“Es malo exagerar la exageración, es peor ocultar el ocultamiento” (G. K. Chesterton)
¡¡¡Buenos días!!!
En estos días
tenemos a nuestro alrededor muchos debates abiertos, polémicas de las que se
habla mucho y en las que son pocos los que escuchan, donde muy poca gente
piensa en la vida de las personas que pueden estar involucradas ni en el
impacto que pueden tener algunas decisiones en nuestro futuro como sociedad.
Son discusiones muchas
veces ruidosas y que esconden polémicas ideológicas que se basan en estrategias
de marketing electoral, y que me dan a entender que existe un problema al que
como sociedad civilizada hay que enfrentarse lo más rápidamente posible, y que
no es otro que la defensa de la dignidad humana. Defensa que parece que nadie
se atreve a asumir.
Según lo veo yo,
es un problema que se vuelve cada vez más grande, que no para de crecer más y
más. Se cuestiona continua y sigilosamente el concepto de persona, además de
olvidar nuestra obligación como personas de proteger la vida humana.
No se están
buscando soluciones a los excesos de libertad, no se esta marcando la delgada línea
que separa el bien del mal, nadie se pone de acuerdo sobre quién va a proteger
a los más indefensos o sobre quién va a hacerse responsable de las
consecuencias de olvidarse de ellos. Da la impresión de que la descalificación
y la búsqueda del voto esconden cualquier tipo de razonamiento sobre algo tan
importante como es nuestra propia naturaleza. Y sobre todo, me surge una
pregunta, ¿qué estamos haciendo ahora para defender la vida humana?
Por muchos
debates y polémicas que tengamos todos los días, no nos deben de hacer olvidar
que al final somos personas con cuerpo y alma, y que nuestra vida no se debe apoyar
sólo sobre los pilares de la libertad y la búsqueda del placer, por muy
necesarios e importantes que puedan ser. Sin darnos cuenta nos olvidamos de que
nuestra forma de ver a la persona va a determinar el futuro de la sociedad en
las próximas décadas, y que si olvidamos conceptos tan importantes como la dignidad
de la vida humana, la trascendencia y como no el amor vamos a correr el peligro
de ser simples objetos de consumo, en simples animales o en máquinas.
A partir de aquí,
cada uno de nosotros ya puede pensar a su manera, que camino deberíamos de
seguir, porque el futuro que se nos presenta puede que sea tan peligroso como
extraño.
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