lunes, 28 de febrero de 2022

¿Por qué no reaccionamos?

 “Puedo creer lo imposible pero no lo improbable” G. K. Chesterton.

No me ha quedado más remedio que ver un parecido entre en declive del imperio romano y lo que estamos viviendo en nuestra querida Europa. Tengo la impresión de que al igual que la Roma que conquisto aquel mundo antiguo, Europa también ha pasado unas décadas pujantes, donde era ambiciosa y llena de personas que soñaban a lo grande. Luego como a los romanos nos han llegado unos años de una lenta transformación, y ahora parece que hemos llegado a unos años de decadencia. Se que los historiadores matizarán mucho estas afirmaciones y me dirán que es una comparación demasiado simple, y lo acepto.  

Pero pienso, que al igual que a los romanos, al otro lado de nuestras fronteras, otras naciones emergentes, que tratan de construir su futuro, pedían y piden su turno. Y lo ganaron entonces y lo pueden ganar ahora por la fuerza de su necesidad, su ambición y sus convicciones tan diferentes. Digo esto porque ver a nuestra Europa occidental perdida en pasatiempos de revista mientras el resto del mundo vive buscando un camino para seguir avanzando hacia un lugar tan diferente al nuestro me preocupa, a mi al menos me asusta.

Lo de Rusia en Ucrania nos puede mostrar que nuestra Europa, a no ser que de verdad esté dispuesta a unirse y a pagar el coste de sus decisiones, ya no sabe hacer nada más que amenazar con grandes declaraciones y sanciones que no se sabe hasta que extremo es capaz de llevar. Y que conste que espero estar equivocado. Y ojalá una “guerra económica” sea la alternativa a la violencia, aunque lamentablemente van a sufrir los mismos. Ojalá los acontecimientos que van a suceder en los próximos días nos hablen más de solidez que de pusilanimidad. Que seamos capaces de tomar decisiones y afrontar situaciones comprometidas.

Nuestros políticos parece que estén especializados en problemas de humo, en engrandecer temas locales e ideológicos, y lo hacen porque dan por sentado que vivimos suficientemente bien. Somos una sociedad que tal vez envejecida por los años esta preocupada por ficciones y anestesiada por el bienestar. Hemos convertido la lucha en una enfermedad que hay que curar y donde todo se psicologiza. Somo incapaces de empujar y de sacrificarnos pues vivimos de las rentas de lo que otras generaciones, más dispuestas a sacrificarse, consiguieron. Somos capaces de unir de maravilla las exigencias y el bienestar, pero que no queremos saber nada de renuncias o costes. Nuestro egoísmo es tan grande que no somos capaces de ver más allá.

Pero, si no me equivoco, si continuamos enganchados a este "sentimiento lánguido de la vida", si de veras nuestra vitalidad y vigor están dirigidos a otro lugar, va a continuar nuestro lento declive. Lo peor, lo más trágico es que aun faltan algunos años para que al mirar estos días que estamos pasando solo veamos fantasmas de ayer y nos preguntemos por qué no reaccionamos.

Buenos días.

sábado, 26 de febrero de 2022

¿No ha sido posible la paz? ¿Porqué?

 “Integridad es hacer lo correcto, incluso cuando nadie está mirando.”. C.S. Lewis.

Me equivoque el otro día cuando creía que no se iba a producir una guerra, pensaba que Rusia no invadiría Ucrania, me equivoque y lo siento.

Volvemos a tener una guerra en nuestra vieja Europa. Una guerra que no se ha podido evitar, supongo, pues lo contrario sería más grave. Si es que puede haber algo más grave.

La Historia nos recuerda, sí queremos que lo haga, que los motivos de una guerra están motivados por varios factores, y algunos solo los conoceremos con el paso de los años y el trabajo de los historiadores. Porque suele haber distintas versiones que llevan a cada protagonista a legitimar su postura en el transcurso de los acontecimientos, ya sea a escala mundial, en una pelea entre hermanos o en una discusión entre amigos. De ahí que podamos decir que la violencia está claramente vinculada con la idea de la verdad, en cómo la aceptamos o la negamos y en cómo la queremos utilizar. Por eso tienen tanta importancia las campañas mediáticas en prensa y todo tipo de medios de comunicación, y que en la mayoría de los casos ya no podemos controlar.

  Esa guerra que veía, que sentía como un espectro, que se aparecía como una muestra de nuestra frágil condición humana se ha hecho realidad. Está claro, es evidente, todos queremos la paz, al menos los que estamos más o menos en su sano juicio, pero la realidad y el dramatismo de los hechos actuales y los que vendrán en los próximos días, no puede de ninguna manera convertirse en una excusa para quedarnos en un ingenuo buenismo convertido en una pancarta colgada en el balcón y en una visión demasiado simple de la realidad. Ha llegado. Llega y llega, y ya no hay vuelta atrás, pese a que se haga todo lo posible por evitarla.

Alguien miente, alguien no dice la verdad, y se trata de una verdad que sufre por el deslumbramiento de la ideología, por los intereses de las empresas, por la ceguera parcial de los medios, por los delirios de grandeza de los políticos y por la manipulación de las palabras. Cada uno se acerca a su “verdad”, a una verdad que se olvida en la mayoría de los casos del sufrimiento de las personas y de pueblos y que desprecia la justicia, la bondad y la paz.  

