Sábado 14 de Abril de 2018.
¡Buenos días! Dijo Bilbo. ¿Qué quieres decir? Preguntó Gandalf, ¿Me
deseas un buen día, o quieres decir que es un buen día, lo quiera yo o no; o
que hoy te sientes bien; o que es un día en que conviene ser bueno? -Todo eso a
la vez- dijo Bilbo. (El Hobbit, J.R.R. Tolkien)
Todo lo que veo desde mi
ventana es gris, y si miro el termómetro tampoco veo motivos para que cambie el
color, pues unos escasos 12,9 grados es muy poco para que mejore mi animo,
menos mal que me dicen que esta tarde mejorara, ya veremos.
Voy a ver si poco a poco
terminamos con el tema de los presupuestos y pasamos a otros no tan complicados
y con tantos matices. Y es que si pensamos que la reducción del gasto es el
camino adecuado, esto no se puede hacer de una manera lineal (reducimos el
gasto en todas las partidas) sino que hay que ver aquellas que van a afectar
menos a los más desfavorecidos de la población y aquellas que tienen menos
efectos multiplicadores sobre la economía.
Y, este es el problema, ¿Dónde
reducimos?
Si la opción es la de
incrementar ingresos habrá que analizar cuáles son las partidas de ingresos que
conviene incrementar para que esta bajada de la renta de los agentes económicos
tenga pocos efectos sobre la actividad económica y pocos efectos sobre las
familias y personas más pobres.
Y, este es otro problema, ¿Dónde
incrementamos?
Si aceptamos, como ya lo hizo
Aristóteles, que la meta última de nuestra vida es llegar a la felicidad
profunda o verdadera, a la plenitud humana, no podemos aceptar una definición
demasiada reduccionista del término interés propio. No hay que reducir la
persona humana a un ser unidimensional, al “homo económicus”.
Lo que nos plantea también
muchos problemas, pues la visión tradicional del hombre que tienen los
economistas es demasiada estrecha. En el fondo, la economía de mercado
disfuncional actual es, en gran parte, la consecuencia de una visión
antropológica del ser humano errónea y absurdamente reduccionista, una visión
radicalmente individualista que empezó a forjarse en la época de la Ilustración.
Esta visión contrasta
dramáticamente con la visión de Aristóteles del ser humano como hombre político
(político en el sentido de un ser integrado ineludiblemente en la vida de su
polis o sociedad).
Y, aquí esta el dilema, y
porque esta le buscaremos alguna solución.
Feliz y Dulce Día.
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