“Dicen que los viajes ensanchan las ideas, pero para esto hay que tener ideas” (G. K. Chesterton).
La Diverge ya ha empezado su caminar hacia el Nordkapp,
ya está de camino, van a colocarle los portabultos para que entre a formar
parte de mi proyecto, un proyecto que va ya por su tercer intento, el intento de
“subir” al Nordkapp, y otra vez, y, van tres, me he replanteado de nuevo el
itinerario que más o menos espero seguir si algún día lo comienzo. Más que las
etapas en concreto me he planteado subir por Finlandia, país que solo conozco
en su parte más al norte, la que se encuentra dentro del círculo polar ártico
que conocí cuando viaje al Nordkapp en coche. He pensado que estaría bien cruzar
Finlandia de sur a norte hasta llegar a Suecia, y cruzar el círculo polar
ártico por Suecia.
Se trataría de conocer un nuevo país, coger un ferry que
me lleve hasta Helsinki, y cruzar toda Finlandia. Pero todo esto son proyectos
que se irán materializando, o no, durante la marcha, es muy difícil por no
decir imposible que se pueda planificar un viaje tan largo día a día y que salga
como lo teníamos previsto. Pero como dijo Napoleón: “Tener un plan siempre es
bueno, lo que sucede es que hay planes que salen bien y otros que salen mal”.
Decimos y nos dicen muchas veces que los sueños, los
grandes ideales y proyectos son propios de la juventud, y si bien estoy de acuerdo,
creo que los sueños no tienen edad. Hay jóvenes con energía, creatividad y
potencial suficientes para emprender grandes cosas y ser capaces de transformar
el mundo, pero también los hay en todas las edades.
Nos preguntamos si en la vida ¿hay que ser un soñador o
un cuerdo? ¿Hay que ser loco o juicioso? ¿Hay que aspirar a todo o conformarse
con algo? ¿Los pies en el suelo o la cabeza en las nubes? Si soy sólo un
soñador ¿a quién ayudarán mis ilusiones? ¿Me encontraré dentro de un mundo de
fábulas y deseos donde no pondré los pies en el suelo donde la gente llora y
ríe? Pero, si todos nos volvemos insulsos, vulgares y sensatos, razonables y
prudentes, reposados y consecuentes ¿quién seguirá soñando que es posible un
mundo mejor? ¿Quién mantendrá viva la lógica inadmisible de creer lo imposible?
Una vez más, y van tres, he empezado el año y puesto el
viaje a Nordkapp como objetivo principal, esta vez del 2022, y no quiero pensar
que es sólo un sueño, ni convertirlo en una ilusión imposible. Hay muchas metas
posibles. Hay muchos caminos que pisar. Hay que pensar que este año será
posible.
A veces cuesta
mantener la ilusión. A veces en estos dos años se me han ido las ganas, la
fuerza, las ilusiones. A veces he confundido los motivos, y he insistido sabiendo
que era imposible, aferrado a esperanzas inútiles. Y otras veces he tirado la
toalla, al sentir que ya no merecía la pena. Pero, estoy en el comienzo de un
año nuevo y vuelvo a sentir que vale la pena, que otra vez con la llegada de la
primavera volverán las ganas y las ilusiones, y si quiero volver a intentarlo,
tengo que empezar, ya, a sembrarlas, para que en abril sean realidades.
Y en eso estamos, sembrando.
Buenos días.
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