Y, en este mundo, donde irremediablemente todo está conectado, de una forma o de otra todos nos vamos a ver afectados por esta triste guerra, sobre todo los europeos, y aunque no nos toque empuñar un arma, todos deberíamos de hacer frente a la guerra por la verdad.

El que miente, sabe que miente. No lo olvidemos.

Buenos días.

viernes, 25 de febrero de 2022

¿Perfeccionista o perfecto?

     “Integridad es hacer lo correcto, incluso cuando nadie está mirando.”. C.S. Lewis.

Continuo con mis salidas casi diarias en bicicleta, para ir acostumbrándome a pedalear durante varias horas al día. Voy alternando, un día la Peugeot y otro la Diverge.

Estoy pensando en realizar una excursión de varios días a modo de un ensayo general, pues aún no he cargado las alforjas en la Diverge con peso. No siendo algo imprescindible para empezar el viaje sí que estaría bien para saber en la practica como se comporta la bicicleta.

Aunque hay cosas que no hace falta probar ni se olvidan una vez que las hemos realizado o nos las han enseñado, como nadar o andar en bicicleta, es verdad que su práctica nos dará más seguridad y nos dará la posibilidad de corregir algunos errores que podamos estar cometiendo.

Recuerdo infinidad de correcciones que he realizado en cosas que pensaba que estaban bien y con la practica me he dado cuenta de que se podían mejorar. Empiezo un viaje con una distribución del material en las alforjas y lo termino de una forma completamente distinta.

Me viene ahora a la cabeza una frase de J. H. Newman que va encaminada al mismo sitio: “En un mundo superior puede ser de otra manera, pero aquí abajo, vivir es cambiar y ser perfecto es haber cambiado muchas veces.”  Y algo de razón tiene.

Ser un perfeccionista y buscar siempre ser perfecto, esta bien, siempre que no nos convirtamos en unos insoportables, que es en lo que nos convertimos cuando no somos capaces de alcanzar nuestros objetivos y empezamos a sentirnos frustrados porque pensamos que siempre lo pudimos hacer mejor. Este es el problema. Siempre estás insatisfecho contigo mismo y con los demás.

Es bueno esforzarnos por ser mejores, pero este debe ser un camino de alegría. El perfeccionismo nos alejara de la felicidad si nos obliga a estar centrados en nosotros mismos, en ser yo el perfecto. Hay que aceptar nuestra debilidad, podemos ser perfeccionistas, pero no vamos a ser perfectos y no pasa nada si comentemos errores. Estamos llenos de errores y saberlo nos tiene que animar a mejorar con alegría no a atormentarnos con metas irreales, imposibles de cumplir.

Ese no querer cometer ni un solo error, el perseguir el viaje perfecto significa el querer tener las cosas bajo control todo el tiempo. Es agotador embarcarse en el inútil trabajo de querer controlarlo todo. Hay que relajarse, es absurdo querer cometer cero errores. Cuando me encuentro con esos pensamientos intento ser realista, y me recuerdo que eso no es posible, que no hay que tomarse estas cosas tan en serio hasta el punto de obsesionarse. ¿Me molesta no encontrar una cosa en las alforjas? Claro que me molesta, pero ese “desorden” significa vida, significa viaje.  

La cuestión en estos casos es saber que nos tenemos que arriesgar, que me tengo que atrever, aunque sepa que no todo va a salir como a mí me gustaría. Hay que librarse de esas cadenas que no me dejan estar contento de que me tienen atrapado en la amargura.

Se que me voy a equivocar muchas veces, pero de eso se trata. De saberlo y aprender a equivocarme. De saber que han sido mis pensamientos los que han decidido sobre mis acciones, y eso esta bien. De saber que hemos sido hechos libres.

Se de muchas personas que son realmente brillantes y que por miedo a no poder hacer las cosas a la perfección sencillamente no las hacen y se dan por vencidos porque han colocado el nivel demasiado alto. Hay que hacer las cosas lo mejor que podamos, lo que no significa que las estemos haciendo a la perfección.

¡Ah! Pero nos han dicho que seamos perfectos. Y es verdad, lo hemos leído y nos lo han dicho: “Sed perfectos” pero se refieren a ser perfectos en nuestra relación con los demás, a ser perfecto en el amor y, eso amigos míos no lo vamos a poder hacer solos, necesitamos ayuda.

Pero esto puede ser otro tema, pero es al final la misma historia.

Buenos días.  

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miércoles, 23 de febrero de 2022

Qué realidad estoy transmitiendo.

     “Podemos creer lo que queramos. Somos responsables de aquello en que elegimos creer”. John Henry Newman.

Son las siete de la mañana y las redes sociales me han permitido ponerme al día no solo de lo que hacen muchos de mis amigos y muchos de mis conocidos sino también lo que está sucediendo en el mundo y lo que seguramente sucederá hoy.

