Lunes 30 de Abril de 2018.
¡Buenos días! Dijo Bilbo. ¿Qué quieres decir? Preguntó Gandalf, ¿Me
deseas un buen día, o quieres decir que es un buen día, lo quiera yo o no; o
que hoy te sientes bien; o que es un día en que conviene ser bueno? -Todo eso a
la vez- dijo Bilbo. (El Hobbit, J.R.R. Tolkien)
Magnifico el día de ayer,
demasiado viento tal vez, pero se paso muy bien y hoy también empieza bien con
unos agradables 15,5 grados.
No se si tuvisteis tiempo de
reflexionar sobre las preguntas que formule ayer, yo no pude, así que lo voy a
hacer ahora en “voz alta”.
Una de las cosas que falla en
esta sociedad y en muchas de las sociedades de nuestro entorno es que hay
sectores demasiado débiles: pobres, desamparados, desfavorecidos, personas que
sufren mil modos de indigencia. Si resulta que el cuerpo social toma como
principio fundamental de organización el ejercicio de los derechos
individuales, las personas encuadradas en esos sectores nunca harán valer sus
derechos porque no los conocen o porque no tienen fuerza para ello.
Y vuelvo al individualismo, que
no conoce más intereses que los de puertas adentro, por eso en una sociedad
estructurada en torno al individuo, al débil no le queda más refugio que el
desvalimiento. No porque la sociedad no le reconozca sus derechos, sino porque
es difícil encontrar quien se los haga efectivos.
La perspectiva de organización
social que toma como principal base de filosofía política la puesta en práctica
de esos derechos individuales tiene su punto débil justamente en la debilidad
de los ciudadanos más desvalidos. Lo entendéis bien.
Éste es uno de los puntos por
donde hacen aguas nuestras actuales sociedades democráticas, las cuales,
habiendo sido capaces de cubrir las necesidades materiales básicas de todos sus
ciudadanos, al tiempo han generado enormes bolsas de marginación y de pobreza,
con las cuales no se sabe qué hacer.
En realidad, ahora, solo he contestado a una parte de las preguntas
así intentare continuar mañana.
Feliz y Dulce Día.
