domingo, 31 de diciembre de 2023

¡¡¡Buenos días!!! ¿Qué deseo nuevo tenemos para 2024?

     “Tener el derecho de hacer algo no significa que sea justo hacerlo”. (G. K. Chesterton)

¡¡¡Buenos días!!! 

Al igual que en la mayoría de los años anteriores, hoy toca desearles a todos un 2024 lleno de felicidad, alegría y buena suerte. El balance de mi vida en 2023 se salda con números en positivo. Así que: ¡Gracias a todos! ¡Gracias por todo!

Como todos los años cuando se acerca el fin de año se escuchan los deseos para el año nuevo. ¿Hay alguno nuevo? ¿Qué deseo nuevo tenemos para 2024? Me parece que todos van a ser los mismos, lo de siempre: amor, paz, salud, felicidad… Todas esas cosas son muy importantes, lo que pasa es que hace siglos que las escuchamos y aunque el tiempo pasa y las vamos repitiendo sin parar, las personas parece que no comprendemos que esas cosas nunca van a aparecer como llovidas del cielo, como un regalo.

¿Qué podemos hacer entonces? Pues tengo la impresión de que tenemos que ser nosotros los que nos pongamos manos a la obra si queremos que algo de ello se cumpla, porque nadie más que nosotros podrá construir nuestra propia felicidad.

Va a comenzar dentro de unas horas un año nuevo. Entonces, después de la última campanada, en ese mismo instante, hay que empezar a recrear un mundo distinto, un mundo mejor y para ello vamos a tener que: ser menos violentos, evitar todas las armas, no ver fronteras, amarlo todo, tener dignidad; procurar que haya más maestros y menos policías, con más escuelas y menos cárceles, con menos pobres y menos ricos.

Ahora, es fácil que alguno de vosotros este pensando que en realidad no hay gran diferencia entre el día de hoy y el día de mañana, aunque el calendario marque el comienzo de un nuevo año de nuestra vida.

Pero no es así. Cambiar de año tiene una gran importancia. Se trata de una división del tiempo, de ir constantemente cortando el tiempo en partes. El tiempo nos parece infinito y la verdadera razón del nacimiento de las épocas y estaciones, de las efemérides y aniversarios es que, de no existir, la sensación del infinito ocultaría todas nuestras impresiones sin dejarnos la ocasión de comprender con nitidez el paso de una impresión a otra.

Necesitamos estas divisiones del tiempo para valorar las cosas que suceden, para comprender que son únicas e irrepetibles. Necesitamos sentir la certeza de un posible y repentino final y valorar con admiración y agradecimiento cada encuentro y cada circunstancia. Pensad como cambiaria nuestra percepción si mientras estuviéramos disfrutando de un extraordinario paisaje esperásemos con temor el sonido de un timbre que pusiese punto final a esa experiencia. Esa violenta conmoción conseguiría que nuestra impresión alcanzara una intensidad más fuerte, convertiría ese paisaje en algo único.

Si queremos que ese paisaje continue impresionándonos y llevándonos al éxtasis debemos ponerle un límite, sino al final nos aburriría, se transformaría en soso. Cada instante de nuestra vida necesita un límite que lo individualice y lo vuelva único a nuestros ojos. Es más, el tener la certeza del fin de las cosas, incluidos nosotros mismos, es en el fondo un gran regalo que se nos hace. Con el paso del tiempo comprendemos que la gran obra de arte que somos cada uno de nosotros, tiene un marco que nos ha colocado el artista, es el límite artístico perfecto: la muerte.

Cada vez que despedimos un año de nuestra vida experimentamos ese límite temporal que ha sido marcado en nuestros actos. Y es necesario que así sea, porque: ¡Qué horrible sueño sería la infinita repetición de un mismo año, de unos mismos hechos, aunque fueran placenteros y dichosos! Pero, tenemos la suerte que podemos experimentar una sorpresa cada vez que algo se reanuda.

Por eso, el objeto de celebrar el Año Nuevo no es un año nuevo. Es tener unos pies nuevos, una nueva cara, brazos nuevos, es volver a comenzar, volver a nacer. Necesitamos este renacimiento que se nos presenta el Año Nuevo, porque por muy bueno que haya sido este 2023 tenemos la tendencia de cansarnos de los espectáculos más duraderos, y, cualquier señal como unas campanadas a medianoche nos recordarán que hemos nacido hace sólo un momento.  

Por eso, ¡feliz Año Nuevo! Tenemos asegurados nuevos e irrepetibles días que habremos de estrenar, uno a uno. Y, además, una eternidad que no somos capaces de imaginar, pero que no será triste y ni patética, sino eterna novedad, constante inicio e inagotable Amor.

sábado, 30 de diciembre de 2023

¡¡¡Buenos días!!! ¿Hacemos balance del año?

“Sin autoridad no hay libertad. La libertad está condenada a su destrucción en cada encrucijada, a menos que se reconozca el derecho a la libertad. Y si hay derechos debe haber una autoridad a la cual reclamarselos”. (G. K. Chesterton)

¡¡¡Buenos días!!!

Nos encontramos en días de hacer balance del año que se nos va, cerrar una puerta para abrir otra y empezar el 2024 con los proyectos inacabados y con los que aún no hemos podido empezar. Hacer un recuento de cómo nos ha funcionado el año a cada uno es una cuestión personal y que se tiene que hacer con tranquilidad y en silencio. Sin embargo, hacer un balance de los proyectos sociales de 2023 nos corresponde a todos. Mi opinión de como se ha desarrollado el mundo, en cómo se ha desenvuelto nuestra sociedad en este año, tengo que decir que no es bueno.

Ya dije hace pocos días que hay guerra en el mundo, estos conflictos, lamentablemente, como sucede en todas las guerras, tienen consecuencias negativas sobre la población civil, si lo pensamos bien veremos que la población civil son las personas que no están en guerra.

Y, es que, si nos preguntamos, ¿quién está en guerra? Y, ¿quién la fomenta? Veremos que no son las mismas personas. Los soldados son los que dan la vida, pero por encima de ellos se encuentran los políticos o los jefes de las bandas terroristas. No quiero olvidarme de los gobiernos que dan dinero y armas a esos políticos y a los grupos terroristas. Por lo tanto, los últimos responsables son, por una parte, aquellos que se enriquecen a costa del sufrimiento de los demás. Y también aquellos gobiernos que proporcionan dinero y armas a los políticos de los países o grupos en liza.

Los últimos responsables son, por una parte, aquellos a los que menos afectan las consecuencias negativas de la guerra y, por otra parte, aquellos que se enriquecen a costa del sufrimiento de los demás.

No es bueno, tampoco, el balance político español en este 2023, no me gusta, debería de escribir durante varios días para mostrar todo lo que encuentro lamentable, pero días hay por delante para hacerlo.

¿Y además de lamentarse qué se puede hacer? Poco. Es verdad que las personas de “a pie” poco podemos hacer. Pero al menos ese poco hay que hacerlo. Tenemos que mantener la memoria de los desastres, crear opinión pública, porque parece que si no hablamos de ellos es como si hubieran dejado de existir. Tenemos que desconfiar de la información oficial pues siempre será en parte interesada y es posible que mentirosa, lo que nos lleva a buscar información en otros medios con el propósito de hacernos una idea veraz de todo lo que sucede.