Si lo que acabo de ver se corresponde o no con la realidad es otra historia, sólo ellos lo saben. Estoy casi seguro de que la tan criticada fachada de las redes sociales también es, al final, una forma de protegerse. Muchos de nosotros compartimos una considerable información personal en las redes y transmitimos una realidad, lo interesante de la cuestión es pensar qué realidad queremos transmitir, y cuál estamos transmitiendo. Por qué fotos queremos que nos recuerden. Porque contamos lo que queremos. Y no solo en las redes sino también en la vida.

Estamos, tal vez, demasiado acostumbrados a registrar cada momento de nuestra vida y, muchas veces me he preguntado si estoy infravalorando la privacidad de los demás y estoy contando cosas que ellos no querrían. ¿Cuántas fotos abre publicado de otras personas en las redes?  ¿Cuántas historias que no son solo mías? ¿Estamos concienciados de si se nos respeta nuestra privacidad o respetamos la de los demás?

Ahora conocemos a muchas personas con las que intercambiamos información en las redes sociales, pues una gran mayoría utilizan sus datos personales, incluso los conocemos personalmente, personas que saben o pueden saber si lo que publicamos es cierto, o si esa foto que etiquetamos como hecha en un lugar determinado corresponde o no a ese lugar. Poco a poco nuestras vidas en las redes van siendo una expresión de nuestra vida real, más que una vida virtual, paralela, pero con poco sustento en nuestro día a día.

Y la pregunta surge rápidamente: ¿Qué pensara una persona de mi si lee este blog? ¿Pensara lo que a mí me gustaría? ¿Tengo que borrar algunas cosas? No estaría de más que pensara alguna vez en las respuestas. Que me situara en ese momento, que imaginara qué pensaría ahora si me pusiera a repasar muchas de las entradas de hace años. Puede ser interesante publicar pensando en eso. Pensando qué estoy dejando en las redes. En cuál va a ser mi legado bloguero.

Muchas personas tal vez prefieran asegurarse de que quede todo borrado, pero también puedo pensar en el bien que puedo hacer dejando que aquellos que se atrevan a leerlo conozcan mejor cómo pienso, qué me gusta y me gustaba compartir.

En fin, es agradable escribir.

Buenos días.

 

sábado, 19 de febrero de 2022

Lo que nadie ve.

 “Puedo creer lo imposible pero no lo improbable” G. K. Chesterton.

Continuamos con la idea de estar cada día al menos dos horas encima de la bicicleta, pedaleando, lo que me lleva a ir repasando los lugares más interesantes que se encuentran a mi alrededor.

Tengo la suerte de vivir en una zona donde es muy fácil encontrar lugares a muy pocos kilómetros donde siempre apetece ir, no es muy complicado encontrarlos, sin embargo, se necesita imaginar y soñar, se necesita ver y sentir ese lugar de diferentes formas y maneras.

Cuando me sorprendo ante un lugar que he visitado infinidad de veces me viene a la cabeza lo necesario que es ver, creer y confiar en lo que nadie ve.

Es fantástico como se puede ser capaz de ver y soñar lo que muchas personas a nuestro alrededor no ven, ni sueñan, como se puede ver más allá de lo aparente, de lo superficial, de lo mediocre y ver todas sus capacidades y sus posibilidades.

Qué pasaría en nuestro entorno, en nuestras relaciones, en nuestros proyectos, si fuésemos capaces de superar esa primera mirada superficial o básica de lo aparente y fuéramos capaces de descubrir la cantidad de posibilidades y de potencialidades que hay detrás de cada paisaje, cada persona y situación esperando que alguien sea capaz de verlo, soñarlo y crearlo.

Son muchas las personas que ven más allá de lo superficial y de los formulismos y encuentran el potencial que hay oculto en cada situación. Intentemos ser una ellas, sintámonos la necesidad de ver lo que nadie ve, a soñar lo que nadie sueña, creer lo que nadie cree y crear lo que nadie está dispuesto a crear, en todas las personas y proyectos que la vida nos trae.

En fin, tenemos una invitación delante de nosotros, estamos invitados a encontrar y sacar de todo y de todos un poco más.

Buenos días.

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viernes, 18 de febrero de 2022

10 000 kilómetros.

 “Aburrirse es besar a la muerte”. Ramón Gómez de la Serna.

A los pocos metros de haber “coronado” el puerto de Bernia el pasado miércoles, la Peugeot cumplió los 10 000 km de esta “segunda vida”, después de haber estado cerca de 25 años guardada en un desván.

Lo festeje sin aspavientos, una pequeña caricia en el manillar y un gracias murmurado para conmemorar las innumerables horas pasadas en tantas carreteras. E, inevitablemente los recuerdos acumulados vuelven a pasar. Hay momentos en que miro atrás y descubro que tengo tantos recuerdos con la Peugeot que en cierta medida me doy cuenta de que ya debo ser una persona adulta.

Y es que empezamos a ser adultos cuando podemos mirar atrás, y vamos teniendo memorias. Cuando empezamos a darnos cuenta de que tenemos recuerdos de heridas, unas bien cicatrizadas y otras que aún nos escuecen. Cuando recordamos que hay situaciones alegres que, al rememorar, no pueden menos que suscitar una sonrisa, cuando hay lugares que en algún momento nos impresionaron y ahora se desdibujan un poco, pero aún me hacen vibrar.

