de una manera u otra.

Durante siglos muchos filósofos han discutido y aun discuten ante estas situaciones que parecen contrarias, pero que a veces resultan ser armonizables, como si ciertos cambios ayudasen a ser más permanentes algunas cosas, o que lo permanente pudiera ser fuente de cambio.

No es necesario ser ningún filósofo para que me asombre ante la Peugeot, que ha permanecido junto a mi durante casi 25 años, y en cambio todo el resto del material ha ido cambiando constantemente, como las alforjas, la tienda, el hornillo…

¿Por qué hay realidades y cosas que duran tanto, y otras que cambian? Incluso las que duran, ¿tienen garantía de “eternidad”, o tendremos que reconocer que no hay nada estable bajo el sol, como decían los antiguos?

Por mucho que me esfuerce por mantener una buena salud, una estabilidad económica, unas buenas relaciones con los que me rodean. Nadie puede impedir que se produzcan cambios que destruyan todo lo que parecía más seguro. Por eso, se necesita aprender a convivir con lo que permanece mucho tiempo, aunque a veces nos gustaría que cambiase, y con lo que cambia con menor o mayor velocidad, por más que deseemos que fuese duradero.

Al mismo tiempo, si amplio la mirada me doy cuenta de que debe existir, necesito que exista, en el horizonte algo que permanezca sin desgaste, algo que de sentido a todas las cosas que duran y a las que cambian. Lo que permanece y los cambios son características que forman parte de nuestro universo. Dentro de él nacimos un día más o menos lejano el tiempo, y tendremos que dejarlo cuando llegue la hora de entrar en el mundo de lo eterno. Y así es la vida.

Buenos días.

https://www.instagram.com/vicent1956/?hl=es

miércoles, 19 de enero de 2022

Un desastre de economía.

 “Puedo creer lo imposible pero no lo improbable” G. K. Chesterton. 

Hace días que voy siguiendo un chat donde se está tratando el problema de nuestra agricultura y de nuestra economía en general, y si bien no soy un entendido en esa cuestión, no hay duda de que tengo una opinión, tal vez no de cómo se puede solucionar, pero si al menos del porque no se soluciona, y no se solucina porque no se quiere el ver el problema.

Buscando información el otro día me encontré con un artículo que citaba una noticia de BBC News, de marzo de 2021, en la que comentaba que en el año antes de la pandemia se calcula que hubo 931 millones de toneladas de alimentos desperdiciados, es decir, concluía que alrededor del 17% de la producción mundial total de alimentos se tiró a la basura. Si esto es verdad, no hay duda de que nos encontramos en un mundo donde el sistema económico predominante falla, pues todos sabemos que existe el hambre en el mundo y no poca.

Tenemos un sistema económico que destruye alimentos, y mientras se muere de hambre al mismo tiempo se muere de obesidad. Si esto no se le puede llamar un desastre económico entonces ya no sé a qué se le puede llamar un desastre.

Siempre he entendido que la economía no es otra cosa que la administración de los recursos para satisfacer nuestras necesidades, nuestras necesidades o sea las de todos. Ese pienso que es el funcionamiento: administrar recursos para satisfacer necesidades. Sin embargo, que está sucediendo en gran parte del mundo, que se están produciendo necesidades para ampliar la venta de esos recursos. Y esto no es así, no hay que administrar las necesidades para vender productos. El orden en que se debe aplicar la economía está al revés, se ha invertido. Nos encontramos en una época de hiperconsumo y de hiper producción para satisfacer unas necesidades artificiales. Unas zonas de la tierra “mueren” por exceso de alimento y otras “mueren” por falta de alimento.

Ya sé que más de uno estará pensando que las necesidades humanas son inmensas y, por tanto, nunca se puede hablar propiamente de abundancia pues los recursos siempre van a ser insuficientes en relación con nuestras ilimitadas necesidades. Pero ¿cómo sabemos que las necesidades humanas son infinitas? Esa es una deducción que tiene que ser examinada.

Generalmente se dice que las necesidades son infinitas cuando se intenta decir que no tienen fin, o sea que no paran de repetirse, por ejemplo, uno puede comer un pan ahora, pero luego le volverá a surgir el hambre. Pero la verdad es que en cada momento solo podemos consumir una cantidad finita de bienes. No necesitamos “infinita” comida para estar satisfechos. En general nos basta con uno o dos platos bien servidos.

Otra de las cosas que se dicen para defender que las necesidades son ilimitadas es decir que lo son por su variedad: uno necesita alimento, vestimenta, vivienda, educación, etc. ¿Pero esto no resulta obvio? Si bien hay muchas categorías de necesidades, no se ve claro por qué la diversidad de categorías es suficiente para decir que son infinitas.  

