viernes, 14 de enero de 2022

¿Sirve para algo el invierno?

 “El viajero ve lo que ve, el turista ve lo que él ha ido a ver”. G. K. Chesterton

Utilizo la bicicleta como medio de transporte habitual en todos mis desplazamientos a menos de 20 kilómetros de mi casa, ya sé que realizar 20 kilómetros de ida y 20 de vuelta para tomarse un café con un amigo se debe de tener tiempo, pero resulta que desde hace prácticamente un año lo tengo.

Cada etapa de la vida tiene su tiempo. La cuestión es aprovecharlo, ocupándose de lo realmente importante. El tiempo se aprovecha si lo utilizamos en hacer algo que alguien más disfrute de ello y, me atrevería a decir que, incluso cuando no nos apetezca. La cuestión estriba en que si tenemos tiempo, y nos sobra no hay que despilfárralo sino regalarlo.

Y más en estos días de invierno en que el día es tan corto, aunque tengo que decir que ya empiezo a notar como los días se empiezan a alargar, y ya se nota como poco a poco aparece antes la luz cada mañana, y que le resulta cada vez más decirnos adiós al atardecer, tiene algo este tramo del año que nos hace inevitablemente nostálgicos, siempre huyendo del frío.

Entre los días cortos y las noches largas, y el ambiente siempre frío puede parecer una temporada difícil pues el frío de fuera parece que nos llena por dentro, y nos deja bloqueados. Efectivamente, el paisaje invernal da esa sensación de tristeza que puede sumirnos en una cierta soledad que nos aísla, como si no hubiera otro problema que el frío que pasamos y el sol que nos falta.

No obstante, es solo una apariencia. Tal vez muchas veces no nos damos cuenta, pero podemos decir que, sin embargo, en el invierno la vida también se desarrolla y nuestros planes no sé detienen. No tiene tal vez la apariencia vistosa y colorida de otras estaciones del año, pero hace su papel y se puede seguir preparando la próxima aventura, calladamente con el ordenador, viendo y leyendo libros para que luego podamos mejorar nuestros planes.

Ante la pregunta: ¿sirve para algo el invierno? Sólo podemos dar esta respuesta: que nuestra vida y nuestros proyectos tienen momentos de invierno que no son inútiles, ni sin sentido, sino que encierran un profundo significado. Hay que saber vivirlos con la sencillez y sabiduría de quien también aquí se atreve a continuar manteniendo vivas todas sus ilusiones. Porque, como suele decirse, no es el momento de la flor ni del fruto, sino el tiempo de la raíz. Y las raíces no trabajan de cara al público, sino en el interior, el que está en el fondo de nosotros, para que luego se pueda presentar y mostrar lo que sin ruido se ha ido preparando.

Las grandes cosas comienzan en nuestro interior, nos esperan y hay que ir a buscarlas en las raíces. Ahora estamos preparando lo que vera la luz en la primavera. Hemos sembrado, poniendo nuestro proyecto en la tierra, lo hemos cubierto con ella y lo hemos regado y abonado, y ahora esperamos que empiece a brotar y se ponga en marcha con la primavera.

Es tiempo de invierno, tiempo de raíces, para crecer interiormente e ir poniendo así los escalones por donde subirán a la superficie, desde donde comenzarán su camino. Tiempo de preparar la bicicleta, de repasar el material, de mirar mapas, de medir nuestras posibilidades. No tenemos otra opción mejor. Ni hay otra forma de ver mejor todo el conjunto de nuestro proyecto.

Así que gracias al invierno que así me muestra algo más bello y grande que estar mirando el termómetro y escondiéndome del frío.

Buenos días.

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