Es agradable darse cuenta de que aún estamos en esa parte de nuestra vida en que los recuerdos aún no pesan, pero que ya son reales. Es muy hermoso el saber que uno ya tiene muchos recuerdos llenos de nombres, de fracasos y éxitos, abrazos, caricias, errores, perdones, dudas, pequeñas historias que van formando una historia más grande. Es hermoso darse cuenta de que en mi vida hay todavía tanto por escribir, y a la vez empieza a haber algo que ya esta escrito, que me convierte en quien soy, una persona con mis virtudes y mis defectos, mis manías y mis encantos, una persona única, distinta, especial, que forma parte un mundo mucho más grande.

En fin, me lo pase bien repasando esos 10 000 kilómetros.

Buenos días.

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jueves, 17 de febrero de 2022

Haciendo prácticas

 “El viajero ve lo que ve, el turista ve lo que él ha ido a ver”. G. K. Chesterton

Seguimos con nuestra salida semanal, ayer nos fuimos por Benichembla hasta Petracos para volver a Pego por la Vall de Ebo, unos cincuenta kilómetros bastante accidentados para seguir acumulando horas en la bicicleta.

Me encuentro en esa fase del viaje en la que hay que empezar a tener confianza en lo que vamos a realizar, no una confianza completa, pues no es posible, pero si ir haciéndose a la idea de que ya queda poco para ponernos en marcha, y no está nada mal que nuestro cuerpo se vaya acostumbrando a pasar horas encima de la bicicleta.

Un viaje en bicicleta no es solo una práctica física que puede resultar bastante exigente, o no, sino que encierra toda una filosofía de vida detrás. La idea con la que me muevo ahora, cuando en teoría me encuentro a menos de dos meses para ponerme en marcha es la de convertir un paseo de varias horas en un hecho natural y lo más cómodo posible.

Con esta intención de que sea natural y cómodo, lo que busco también es reforzar la idea de que todo, hasta lo más complicado, puedo conseguirlo si soy constante. Y es que, no sería lógico sufrir para llegar a final del primer día. Sin embargo, estas salidas y las pruebas que realizo en casa van preparando al cuerpo muy poco a poco para conseguirlo, haciendo siempre hincapié en que no es éste el objetivo, sino una consecuencia natural de la perseverancia, de ser constante.  

Creo que el verdadero logro reside en conseguir sacar de toda esta preparación unos valores y llevarlos a la vida diaria. Al igual que habrá días durante el viaje donde no conseguiremos que nos salga nada bien, también hay días donde no damos pie con bola en nuestra actividad diaria.

El secreto no está solo en darse cuenta de qué nos falta para conseguir lo que queremos, pues si solo miramos el camino fijándonos en lo mucho que nos queda por andar nos daremos por vencidos antes de tiempo. O peor, acabaremos siendo consumidos por el miedo a fracasar, convirtiendo cada mínimo fallo en un error imperdonable, en vez de transformarlo en un aprendizaje. Es necesario que nos alegremos de lo que hemos aprendido y no dejar de soñar con cómo nos sentiremos cuando lleguemos a eso que tanto deseamos.

Personalmente, yo sueño con que llegue el día de ponerme en marcha, de empezar a pedalear, pero sé que aún no lo tengo todo preparado como me gustaría. Como esto, tantas otras cosas. Pero también sé que aún no me toca, que falta poco, que ya casi está. ¿Debería amargarme por ello? ¿Debería hundirme por esos detalles que faltan? ¿Debería desesperarme cada vez que tengo que modificar algo que ya hacía meses que daba por sentado? ¿O debo seguir insistiendo cada día, hasta conseguir llegar a estar un poco mejor preparado, con intención, sin expectativas concretas?

Y es que, al igual que debo coger un poco de forma física y acostumbrar a mi cuerpo a la vida al aire libre, mi mente también debe prepararse y hacerse fuerte para pasar por encima de todos esos inconvenientes que van a surgir. Tengo que aprender a desprenderme día a día de esas cadenas, de esas preocupaciones injustificadas que me van quitando poco a poco la libertad.

Aun así, sé que cometeré errores y que habrá días de dudas, incertidumbre e, incluso, desolación. En esos momentos, sé que mi cabeza me pedirá serenidad para ir afrontando los problemas de uno en uno, sin miedo a no encontrar la solución.  

Así que, con esta intención de avanzar sin forzar, poco a poco. Voy haciendo mis prácticas.

Buenos días.

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lunes, 14 de febrero de 2022

Rusia y Ucrania.

 “Puedo creer lo imposible pero no lo improbable” G. K. Chesterton.


Todos nos habremos dado cuenta a estas alturas de que puede ser posible que estemos a las puertas de un conflicto armado entre Rusia y Ucrania, ante la posibilidad de una guerra en suelo europeo.

Estoy seguro de que, ante esa posibilidad, cada uno de nosotros hemos empezado a pensar en cuáles son las razones que tienen unos y otros, y que, entre eso y nuestras ideas, terminamos posicionándonos. Incluso nos podemos llegar a plantear si hay razones que justifican o no la guerra, y si hubiera, en algún caso, una “guerra justa”. Y llegados a este punto, es desde donde hay que empezar a hacernos preguntas y ver las respuestas que podemos dar.

