“El viajero ve lo que ve, el turista ve lo que él ha ido a ver”. G. K. Chesterton
Ya tengo los portabultos colocados, poco a poco la Diverge ya va estando preparada para poderla cargar con las alforjas y así que se reparta con la Peugeot la tarea de acompañarme en los viajes, ya tengo los portabultos en su sitio y pronto ya tendrá colocados todos los demás accesorios como las luces, timbre y un soporte extra para el manillar.
No considero, como he dicho ya
en alguna ocasión de que se trate de un cambio sino de un complemento más a
todo el material que ya tengo para viajar.
No he cambiado de opinión
respecto a la validez de la Peugeot para realizar excursiones, pues lo ha
demostrado cada vez que ha tenido que cargar con las alforjas o sin ellas y recorrer
todos los kilómetros que han sido necesarios.
No se trata pues de un cambio en
la forma de viajar ni siquiera de un cambio de opinión, pues no me molesta
cambiar. No suelo quejarme normalmente de un cambio de opinión, ni de que se
deje de admirar una bicicleta o a una persona, ni siquiera me suelo quejar de
que se deje de despreciar a una persona o bicicleta. De lo que en realidad
protesto muchas veces es de la superficialidad de esas personas que cambian por
cambiar y luego dicen que su cambio es ya incambiable.
Ni la Peugeot era la bicicleta
definitiva ni la nueva lo será, lo importante en un viaje en bicicleta podría
pensarse que es la misma bicicleta, y es un aspecto importante pero no es
definitivo, pues al final es solamente el medio de transporte que vamos a
utilizar, por eso cambiar de bicicleta no representa ningún cambio en la
esencia de la práctica del bici-viaje.
No voy a cambiar el tradicional
modo de practicar el bici-turismo por el moderno sistema minimalista de llevar
todo el material enganchado al cuadro. La única diferencia entre las dos
bicicletas y en su uso se encuentra en la anchura de las cubiertas, pues con la
Peugeot no puedo llevar más de 25 mm y con la Diverge puedo llegar hasta 48 mm
¿Qué significa esto? Pues que en viajes donde el asfalto sea el “rey” la
Peugeot continuara siendo igual de valida y donde se necesite utilizar muchos
carriles bici, vías verdes o euro-velos donde el suelo no este claro cómo será,
la Diverge será la elegida, seguramente.
Las cosas son así y suceden de
esta forma; una bicicleta nos puede durar mucho tiempo y recorrer con ella
miles de kilómetros, como ha sucedido con mi Peugeot, o puede durar pocos
kilómetros, espero que no sea el caso de la Diverge. Al igual que un edificio
puede durar mucho tiempo, o puede ser demolido en pocos días. El mundo que
conocemos está lleno de cambios y cosas que permanecen. Hay cosas y personas
que duran más o menos tiempo. Hay cosas y personas que cambian, rápidamente o
con procesos lentos.
Por eso no es extraño, aunque sí
sorprendente que vaya a poseer dos bicicletas para los próximos viajes, no es
un cambio para una nueva forma de viajar, ni siquiera para hacerlo más cómodo,
ni más rápido, ni por una rotura irreparable de mi bicicleta, aunque de alguna
manera todo esto va a suceder de una manera u otra.
Durante siglos muchos filósofos
han discutido y aun discuten ante estas situaciones que parecen contrarias,
pero que a veces resultan ser armonizables, como si ciertos cambios ayudasen a
ser más permanentes algunas cosas, o que lo permanente pudiera ser fuente de
cambio.
No es necesario ser ningún
filósofo para que me asombre ante la Peugeot, que ha permanecido junto a mi
durante casi 25 años, y en cambio todo el resto del material ha ido cambiando
constantemente, como las alforjas, la tienda, el hornillo…
¿Por qué hay realidades y cosas
que duran tanto, y otras que cambian? Incluso las que duran, ¿tienen garantía
de “eternidad”, o tendremos que reconocer que no hay nada estable bajo el sol,
como decían los antiguos?
Por mucho que me esfuerce por
mantener una buena salud, una estabilidad económica, unas buenas relaciones con
los que me rodean. Nadie puede impedir que se produzcan cambios que destruyan
todo lo que parecía más seguro. Por eso, se necesita aprender a convivir con lo
que permanece mucho tiempo, aunque a veces nos gustaría que cambiase, y con lo
que cambia con menor o mayor velocidad, por más que deseemos que fuese
duradero.
Al mismo tiempo, si amplio la
mirada me doy cuenta de que debe existir, necesito que exista, en el horizonte
algo que permanezca sin desgaste, algo que de sentido a todas las cosas que
duran y a las que cambian. Lo que permanece y los cambios son características que
forman parte de nuestro universo. Dentro de él nacimos un día más o menos
lejano el tiempo, y tendremos que dejarlo cuando llegue la hora de entrar en el
mundo de lo eterno. Y así es la vida.
Buenos días.
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