Entre tanto caos político y el desastre de las guerras, si hacemos un esfuerzo, veremos que hay signos de esperanza. Nos sucede que, muchas veces, no los sabemos detectar, pues nos parecen pequeños y los consideramos ineficaces. Pero son esos pequeños detalles los que están sosteniendo la sociedad.

Aunque no se ven, pues son como ese aliento que nos da la vida, existen. Nos encontramos con personas que pelean por la libertad y los derechos humanos, por la paz, por la conservación de la creación, en la defensa de las mujeres, de los colectivos que son marginados; incomprendidos o malqueridos; maestros y personal sanitario que ayuda con cariño a sus alumnos y a sus pacientes… En estos pequeños gestos, muchas veces no valorados, vemos que el amor es más fuerte que la muerte. También nos queda claro que la Providencia, donde menos nos esperamos está actuando, dando fuerza a los débiles, insuflando vida y suscitando amor.

viernes, 29 de diciembre de 2023

¡¡¡Buenos días!!! ¿Cómo responder ante un suicidio?

     “Sin cultura, corremos el peligro de tomarnos a la gente cultivada en serio”. (G. K. Chesterton)

¡¡¡Buenos días!!!

Estamos tan acostumbrados a leer noticias de muertes, ya sea en guerras, en accidentes, enfermedades, abortos, eutanasia… que se nos pasan noticias como esta: https://valenciaplaza.com/suicidios-provocan-muerte-cada-2-5-horas-espana-pero-siguen-sin-plan-prevencion

En España el año pasado se registraron 4.097 muertes por suicidio, en 2,3 más que en 2021, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) recogidos en el informe Defunciones según la Causa de Muerte. Una cifra que no parece tener un tope y que resulta alarmante, sobre todo entre los jóvenes, dónde es la primera causa de muerte.

La cuestión del suicidio es complicada, tenemos muchas dudas, al menos yo las tengo sobre todo delante del suicidio de una persona conocida. Tengo claro que es una enfermedad, sin embargo, continuamente tengo que fortalecer esta conclusión. Veamos: si yo me autoinflijo la muerte, resulta una muerte voluntaria de una manera que una muerte por enfermedad física o accidente no lo es. Pero en la mayoría de los suicidios, esto no es así. La muerte por suicidio es igual a como lo hace una persona en una enfermedad terminal o en un accidente, no por su propia elección. Cuando las personas mueren por ataque cerebrales, cardiacos y accidentes, mueren contra su voluntad. Lo mismo sucede en el suicidio, excepto que, en el suicidio, el ataque es emocional más bien que físico.

Esto no es una analogía. Hay diferentes clases de ataques cardíacos, cánceres, derrumbes del sistema inmunitario y accidentes mortales. Pero, todos ellos tienen el mismo efecto; todos ellos quitan la vida contra nuestra voluntad. Quien muere por suicidio no necesariamente quiere morir. Sólo quiere poner fin a un dolor que ya no se puede soportar, semejante a alguien que se tira al vacío con una muerte segura en un edificio en llamas porque sus ropas están ardiendo.

Otra cosa que me llama la atención delante de un suicidio es lo que pueden llegar a sufrir los familiares y amigos de la persona que se suicida. Pienso que no nos deberíamos de angustiar con las dudas que nos puedan surgir: ¿Qué podría haber hecho? ¿Dónde dejé plantada a esta persona? ¿Si solo hubiera estado allí? ¿Qué si…? Puede ser normal estar obsesionado con este tipo de pensamiento: ¿si únicamente hubiera estado allí en el momento preciso? Mi opinión es que esto no habría cambiado las cosas. La verdad es que en la mayoría de las veces no estábamos allí por la sencilla razón de que la persona que cayó víctima de esta enfermedad no quería que estuviéramos en su presencia. Ella escogió el momento, el lugar y los medios exactamente para que no estuviéramos allí. Tal vez sea mejor decir que el suicidio es una enfermedad que elige a su víctima precisamente de forma que se excluya a otros y su atención. Esto no es una excusa para la insensibilidad, especialmente hacia aquellos que sufren de depresión peligrosa, pero debería ser un alivio contra la falsa culpa y la duda infructuosa.

Somos seres humanos, no Dios. La gente muere de enfermedad y accidentes todo el tiempo, y a veces todo el amor y atención del mundo no pueden impedir la muerte de un ser querido. El amor, a pesar de todo su poder, es a veces impotente ante una enfermedad terminal.

¿Cómo responder ante un suicidio? Una buena respuesta humana y también cristiana no debería ser el horror, ni el miedo por la salvación eterna de la víctima, ni la duda culpable sobre cómo abandonamos a esa persona, ni tener un tono taciturno y acallado cuando hablemos de ellas. El suicidio es indudablemente una manera horrible de morir, pero debemos entenderlo, al menos en la mayoría de los casos, como una debilidad, un mal, una enfermedad, un derrumbe en el sistema emocional. Lo importante, sobre todo para los cristianos es que debemos confiar en Dios, en su la bondad, en su comprensión, en su poder para descender a los infiernos y enmendar todas las cosas, incluso la muerte por suicidio.  

jueves, 28 de diciembre de 2023

¡¡¡Buenos días!!! ¿Adónde ha ido a parar todo lo que teníamos que hacer por la paz?

     “Es un error criticar a alguien por hacer algo mal sin comprender bien qué es lo que está haciendo” . (G. K. Chesterton)

¡¡¡Buenos días!!!

¿Adónde ha ido a parar todo lo que teníamos que hacer por la paz? Es una pregunta que en estos días de Navidad no nos debería de ser extraña, es más, estamos en días de buscar y encontrar alguna respuesta que nos deje, al menos, con la conciencia tranquila.

Es una pregunta trágica que haciéndola desde está Europa occidental parece complicada de responder. Es una pregunta que se dirige primero a los lideres de las naciones que están implicadas en esas guerras y, a los presidentes de las naciones europeas y por lo tanto también al resto de naciones. Sin olvidar, también, que va dirigida a la conciencia de todos y cada uno de nosotros que tantas veces en estos días hemos deseado y pedido la paz.

Pero soy europeo, y pienso que la contribución de Europa a la civilización occidental ha sido y es de tal importancia que no podemos mirar hacia otro lado. Somos responsables y por lo tanto salvaguarda de la paz mundial, lo que nos sitúa en el primer lugar para la búsqueda de soluciones creativas y proporcionales a esos peligros que la amenazan.

¿Qué estamos haciendo los europeos? ¿Qué esta haciendo Europa? ¿Dónde están los hechos que respaldan todas las frases a favor de la paz? ¿Dónde está la diplomacia con su capacidad de tomar caminos nuevos y valientes hacia una negociación que ponga fin a esos conflictos? ¿Dónde están los "esquemas de paz" que hay que poner en juego para superar los "esquemas de guerra" que no cesan de multiplicarse?

Preguntas sin duda dramáticas, pero a la vez realistas. Dramáticas, porque nos ponen delante de la falta de iniciativa por parte de una Europa que se rinde a la lógica del rearme y de la guerra, mientras se muestra poco contundente respecto a la paz. Realistas, porque nos dicen del problema que vamos a tener si seguimos acostumbrándonos a esos “juegos bélicos” con los que ya relacionamos todas las confrontaciones bélicas, y que, pueden degenerar en cualquier momento en consecuencias catastróficas para todos.