Si lo que se quiere decir es que el hombre nunca cumplirá sus necesidades porque no estará nunca satisfecho con lo que tiene, hay que responder que es verdad pero que son las necesidades espirituales las que son infinitas, sin embargo, nuestro sistema económico está enfocado en una dinámica materialista y solo se encarga de las satisfacciones materiales y se olvida por completo de las espirituales.

Ahora bien, es importante hacer ahora una aclaración: no estoy diciendo que toda la economía, la que se realiza en cada acto económico sea irracional. Está claro que no es irracional que una familia vaya a comprar el pan cada día. Lo que quiero decir cuando digo que la economía es irracional es más bien a una dinámica que ocurre en nuestra realidad económica general y que manipula nuestras necesidades para expandir las ventas. Se trata de esa economía tan generalizada de poner a las personas al servicio de las cosas o incluso que transforma a las personas en cosas. Por supuesto, existe también una economía como yo la entiendo que administra recursos para satisfacer necesidades. Pero el problema es que la economía irracional cada vez tiene más influencia en el mundo.

Sea como sea, este mundo, económicamente está loco, dejarlo todo a la supuesta racionalidad del mercado no creo que sea un buen sistema, la globalización esta bien si tiene en cuenta todos los aspectos de las personas y no solo el crecimiento económico de una parte, olvidándose de un parte del mundo en la que no se puede tener una buena calidad de vida por no poder comer.

Buenos días.

domingo, 16 de enero de 2022

Hecho de deseos.

 “El viajero ve lo que ve, el turista ve lo que él ha ido a ver”. G. K. Chesterton

Me he dado cuenta de que después de dos años dándole vueltas al viaje en bicicleta al Nordkapp, cada vez que lo repaso le encuentro algo que no me convence y que me gustaría cambiar, ya sean los posibles países por los que cruzar, ruta que ya he cambiado en tres ocasiones, o por el material de acampada donde ya he cambiado el saco de dormir y la estirilla, y como no la bicicleta, menos mal que la fecha no puedo cambiarla mucho.

No hay duda, las personas estamos hechos de deseos. Es verdad que porque también lo somos de carencias. Siempre cambiaríamos algo, continuamente echamos en falta algo: mejor ropa para lluvia o el frío, un hornillo más eficiente y económico, un buen navegador GPS para no utilizar los mapas de papel, un panel solar, en fin, muchas cosas. Y es que pienso que no hay persona que no desee algo y, sobre todo, que no anhele, de una forma u otra, lo que es bueno para él. O al menos lo que él considera bueno.

Todos esos deseos no son otra cosa que una forma de que el viaje sea mejor, cualquier cambio que se me ocurra en la organización y ejecución del viaje siempre está encaminado a hacerlo más agradable.  

Ya se que algunos cambios no saldrán bien, sin embargo, el motivo de haberlo realizado no es para que saliese mal, sino la pretensión de encontrar una mejora. El que abusa del vino, no pretende hacerse alcohólico, lo que pretende es alcanzar un momento de satisfacción.  

Me parece que lo dicho alguna vez, nunca conseguimos una felicidad completa. Como tantas veces, una vez que hemos conseguido esas mejoras en la preparación de nuestro viaje o en cualquier otro objetivo en nuestra vida, lo conseguido no dura nada y además sentimos que es poco. Por eso, continuamos buscando siempre algo mejor. Lo bueno siempre nos sabe a poco. Somos insaciables.

Y por lo tanto siempre estamos, podría decir, insatisfechos. En lugar de agradecer lo que tengo, ya me refiera a todo el material para viajar con la bicicleta o en otros aspectos de la vida, me paso el tiempo lamentando lo que no tengo.

El deseo es algo propio de todos nosotros. En la mayor parte de las personas ese deseo es limpio y honrado. Todos deseamos, y con razón, tener buena salud, buenos amigos y tener una buena vida. El estar siempre buscando algo mejor, el no estar satisfecho con lo que tenemos, son características que nos alejan de los animales. En los animales, el deseo de alimento, de compañía, de protección, se olvida tan pronto como ha sido satisfecho. No nos ocurre así a nosotros.

Cada uno de nosotros somos pequeños, insignificantes, un grano de arena, pero con unos deseos tan grandes que el mundo que nos rodea nunca logra saciar.

En fin, mucho nos queda por avanzar en este camino de deseos, lo haremos sin duda, pero ya sera en otra ocasión.

Buenos días.

https://www.instagram.com/vicent1956/?hl=es


sábado, 15 de enero de 2022

Miedo a decidir.

 “Podemos creer lo que queramos. Somos responsables de aquello en que elegimos creer”. John Henry Newman.

Iba a decir que estamos en tiempo de toma de decisiones, pero siempre estamos en esa época, siempre lo estamos haciendo, y por eso ya deberíamos estar acostumbrados.

