“Es un error criticar a alguien por hacer algo mal sin comprender bien qué es lo que está haciendo” . (G. K. Chesterton)
¡¡¡Buenos días!!!
¿Adónde ha ido a parar todo lo que
teníamos que hacer por la paz? Es una pregunta que en estos días de Navidad no nos
debería de ser extraña, es más, estamos en días de buscar y encontrar alguna
respuesta que nos deje, al menos, con la conciencia tranquila.
Es una pregunta trágica que haciéndola
desde está Europa occidental parece complicada de responder. Es una pregunta
que se dirige primero a los lideres de las naciones que están implicadas en
esas guerras y, a los presidentes de las naciones europeas y por lo tanto
también al resto de naciones. Sin olvidar, también, que va dirigida a la
conciencia de todos y cada uno de nosotros que tantas veces en estos días hemos
deseado y pedido la paz.
Pero soy europeo, y pienso que la
contribución de Europa a la civilización occidental ha sido y es de tal
importancia que no podemos mirar hacia otro lado. Somos responsables y por lo
tanto salvaguarda de la paz mundial, lo que nos sitúa en el primer lugar para
la búsqueda de soluciones creativas y proporcionales a esos peligros que la
amenazan.
¿Qué estamos haciendo los europeos? ¿Qué
esta haciendo Europa? ¿Dónde están los hechos que respaldan todas las frases a
favor de la paz? ¿Dónde está la diplomacia con su capacidad de tomar caminos
nuevos y valientes hacia una negociación que ponga fin a esos conflictos?
¿Dónde están los "esquemas de paz" que hay que poner en juego para
superar los "esquemas de guerra" que no cesan de multiplicarse?
Preguntas sin duda dramáticas, pero a la
vez realistas. Dramáticas, porque nos ponen delante de la falta de iniciativa
por parte de una Europa que se rinde a la lógica del rearme y de la guerra,
mientras se muestra poco contundente respecto a la paz. Realistas, porque nos
dicen del problema que vamos a tener si seguimos acostumbrándonos a esos
“juegos bélicos” con los que ya relacionamos todas las confrontaciones bélicas,
y que, pueden degenerar en cualquier momento en consecuencias catastróficas para
todos.
Tal vez muchos europeos no lo vean, pero
mi visión de Europa nos obliga, si queremos ser fieles a nuestra historia a
defender la imagen de una sociedad que respeta las exigencias de la persona, no
solo la de los europeos sino de la persona humana, se encuentre dónde se
encuentre. Europa de debe ser, debemos ser, la vanguardia del progreso tanto
material como espiritual.
Decir “si” a la dignidad del hombre
significa decir “no” a la guerra, a toda guerra, a la misma lógica de la guerra.
Tenemos que volver a descubrir “el alma europea”, el entusiasmo y el sueño de
tantos europeos que después del final de la última guerra mundial, supieron
mirar más allá de sus fronteras sin sucumbir a las ideas nacionalistas y que
fueron capaces de encontrar soluciones en lugar de fomentar problemas.
Sin embargo, parece que esos ánimos, que
ese entusiasmo por crear una comunidad de naciones estable y pacífica se este
disolviendo. Se están acentuando las diferencias, vuelven los nacionalismos, se
están crispando los juicios y los tonos hacia los demás. Si Europa pierde su
identidad no va a poder liderar ninguna propuesta de paz que abarque a todo el
mundo. Europa no se puede centrar en sus propios intereses estratégicos, sino
más bien en buscar políticas que sean capaces de mirar al conjunto y al
desarrollo de todos, atender a las personas y no sólo prestar atención al poder
y a las ganancias del momento.
Estamos en un momento histórico, es
verdad que no es ni será el único, pero es verdad que es un momento histórico donde
Europa es fundamental porque su historia representa la memoria de la humanidad
occidental y, por tanto, está obligada a desempeñar el lugar que le
corresponde: que no es otro que el de unir a los que se encuentran distantes y
alejados por sus ideas. Europa no puede ser rehén de sus naciones, ni presa de los
nuevos populismos autorreferenciales, pero tampoco puede ser una realidad supranacional
fluida o gaseosa, que no tenga en cuenta la vida de los pueblos. Porque este es
el peligroso camino de todas las ideologías que se dedican a hacer desaparecer
las diferencias.
La Europa que puede solucionar conflictos
y trabajar por la paz debe ser esa Europa que esta centrada en la persona y en
los pueblos, donde naciones diferentes sean una familia en la que se trabaja
por el crecimiento y la singularidad de cada uno. Europa de debe afrontar las
guerras del Sudan, Oriente Medio y Ucrania sin excusas ni dilaciones. Lo
debemos afrontar todos los europeos, juntos, comunitariamente, porque en la
situación en que vivimos, las consecuencias, tarde o temprano, repercutirán
sobre todos.
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