Tal vez muchos europeos no lo vean, pero mi visión de Europa nos obliga, si queremos ser fieles a nuestra historia a defender la imagen de una sociedad que respeta las exigencias de la persona, no solo la de los europeos sino de la persona humana, se encuentre dónde se encuentre. Europa de debe ser, debemos ser, la vanguardia del progreso tanto material como espiritual.

Decir “si” a la dignidad del hombre significa decir “no” a la guerra, a toda guerra, a la misma lógica de la guerra. Tenemos que volver a descubrir “el alma europea”, el entusiasmo y el sueño de tantos europeos que después del final de la última guerra mundial, supieron mirar más allá de sus fronteras sin sucumbir a las ideas nacionalistas y que fueron capaces de encontrar soluciones en lugar de fomentar problemas.

Sin embargo, parece que esos ánimos, que ese entusiasmo por crear una comunidad de naciones estable y pacífica se este disolviendo. Se están acentuando las diferencias, vuelven los nacionalismos, se están crispando los juicios y los tonos hacia los demás. Si Europa pierde su identidad no va a poder liderar ninguna propuesta de paz que abarque a todo el mundo. Europa no se puede centrar en sus propios intereses estratégicos, sino más bien en buscar políticas que sean capaces de mirar al conjunto y al desarrollo de todos, atender a las personas y no sólo prestar atención al poder y a las ganancias del momento.

Estamos en un momento histórico, es verdad que no es ni será el único, pero es verdad que es un momento histórico donde Europa es fundamental porque su historia representa la memoria de la humanidad occidental y, por tanto, está obligada a desempeñar el lugar que le corresponde: que no es otro que el de unir a los que se encuentran distantes y alejados por sus ideas. Europa no puede ser rehén de sus naciones, ni presa de los nuevos populismos autorreferenciales, pero tampoco puede ser una realidad supranacional fluida o gaseosa, que no tenga en cuenta la vida de los pueblos. Porque este es el peligroso camino de todas las ideologías que se dedican a hacer desaparecer las diferencias.

La Europa que puede solucionar conflictos y trabajar por la paz debe ser esa Europa que esta centrada en la persona y en los pueblos, donde naciones diferentes sean una familia en la que se trabaja por el crecimiento y la singularidad de cada uno. Europa de debe afrontar las guerras del Sudan, Oriente Medio y Ucrania sin excusas ni dilaciones. Lo debemos afrontar todos los europeos, juntos, comunitariamente, porque en la situación en que vivimos, las consecuencias, tarde o temprano, repercutirán sobre todos.

miércoles, 27 de diciembre de 2023

¡¡¡Buenos días!!! ¿Por qué tanta insistencia?

     “La gran limitación inglesa ha sido el amor a la libertad sin el contrapeso de la igualdad o la fraternidad”. (G. K. Chesterton)

¡¡¡Buenos días!!!

Después de haber felicitado innumerables veces la Navidad en estos días, me han preguntado el porqué de esa insistencia, y, también me ha llamado la atención como a muchas personas les cuesta pronunciar la palabra “Navidad” y prefieren utilizar la palabra “fiestas”.  

Nos encontramos viviendo en una sociedad en la que cada vez tiene más relevancia exteriorizar cualquier particularidad de nuestra vida por insignificante que esa: nuestra forma de convivir con nuestra sexualidad; nuestra forma de pensar; de relacionarnos, de vivir o hasta nuestra salud mental y, sin embargo, parece que nuestra espiritualidad y fe tienen que quedar apartadas a nuestro ámbito interno.

Llegado a este punto es preciso hacerse una pregunta: ¿qué clase de sociedad buscamos? Buscamos una sociedad que quiera esconder bajo tierra todo lo que tenga relación con lo trascendente o queremos una sociedad que tenga una convivencia multicultural y multireligiosa más completa y, donde se pueda exponer libremente lo que es significativo para cada uno. Donde un católico pueda fácilmente celebrar plenamente la Navidad, donde un musulmán haga lo mismo con el Ramadám o un judío haga lo propio en Hanukkah.

En cada felicitación de Navidad no he intentado imponer nada, sencillamente he compartido desde lo más profundo de mi ser un deseo sincero de que otros vivan estos días con esperanza. Es una acción en la que busco transmitir un mensaje, dar un testimonio de luz, de plenitud hacia el exterior. De mi para ti: la Navidad es significativa para mí y por eso la comparto contigo.

Al felicitar la Navidad deseo lo mejor. Comparto mi espiritualidad, una espiritualidad que sale de mi interior hacia el mundo. Sin imposiciones. Solo con el deseo de que todos puedan vivir unos días llenos de significado y esperanza.

Felicito la Navidad sencillamente por eso.

martes, 26 de diciembre de 2023

¡¡¡Buenos días!!! ¡Adivinando el 2024!

     “Dicen que los viajes ensanchan las ideas, pero para esto hay que tener ideas”. (G. K. Chesterton) 

Inmerso en estos días de las fiestas Navideñas he tenido tiempo para dar por cerrado mi próximo viaje de largo recorrido, que si no sucede nada extraño comenzará a mitad de mayo del 2024.

Como se puede adivinar en la imagen se trata de un recorrido por Francia y el itinerario que es necesario hasta llegar a ella. Y, aunque el lugar de inicio es claro, ya que empezaré desde casa, su final no está aún decidido, aunque como se puede ver en el mapa termina en San Sebastián, lo normal será que una vez entre en España continue alguna semana más, aunque, ahora, no sé en qué dirección.

La idea es seguir, nada más dar la primera pedalada la euro-velo 8 hasta la desembocadura del Ródano donde me cambiare a la ViaRhôna también conocida como euro-velo 17, que es la que recorre toda la orilla del Ródano. Subiré por el Ródano hasta las cercanías de Montélimar donde me iré en busca de las Fuentes del Loira, y desde su nacimiento hasta el océano Atlántico voy a seguir este emblemático río francés, y desde Cuffy, sus últimos 900 km, me dejare guiar por la Loire à Vélo que coincide prácticamente con la euro-velo 6, tan conocida como querida por todos los ciclo-viajeros. Una vez en las playas del Atlántico solo tendré que seguir sus playas por la euro-velo 1 hasta San Sebastián. Después ya veré.

Como habré escrito alguna vez, tener un plan siempre es bueno, ahora bien, cómo se desarrollará ya es otra historia que tal vez merezca ser contada.

Falta mucho para que este viaje comience, y, tal vez, no hacía falta comprometerse haciéndolo público y verse de alguna forma obligado, pero no creo que comprometerse sea perder libertad, más bien pienso que es utilizarla para ir creciendo, para ir avanzando como persona.

Se que existe un miedo a adquirir compromisos, pero en este caso esta preocupación no la veo justificada pues es magnificar unas consecuencias negativas de algo que no ha pasado y solo es una anticipación de aquello que podría ocurrir y de nuestra reacción ante un más que posible cambio de pensar.  

Acabamos de pasar la Navidad y estamos ya a fines de año, con muchas cosas conseguidas, pero en una recta final llena de tareas, y ya intentando adivinar cómo se será el 2024. Y ante eso, uno se pregunta muchas cosas. Muchas. Algunas hechas en general, pero otras aplicadas a mi vida, a mi persona.

