“Sin autoridad no hay libertad. La libertad está condenada a su
destrucción en cada encrucijada, a menos que se reconozca el derecho a la
libertad. Y si hay derechos debe haber una autoridad a la cual reclamarselos”.
(G. K. Chesterton)
¡¡¡Buenos días!!!
Nos encontramos en días de hacer balance
del año que se nos va, cerrar una puerta para abrir otra y empezar el 2024 con los
proyectos inacabados y con los que aún no hemos podido empezar. Hacer un
recuento de cómo nos ha funcionado el año a cada uno es una cuestión personal y que se tiene que hacer con tranquilidad y en silencio. Sin
embargo, hacer un balance de los proyectos sociales de 2023 nos corresponde a
todos. Mi opinión de como se ha desarrollado el mundo, en cómo se ha desenvuelto
nuestra sociedad en este año, tengo que decir que no es bueno.
Ya dije hace pocos días que hay guerra
en el mundo, estos conflictos, lamentablemente, como sucede en todas las
guerras, tienen consecuencias negativas sobre la población civil, si lo
pensamos bien veremos que la población civil son las personas que no están en
guerra.
Y, es que, si nos preguntamos, ¿quién
está en guerra? Y, ¿quién la fomenta? Veremos que no son las mismas personas.
Los soldados son los que dan la vida, pero por encima de ellos se encuentran
los políticos o los jefes de las bandas terroristas. No quiero olvidarme de los
gobiernos que dan dinero y armas a esos políticos y a los grupos terroristas.
Por lo tanto, los últimos responsables son, por una parte, aquellos que se
enriquecen a costa del sufrimiento de los demás. Y también aquellos gobiernos
que proporcionan dinero y armas a los políticos de los países o grupos en liza.
Los últimos responsables son, por una
parte, aquellos a los que menos afectan las consecuencias negativas de la
guerra y, por otra parte, aquellos que se enriquecen a costa del sufrimiento de
los demás.
No es bueno, tampoco, el balance
político español en este 2023, no me gusta, debería de escribir durante varios
días para mostrar todo lo que encuentro lamentable, pero días hay por delante
para hacerlo.
¿Y además de lamentarse qué se puede
hacer? Poco. Es verdad que las personas de “a pie” poco podemos hacer. Pero al
menos ese poco hay que hacerlo. Tenemos que mantener la memoria de los
desastres, crear opinión pública, porque parece que si no hablamos de ellos es
como si hubieran dejado de existir. Tenemos que desconfiar de la información
oficial pues siempre será en parte interesada y es posible que mentirosa, lo
que nos lleva a buscar información en otros medios con el propósito de hacernos
una idea veraz de todo lo que sucede.
Entre tanto caos político y el desastre
de las guerras, si hacemos un esfuerzo, veremos que hay signos de esperanza.
Nos sucede que, muchas veces, no los sabemos detectar, pues nos parecen
pequeños y los consideramos ineficaces. Pero son esos pequeños detalles los que
están sosteniendo la sociedad.
Aunque no se ven, pues son como ese
aliento que nos da la vida, existen. Nos encontramos con personas que pelean
por la libertad y los derechos humanos, por la paz, por la conservación de la
creación, en la defensa de las mujeres, de los colectivos que son marginados; incomprendidos
o malqueridos; maestros y personal sanitario que ayuda con cariño a sus alumnos
y a sus pacientes… En estos pequeños gestos, muchas veces no valorados, vemos
que el amor es más fuerte que la muerte. También nos queda claro que la Providencia,
donde menos nos esperamos está actuando, dando fuerza a los débiles, insuflando
vida y suscitando amor.
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