Martes 10 de Abril de 2018.
¡Buenos días! Dijo Bilbo. ¿Qué quieres decir? Preguntó Gandalf, ¿Me
deseas un buen día, o quieres decir que es un buen día, lo quiera yo o no; o
que hoy te sientes bien; o que es un día en que conviene ser bueno? -Todo eso a
la vez- dijo Bilbo. (El Hobbit, J.R.R. Tolkien)
¡Ay! Señor, ya vuelve a
refrescar, así no hay forma de seguir un entrenamiento con regularidad sin
correr el riesgo de resfriarse, lo que a mí edad, como ya supondréis, no es
nada aconsejable. En fin, en mi balcón, unos escasos 12,3 grados, para mí
fresquito.
Creo que no tengo más remedio
que mojarme un poco y dar mí opinión sobre como gestionar un déficit en un
Estado, lo que ya sospecharéis que no tiene ningún valor por que viene de una
persona que no tiene demasiada cultura económica y menos aun un master en
economía.
Yo, sin ningún master, pienso
que un déficit continuado y permanente no es conveniente, esto es de sentido
común, los ingresos deben estar por encima o al mismo nivel que los gastos a
medio y largo plazo, por lo que no podemos pensar que recurrir a la deuda continuamente
es una política adecuada porque esta acaba siendo regresiva y reduce las
posibilidades de gasto por el pago de intereses.
Dicho esto, estamos en que
tenemos que reducir nuestro déficit, pero la reducción del déficit no puede ser
el objetivo principal de una política económica a la que se subordina todo lo
demás. La reducción del déficit tiene que ser una política que se ponga al
servicio de los objetivos económicos de la sociedad.
Y, a partir de aquí se nos
complican las cosas y los presupuestos, pero esa complicación la dejaremos para
mañana.
Feliz y Dulce Día.
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