¡Qué importante es no perder el norte en estos momentos! No dejarse llevar por primeras impresiones que aparentemente dejan sin sentido muchas situaciones. Pues al final es el sentido de la vida, de mi vida y de la tuya la que se puede poner en duda. Es bueno preguntarse el sentido de la vida de vez en cuando, sobre todo en momentos en los que miramos al futuro, porque sin un para qué no estaríamos dispuestos a ningún cómo, ni, por lo tanto, a hacer nada. Algunas de nuestras metas valen sólo para ciertos procesos o instantes, pero hay otras, aunque sean pocas, que no debieran perderse del horizonte vital.

Hay dos frases que en estas situaciones de búsqueda siempre me vuelven a la cabeza, una de Luther King: “Si el hombre no ha descubierto nada por lo que morir, no es digno de vivir” y otra de Santo Tomás de Aquino: “Siempre que se trate de hacer el bien, el hombre debe hacer cuanto esté de su parte”). Si profundizamos, si las volvemos a leer con tranquilidad veremos que en su significado se hace más claro un punto que es clave: la realidad es que todos buscamos y hacemos el bien, no sólo porque sea bueno en sí mismo, sino porque nos permite retribuirlo a aquellos a los que amamos, precisamente porque los amamos.

¿Qué mejor que orientar todo lo que vamos a planear y a realizar a ese amor, amándonos de verdad a nosotros mismos y a los demás? Además, los cristianos sabemos que así, de esta manera, amamos a Dios en sus criaturas, especialmente a las personas, creadas a su imagen y semejanza. Por su amor merece la pena dar la vida y ahí es donde adquiere real sentido. Esa es la pista, que, por lo demás, es la clave de la felicidad, personal y común.

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lunes, 25 de diciembre de 2023

¡¡¡FELIZ NAVIDAD PARA TODOS!!!

 

¡¡¡FELIZ NAVIDAD!!!

Una ¡Feliz Navidad!, estoy seguro de que todos tenemos con mayor o menor conciencia de lo que significa esta expresión, la hemos repetido y oído infinidad de veces estoS días. Muchos miles de whatsapp y SMS se han enviado formulando este mismo deseo. Por lo tanto, es normal que sepamos la respuesta a esta sencilla pregunta: ¿Qué tiene este día que no tengan los demás?

Somos felices y deseamos felicidad, damos lo que tenemos. Somos felices hoy, no hay que avergonzarse de la palabra felicidad. No caigamos en la tentación de pensar que se trata de un término “rosa” que nos resulta inalcanzable. Digamos con pleno sentido: ¡Feliz Navidad para todos!

He leído estos días una reflexión interesante sobre la felicidad; si hay una puerta de la felicidad se abre hacia adentro, no hay que empujarla pues entonces no la abriremos nunca, hay que retirarse para que la podamos abrir. En estos días toda la parafernalia que se orquesta no hace, sino que empujemos con fuerza la puerta, y de esta forma se cierra con más fuerza a la felicidad. Por el contrario, en el día de hoy no hay que “empujar” la puerta, sino que hay que dejar sitio, para que ésta pueda retroceder; de forma que la abramos y nos abramos a la felicidad.

La felicidad de hoy no será perfecta hasta que no la compartamos, por lo que no hay que cansarse de desearla y ofrecerla. Es más aún, nuestra libertad para desearla sin parar no es otra cosa que felicidad.

Y dado que uno de los más claros indicios de la felicidad es el agradecimiento, hay que dar gracias a Dios por permitirnos ser felices.

¡¡¡FELIZ NAVIDAD PARA TODOS!!!

domingo, 24 de diciembre de 2023

¡¡¡Buenos días!!! ¡“Currit, volat, laetatur”!

     “Dicen que los viajes ensanchan las ideas, pero para esto hay que tener ideas”. (G. K. Chesterton) 

    ¡Buenos días!


Durante unos meses he dejado a un lado los viajes en bicicleta. El entrenamiento y la participación en la Maratón de Valencia han sido los causantes de ese pequeño desvío. Sin embargo, siempre ha estado ahí el viaje para el año que viene, han sido muchas tardes las que he dedicado a planear las etapas, y no de uno, sino que han sido varios los trayectos.

Por fin, hace unos días me he decidido, por uno de largo recorrido y dos de una semana.

Elegir y preparar, sobre todo elegir un destino para un viaje de largo recorrido siempre me ha causado muchas deliberaciones, sobre todo porque elegir es renunciar. He renunciado para el 2024 a dos viajes de largo recorrido que tienen todo lo necesario para haber sido los elegidos y, sin embargo, para el año que viene les falta o me falta a mi algo, y van a tener que esperar.

La problemática se centra, en mi caso, en esa famosa frase: “currit, volat, laetatur”, corre, vuela, disfruta. Para elegir un destino el significado de esa frase se tiene que cumplir. Voy a intentar explicarlo con un ejemplo: Si me preguntan: ¿Conoces Venecia? Y respondo sencillamente, sí. Esto significa que Venecia ha entrado de alguna manera en mi mente; Venecia sigue en el mismo lugar, pero su imagen ha impreso en mi interior una clase de retrato suyo intelectual. En cambio, si me pregunto: ¿Amo Venecia? Y llego a la conclusión que así es, esto quiere decir que esa imagen me empuja desde dentro y me obliga a moverme, casi como que me lleva, me hace caminar con el alma hacia Venecia que se encuentra ahí fuera. O sea, mi destino en un viaje me tiene que obligar a viajar, a correr primero con el corazón hacia él. Tengo que amar primero para después ponerme en marcha, si amo mi destino: “currit, volat, laetatur”.

La vida, en la mayoría de las ocasiones nos mueve rápido y no nos deja reflexionar excesivamente sobre ciertas cosas, sin embargo, para elegir un viaje de largo recorrido, soy de la opinión que hay que pararse y ser conscientes de algunas cosas: Una es que debemos saber que no nos encontramos ante un examen con las respuestas por detrás, ni de una guía que nos llevará a una elección perfecta. Otra que hay que verlo como un viaje imprevisto pero soñado alguna vez, de un reto al que me he propuesto dedicarle tiempo y resolverlo. Otra, que hay que decidir, hay que tomar una decisión, sin más.  

Después, hasta el día de la primera pedalada nos surgen infinidad de preguntas: “¿Vicent, ¿dónde vas?”, “¿Cómo sabré si he elegido bien?”. Puede que no encuentre una respuesta clara como me gustaría, y, sin embargo, es más que probable que encuentre la confirmación en gestos que seguramente nunca habría imaginado. Algunos me harán entender que me fie de un falso sentido, que mi razón no estaba donde yo lo intuía, que no sirve decidir en base a criterios de tranquilidad o de relativa comodidad o el miedo. Otras será la confianza en mi experiencia la verdadera razón, el deseo de salir de casa, la alegría de viajar, y, así se ira confirmando.

Busca, compara, …y discierna. El viaje ideal no siempre está en las ofertas.

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sábado, 23 de diciembre de 2023

¡¡¡Buenos días!!! Navidad, un desorden del universo.

     “Todos sentimos que los niños deberían escuchar la verdad y ninguna otra cosa: las mentiras las inventarán ellos mismos”. (G. K. Chesterton)

¡¡¡Buenos días!!!


Van pasando los años y parece que no hay nada nuevo acerca de la Navidad. Desde que se terminaron de escribir los evangelios no hay nada que añadir. Pienso que eso es lo bueno, no se necesita añadir nada más. Sin embargo, se tiene una necesidad de revalorizar la historia, la memoria y la tradición, pues si no se tienen raíces no se puede crecer.