Según mi modesta opinión es posible que ya no se puedan dar las condiciones para aclarar si una guerra puede ser justa, nuestra realidad, nuestro nivel tecnológico ya no nos permite defender las razones racionales y bien maduradas de otros siglos para hablar de una posible guerra justa. No estoy diciendo que una “guerra justa” ahora sea imposible, sino que es muy difícil. Y lo es porque la palabra guerra ya no tiene detrás lo que sencillamente hace unos siglos tenía. Las posibilidades de destrucción son tales, tan grandes y descontroladas, que la justificación moral de una guerra se vería obligada a detenerse.

O sea, dicho de otra manera, teniendo en cuenta los posibles efectos de una guerra entre Rusia y Ucrania ya no permitiría poner en una balanza ningún bien ni utilidad superior al daño que causaría. Esto es lo que tendríamos que considerar.

Si viviéramos en un mundo que se rigiera siempre por criterios buenos y justos, seguramente no haría falta que estuviéramos continuamente haciéndonos preguntas y buscando respuestas, buscando lo qué es correcto en cada caso concreto. Si los muchos problemas que hay en el planeta acaban generando conflictos armados, no tenemos más remedio que seguir pensando qué podemos hacer, qué es lo mejor que podemos hacer.

La vida está llena de preguntas y buscar respuestas, pero esto es otra cuestión.

Buenos días.

viernes, 11 de febrero de 2022

Felicidad individual.

 “Si encuentro en mí mismo deseos que nada en este mundo puede satisfacer, la única lógica explicación es que fui creado para otro mundo.” C. S. Lewis.

Deje el otro día en el aire esa forma de entender la felicidad que resumía en esa frase que tantas veces usamos: “No es más feliz el que más tiene, sino el que menos necesita”. Esa forma de felicidad que consiste en conformarse con lo que tienes y no sufrir por no poder tener lo que no tienes. Ese disfrutar de una comida sencilla, de un paisaje, de las cosas que te rodean. Ese disfrutar de los placeres sencillos de la vida y dejar de preocuparse y de luchar por alcanzar lo imposible.

¡Ah! Pero esta felicidad es puro hedonismo. Es buscar el placer como fin. Es pensar que se sufre si se busca la riqueza, la fama o el poder. Es renunciar a esos deseos y conformarse solo con lo que tienes a tu alcance. Se trata de dejar de preocuparnos por el dinero, por el prestigio y vivir tranquilos, alejados de los problemas y las preocupaciones. Es pensar que quienes ansían riquezas, fama o influencia sufren de una sed insaciable: nunca tienen bastante y siempre quieren más. Y además viven siempre preocupados por el miedo a perder lo que tienen acumulado. Conformémonos con lo poco que tenemos y disfrutemos de la naturaleza. Tumbémonos a la sobra de un árbol y pongámonos los cascos para disfrutar de la música que más nos guste y de los olores y de la contemplación de la belleza de la naturaleza.

 El hombre será feliz si vive en armonía con la naturaleza y lleva una vida sencilla, sin ansias de lujos ni pasiones desordenadas.

Es fácil encontramos con personas que deciden un buen día dejarlo todo y marcharse con su familia a un pueblo perdido para vivir en contacto con la naturaleza, dedicados a la agricultura o la ganadería. Renegar del progreso y volver a una vida sencilla, primitiva, lejos del estrés del mundo moderno.

Encuentro interesante este punto de vista, incluso lo añoro algunas veces, para qué nos vamos a engañar, sin embargo, yo lo entiendo más como un alto en el camino, como un paso atrás para coger impulso, para recapacitar y volver con más entusiasmo a perseguir nuestros deseos vitales.

No obstante, no son estas formas de buscar la felicidad que he descrito estos días las opciones que tienen más éxito en el mundo de hoy, hoy predomina otro concepto, que otro día intentare mostrar.

Buenos días.

miércoles, 9 de febrero de 2022

Hábitos bici-viajeros

 “El viajero ve lo que ve, el turista ve lo que él ha ido a ver”. G. K. Chesterton

No me olvido de salir en bicicleta, al menos un día a la semana intento estar varias horas pedaleando. Son recorridos de sesenta a setenta kilómetros, que son más o menos los que espero que tengan la mayoría de las etapas de mi tan esperado viaje.

El hábito de circular en bicicleta pienso que lo tengo, pues se trata de mi medio de transporte habitual, pero suelen ser recorridos cortos y no se termina de acostumbrar uno al sillín. Ya se que tiempo hay para ir cogiendo la mejor postura durante los primeros días de viaje, pero como suele decirse: “trabajo hecho no da prisa”.

También sé que debería de utilizar la Diverge en estas salidas, pero en los días en los que las virtudes escaladoras de la Peugeot son necesarias, no puedo resistirme, y más en esta ocasión en que subía por primera vez el Mirador del Xap, y más valía asegurar.

De todos es sabido que habituarse al material que se va ha utilizar es lo más recomendable, y que convertir en un hábito no solo el manejo de la Diverge sino de todo lo demás que se va a utilizar durante meses es la mejor opción, sin embargo, perder la costumbre de utilizar la Peugeot no es una buena opción, y como siempre la solución se encuentra en mantener un sano equilibrio.

