“Puedo creer lo imposible pero no lo improbable” G. K. Chesterton.
El
otro día cuando hablaba de la desastrosa economía que parece que se está
imponiendo me olvide del desastre ecológico que está causando todo este
desarrollo económico.
Y es
que tengo que volver a lo que entiendo por economía, si miramos lo que
significa etimológicamente la palabra economía nos encontramos con que es la
“administración de la casa”, es decir, que debería por lo tanto preocuparse por
el “cuidado de la casa”, de nuestra casa común que también es el medio ambiente.
Este es un aspecto que hasta ahora la teoría económica dominante ha
ignorado esta responsabilidad constantemente e inclusive ha contribuido en cierto modo a
agravar la problemática ecológica siendo que como mínimo ha “bloqueado” en gran parte la
posibilidad de que los economistas piensen a fondo en este tema como debería
ser.
Según
mi modesto entender, toda la problemática surge de la base desde donde se
construye todo el edificio teórico de este sistema económico, el concepto de “racionalidad
“como se le suele llamar, y que entiendo que se trata de la lógica y de la
cordura con la que se comportan los agentes económicos para buscar los
beneficios. El problema es que, desde los inicios del industrialismo se ha ignorado
la limitación ecológica en los benéficos y ahora cuando se empieza a contemplar
ya es demasiado tarde.
Por
otro lado, veo que se defiende desde algunos sectores que el comportamiento “racional”
de los que se encargan de producir es conseguir siempre el máximo beneficio, y
claro, desde esta lógica, si no se ponen restricciones nos encontramos que toda
empresa pesquera, por ejemplo, tendrá el interés de enviar una flota más grande
que las demás para conseguir más pescado el cual está a disposición de todos.
Como todas las empresas hacen lo mismo y actúan en un despiadado mundo
competitivo, deben desarrollar tecnologías que les permitan pescar más peces a
un menor coste. Así, en poco tiempo se acabarán los peces, lo cual perjudicará
a todos.
¿Que
se pueden poner leyes para restringir eso? Por supuesto. Pero hay que recordar
dos cosas. Primero, que para gran parte de los recursos biológicos del planeta
ya es demasiado tarde: las especies están en peligro de extinción, se han
provocado defectos genéticos que afectan su reproducción o simple y llanamente
se ha degradado de modo grave o se ha destruido el entorno en que subsistían.
En segundo lugar, hay que recordar el tema del riesgo de falta de moral
por parte de las empresas, empresas que harán lo mínimo necesario para cumplir
con la ley, influirán para cambiar las leyes mismas o, cuando no puedan
hacerlo, sobornarán a los encargados de hacerlas cumplir.
Así
pues, nos encontramos con que muchas empresas no solo actúan amoralmente
en sus países de residencia, donde sus actos tienen consecuencias judiciales y,
por tanto, una dimensión ética, sino que en ocasiones llegan a la inmoralidad
y falta de cinismo de trasladar sus fábricas a China para no verse afectados por
las leyes ambientales.
Ya se
que en la teoría económica normal todas las cuestiones éticas son algo
puramente fuera de lugar, y eso es absolutamente cínico: cualquier empresario
es lo suficientemente inteligente como para saber que el planeta tierra tiene
solamente un medio ambiente que cuidar y que no está dividido por países.
En
fin, mucho aún de lo que hablar, pues nos queda la cuestión del calentamiento
global, pero eso ya será otro día.
Buenos
días.
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