Ahora bien, esto no significa quedarse en la autoconservación, sino decidirse por una vida en continuo desarrollo. La memoria y la tradición no son fijas sino dinámicas. La tradición es una garantía de futuro y no la conservación de las cenizas.

Existe una frase de Newman que dice: «Aquí sobre la tierra vivir es cambiar, y la perfección es el resultado de muchas transformaciones”. Este cambio, siempre necesario, siempre hay que ser más sencillos, más humildes, más caritativos, más resignados, más alegres y estar más cerca de Jesús en la Navidad, ya que este es el tiempo de la inocencia, de la pureza, de la ternura, de la alegría y de la paz.

Si nos fijamos un poco en todo lo anterior es fácil verlo simbólicamente como un camino, como un movimiento continuo que nos lleve a ser más, que nos lleve a ponernos en marcha para así poder permanecer fieles a nuestra doctrina.

En uno se sus artículos sobre la Navidad, Chesterton decía que en estos días se celebra un trastorno del universo. Antes de la Navidad, adorar a Dios significaba levantar la mirada hacia un cielo inabarcable que nos estremecía por su extensión; a partir de la Navidad, adorar a Dios significa dirigir la mirada hacia el interior de un portal, para darse cuenta de la fragilidad de un niño que llora. Y, es que, las inmensas manos que habían diseñado el universo se convierten, de golpe, en unas manos diminutas que tiemblan con el frío como las de cualquier niño.

Hasta ese momento hablar de divinidad era todo lo contrario de hablar de fragilidad, pero la Navidad los obliga a juntarse, es una contradicción en nuestras mentes que hace tambalear nuestras certezas. Los hombres, que desde el principio de la historia de arrodillaban ante la fuerza abrumadora de los dioses, deciden arrodillarse de repente ante un recién nacido. Ante una tempestad o una lluvia de estrellas uno puede arrodillarse con miedo; ahora, ante un niño que ha nacido en una cueva, uno sólo puede arrodillarse con amorosa y emocionada piedad.

Todos los años en estas fechas esta especie de contradicción pone a prueba nuestra creencia. Nos surge una pregunta muy Chestertoniana: ¿En qué cabeza cabe que un Dios que hasta entonces había sido invisible e incorpóreo, omnipotente y glorioso, tome la apariencia (y no sólo la apariencia, sino también el cuerpo y el alma) de un niño? Semejante idea sólo podría ocurrírsele a un Dios que estuviese loco de remate; ya que no hay una locura más rematada que la locura de amor. Al tomar Dios la fragilidad de la naturaleza humana comenzó una nueva época de la Humanidad, que desde entonces pudo entender mejor el sentido sagrado de la compasión; pues, desde el momento en que Dios se había hecho frágil como nosotros mismos, resultaba más fácil abrazar la fragilidad del prójimo, volviéndonos nosotros también locos de remate (y, en efecto, la caridad siempre ha parecido una forma insufrible de locura a quienes no la sienten).

Por eso la Navidad puede considerarse una fiesta de locos rematados; y por eso, cuando falta el manantial originario de esa locura, se convierte en puro sentimentalismo vacío. Pues deja de ser verdadera fiesta, para convertirse en un aspaviento disfrazado de algarabía, atracón de turrones y fiesta nocturna; un festival consumista, aderezado con unas dosis de humanitarismo de baja intensidad.

G. K. Chesterton tiene otra frase que nos lo resume; «Quitad lo sobrenatural y no encontraréis lo natural, sino lo antinatural». Si le quitamos a la Navidad su explosión sacra, ese trastorno del universo del que hablábamos más arriba, y no encontraremos la verdadera fiesta, sino su parodia más triste y antinatural: consumismo, humanitarismo de pacotilla, en fin, una torpe satisfacción de los placeres primarios, un “quiero y no puedo” que no lleva a ninguna parte.

jueves, 21 de diciembre de 2023

¡¡¡Buenos días!!! ¡Honestidad y Sinceridad!

     “No podía vivir de sueños como no podía alimentarse de un libro de cocina”. (G. K. Chesterton)

¡¡¡Buenos días!!!

Estamos ya en Navidad, son días en los que nos esforzamos por ser mejores personas, por ser buenas personas y, a veces no es nada sencillo. Realmente, ser buena persona es difícil. Es encontrarse en medio de una lucha entre el amor a las personas y la honestidad.

No nos equivoquemos, estar cediendo siempre ante los demás no es ser buena persona. Pues, también, debemos defender nuestra Verdad y Dignidad y, por supuesto la de los demás. Ser buena persona no quiere decir que se deba sufrir en silencio, callarse ante las injusticias… Un hombre bueno es aquel que, sencillamente, intenta vencer el mal haciendo el bien.

Una vez que hemos llegado a este punto, estaréis de acuerdo conmigo, en que hay que reflexionar un poco sobre la sinceridad y la honestidad.  

Si alguien pone su confianza en nosotros, debemos de cuidad siempre en no defraudar ni perder esa confianza. Y, es que, perder esa confianza y defraudar es muy decepcionante. Por eso debemos ser honestos, pero para ser honesto se necesita ser sincero, primero con uno mismo y después con los que confían en nosotros.

A partir de aquí es ya un encadenado de actos que tenemos que realizar si queremos llegar a ser buenas personas. Y es que, para ser honesto, no tenemos más remedio que reconocer cuales son nuestras limitaciones y aceptar nuestros errores. Por supuesto tenemos que saber que tal vez la mayor de las deshonestidades es la mentira. Una mentira pone en entredicho todas nuestras verdades. Mentir va a conducirnos con el tiempo a que se descubran todas nuestras falsedades. 

Para lograr la confianza de una persona, es necesario ser honesto, porque no olvidemos que después de la primera mentira toda verdad se convierte en duda. Y cuando se miente con frecuencia se llega a creer que la mentira es la verdad.

Me atrevería a decir que ser honesto es actuar de la misma forma cuando estás en medio de mucha gente que cuando estás solo. Es tener la conciencia en paz.

Por lo tanto, la honestidad no la vamos a encontrar solamente en las palabras y discursos, sino en las actitudes. Y, es que ser honesto es ser sabio.

martes, 19 de diciembre de 2023

¡¡¡Buenos días!!! Qué sea un martes de bromas y humor.

     “Hablar de la igualdad de los hombres es una doctrina que es, en sí misma, una distinción: distinguir el alma humana a pesar de sus muchos disfraces, como quien reconoce un rey bajo unos andrajos. Pero muchos hombres asumen que todos los hombres son hermanos bajo el principio de que todos los gatos son pardos en la oscuridad y que por eso no hay distinción entre un gato atigrado y un tigre”. (G. K. Chesterton)

¡¡¡Buenos días!!!

Hace unos días hice un comentario para una foto de un almuerzo en el que no había ni vino ni cerveza, quería expresar la falta que puede hacernos un vaso de vino o de cerveza en determinados momentos de nuestras vidas, para hacer surgir las bromas y el humor.

La cerveza y el vino no son algo que necesite nuestro cuerpo para alimentarse y mantenerse vivo, no forma parte de una dieta esencial para la vida. Son un extra, que nos da algo que es especial para la salud de uno. Tomados con tranquilidad y moderación, nos pueden ayudar a levantar el ánimo, nos pueden aliviar el corazón y caldear una conversación. Son como un aceite que puede ayudar a engrasar una conversación, una comida o una cena social para que discurran más agradablemente. 

Nos olvidamos muchas veces de las bromas y del humor en nuestra vida y sobre todo en nuestras relaciones. Una broma, como el vino, si se toma con el temple apropiado y moderación, puede también levantar el ánimo, aliviar el corazón, avivar una conversación y rebajar las tensiones en una reunión.

Por norma general, cuando nos paramos a pensar en el amor, pensamos en muchos de sus aspectos, pero nos olvidamos de un componente como la broma y el carácter juguetón. Identificamos normalmente el amor con una obsesión emocional, una atracción sexual, con el cuidado, la amistad y el altruismo. Pocas veces nos fijamos en el lugar y la importancia que también tienen la broma, o el carácter juguetón, o la travesura sana, o el humor, cuando son con frecuencia el aceite que en engrasa todos los demás componentes.

Durante mi vida, me he relacionado con diferentes grupos de personas, equipos de futbol, comparsas, corredores, ciclistas, montañeros… todos con nuestras diferentes personalidades y diferentes excentricidades. Esto puede ser una forma para que pueda existir en algún momento algo de tensión, y, aun así, por lo general, funciona, es divertido y existe un apoyo y compañerismo. ¿Qué es lo que le hace funcionar? ¿Por qué no acabamos matándonos unos a otros? ¿Cómo es que lo pasamos (por lo general) agradablemente juntos, a pesar de nuestras diferencias, inmadureces y egos?

Está claro, que en todos esos casos existe un punto en común que nos mantiene juntos y, lo más importante, existe una actividad que ayuda a que todo vaya mejor. Pero, muy importante, hay bromas, jovialidad, travesura sana y humor que, como el vino y la cerveza en un almuerzo mesa, ayudan a suavizar las cosas y mitigar la tensión inherente a nuestras diferencias. Un grupo que no se mantiene alegre a base de bromas, jovialidad y travesuras sanas vendrá a ser en definitiva todo lo que no sea alegre, esto es, pesado, monótono, lleno de tensión y pomposo. En todos los grupos sanos en los que he estado, una de las cosas que los hizo sanos fue la broma, la jovialidad, la burla cariñosa y el humor.  Estos son los generosos vinos que pueden alegrar la mesa de cualquier familia y cualquier grupo.

Desde luego, que al beber cerveza o vino nos podemos extralimitar y utilizarlos para huir de conversaciones más espinosas, que necesitan hacerse. Al igual, la broma puede mantenernos fuera de la realidad. El humor, la broma al utilizarlos es necesario saber cuándo decir ¡basta! y cuándo pasar a una conversación seria. El riesgo de extralimitar la broma es real, aunque tal vez un riesgo mayor estriba en tratar de mantener una relación en su ausencia.

La broma, la jovialidad, la travesura cariñosa y el humor no sólo nos van a ayudar a relacionarnos por encima de todas nuestras diferencias; también nos ayudan a deshinchar la pomposidad que es la compañera de la exagerada seriedad.

domingo, 17 de diciembre de 2023

¡¡¡Feliz domingo!!!

     “El Fundamentalista se contenta con el texto desnudo de la Escritura -la traducción de una traducción que le ha llegado a él por la tradición de una tradición- sin aventurarse a preguntar cuál es, o de dónde viene, su autoridad original”. (G. K. Chesterton)

¡¡¡Buenos días!!!

La tarde de un sábado suele ser muy movida, sin embargo, la de ayer fue tranquila, y tuve tiempo para dedicarla a repasar esos comentarios que con las prisas del día a día no hay tiempo para atender.

Mientras atendía uno que se refería a la búsqueda de la verdad, llego a mi memoria una reflexión de Antonio Machado que decía así: "Tu verdad no, la Verdad; y ven conmigo a buscarla. La tuya, guárdatela". Lo que centró mi atención fue el “ven conmigo a buscarla”. Es este un punto de vista que no aprecie cuando pensaba en la Verdad.

Recordé también haber leído que la verdad vale por sí misma, la diga quién la diga. Y este aspecto es interesante tenerlo presente en estos días pues he visto y leído como se desacredita la verdad solo por qué la ha dicho tal persona o tal partido político. La verdad no la podemos sacrificar a intereses personales o a lealtades institucionales. Y es que solamente, si ponemos la verdad por encima de intereses particulares será posible establecer un diálogo, no solo para poder entenderse sino para construir una auténtica democracia.

Muchos días tengo la impresión de que la verdad no importa, solo interesa la defensa de determinados intereses, sean perjudiciales para muchas personas o se hagan falseando la verdad. El asunto no siempre esta claro, pues no hay nadie que se ponga a defender como bueno algo que se ve claramente que es falso, entonces, esos intereses son capaces de mover todo tipo de información para mostrar esa mentira como si fuera verdad. Uno de los sistemas que mejor funcionan es darle importancia a quién dice o defiende esa supuesta verdad que, en realidad, es una gran mentira.

Cuando se consigue que lo que realmente importa es “quien lo dice” y no prestar atención a “lo que dice”, entonces, la verdad queda aislada de la realidad y del bien, y pasa a depender del mandamás de turno. O sea, del que tiene el poder para servirse a sí mismo. Esto es interesante. Así la verdad se presenta en función del interés: aquello que tiene interés para el que manda es la verdad. De esta manera se nos muestran narraciones, entrevistas y documentales que buscan justificar ciertos comportamientos inmorales, abusos de poder o decisiones interesadas. Vemos en el Congreso con demasiada frecuencia una lucha de “verdades” que niegan o enmascaran los hechos reales y donde la verdad es la que “los míos” postulan.

No recordamos que la política debería servir al bien común, a la fraternidad social y a la paz, pues solo la vemos convertida en una búsqueda del poder. Y, como para conseguir el poder de una forma legal es necesario tener el mayor número votos, los candidatos prometen cosas que ellos y sus propios votantes saben que no podrán realizar. Lo más lamentable de todo es que estos votantes están dispuestos a aceptar todas las mentiras con tal de que vengan “de los míos”, de los que me resultan más simpáticos y cercanos. El criterio del voto ya no es la verdad, sino la emoción o el sentimiento, a veces el sentimiento favorable que me produce al que ofrezco mi voto o el desagradable que me produce aquel al que no voto.

Recuerdo ahora, que Tomás de Aquino ya nos decía, con toda razón, que los argumentos son válidos “no a causa de la autoridad de quienes lo dicen, sino a causa de la razón de lo dicho”. Pues de lo que se trata no es de saber quién dice las cosas, “sino en qué consiste la verdad de las cosas”.

En fin, vamos a disfrutar de este increíble domingo, que nos sirva para escuchar a los demás, llegar un poco más lejos de nuestros propios pensamientos y de nuestros intereses más inmediatos, y así iremos por el buen camino hacia la verdad.

viernes, 15 de diciembre de 2023

¡¡¡Buenos días!!! ¡Ya estamos en viernes!

     “El hombre libre no es aquel que piensa que todas las opiniones son igualmente verdaderas o falsas, pues eso no es libertad sino debilidad mental”. (G. K. Chesterton)


¡¡¡Buenos días!!!

Ayer, después de una estupenda mañana, me pase la tarde leyendo e intentando aclararme un poco con todo lo que nos está pasando a los españoles. Pensaba que hemos entregado una autorización para que nos representen a unas personas, le hayamos votado o no, cuya misión es recoger el acta de diputados o senadores, sentarse en el sillón de las cámaras donde ya no son candidatos de unas siglas para ponerse al servicio de cada ciudadano. Claro que esto es la teoría.

La realidad es que no son independientes, no tienen libertad para votar según su conciencia, por lo que mi acto libre de colocar la papeleta en la urna ha perdido su finalidad; que ese voto continue libre hasta la próxima votación. Da miedo y estupor, y algo de desencanto haber dejado la papeleta en la urna.

Da tristeza ver un pleno en el Congreso y no distinguir la libertad que deje en la urna, ver como la mayoría de los congresistas no tienen otra atribución que calentar el asiento, aplaudir a su jefe de grupo y pulsar el botón indicado.

Al final lo comprendo, puedo entender que para un militante de base al que le cae semejante trabajo, el interés nacional, el bienestar y la seguridad física y jurídica de los ciudadanos no debe importarle nada ante la amenazadora presencia del jefe. Si hay orden de votar “sí”, se vota “sí”. Si hay orden de votar “no”, se vota “no”. Si al día siguiente hay que renegar de lo que se apoyaba públicamente veinticuatro horas antes, se reniega con toda la tranquilidad del mundo. Ya se encargará el partido de pasarles unas fotocopias con un argumentario embaucador. Y si con esos papeles no consiguen salvar la cara, a ponerla dura. 

Al fin y al cabo, se les pide obedecer sin chistar, aplaudir como marionetas de feria cada vez que ese jefe que se siente emperador enfatiza el discurso, manotea el aire mientras exclama con voz pretendidamente dolorida, o compone un gesto de sufrimiento ante todos aquellos a los que acusa de insultarle, de ser poco demócratas y de seguir colgados en el fascismo.

Si no fuera por el daño irreparable que se está haciendo a nuestro país, del odio que se han encargado de levantar, de su conciencia envenenada, de su obsesión por fiscalizarnos hasta cuando dormimos, de sus habilidades para imponer lo que tenemos que pensar, decir y obrar, de su nefasta habilidad para lavarse las manos ante el mal cometido, de su retorcimiento de la verdad, de su falta de palabra, es decir, si el resultado de semejante espectáculo no fuera desolador, podríamos reírnos de este vodevil sobre la democracia.

No quiero ni pensar hasta dónde se puede llegar en España con tal de seguir poniendo en riesgo nuestro presente y nuestro futuro. Amparándose en un sistema que se adapta a la perfección al capricho de cada César pasajero. Y no quiero ni pensar, ahora que nada pasa por casualidad sino por unos intereses perfectamente enlazados hacia dónde nos dirigimos, viendo en qué clase de fuerzas se apoya nuestro gobierno para mantener el anhelo de hacer y deshacer la legalidad.

jueves, 14 de diciembre de 2023

¡¡¡Buenos días!!! ¡Feliz jueves!

     “No se puede tener un ideal, del tipo que sea, sin desear establecerlo, y, si lo estableces, sin desear defenderlo” G. K. Chesterton)

¡¡¡Buenos días!!!

Ayer, antes de acostarme, pensaba en lo que había sucedido el martes por la tarde en nuestro Congreso de los Diputados, la verdad es que no me atrevo a decir con rotundidad, pues no soy jurista, si lo que se está haciendo con la amnistía es una ilegalidad, pero lo que en realidad no me dejaba conciliar el sueño era que fuese una injusticia, que fuera injusto lo que se está haciendo.

La diferencia entre legal y justo es importante, y merece un momento de nuestro tiempo para pensarlo. Hay que empezar pensando que las leyes son lo que marca el origen de la legalidad o ilegalidad, están hechas en las Cortes o sea Poder Legislativo que en España está unido al Poder Ejecutivo, y se aprueban simplemente por la mayoría en el Parlamento. O sea, los parlamentarios que votan las leyes en el Legislativo las hacen cumplir en el Ejecutivo.

Hasta aquí todo parece claro, si una ley cumple todos los requisitos anteriores podríamos decir que es legal. Pero vayamos a lo que es justo o injusto. Hay una definición de ley que nos viene a decir, es: “Ordenamiento de la razón para el bien común, promulgada por quien está al mando de la comunidad”, en esta definición nos damos cuenta de que se hace énfasis en la necesidad de bien común que es lo que determina la justicia o injusticia de una ley.

Pero, y aquí la dificultad, para saber si se dirige al bien común hay que conocer previamente qué es tal bien y para eso son imprescindibles unos principios.

¿Existen ahora esos principios? Según mi opinión, no los veo claros, vivimos en una sociedad que se encuentra tranquila ante una doctrina en contra de la vida; no se altera ante la manipulación a la que esta sometida la Justicia y el Tribunal Constitucional; asiste impávida ante la multiplicación de los sexos por ley; la máxima autoridad del Estado es ignorada y vejada por unos y otros sin que pase nada. En fin, unos ejemplos que unidos a reclusión de la religión a lo más profundo del ámbito privado hace que nadie se aclare en lo que está bien y lo que esta mal.

Es verdad que el Parlamento puede cambiar las leyes y modificar con ello la legalidad, pero no puede hacerlo con la ley natural que tenemos impresa dentro de nosotros.

Por eso no asombra que se pueda decir una cosa y hacer la contraria; qué se prometa algo y se falte a la palabra dada y que “Donde dije digo, digo Diego” sin que tenga ningún coste político, es una incoherencia, pero así es.  

miércoles, 13 de diciembre de 2023

¡¡¡Buenos días!!! ! ¡Ya es miércoles!

 “La seriedad no es una virtud. Decir que la seriedad es un vicio sería una herejía, pero una herejía de lo más sensata” G. K. Chesterton)

¡¡¡Buenos días!!!

Me temo que no se a percibido bien eso de qué no todo es blanco o negro, buenos y malos. No se comprende bien que alguien pueda pensar reflexionado sobre varios aspectos del mismo tema. No importa de qué cuestión estemos hablando, se nos obliga a estar en un extremo o en el otro y, lo peor es que en demasiadas ocasiones se juzga nuestra altura moral y nuestra inteligencia solamente con nuestra postura en un solo tema.

Ese reduccionismo a los dos extremos nos hace mucho daño. Nos hace mal a todos los que queremos pensar mejor, con mayor rigor y profundidad, hace mal al que quiera entender a los demás y salir de la cómoda posición de lo políticamente correcto. Por ejemplo, si yo me pronuncio sobre el beso de Rubiales diciendo que no tengo una posición clara y que tendría que estudiar un poco el tema, la mayoría de la gente ya creerán saber qué es lo que pienso y por qué no me atrevo a decirlo. Todos ya creen saber qué pienso y por qué lo pienso.

Por comodidad, por no intentar escuchar otras ideas disonantes con la que esta de moda se elige el camino de etiquetar ideológicamente al otro. Lo vemos constantemente, se tiende a no dar ninguna posibilidad de expresar ideas que no concuerden con las de turno, tratando de convencer a quien lo ha intentado de que sus ideas son “ofensivas, o no “construyen”. Cuando lo que son puntos de vista diferentes.

Al final nos autocensuramos, se nos fuerza a elegir posturas y a colocarnos del lado del pensamiento de moda, porque si no lo hacemos corremos el riesgo de que se nos coloque en el bloque opuesto. Es tan fuerte esa presión que en muchas ocasiones nos vemos obligados a pensar igual que nuestros amigos y defender cosas con las que discrepamos porque tenemos miedo.