Que complicada se puede convertir la vida cuando se tiene miedo a tomar decisiones. Y es bastante frecuente que a las personas nos suceda esto. Estoy casi seguro de que todos lo habremos visto o padecido en alguna ocasión. Hay personas que se bloquean simplemente cuando tienen que elegir que llevarse en un viaje. Por no nombrar ese miedo a ir a comprarse ropa que a muchos de nosotros nos espanta tanto o…

La cuestión es que yo experimento ese miedo casi todos los días. Lo siento sobre todo cuando me coinciden varios planes y no quiero renunciar a ninguno. Me veo en uno de los sitios, después en el otro… ¡y los dos me parecen indispensables! Muchas veces tengo tanta dificultad que retraso todo lo que puedo la decisión, con la esperanza de que pueda acudir a los dos o que en el último momento uno no se pueda realizar.

Ese miedo está ahí, es igual como lo tengamos. Lo que nos muestra es nuestro temor para renunciar. Puesto que decidir es esencialmente eso: elegir una cosa a cambio de renunciar a otras. Y eso nos cuesta mucho esfuerzo. Uno de los ejemplos más usado para mostrarnos lo bueno que puede resultar el no tener miedo a tomar decisiones es el del árbol y el arbusto. Un arbusto no necesita una verdadera poda; las ramas crecen hacia cualquier lado, pequeñas y abundantes. Sin embargo, para que crezca un buen árbol es necesario podar unas ramas y así otras recibirán la savia abundante. Unas ramas se cortan, pero gracias a eso, hay otras que crecen fuertes, se robustecen y dan fruto.

Tomar decisiones es algo parecido: supone podar y renunciar a cosas para dedicar tiempo y corazón a otras. Pero sólo así crecemos, sólo así damos fruto.

Buenos días.

viernes, 14 de enero de 2022

¿Sirve para algo el invierno?

 “El viajero ve lo que ve, el turista ve lo que él ha ido a ver”. G. K. Chesterton

Utilizo la bicicleta como medio de transporte habitual en todos mis desplazamientos a menos de 20 kilómetros de mi casa, ya sé que realizar 20 kilómetros de ida y 20 de vuelta para tomarse un café con un amigo se debe de tener tiempo, pero resulta que desde hace prácticamente un año lo tengo.

Cada etapa de la vida tiene su tiempo. La cuestión es aprovecharlo, ocupándose de lo realmente importante. El tiempo se aprovecha si lo utilizamos en hacer algo que alguien más disfrute de ello y, me atrevería a decir que, incluso cuando no nos apetezca. La cuestión estriba en que si tenemos tiempo, y nos sobra no hay que despilfárralo sino regalarlo.

Y más en estos días de invierno en que el día es tan corto, aunque tengo que decir que ya empiezo a notar como los días se empiezan a alargar, y ya se nota como poco a poco aparece antes la luz cada mañana, y que le resulta cada vez más decirnos adiós al atardecer, tiene algo este tramo del año que nos hace inevitablemente nostálgicos, siempre huyendo del frío.

Entre los días cortos y las noches largas, y el ambiente siempre frío puede parecer una temporada difícil pues el frío de fuera parece que nos llena por dentro, y nos deja bloqueados. Efectivamente, el paisaje invernal da esa sensación de tristeza que puede sumirnos en una cierta soledad que nos aísla, como si no hubiera otro problema que el frío que pasamos y el sol que nos falta.

No obstante, es solo una apariencia. Tal vez muchas veces no nos damos cuenta, pero podemos decir que, sin embargo, en el invierno la vida también se desarrolla y nuestros planes no sé detienen. No tiene tal vez la apariencia vistosa y colorida de otras estaciones del año, pero hace su papel y se puede seguir preparando la próxima aventura, calladamente con el ordenador, viendo y leyendo libros para que luego podamos mejorar nuestros planes.

Ante la pregunta: ¿sirve para algo el invierno? Sólo podemos dar esta respuesta: que nuestra vida y nuestros proyectos tienen momentos de invierno que no son inútiles, ni sin sentido, sino que encierran un profundo significado. Hay que saber vivirlos con la sencillez y sabiduría de quien también aquí se atreve a continuar manteniendo vivas todas sus ilusiones. Porque, como suele decirse, no es el momento de la flor ni del fruto, sino el tiempo de la raíz. Y las raíces no trabajan de cara al público, sino en el interior, el que está en el fondo de nosotros, para que luego se pueda presentar y mostrar lo que sin ruido se ha ido preparando.

Las grandes cosas comienzan en nuestro interior, nos esperan y hay que ir a buscarlas en las raíces. Ahora estamos preparando lo que vera la luz en la primavera. Hemos sembrado, poniendo nuestro proyecto en la tierra, lo hemos cubierto con ella y lo hemos regado y abonado, y ahora esperamos que empiece a brotar y se ponga en marcha con la primavera.

Es tiempo de invierno, tiempo de raíces, para crecer interiormente e ir poniendo así los escalones por donde subirán a la superficie, desde donde comenzarán su camino. Tiempo de preparar la bicicleta, de repasar el material, de mirar mapas, de medir nuestras posibilidades. No tenemos otra opción mejor. Ni hay otra forma de ver mejor todo el conjunto de nuestro proyecto.