Solemos oír e incluso decir que “el hábito no hace el monje”, y muchas veces se apostilla que es verdad que no lo hace, pero lo viste y lo da a conocer, que no es poco, pues para eso también es monje.

Hemos olvidado la función decisiva que tienen los hábitos para el buen desarrollo de un bici-viaje. Me refiero a esos que se encuentran en nuestros actos más comunes y que durante unos meses los vamos a tener que realizar en unas condiciones y circunstancias muy diferentes a como estamos acostumbrados, como guisar, dormir, lavar la ropa e incluso secarla, no utilizar el frigorifico y sobre todo a pasar varios meses al aire libre. Hemos de crear ahora unos hábitos que nos faciliten, más aún, que hagan posible, el realizar todas esas acciones con más naturalidad.

Uno de los ejemplos que más me gusta utilizar cuando escribo sobre los largos viajes en bicicleta es el de la golondrina, que, por cierto, dentro de nada las tengo ya aquí. Cuando la golondrina mueve por primera vez las alas para volar, no se lanza a grandes vuelos. Intenta primero volar del nido al techo; luego regresa y se lanza de nuevo un poco más allá, y así cada vez va más lejos, hasta que siente el vigor en sus alas y sabe que puede orientarse, y entonces se pone a jugar en medio de los vientos, va chillando tras los insectos, roza levemente la superficie de las aguas y vuelve a subir hacia el sol. Y llega el día en que se aventura a sobrevolar anchos mares, siendo como es tan pequeña. En su pequeño cuerpo se ha forjado un conjunto musculoso perfecto, que surca flechando el aire, señoreando como una reina por sus dominios.

Nuestra relación con los viajes en bicicleta debe de intentar seguir ese ejemplo, nadie se hace capaz de alcanzar algo valioso sino con el ejercicio esforzado de los actos que lo forman pues nos mejorarán y nos permitirán proseguir hacia alcanzar nuestro objetivo.

La adquisición de unos hábitos beneficiosos para nuestro viaje son actos que nos perfeccionan pues constituyen una “riqueza” que vamos a poder aumentar cada vez más y mejor; y al utilizarlos, lejos de mermar, van a crecer. No son, de ninguna manera, meras costumbres o rutinas.

En consecuencia, para disfrutar más de nuestro viaje hay que crear hábitos bici-viajeros, no solo adquirir mucha información, sino en estimular esos hábitos. Sabiendo que ser un bici-viajero de largo recorrido es una tarea larga, que se necesita una larga paciencia. Un bici-viajero no nace, se forja, que es preciso querer y repetir muchos “pequeños” actos viajeros. Los hábitos bici-viajeros hacen al bici-viajero.

Buenos días.

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lunes, 7 de febrero de 2022

¿Cómo se les ocurren tantas tonterías?

 Integridad es hacer lo correcto, incluso cuando nadie está mirando.”. C.S. Lewis.

Este fin de semana he tenido tiempo para repasar con tranquilidad muchas informaciones y declaraciones que se han escrito y dicho durante las últimas semanas en nuestros principales medios de información. Y, uno de mis principales reproches que tengo que hacer a muchas de esas informaciones y declaraciones es; ¿Cómo se les ocurren tantas tonterías? ¿De dónde las sacan?

 Sin embargo, aún encuentro algo más preocupante, se trata de la ignorancia de como se les reprochan tales tonterías. Pues se las consideran como tonterías, se las consideran como hechos sin importancia, de poca entidad. No es lo mismo decir una tontería que considerar una tontería lo que se ha dicho. ¡Qué error más grande no darle importancia!

Nuestros gobernantes y políticos me dan la impresión de que están perdiendo el sentido del ridículo, no se dan cuenta y si se la dan les da igual, piensan que provocar risa por el poco aprecio y consideración que les tenemos es una forma moderna de gobernar.

Según mi opinión no están haciendo el ridículo, lo tengo casi claro, lo que están haciendo es mostrarnos por donde van a ir las futuras leyes que se van a promulgar en España. Unas leyes que, aprobará la izquierda, y que no sólo no derogará, sino consolidará la derecha cuando gobierne, aunque ahora vote en contra.

No nos tómenos a broma las declaraciones de los “garzones y las monteras”, pues acabaremos haciendo el ridículo más de lo que ya lo hacen ellos. Y más bien, tomémoslas muy en serio, porque sus ridículos de hoy son las leyes de mañana… ¿y por cierto? ¡que hasta nos parecerán bien! Como ya nos parecen bien lo que hace años decían otros “garzones y monteras”.

En fin, actuemos al menos nosotros con verdad, con la verdadera libertad de decir lo que sabemos que es verdad y no digamos lo que sabemos que no lo es. Y comamos carne, que es muy sana. Y no tengamos la tentación de decir: “todos, todas, todes” por muy de moda que se ponga.

Buenos días.

sábado, 5 de febrero de 2022

Solemos cometer errores.

 “Aburrirse es besar a la muerte”. Ramón Gómez de la Serna.

