“Podemos creer lo que queramos. Somos responsables de aquello en que elegimos creer”. John Henry Newman.
Cuando empezó la pandemia y nos
tuvimos que encerrar en casa no podía imaginar que ahora cuando estamos
comenzando este 2022 íbamos a estar poniendo en duda los beneficios de las
vacunas. No comprendo como en los medios de comunicación se puede equiparar la
opinión del que no tiene ni puñetera idea sobre epidemias y vacunas con las opiniones
de los mejores científicos del planeta.
Tengo la impresión de que la
desesperación de algunos periodistas por buscar noticias sensacionalistas ha
encontrado en el negacionismo más tonto el combustible ideal. En otro momento cuando
no tuviéramos esta pandemia no pasaría nada, sin embargo, ahora está en juego la
salud pública y la vida de mucha gente.
Hasta el más ignorante
periodista sabe que con solo publicar un titular ambiguo va a provocar miles de
dudas y a crear un debate inútil que producirá discusiones que se aprovechan de
la ignorancia de ciertos temas y del sufrimiento de muchas personas. Todos deberíamos
saber que la información es poder y hay que saberla ejercer, aunque también hay
que decir que hay gente deseosa de dejarse manipular. Y así, poco a poco,
nuestra sociedad se va infantilizando mientras hablamos de personajes famosos
que dan su opinión en temas de los que no tienen ni idea. Y lo peor, ponemos en
duda las cosas más obvias que nos confirman los verdaderos especialistas en la
materia, y nos olvidamos de resolver los problemas, dejamos de pensar por
nosotros mismos o miramos para otro lado ante el sufrimiento de mucha gente.
Nadie conduce de noche con las
luces apagadas. En estos días difíciles, son imprescindibles unos medios de
comunicación que nos muestren la realidad de forma nítida y equilibrada, pues
ese es nuestro primer paso para empezar a reflexionar sobre cualquier tema. Y
necesitamos que sean libres, pero no solo de los poderes económicos y
políticos, también del sensacionalismo que nos nubla el cerebro, de la
ideología que busca la polémica y de la tentación de crear noticias que en vez
de ayudar al conjunto de la sociedad generan dudas y miedo a través de una
información envenenada.
Cuantas noticias que nos anunciaron
como acontecimientos malos y que ocuparon los titulares durante días o semanas,
de repente pasaron sin más al cajón del olvido. Y mientras tanto, ¿qué? esta
especie de ansiedad mediática que crean en nosotros va consiguiendo que nuestro
centro de atención, nuestras conversaciones... vayan centradas en lo que
quieren que se hable. Y al final, acabamos, viviendo a golpe de titular, bien
adornado de sensacionalismo.
Ya sé que tiene su aquél eso de sentirse
como el protagonista de una película americana, en la que suele decir alguno...
«¡vamos a morir todos!». Y en la que siempre aparece algún superhéroe, que
salva a la humanidad... Pero no sé, no me convence, de hecho, ya estoy cansado
de esta forma de actuar.
Creo que hay que darles a las
noticias la importancia que tienen, “en su justa medida”, tomarnos en serio los
consejos que se dan, pero, no dejarnos absorber por cada nuevo titular que nos
quieren meter como principal tema de nuestra vida.
Cada uno de nosotros tenemos
también una historia que vivir, y es relativamente fácil que se nos meta ese
aluvión de titulares de por medio, haciéndonos perder la tranquilidad necesaria
para enfrentarnos a nuestras preocupaciones personales. Vivir a golpe de
titular nos va a dificultar ser nosotros mismos.
Supongo que es todo un desafío salir
de esta dinámica, y que tal vez a pesar de todo el esfuerzo cuando me encuentre
con alguien sin mascarilla en un lugar cerrado o sin haberse vacunado se me
descomponga la cara sobre todo si estornuda o quizás no...
Buenos días.
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