Así que gracias al invierno que así me muestra algo más bello y grande que estar mirando el termómetro y escondiéndome del frío.

Buenos días.

https://www.instagram.com/vicent1956/?hl=es  

lunes, 10 de enero de 2022

"Hábitos bici-viajeros"

 “El viajero ve lo que ve, el turista ve lo que él ha ido a ver”. G. K. Chesterton.

Otra salida con la bicicleta, esta vez con la Peugeot, pienso que es una buena idea salir un día a la semana a realizar unos kilómetros para mantener la costumbre de estar varias horas sentado en un sillín. No es divertido pasarse los primeros días de un viaje con problemas para pedalear sentado ni terminar el día agotado. Es mejor mantener un habito con la bicicleta todas las semanas para que no nos suceda. No se trata de estar en forma, solo estar acostumbrado a pedalear, pues usar la bicicleta para los desplazamientos diarios no es suficiente, ya que no suelen durar más de 15 minutos.

Es bueno ir cogiendo poco a poco los hábitos que vamos a tener durante un viaje, aquello que hacemos que, en nuestro viaje, suponga algo especial que no hacemos en nuestra vida normal. Es algo que incluso resulta instintivo cuando viajamos en bicicleta pero que es diferente a como lo hacemos en nuestra casa.

Podemos decir, y creo que no nos equivocaremos, que lo “habitual” en un bici-viaje no es algo que se hace, digamos, a base de repetirlo, sino que, al contrario, tiene su fundamento en la misma esencia del bici-turismo y en todo lo que de ello se deriva.

El bici-viajero no debe o puede alegar ignorancia acerca de lo que voy a denominar como “hábito bici-viajero”. Y es que, sin duda alguna, es lo que conduce su viaje acorde a una forma de entender la vida en estrecho contacto con la naturaleza, ya sea en coche, a pie o en bicicleta.

Es verdad que lo que estoy diciendo no es nada del otro mundo. Y, precisamente por eso, por no ser nada del otro mundo muchas veces deberíamos de preguntarnos los bici-viajeros si es que existen verdaderas razones, de peso, como para que no pongamos en práctica estos “hábitos bici-viajeros”.

El hábito bici-viajero no es, por otra parte, imposible de llevar a cabo. Y no lo es porque no está tan alejado de una vida en contacto y en armonía con la Naturaleza. Y es que deberíamos responder a la pregunta, por ejemplo, acerca del estado de nuestra relación con la Naturaleza, si es buena o no, si cuidamos el medio ambiente, si nos cuidamos nosotros que al final es lo mismo. Y no, es casi seguro que no vamos a encontrar una respuesta rotundamente negativa. Al contrario, en nuestra vida cotidiana ya lo estamos haciendo, y sí, es posible hacer de esas costumbres unos hábitos para nuestro bici-viaje.

Cada uno de los hábitos que tenemos para mantener nuestro entorno y nuestra salud en un buen estado van a ser los mismos que tendremos durante el viaje, tal vez con un aliciente añadido pues vamos a estar más al aire libre, sentiremos con más intensidad todo lo que esto implica, más frío, calor, viento, sol, lluvia y, sin olvidar que no vamos a poder utilizar nuestros electrodomésticos, lo que comprenderéis es muy interesante que lo probemos antes de subirnos a una bicicleta para estar varias semanas o meses viajando.

En fin, comenzamos a practicar un poco estas pequeñas o grandes diferencias en nuestros hábitos cotidianos para que cuando dentro de “poco” nos pongamos a pedalear no notemos tanto las diferencias.

Buenos días.

 https://www.instagram.com/vicent1956/?hl=es 


domingo, 9 de enero de 2022

Viviendo a golpe de titular.

     “Podemos creer lo que queramos. Somos responsables de aquello en que elegimos creer”. John Henry Newman.

Cuando empezó la pandemia y nos tuvimos que encerrar en casa no podía imaginar que ahora cuando estamos comenzando este 2022 íbamos a estar poniendo en duda los beneficios de las vacunas. No comprendo como en los medios de comunicación se puede equiparar la opinión del que no tiene ni puñetera idea sobre epidemias y vacunas con las opiniones de los mejores científicos del planeta.

Tengo la impresión de que la desesperación de algunos periodistas por buscar noticias sensacionalistas ha encontrado en el negacionismo más tonto el combustible ideal. En otro momento cuando no tuviéramos esta pandemia no pasaría nada, sin embargo, ahora está en juego la salud pública y la vida de mucha gente.

Hasta el más ignorante periodista sabe que con solo publicar un titular ambiguo va a provocar miles de dudas y a crear un debate inútil que producirá discusiones que se aprovechan de la ignorancia de ciertos temas y del sufrimiento de muchas personas. Todos deberíamos saber que la información es poder y hay que saberla ejercer, aunque también hay que decir que hay gente deseosa de dejarse manipular. Y así, poco a poco, nuestra sociedad se va infantilizando mientras hablamos de personajes famosos que dan su opinión en temas de los que no tienen ni idea. Y lo peor, ponemos en duda las cosas más obvias que nos confirman los verdaderos especialistas en la materia, y nos olvidamos de resolver los problemas, dejamos de pensar por nosotros mismos o miramos para otro lado ante el sufrimiento de mucha gente.

Nadie conduce de noche con las luces apagadas. En estos días difíciles, son imprescindibles unos medios de comunicación que nos muestren la realidad de forma nítida y equilibrada, pues ese es nuestro primer paso para empezar a reflexionar sobre cualquier tema. Y necesitamos que sean libres, pero no solo de los poderes económicos y políticos, también del sensacionalismo que nos nubla el cerebro, de la ideología que busca la polémica y de la tentación de crear noticias que en vez de ayudar al conjunto de la sociedad generan dudas y miedo a través de una información envenenada.

Cuantas noticias que nos anunciaron como acontecimientos malos y que ocuparon los titulares durante días o semanas, de repente pasaron sin más al cajón del olvido. Y mientras tanto, ¿qué? esta especie de ansiedad mediática que crean en nosotros va consiguiendo que nuestro centro de atención, nuestras conversaciones... vayan centradas en lo que quieren que se hable. Y al final, acabamos, viviendo a golpe de titular, bien adornado de sensacionalismo.

Ya sé que tiene su aquél eso de sentirse como el protagonista de una película americana, en la que suele decir alguno... «¡vamos a morir todos!». Y en la que siempre aparece algún superhéroe, que salva a la humanidad... Pero no sé, no me convence, de hecho, ya estoy cansado de esta forma de actuar.  

Creo que hay que darles a las noticias la importancia que tienen, “en su justa medida”, tomarnos en serio los consejos que se dan, pero, no dejarnos absorber por cada nuevo titular que nos quieren meter como principal tema de nuestra vida.

Cada uno de nosotros tenemos también una historia que vivir, y es relativamente fácil que se nos meta ese aluvión de titulares de por medio, haciéndonos perder la tranquilidad necesaria para enfrentarnos a nuestras preocupaciones personales. Vivir a golpe de titular nos va a dificultar ser nosotros mismos.

Supongo que es todo un desafío salir de esta dinámica, y que tal vez a pesar de todo el esfuerzo cuando me encuentre con alguien sin mascarilla en un lugar cerrado o sin haberse vacunado se me descomponga la cara sobre todo si estornuda o quizás no...

Buenos días.

sábado, 8 de enero de 2022

Nuestro balance, día a día.

 “Puedo creer lo imposible pero no lo improbable” G. K. Chesterton.

Ya hemos arrancado el 2022, y ya habremos realizado el recuento de como nos fue el año pasado o tal vez no, pues esto va a depender de la forma de actuar de cada persona. En cambio, en las empresas siempre se hace un balance del año y se mira cual ha sido el resultado, si han tenido ganancias o pérdidas. Nosotros tendríamos que hacer también una especie de balance para saber si hemos ganado algo de experiencia, algo de responsabilidad o comprensión de todo lo que nos rodea. O si por el contrario hemos tenido pérdidas, si hemos perdido confianza en nosotros mismos o en los demás, o si hemos perdido un poco el “norte”, o estamos más preocupados por nuestro futuro, más tristes o desmoralizados.

Se, que muchas personas se niegan a realizar una revisión no solo del año pasado sino también de su vida, se niegan a pensar en esas cosas pues suponen que su vida no va a cambiar, ya que va a seguir por el mismo camino de siempre.

También se que nuestra vida no es como una empresa en la que se va anotando día a día cada movimiento económico para que así sea fácil hacer un balance, las personas no podemos recordar cada día del año. Sin embargo, podemos recordar muchos acontecimientos que nos han sucedido como: bodas, nacimientos, jubilación, un empleo nuevo o su perdida etc... Podemos recordar alegrías y sufrimientos todo mezclado, sin poder saber si fueron más los días tristes que los alegres. Hagamos la prueba: revisemos el año que acaba de terminar y lo comprobaremos.

Para este año que acaba de comenzar, que sin duda esta lleno de esperanzas y temores, ¿hemos preparado algo?, ¿tenemos algún proyecto? ¿Nos preocupa que las cosas vayan a empeorar? Seguro que alguna idea tendremos de como nos puede ir, sin embargo, para proyectar nuestra vida a largo plazo se necesita un esfuerzo diario, no hay que olvidar que nuestro balance no puede esperar a que termine este año para realizarlo, pues ni siquiera tenemos asegurado que llegaremos, nuestro balance lo tenemos que hacer cada día, día a día, cada noche y cada mañana al levantarnos.  