Una sola salida con la Diverge de noche ha sido suficiente para darme cuenta de que la luz delantera no estaba bien colocada, ya que había una zona de sombra sobre el camino causada por la rueda y el mismo portabultos. También con una primera salida con la bolsa del manillar cargada, me ha servido para ver que el soporte de manillar no va a poder aguantar todo el viaje, pues con los baches iba bajando, si bien es verdad que todo era cuestión que apretar más las abrazaderas, he llegado a la conclusión que a esa presión ni los tornillos ni la rosca de aluminio, iban a durar mucho tiempo.

Así que lo he desmontado todo y lo he instalado sin el soporte, menos sitio para colocar accesorios, pero con la seguridad que no voy a tener problemas con el soporte, tengo claro que sin mucho peso no habría ningún problema, pero el inconveniente está en que eso no lo puedo asegurar ya que sin darme cuenta lo iría cargando. Ahora el manillar más despejado. He colocado la luz delantera en su posición clásica, para lo que he tenido que hacer maravillas para que no rozase con la cubierta y quedase fuerte. Pero así aseguro que además de que me verán bien, también voy a tener más visibilidad si me encontrará con la necesidad de viajar de noche.

El resultado de realizar pruebas del material antes de emprender un viaje es que muchas veces adivinas por donde van a aparecer los problemas.    

Es normal que siempre queramos que todo nos salga bien a la primera, tomar una opción y que sea la acertada. Sin embargo, solemos cometer errores, y esto no debe ser causa para que nuestra estima sufra, nos reste valor o nos lleve a sentirnos frustrados. Ir por el mundo quejándonos o sufriendo nuestros errores pienso que es el peor de los errores.

Si ahora preguntase: ¿qué es un error? La mayoría de nosotros contestaríamos de que se trata de algo desacertado o equivocado. Y además sabemos que estas acciones se producirán continuamente y en todas las áreas de nuestra vida, pues en cualquier escenario donde nos encontremos se puede producir un error.

Ya que nos vamos a equivocar hay que tener en cuenta algunas cosas.

No hay que frustrarse y que esto nos lleve a interrumpir nuestros propósitos. Tampoco nos debemos avergonzar, ni empezar a desconfiar de nuestra valía y sentirnos por ello inseguros. Un error siempre debe ser utilizado a nuestro favor, sacarle el mejor provecho posible. En general cuando nos equivocamos, tendemos a auto castigarnos a base de reproches y con pensamientos negativos.

Siempre hay que buscar un momento para empezar a reflexionar, a analizar como llegue a cometer ese error y como me puede ayudar a mejorar y aprender. Nuestra vida es un aprendizaje continuo, a base de ensayo error y de objetivos cumplidos.  

Por lo tanto, un error no puede ser motivo para tirar la toalla, de no avanzar hacia lo que queríamos alcanzar, un error; es el momento de identificar que fue lo que fallo y buscar otra solución.

¡Ah! Hay que aceptar las consecuencias y eso no lo podemos evitar. Hay que aprovechar esa equivocación para analizar nuevas opciones para no volver a cometer ese mismo error. Por supuesto tendremos que corregir lo que hemos hecho y enfrentarlo con valentía.

Los errores en general pueden ser tan malos y destructivos como nosotros lo permitamos o pueden ser la lección más grande nuestra vida, que nos lleve a ser cada día mejores. Agitemos nuestros errores, comencemos a verlos de una manera distinta y disfrutemos más de nuestro paseo por la vida.

Buenos días.

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jueves, 3 de febrero de 2022

La felicidad como la ausencia de dolor.

 “Si encuentro en mí mismo deseos que nada en este mundo puede satisfacer, la única lógica explicación es que fui creado para otro mundo.” C. S. Lewis.

Voy a aclarar un poco lo que comenté el otro día cuando dije refiriéndome a cómo podemos ser felices: “los que identifican la felicidad como la ausencia de dolor”. Según algunas personas para ser feliz se tendría que llegar a un estado en el que no nos perturbara nada en absoluto, para lo que deberíamos de eliminar cualquier deseo. Porque son nuestros deseos los que nos van a producir ese sufrimiento. Y es que, sufrimos porque no alcanzamos lo que queremos. Queremos tener dinero y no lo tenemos. Nos gustaría vivir eternamente y la muerte nos amarga. De ahí que, se pueda llegar a pensar que solo eliminando cualquier deseo se puede ser feliz.

Si no deseas nada, por nada has de sufrir. Y es que, si no deseas, por ejemplo, vivir, no sufrirás por la muerte. Si no deseas estar para siempre con tus seres queridos, no vas a sufrir cuando los pierdas. Si no deseas cambiar el mundo, no sufrirás porque no te guste. Es la felicidad entendida como ausencia de dolor. Si tú no quieres cambiarte a ti mismo, si no quieres ser otro, no lo vas a pasar mal ante la desilusión que te producirá no llegar a cambiar el mundo o a cambiarte a ti mismo. Esa felicidad se alcanzaría si fuéramos capaces de suprimir nuestra voluntad, que es la que no para de provocar deseos que nos son muchas veces inalcanzables, y que a su vez nos provocan una congoja permanente. Es la felicidad que resulta muy parecida a la que tendría una piedra que no siente nada o a la de un árbol que apenas siente.

Según esta forma de entender la vida hay que aceptar el mundo como es, aceptarnos tal y como somos, y no como nos gustaría ser, no perdemos en buscar idealismos que nos resultan muy complicados, ni en voluntarismos estériles que solo nos pueden conducir a la frustración y al dolor, entonces, tal vez conseguiremos ser felices. Se trata de la felicidad tal y como la entienden los budistas y que la podemos ver hoy en día en la New Age, que no es otra cosa que una combinación de distintas filosofías orientales que nos llegó a occidente a través de retiros budistas o pseudo-budistas, del yoga, el “mindfulness” y de otras disciplinas que propugnan alcanzar la felicidad entendida como ese estado de paz interior que se alcanza cuando uno se siente en armonía con el cosmos y con uno mismo.

Pero la verdad es que el ser humano aspira a una perfección de sí mismo y del mundo que nos resultara difícil de alcanzar, por no decir imposible. Creo recordar que fue Platón quien decía que tenemos un alma que aspira a la perfección porque viene del mundo de las ideas donde todo es perfecto. Y, mientras el alma inmortal esté unida a un cuerpo mortal, no podrá sentirse nunca satisfecha, porque nosotros aspiramos a una belleza, a un conocimiento de la verdad y a una bondad que en este mundo imperfecto son inalcanzables. Solo cuando el alma rompa sus cadenas con el cuerpo y vuelva al lugar al que pertenece podrá ser realmente feliz. Pero en este mundo imperfecto, la felicidad total sería inalcanzable.

Para muchas personas, no hay nada más moderno que sentarse en la posición del loto y repetir mantras que, a mí, no me dicen nada. En cambio, meditar en un templo cristiano, eso, no: que es muy aburrido y antiguo.

En fin, lo dejo por hoy, mañana intentaré explicar un poco esa otra forma de felicidad que se resume en esta frase: “No es más feliz el que más tiene, sino el que menos necesita”.  

Buenos días.

miércoles, 2 de febrero de 2022

Cada cosa en su sitio.

 “Dicen que los viajes ensanchan las ideas, pero para esto hay que tener ideas” (G. K. Chesterton).

Otro paso, ya tengo colocado el soporte de manillar en la Diverge, donde se sujetará la bolsa de manillar, el timbre, el soporte del teléfono móvil y alguna cosa más que no puedo colocar en el manillar, pues hay que tener en cuenta que es un manillar pequeño, de la talla 40 o sea 40 centímetros de ancho. También he colocado la luz delantera, que de momento la he puesto en el portabultos delantero, ya veremos cuando la pruebe de noche y vea si la rueda le quita luminosidad.

Son muchas las cosas que nos gusta tener a mano cuando pedaleamos y para ello necesitamos tener lugares donde colocarlas, al menos las que podamos considerar más indispensables. Me encuentro en la fase en que busco la mejor manera de ordenarlo. Eligiendo el orden de las prioridades para poderlas organizar mejor y que se encuentren más disponibles cuando estamos en marcha.

Si pensamos podemos llegar a la conclusión que nos pasamos el día siguiendo un orden, las actividades que realizamos tienen un orden y una meta.

Cada día, en cada etapa de nuestro viaje nos preparamos, ponemos en orden todo el material en las alforjas, desayunamos, desmontamos la tienda, cargamos todo en la bicicleta…

Luego, empezamos a pedalear, seguimos la ruta que nos hemos marcado, admiramos los lugares por dónde vamos pasando. Horas y horas de pedaleo, tomamos fotografías, compramos comida, consultamos el móvil, prestamos atención a la hora en la que estamos para buscar el lugar dónde acampar…

Llega el momento de acampar, buscamos el mejor lugar, montamos la tienda, nos duchamos, lavamos la ropa, nos hacemos la cena, y si no lo hemos hecho antes, vistamos los alrededores. Al final, se nos termina el día y nos preparamos para dormir…  

Las actividades se suceden. En muchas de ellas hemos afrontado objetivos pequeños. Un puerto de montaña subido nos llena de satisfacción. Un pinchazo a veces se convierte en agobiante, sobre todo si es ya pasada la media tarde. Otras veces, las metas y las decisiones tienen más envergadura. Buscar un nuevo recorrido para los próximos días, tomar la decisión de volver atrás, aceptar o rechazar la decisión de dar por terminado el viaje.

No tenéis la impresión de que todas las opciones y acciones parecen como provisionales, que solo sirven para un momento concreto, y luego nos fuerzan a seguir alcanzando nuevos objetivos. Lo vemos también en nuestro día a día, en todas las decisiones que tomamos. ¿En qué momento podemos decir que hasta aquí hemos llegado?

En el fondo de tantas decisiones vemos que aparece confusamente la idea de que buscamos algo que sea perfecto, un lugar donde situarnos definitivamente. Intuimos también que eso no va a ocurrir, sabemos que eso no puede ocurrir, que todo lo que conseguimos al final termina y pasa.

Entonces, ¿hay un objetivo definitivo? Según lo veo yo, sí. Lo que implica que tenga que mirar más lejos de las mil actividades de cada día. Entonces, si esto es así, debería de actuar ahora con la mirada puesta en esa meta definitiva. Lo demás, incluso lo que parece bello y agradable, quedará en el camino.

Buenos días.

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