“Si no hubiese ningún héroe que mate los dragones, ni siquiera sabríamos que existen los dragones” (G. K. Chesterton)
¡¡¡Buenos días!!!
Hace unos días en una de esas constantes
reuniones con amigos, saltó la pregunta sobre si poseemos bienes materiales o
por el contrario son los bienes los que nos poseen. La respuesta era clara,
nosotros poseemos y no somos poseídos por ellas. Otra de las cosas que parecía
en la que la mayoría estaba de acuerdo era la facilidad con la que se crean hoy
en día necesidades que nos lanzamos rápidamente a adquirir.
De todas formas, cuando miro a mi
alrededor veo a muchas personas que tienen dificultad para distinguir entre lo
necesario y lo que es sustituible. Personas que les cuesta establecer una línea
clara entre malgastar y gastar. Personas que les cuesta ver la diferencia entre
usar y derrochar. Y, por supuesto cada vez más gente no se detiene a buscar la
diferencia entre lo ético y lo indecente.
No tengo duda de que nos encontramos en
una sociedad de consumo que se basa en desear algo, satisfacer ese deseo, y
volver a tener otro deseo para repetir esta escena continuamente. Y, lo curioso
de todo esto es que sabemos que no tenemos capacidad para todo, que somos
limitados. Si no podemos llegar a todo, ¿no habría que empezar por lo más
importante?
Podemos decir a los amigos que no somos
poseídos por lo material, pero deberíamos de ser capaces de ver que somos
poseídos por las apariencias, por lo que piensan los demás de nosotros y por el
deseo de responder a expectativas y objetivos que no tienen razón de ser. Tal
vez esto debería ser lo primero que deberíamos de afrontar si queremos tener
más libertad personal y transformar nuestra propia realidad y dirigirla hacia
cotas razonablemente alcanzables.
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