Muchas veces he visto como causa extrañeza y se quedan descolocadas personas a las que he mostrado que en mi conviven ideas, creencias y valores que no son capaces de ubicar en el mismo patrón ideológico en el que están ubicados, porque no encajan todas en el mismo grupo ideológico. Nos autocensuramos y nos engañamos pensando que lo hacemos por una mal entendida tolerancia en ciertos temas, que nos hace no discutir debido a que alguien podría sentirse ofendido. Nos autocensuramos no porque pensemos que es un ataque personal sino porque vemos que nuestra idea le molesta, le pone incómodo.

Conozco a demasiadas personas que, por falta de argumentos, no porque sus ideas no los tengan, sino por pereza intelectual intentan ocultar su propia incapacidad caricaturizando a los que pensamos diferente, colocándonos la etiqueta de “intolerante” o “fanático”, cuando en realidad lo que pretendo es mostrar mis argumentos y entrar en debate. Lo que hacen sin darse cuenta es evitar la molestia de tener que argumentar racionalmente. En el momento en que me estigmatizan, me dejan fuera del debate y así pueden aplicar una visión única y por tanto incuestionable.

Estoy seguro de que se puede sentir admiración a las personas con las que no se está de acuerdo, distinguiendo los diferentes aspectos de su vida y pensamiento. Se puede aprender de ellos, aunque no estemos en todo de acuerdo con sus posturas o con su estilo de vida.

Tener amigos y conocidos que piensan distinto me ayuda a pensar, a revisar mis ideas, a crecer, a expandir mi horizonte y a saber convivir con la diferencia.

martes, 12 de diciembre de 2023

¡¡¡Buenos días!!! Un gran martes nos espera.

 “No hay nada más extraño hoy que la importancia de las cosas poco importantes. Excepto, naturalmente, la poca importancia de las cosas importantes” G. K. Chesterton)

¡¡¡Buenos días!!!  


He repasado por encima la entrada de ayer y me deje algunas cuestiones por abordar, cuestiones lo suficientemente interesantes para seguir un día más con el mismo tema.

Si no recuerdo mal, terminaba ayer con el problema que nos puede surgir cuando encasillamos a las personas en totalmente “buenas” o totalmente “malas”, si miramos con tranquilidad este encasillamiento veremos que de alguna manera hemos convertido a las personas en cosas y, esto como bien comprendéis nos puede complicar la vida.

No hay, por mucho que nos pueda parecer, personas enteramente “buenas” y otras totalmente “malas”. Nuestra realidad no es nítida ni específica, si lo es la manera que tenemos de movernos por ella, necesitamos “detener” la realidad, definirla, estudiarla y catalogarla. Al hacer esto establecemos categorías en las que colocamos a todos lo que cumplen algún requisito. Pero la realidad que nos rodea es sumamente compleja. Las personas somos por lo tanto complejas. En los hombres siempre hay algo bueno y algo malo, el punto que tenemos que averiguar es en qué proporciones. De acuerdo con nuestro comportamiento, a nuestra educación, cultura o idiosincrasia, tenemos la libertad de inclinarnos más o menos hacia un tipo de bien o mal, pero en nosotros hay muchos aspectos que se pueden observar.

Veamos, yo puedo ser un buen amigo, pero ¿qué significa buen amigo?, ¿ser un amigo perfecto?, ¿y cómo se llega a eso? Uno tiene buenos y malos comportamientos como amigo; pero también tiene buenos y malos comportamientos como trabajador, o como padre. Y puede ser más buen padre que malo, pero más mal trabajador que bueno, etc. Esto se puede complicar infinitamente…

¿Qué está pasando? Lo que sucede es que hoy en día existe una tendencia a simplificar las cosas y aprovecharse de ello. Muchos líderes políticos para mover a la gente, para ponernos en acción, lo que hacen es simplificar su realidad y enseñarla como una cosa buena, pues ya sabemos que nuestra voluntad se inclina hacia lo bueno, pero al mismo tiempo lo que hacen es presentar a la oposición como algo “enteramente” malo. Intentan que nuestro juicio solo se centre en lo simple, bueno o malo, ya que resulta más fácil aceptarlo o rechazarlo.

Si lo pensáis veréis que ese el motivo por el que lo tópicos tienen tanto éxito, son explicaciones simples de realidades complejas, que, por supuesto no explican, sino que toman la parte por el todo y reducen dicha realidad. Es un tipo de sofisma. ¿Quién se niega a eliminar algo malo?, si es malo, es que no tiene que estar allí en nuestra presencia.

Si juzgamos a una persona como mala, inmediatamente tomamos una postura con respecto a ella. Lo malo no nos atrae, ni nos gusta, ni nos conviene. Hay que evitarla, apartarse de ella. Es el “enemigo”, es “el ladrón”. Pero ¿es del todo mala una persona? A veces nos negamos a oír lo que pueda decir porque ya le hemos encasillado como “mala”.

Pero ¿qué pasa si no advertimos el valor de una persona? Si juzgamos a las personas de forma superficial y sólo nos detenemos en un solo aspecto que puede ser negativo, si solo juzgamos ese aspecto negativo casi sin darnos cuenta lo habremos hecho extensible a todo su ser, y entonces la veremos como una “persona mala”. Ya sé que este es un impulso frecuente en todos nosotros, pero se corrige con argumentos, ¡ah!, pero para eso hay ponerse a pensar y razonar. Sin embargo, cuando se nos impide reflexionar se nos puede radicalizar fomentando un odio visceral hacia esa persona. Es el mecanismo que utilizan muchos fanatismos.

No hace falta ahora repasar algunos genocidios que hemos visto en la historia para que sepamos que sucedieron porque se simplifico el tema, se clasifico solamente como “malo”, “pésimo”, “aborrecible”, “indeseable”. El tema en cuestión pudo haber sido no estar de acuerdo con una idea, de alguna creencia, por tener un color de piel o rasgos determinados, o por pertenecer a una cultura diferente, o peor todavía, por pertenecer a un “partido político”. Basta eso para dividir la sociedad en “buenos” y “malos”. Las etiquetas nos ciegan ante la realidad de una vida humana.

Al realizar esa reducción, es muy fácil encontrar una justificación para atacar esa cuestión, que más bien son excusas: he eliminado algo malo. Pero ¿en realidad lo era?, más bien he pensado que lo era. Lo he percibido como una amenaza, como un daño público, como el mal encarnado. Así los hombres nos degeneramos moralmente. Muchas veces instigados por las mentiras de los poderosos, muchas veces forzados para sobrevivir, para que no sufran daño nuestros seres queridos... hay muchas maneras, pero siempre se reduce a la triste dicotomía: hombre bueno - hombre malo.

La verdad, reflexionémoslo, es que no hay hombres “buenos” y hombres “malos”; todos somos “buenos y malos” en algún sentido, y nuestra lucha consiste en acoger interiormente cada vez más cosas buenas, en todos los aspectos y facetas de nuestra vida; y dejar poca margen a las cosas malas. Más que “hombres buenos” hay “buenos hombres”, cuando en esa lucha interior ganan las virtudes y los valores que lo perfeccionan como ser humano; y hay “malos hombres” cuando tienen muchas batallas perdidas y dejan de luchar por crecer en el bien. El buen hombre es el que pelea por evitar cometer actos malos y mantenerse en la búsqueda y consecución de lo bueno; aunque también tenga cosas malas, que seguro las tiene.