“Aburrirse es besar a la muerte”. Ramón Gómez de la Serna.
A los
pocos metros de haber “coronado” el puerto de Bernia el pasado miércoles, la
Peugeot cumplió los 10 000 km de esta “segunda vida”, después de haber estado
cerca de 25 años guardada en un desván.
Lo
festeje sin aspavientos, una pequeña caricia en el manillar y un gracias
murmurado para conmemorar las innumerables horas pasadas en tantas carreteras. E,
inevitablemente los recuerdos acumulados vuelven a pasar. Hay momentos en que miro
atrás y descubro que tengo tantos recuerdos con la Peugeot que en cierta medida
me doy cuenta de que ya debo ser una persona adulta.
Y es
que empezamos a ser adultos cuando podemos mirar atrás, y vamos teniendo
memorias. Cuando empezamos a darnos cuenta de que tenemos recuerdos de heridas,
unas bien cicatrizadas y otras que aún nos escuecen. Cuando recordamos que hay
situaciones alegres que, al rememorar, no pueden menos que suscitar una sonrisa,
cuando hay lugares que en algún momento nos impresionaron y ahora se desdibujan
un poco, pero aún me hacen vibrar.
Es
agradable darse cuenta de que aún estamos en esa parte de nuestra vida en que
los recuerdos aún no pesan, pero que ya son reales. Es muy hermoso el saber que
uno ya tiene muchos recuerdos llenos de nombres, de fracasos y éxitos, abrazos,
caricias, errores, perdones, dudas, pequeñas historias que van formando una
historia más grande. Es hermoso darse cuenta de que en mi vida hay todavía
tanto por escribir, y a la vez empieza a haber algo que ya esta escrito, que me
convierte en quien soy, una persona con mis virtudes y mis defectos, mis manías
y mis encantos, una persona única, distinta, especial, que forma parte un mundo
mucho más grande.
En
fin, me lo pase bien repasando esos 10 000 kilómetros.
Buenos
días.
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