No es muy complicado, pero hay que acostumbrarse, y nos acostumbramos practicando, al comenzar el día hay que ver lo que tenemos que hacer y saber cómo lo vamos a hacer. Cada día tiene que haber algo que hacer, no pueden existir días sin actividad, sin nada que hacer y lo que hayamos de hacer hay que hacerlo bien.

Otra cosa, nos vamos a reunir y estar con otras personas, y estas relaciones deberían de ser siempre las correctas y adecuadas, sin tener en cuenta de que nos resulten más o menos agradables o simpáticas. Querer a los demás es, al fin y al cabo, servir. No hay que ser enemigo de nadie y si alguien tiene algún problema con nosotros, tendremos que hacer lo que se pueda para solucionarlo. Si a pesar de todo alguien nos odia, no hay que sentirse odiado ni sufrir por ello.  

En fin, antes de dormir, repasemos cada día y, sin hacernos trampas ni tratar de justificar nuestros errores ni alabar en exceso lo que hemos hecho bien, cuando llegue el nuevo día, retomemos nuestro compromiso y la fuerza para ser mejores y dueños de nosotros mismos. El mundo, sin duda, será mejor si mejoramos cada uno de nosotros, si evitamos el egoísmo y buscamos en todas las ocasiones el bien común.  

Buenos días.

miércoles, 5 de enero de 2022

No, los Reyes Magos no son los padres.

     “Podemos creer lo que queramos. Somos responsables de aquello en que elegimos creer”. John Henry Newman.

Cuando llega este día son muchas las preguntas que se hace la gente, son muchos los que se interesan en saber si hubo o no una estrella que guiara a los Magos hacia Belén, otros intentan averiguar si toda esta historia es más bien un género literario para centrar la atención sobre el nacimiento de Jesús, pero independientemente del contenido del pasaje evangélico y del trastorno histórico, es evidente que la pregunta que más se hace en estos días y que a muchas personas más les cuesta contestar es: ¿Son los Reyes Magos los padres? La respuesta es sencilla, no, los Reyes no son los padres.

Existe un detalle en esta cuestión que muchas veces pasamos por alto los que hacemos regalos en esta noche o mañana, y es un detalle importante, nos podemos llegar a creer que somos los Reyes Magos, y aquí está el problema. Pues existe una cosa que esta clara, es que yo se que no lo soy. Esto lo tengo muy claro. Puedo ser un mentiroso y decir que si lo soy. Puedo ser generoso y comprar regalos. Puedo ser un poco actor y representar una escena de sorpresa por el regalo que han recibido y he comprado, incluso para mi mismo. Puedo hacer muchas cosas esta noche y representar una entrañable puesta en escena, y mucho más, pero no soy ni somos los Reyes Magos. Los Reyes no somos nosotros.

Y surge otra vez la pregunta, ¿quién pone los regalos en miles de hogares esta noche? Sencillo. Sabemos que los regalos no los ponen ni los Reyes Magos ni los pajes, ni los niños, y lo sabemos porque los ponemos nosotros. No hay forma de negarlo, los regalos los ponen los padres. Esto los niños pequeños no lo saben, y está bien que así sea, porque forma parte de una hermosa tradición que nos dice que la fantasía y la ilusión son decisivas para la vida. No hay nada malo en simular que los regalos los traen lo Reyes Magos, es parte de la fiesta y de la vida. Sin embargo, esa ilusión dura poco ya que antes o después los niños se enteran de que los regalos no los traen los Reyes Magos.

Ahora bien, que los regalos los pongan los padres, cosa indiscutible, no significa que los Reyes Magos sean los padres. Solo significa que los regalos no los ponen los Reyes, y nada más. El problema, una vez más, es que los padres nos solemos creer que nosotros somos los Reyes, y por eso los niños acaban creyéndolo también, pero si hay algo que ya ha quedado claro con toda certeza es que los padres no son los Reyes.

Si, está claro que los Reyes no son los padres, y espero que lo esté, tampoco podemos deducir de esta evidencia que los Reyes Magos no existan. No se puede deducir de la afirmación “Los padres ponen los regalos” que los “Reyes son los padres”, y mucho menos que “Si los Reyes no son los padres”, entonces “los Reyes no existen”.  Se asume muchas veces con demasiada facilidad un error lógico de primer orden. Nadie puede deducir de todo lo anterior que los Reyes no existen y que son los padres. Solo sabemos, por ahora, que los regalos no los traen los Reyes. Nada más.

Y ahora, una vez que sabemos todo lo anterior, sí podemos responder cuando nos pregunten si los Reyes son los padres, que no, absolutamente no, con toda la claridad del mundo. Sí podemos decir que los regalos los hacen los padres porque forma parte de una bellísima tradición que tiene un gran significado. Y mostrar, y contar ese significado.

Y aquí nos encontramos con otro gran problema, muchos padres no saben explicar o no conocen su enorme significado. Hay que contar que esta noche y mañana, de alguna manera, los niños son lo protagonistas, son los Reyes, pero no Magos. Los Reyes Magos, esos sabios de su época que realizaron un largo viaje, lo hicieron para rendirse ante un nuevo poder. Reconocieron una nueva realeza. Fue el anuncio de ese nuevo poder, el que muchos esperaban. Ese fue el regalo que nos hicieron los Reyes Magos, el regalo de hacernos visible y reconocible una nueva realeza.

Es bueno, por eso, que los padres, que no son los Reyes, pero sí son poderosos, una vez al año se inclinen ante sus hijos para reconocer, con sus regalos o sus obsequios, con su oro, incienso y mirra, que existe un poder más fecundo y esperanzador que se encuentra en los más pequeños, los vulnerables y los sencillos. Al menos una vez al año los padres del mundo, los fuertes y poderosos, tienen y tenemos la oportunidad de inclinarnos y reconocer un poder más grande, una nueva realeza.

Una vez al año, año tras año, en nuestras casas se hace un pequeño hueco a algo inmensamente enorme. Y si esto es posible es porque los Reyes Magos sí existen, vienen siempre, y su regalo consiste en hacer visible lo imposible, en crear un espacio en nuestro mundo finito que sea capaz de albergar lo infinito.

Buenos días.

martes, 4 de enero de 2022

Sembrando

 “Dicen que los viajes ensanchan las ideas, pero para esto hay que tener ideas” (G. K. Chesterton).

La Diverge ya ha empezado su caminar hacia el Nordkapp, ya está de camino, van a colocarle los portabultos para que entre a formar parte de mi proyecto, un proyecto que va ya por su tercer intento, el intento de “subir” al Nordkapp, y otra vez, y, van tres, me he replanteado de nuevo el itinerario que más o menos espero seguir si algún día lo comienzo. Más que las etapas en concreto me he planteado subir por Finlandia, país que solo conozco en su parte más al norte, la que se encuentra dentro del círculo polar ártico que conocí cuando viaje al Nordkapp en coche. He pensado que estaría bien cruzar Finlandia de sur a norte hasta llegar a Suecia, y cruzar el círculo polar ártico por Suecia.  

Se trataría de conocer un nuevo país, coger un ferry que me lleve hasta Helsinki, y cruzar toda Finlandia. Pero todo esto son proyectos que se irán materializando, o no, durante la marcha, es muy difícil por no decir imposible que se pueda planificar un viaje tan largo día a día y que salga como lo teníamos previsto. Pero como dijo Napoleón: “Tener un plan siempre es bueno, lo que sucede es que hay planes que salen bien y otros que salen mal”.

Decimos y nos dicen muchas veces que los sueños, los grandes ideales y proyectos son propios de la juventud, y si bien estoy de acuerdo, creo que los sueños no tienen edad. Hay jóvenes con energía, creatividad y potencial suficientes para emprender grandes cosas y ser capaces de transformar el mundo, pero también los hay en todas las edades.

Nos preguntamos si en la vida ¿hay que ser un soñador o un cuerdo? ¿Hay que ser loco o juicioso? ¿Hay que aspirar a todo o conformarse con algo? ¿Los pies en el suelo o la cabeza en las nubes? Si soy sólo un soñador ¿a quién ayudarán mis ilusiones? ¿Me encontraré dentro de un mundo de fábulas y deseos donde no pondré los pies en el suelo donde la gente llora y ríe? Pero, si todos nos volvemos insulsos, vulgares y sensatos, razonables y prudentes, reposados y consecuentes ¿quién seguirá soñando que es posible un mundo mejor? ¿Quién mantendrá viva la lógica inadmisible de creer lo imposible?  

Una vez más, y van tres, he empezado el año y puesto el viaje a Nordkapp como objetivo principal, esta vez del 2022, y no quiero pensar que es sólo un sueño, ni convertirlo en una ilusión imposible. Hay muchas metas posibles. Hay muchos caminos que pisar. Hay que pensar que este año será posible.

 A veces cuesta mantener la ilusión. A veces en estos dos años se me han ido las ganas, la fuerza, las ilusiones. A veces he confundido los motivos, y he insistido sabiendo que era imposible, aferrado a esperanzas inútiles. Y otras veces he tirado la toalla, al sentir que ya no merecía la pena. Pero, estoy en el comienzo de un año nuevo y vuelvo a sentir que vale la pena, que otra vez con la llegada de la primavera volverán las ganas y las ilusiones, y si quiero volver a intentarlo, tengo que empezar, ya, a sembrarlas, para que en abril sean realidades.  

Y en eso estamos, sembrando.

Buenos días.

https://www.instagram.com/vicent1956/?hl=es


lunes, 3 de enero de 2022

No huir de la realidad sino huir a la realidad.

