viernes, 1 de diciembre de 2023

¡¡¡Buenos días!!! ¡Hay la IA!

 “Lo malo de los pacifistas no es su visión de la guerra sino su visión de la paz” (G. K. Chesterton)

¡¡¡Buenos días!!!

Uno de los temas que más te encuentras en esas tertulias de café de media tarde y que siempre llenan esos momentos rápidamente es cuando se habla de las bondades de la Inteligencia Artificial y estoy seguro de que continuaremos haciéndolo por algún tiempo pues son muchos los que piensan que ahí se encuentra el futuro del conocimiento y que así pueden dejar de pensar y razonar para que su cerebro descanse.

Parece ser que existe la posibilidad de que dejemos nuestra inteligencia en reposo, cosa que según mi opinión nunca deberíamos hacer. Veamos, lo que hace la Inteligencia Artificial es interpretar, muy bien, por cierto, unos datos que se le presentan y que los emplea para lograr hacer cosas concretas. O sea, de lo que se trata es de un simple medio para organizar y gestionar esos datos, muy útil ciertamente pero que, de ninguna manera, va a sustituir a la verdadera inteligencia que no lo olvidemos es creadora.

Me gustaría llamar la atención sobre el hecho de que no hay “magia” detrás de la Inteligencia Artificial. Sería un problema mitificarla porque nos llevaría a perder el espíritu crítico tanto para interpretar sus resultados como para adivinar las intenciones con las que se diseña. Detrás de ella hay personas, tanto para organizarla como para comercializarla. Cada dato o algoritmo que maneja no es autónomo, sino el resultado de un planteamiento. Y como tal debe de estar sujeto a un control para su correcto uso. Pienso que como en toda actividad humana, tenemos que intentar que se oriente al bien común y al desarrollo integral de las personas.

Otra cosa que se me ocurre es que, por supuesto que nos abre grandes posibilidades, pero no nos equivoquemos; lo que nos da es progreso material, pero no nos dará respuesta a las grandes preguntas del ser humano. Incluso puede que acapare en exceso nuestra atención y nos haga vivir en la superficialidad. No caigamos en la tentación de poner en las tecnologías incipientes nuestras esperanzas, de confundir un medio con un fin, de adorar a dioses de barro.

Es fácil que una maquina pueda hacer reflexiones acertadas sobre lo más profundo del hombre, pero si es así, lo es porque el hombre le ha enseñado a hacerlas. Ninguna máquina debería nunca tomar decisiones de forma completamente independiente o dar consejos que requieran, entre otras cosas, de la sabiduría, que no lo olvidemos es producto de experiencias humanas, así como de tener en cuenta los valores humanos.

Y es que, por muy inteligentes que lleguen a ser las futuras inteligencias artificiales nunca serán como la humana; el desarrollo mental que requiere toda inteligencia compleja depende de las relaciones con el entorno y estas van a depender siempre de nuestro cuerpo, en concreto de lo que percibamos.

La inteligencia de un individuo se mide por la cantidad de incertidumbre que es capaz de soportar”, esto nos lo decía Kant, y la verdadera creación está ahí y no en gestionar bien unos datos. 

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