jueves, 28 de diciembre de 2023

¡¡¡Buenos días!!! ¿Adónde ha ido a parar todo lo que teníamos que hacer por la paz?

     “Es un error criticar a alguien por hacer algo mal sin comprender bien qué es lo que está haciendo” . (G. K. Chesterton)

¡¡¡Buenos días!!!

¿Adónde ha ido a parar todo lo que teníamos que hacer por la paz? Es una pregunta que en estos días de Navidad no nos debería de ser extraña, es más, estamos en días de buscar y encontrar alguna respuesta que nos deje, al menos, con la conciencia tranquila.

Es una pregunta trágica que haciéndola desde está Europa occidental parece complicada de responder. Es una pregunta que se dirige primero a los lideres de las naciones que están implicadas en esas guerras y, a los presidentes de las naciones europeas y por lo tanto también al resto de naciones. Sin olvidar, también, que va dirigida a la conciencia de todos y cada uno de nosotros que tantas veces en estos días hemos deseado y pedido la paz.

Pero soy europeo, y pienso que la contribución de Europa a la civilización occidental ha sido y es de tal importancia que no podemos mirar hacia otro lado. Somos responsables y por lo tanto salvaguarda de la paz mundial, lo que nos sitúa en el primer lugar para la búsqueda de soluciones creativas y proporcionales a esos peligros que la amenazan.

¿Qué estamos haciendo los europeos? ¿Qué esta haciendo Europa? ¿Dónde están los hechos que respaldan todas las frases a favor de la paz? ¿Dónde está la diplomacia con su capacidad de tomar caminos nuevos y valientes hacia una negociación que ponga fin a esos conflictos? ¿Dónde están los "esquemas de paz" que hay que poner en juego para superar los "esquemas de guerra" que no cesan de multiplicarse?

Preguntas sin duda dramáticas, pero a la vez realistas. Dramáticas, porque nos ponen delante de la falta de iniciativa por parte de una Europa que se rinde a la lógica del rearme y de la guerra, mientras se muestra poco contundente respecto a la paz. Realistas, porque nos dicen del problema que vamos a tener si seguimos acostumbrándonos a esos “juegos bélicos” con los que ya relacionamos todas las confrontaciones bélicas, y que, pueden degenerar en cualquier momento en consecuencias catastróficas para todos.

Tal vez muchos europeos no lo vean, pero mi visión de Europa nos obliga, si queremos ser fieles a nuestra historia a defender la imagen de una sociedad que respeta las exigencias de la persona, no solo la de los europeos sino de la persona humana, se encuentre dónde se encuentre. Europa de debe ser, debemos ser, la vanguardia del progreso tanto material como espiritual.

Decir “si” a la dignidad del hombre significa decir “no” a la guerra, a toda guerra, a la misma lógica de la guerra. Tenemos que volver a descubrir “el alma europea”, el entusiasmo y el sueño de tantos europeos que después del final de la última guerra mundial, supieron mirar más allá de sus fronteras sin sucumbir a las ideas nacionalistas y que fueron capaces de encontrar soluciones en lugar de fomentar problemas.

Sin embargo, parece que esos ánimos, que ese entusiasmo por crear una comunidad de naciones estable y pacífica se este disolviendo. Se están acentuando las diferencias, vuelven los nacionalismos, se están crispando los juicios y los tonos hacia los demás. Si Europa pierde su identidad no va a poder liderar ninguna propuesta de paz que abarque a todo el mundo. Europa no se puede centrar en sus propios intereses estratégicos, sino más bien en buscar políticas que sean capaces de mirar al conjunto y al desarrollo de todos, atender a las personas y no sólo prestar atención al poder y a las ganancias del momento.

Estamos en un momento histórico, es verdad que no es ni será el único, pero es verdad que es un momento histórico donde Europa es fundamental porque su historia representa la memoria de la humanidad occidental y, por tanto, está obligada a desempeñar el lugar que le corresponde: que no es otro que el de unir a los que se encuentran distantes y alejados por sus ideas. Europa no puede ser rehén de sus naciones, ni presa de los nuevos populismos autorreferenciales, pero tampoco puede ser una realidad supranacional fluida o gaseosa, que no tenga en cuenta la vida de los pueblos. Porque este es el peligroso camino de todas las ideologías que se dedican a hacer desaparecer las diferencias.

La Europa que puede solucionar conflictos y trabajar por la paz debe ser esa Europa que esta centrada en la persona y en los pueblos, donde naciones diferentes sean una familia en la que se trabaja por el crecimiento y la singularidad de cada uno. Europa de debe afrontar las guerras del Sudan, Oriente Medio y Ucrania sin excusas ni dilaciones. Lo debemos afrontar todos los europeos, juntos, comunitariamente, porque en la situación en que vivimos, las consecuencias, tarde o temprano, repercutirán sobre todos.

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