     “Si encuentro en mí mismo deseos que nada en este mundo puede satisfacer, la única lógica explicación es que fui creado para otro mundo.” C. S. Lewis.

Primera excursión del año y última con la Diverge sin portabultos, la hemos realizado nada más empezar el 2022 para fijar rápidamente una costumbre, y que se convierta enseguida en una acción habitual en este nuevo año.

Un año más vamos a intentar mantener nuestras “sanas” costumbres y hacer todo aquello que nos gusta, eso sí con las limitaciones que la edad y la experiencia va añadiendo a nuestra rutina diaria. Hay algunos que se van produciendo sin darnos cuenta.

No se vosotros, pero yo en más de una ocasión he realizado el esfuerzo de escapar de la realidad, aislarme y marcharme, aunque solo sea durante unos días, o marcharme de viaje en busca del paraíso. He huido ya sea caminando o en bicicleta, buscando por sendas y caminos hasta encontrar ese lugar que por fin he considerado como maravilloso. He disfrutado de ese lugar donde no llegaba ningún tipo de explotación humana, dónde todos mis deseos de tranquilidad y felicidad se reunían como si hubiese alcanzado ese lugar donde pudiera estar toda la eternidad.

He disfrutado, es verdad, durante unas horas y, mientras todo era felicidad, siempre o sea en todas las ocasiones, he sido alcanzado de mil maneras por las incertidumbres o ha sucedido algo que me ha expulsado de ese paraíso. Ha aparecido una excursión escolar, ha sonado un móvil o una canción de no se sabe dónde o… La cuestión es que tantas veces se han disuelto esos momentos que he abandonado ya ese ideal. He comprendido que ciertas huidas no me llevan a ningún sitio.

No me sirven las escapadas, ni los viajes maravillosos, ni las aventuras impresionantes y, un día decidí no agobiarme más en esa búsqueda. Y ahora con el paso del tiempo te das cuenta de que lo que sucedía era de que no sabía lo que buscaba, no sabía lo que era bueno para mí, había vivido como en una nube, con la cabeza puesta en unas ilusiones y unas esperanzas muy distintas a la realidad en la que me encontraba, tan en otro lugar y en otro tiempo que mi día a día parecía que no tenía sentido.

Cuando llegas a esa conclusión te sientes indefenso ante cualquier inconveniente que te pueda surgir, cansado, sin ganas de continuar buscando, y lo único que quieres es desconectar y dormir, con la intención de al conectarte o que al despertar estuvieses en otro mundo. Sin embargo, al no utilizar ningún medio artificial para desconectar como algún tipo de drogas, siempre se mantiene dentro de ti algo que se resiste a rendirse, algo que casi sin querer mantiene encendida una duda, un recelo, una sospecha de que debe de existir otra cosa, presientes de que además de hacer la vida normal, de divertirte en la forma que más disfrutas, existe también otra cosa y esa otra cosa debe de poseer el poder de transformarlo todo, de hacerlo todo bueno y maravilloso o verdadero, de embellecerlo todo, la vejez, el dolor y el amor, incluso la alegría.

Y es que es verdad, nada de lo que encuentras es suficiente. Incluso teniéndolo todo, ese todo resulta que no basta, siempre aparece una carencia que supera a ese todo, por muy insignificante que nos parezca en un principio termina por desearla más que todo lo que posees.

De ahí que la mejor solución, al menos la mejor solución que he encontrado es la de bajar las expectativas y saber ver cada momento, hay que poder verlo y admitirlo, acogerlo, entender lo que hay para dejarlo entrar y verlo con claridad. En realidad, pensándolo bien no somos buenos acogedores sino más bien conseguidores. Más que acoger lo que hay lo que hacemos es buscar, conseguir lo que aún no hay. Y no es conveniente la posición de conseguidor, porque la vida se desarrolla siempre en un momento concreto, lo que tenemos en ese momento debemos llegar a la conclusión que no lo hemos conseguido como una recompensa ni al hacer algún merito, sino que lo tenemos gratuitamente y se nos escapara enseguida, lo perdemos. Lo que hay que pensar y admitir es que, en cada momento de la realidad, sea cual sea, ya está todo.  

Una vez que sabemos esto, que lo hemos comprendido, que nos asombramos del ahora, que nos asombramos de existir y ante lo que existe, y porque somos así, intentaremos a pesar de todo huir, pero no huir de la realidad sino huir a la realidad, a una realidad más real que la que creemos real y tenemos por real.

Nos puede parecer confuso, incluso incomprensible, pero ese es el viaje que vale la pena emprender, un viaje a “la realidad más real” una realidad que es un don y estos días en los que tanto nos gusta planificar y repasar lo planificado son perfectos para cuestionarnos nuestras retiradas, nuestros viajes hacia la felicidad.

Buenos días.

https://www.instagram.com/vicent1956/?hl=es