Lunes 16 de Abril de 2018.
¡Buenos días! Dijo Bilbo. ¿Qué quieres decir? Preguntó Gandalf, ¿Me
deseas un buen día, o quieres decir que es un buen día, lo quiera yo o no; o
que hoy te sientes bien; o que es un día en que conviene ser bueno? -Todo eso a
la vez- dijo Bilbo. (El Hobbit, J.R.R. Tolkien)
Después de un fin de semana en
Navajas, vuelvo a la costumbre de daros la temperatura en mi balcón, que muchos
días aprovecho para deciros algo más, hoy tenemos 16,2 grados, esta bien, pero
el día se ve feo.
A pesar de todas las criticas
que he vertido sobre nuestro actual sistema económico, tengo que decir que no
vamos a sacar a los pobres y marginados de su miseria desmantelando
completamente el sistema de mercado, un sistema que ha demostrado ser capaz de
generar riqueza y crecimiento económico, lo que estoy tratando de decir durante
estos días es insistir en la imperiosa necesidad de introducir en todo ello
profundos valores morales.
Y es que, deberíamos
aprovechar la capacidad del sistema capitalista de generar riqueza, pero
tenemos que corregir sus graves defectos actuales para conseguir también un
reparto justo de la riqueza creada. El mercado no debe ser un ídolo al que
todos tenemos que adorar, y al que sacrificamos nuestros hijos, sino un instrumento
al servicio del bien común de los seres humanos.
Es urgente reconectar la
economía con la ética. Incluso desde el punto de vista meramente pragmático, la
economía de mercado no puede funcionar bien si no está apoyada por una serie de
valores humanos y éticos. Aunque la
economía de mercado se basa en gran parte en el concepto de la competencia,
para funcionar eficientemente es imprescindible que los diferentes actores
dentro del sistema puedan fiarse entre sí y que los clientes se fíen de las
empresas y de los productos que ofrecen.
La confianza mutua tan
necesaria ha sido seriamente erosionada por unos compartimientos inmorales y
escandalosos por parte de algunos banqueros, empresas y
políticos, y las bolsas, en vez de funcionar como fuentes de inversión
para las empresas, se han desconectado en gran parte de la economía productiva
y se han convertido en gigantescos casinos donde especuladores juegan con el
bienestar de todos nosotros.
Como veis, todo muy complicado
de solucionar.
Muy Buenos Días.
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