domingo, 31 de diciembre de 2023

¡¡¡Buenos días!!! ¿Qué deseo nuevo tenemos para 2024?

     “Tener el derecho de hacer algo no significa que sea justo hacerlo”. (G. K. Chesterton)

¡¡¡Buenos días!!! 

Al igual que en la mayoría de los años anteriores, hoy toca desearles a todos un 2024 lleno de felicidad, alegría y buena suerte. El balance de mi vida en 2023 se salda con números en positivo. Así que: ¡Gracias a todos! ¡Gracias por todo!

Como todos los años cuando se acerca el fin de año se escuchan los deseos para el año nuevo. ¿Hay alguno nuevo? ¿Qué deseo nuevo tenemos para 2024? Me parece que todos van a ser los mismos, lo de siempre: amor, paz, salud, felicidad… Todas esas cosas son muy importantes, lo que pasa es que hace siglos que las escuchamos y aunque el tiempo pasa y las vamos repitiendo sin parar, las personas parece que no comprendemos que esas cosas nunca van a aparecer como llovidas del cielo, como un regalo.

¿Qué podemos hacer entonces? Pues tengo la impresión de que tenemos que ser nosotros los que nos pongamos manos a la obra si queremos que algo de ello se cumpla, porque nadie más que nosotros podrá construir nuestra propia felicidad.

Va a comenzar dentro de unas horas un año nuevo. Entonces, después de la última campanada, en ese mismo instante, hay que empezar a recrear un mundo distinto, un mundo mejor y para ello vamos a tener que: ser menos violentos, evitar todas las armas, no ver fronteras, amarlo todo, tener dignidad; procurar que haya más maestros y menos policías, con más escuelas y menos cárceles, con menos pobres y menos ricos.

Ahora, es fácil que alguno de vosotros este pensando que en realidad no hay gran diferencia entre el día de hoy y el día de mañana, aunque el calendario marque el comienzo de un nuevo año de nuestra vida.

Pero no es así. Cambiar de año tiene una gran importancia. Se trata de una división del tiempo, de ir constantemente cortando el tiempo en partes. El tiempo nos parece infinito y la verdadera razón del nacimiento de las épocas y estaciones, de las efemérides y aniversarios es que, de no existir, la sensación del infinito ocultaría todas nuestras impresiones sin dejarnos la ocasión de comprender con nitidez el paso de una impresión a otra.

Necesitamos estas divisiones del tiempo para valorar las cosas que suceden, para comprender que son únicas e irrepetibles. Necesitamos sentir la certeza de un posible y repentino final y valorar con admiración y agradecimiento cada encuentro y cada circunstancia. Pensad como cambiaria nuestra percepción si mientras estuviéramos disfrutando de un extraordinario paisaje esperásemos con temor el sonido de un timbre que pusiese punto final a esa experiencia. Esa violenta conmoción conseguiría que nuestra impresión alcanzara una intensidad más fuerte, convertiría ese paisaje en algo único.

Si queremos que ese paisaje continue impresionándonos y llevándonos al éxtasis debemos ponerle un límite, sino al final nos aburriría, se transformaría en soso. Cada instante de nuestra vida necesita un límite que lo individualice y lo vuelva único a nuestros ojos. Es más, el tener la certeza del fin de las cosas, incluidos nosotros mismos, es en el fondo un gran regalo que se nos hace. Con el paso del tiempo comprendemos que la gran obra de arte que somos cada uno de nosotros, tiene un marco que nos ha colocado el artista, es el límite artístico perfecto: la muerte.

Cada vez que despedimos un año de nuestra vida experimentamos ese límite temporal que ha sido marcado en nuestros actos. Y es necesario que así sea, porque: ¡Qué horrible sueño sería la infinita repetición de un mismo año, de unos mismos hechos, aunque fueran placenteros y dichosos! Pero, tenemos la suerte que podemos experimentar una sorpresa cada vez que algo se reanuda.

Por eso, el objeto de celebrar el Año Nuevo no es un año nuevo. Es tener unos pies nuevos, una nueva cara, brazos nuevos, es volver a comenzar, volver a nacer. Necesitamos este renacimiento que se nos presenta el Año Nuevo, porque por muy bueno que haya sido este 2023 tenemos la tendencia de cansarnos de los espectáculos más duraderos, y, cualquier señal como unas campanadas a medianoche nos recordarán que hemos nacido hace sólo un momento.  

Por eso, ¡feliz Año Nuevo! Tenemos asegurados nuevos e irrepetibles días que habremos de estrenar, uno a uno. Y, además, una eternidad que no somos capaces de imaginar, pero que no será triste y ni patética, sino eterna novedad, constante inicio e inagotable Amor.

No hay comentarios: