lunes, 3 de enero de 2022

No huir de la realidad sino huir a la realidad.

     “Si encuentro en mí mismo deseos que nada en este mundo puede satisfacer, la única lógica explicación es que fui creado para otro mundo.” C. S. Lewis.

Primera excursión del año y última con la Diverge sin portabultos, la hemos realizado nada más empezar el 2022 para fijar rápidamente una costumbre, y que se convierta enseguida en una acción habitual en este nuevo año.

Un año más vamos a intentar mantener nuestras “sanas” costumbres y hacer todo aquello que nos gusta, eso sí con las limitaciones que la edad y la experiencia va añadiendo a nuestra rutina diaria. Hay algunos que se van produciendo sin darnos cuenta.

No se vosotros, pero yo en más de una ocasión he realizado el esfuerzo de escapar de la realidad, aislarme y marcharme, aunque solo sea durante unos días, o marcharme de viaje en busca del paraíso. He huido ya sea caminando o en bicicleta, buscando por sendas y caminos hasta encontrar ese lugar que por fin he considerado como maravilloso. He disfrutado de ese lugar donde no llegaba ningún tipo de explotación humana, dónde todos mis deseos de tranquilidad y felicidad se reunían como si hubiese alcanzado ese lugar donde pudiera estar toda la eternidad.

He disfrutado, es verdad, durante unas horas y, mientras todo era felicidad, siempre o sea en todas las ocasiones, he sido alcanzado de mil maneras por las incertidumbres o ha sucedido algo que me ha expulsado de ese paraíso. Ha aparecido una excursión escolar, ha sonado un móvil o una canción de no se sabe dónde o… La cuestión es que tantas veces se han disuelto esos momentos que he abandonado ya ese ideal. He comprendido que ciertas huidas no me llevan a ningún sitio.

No me sirven las escapadas, ni los viajes maravillosos, ni las aventuras impresionantes y, un día decidí no agobiarme más en esa búsqueda. Y ahora con el paso del tiempo te das cuenta de que lo que sucedía era de que no sabía lo que buscaba, no sabía lo que era bueno para mí, había vivido como en una nube, con la cabeza puesta en unas ilusiones y unas esperanzas muy distintas a la realidad en la que me encontraba, tan en otro lugar y en otro tiempo que mi día a día parecía que no tenía sentido.

Cuando llegas a esa conclusión te sientes indefenso ante cualquier inconveniente que te pueda surgir, cansado, sin ganas de continuar buscando, y lo único que quieres es desconectar y dormir, con la intención de al conectarte o que al despertar estuvieses en otro mundo. Sin embargo, al no utilizar ningún medio artificial para desconectar como algún tipo de drogas, siempre se mantiene dentro de ti algo que se resiste a rendirse, algo que casi sin querer mantiene encendida una duda, un recelo, una sospecha de que debe de existir otra cosa, presientes de que además de hacer la vida normal, de divertirte en la forma que más disfrutas, existe también otra cosa y esa otra cosa debe de poseer el poder de transformarlo todo, de hacerlo todo bueno y maravilloso o verdadero, de embellecerlo todo, la vejez, el dolor y el amor, incluso la alegría.

Y es que es verdad, nada de lo que encuentras es suficiente. Incluso teniéndolo todo, ese todo resulta que no basta, siempre aparece una carencia que supera a ese todo, por muy insignificante que nos parezca en un principio termina por desearla más que todo lo que posees.

De ahí que la mejor solución, al menos la mejor solución que he encontrado es la de bajar las expectativas y saber ver cada momento, hay que poder verlo y admitirlo, acogerlo, entender lo que hay para dejarlo entrar y verlo con claridad. En realidad, pensándolo bien no somos buenos acogedores sino más bien conseguidores. Más que acoger lo que hay lo que hacemos es buscar, conseguir lo que aún no hay. Y no es conveniente la posición de conseguidor, porque la vida se desarrolla siempre en un momento concreto, lo que tenemos en ese momento debemos llegar a la conclusión que no lo hemos conseguido como una recompensa ni al hacer algún merito, sino que lo tenemos gratuitamente y se nos escapara enseguida, lo perdemos. Lo que hay que pensar y admitir es que, en cada momento de la realidad, sea cual sea, ya está todo.  

Una vez que sabemos esto, que lo hemos comprendido, que nos asombramos del ahora, que nos asombramos de existir y ante lo que existe, y porque somos así, intentaremos a pesar de todo huir, pero no huir de la realidad sino huir a la realidad, a una realidad más real que la que creemos real y tenemos por real.

Nos puede parecer confuso, incluso incomprensible, pero ese es el viaje que vale la pena emprender, un viaje a “la realidad más real” una realidad que es un don y estos días en los que tanto nos gusta planificar y repasar lo planificado son perfectos para cuestionarnos nuestras retiradas, nuestros viajes hacia la felicidad.

Buenos días.

https://www.instagram.com/vicent1956/?hl=es

No hay comentarios: