“El viajero ve lo que ve, el turista ve lo que él ha ido a ver”. G. K. Chesterton
Le
acabo de poner las bandas antipinchazos a la Diverge, un paso más, cada vez
estamos más cerca de tenerla preparada para viajar. Desde hace varios días me
siento ya en marcha, pero andando con la sensación de estar haciéndolo como los
funambulistas sobre el cable, donde un mal paso puede hacerme caer y con la
sensación de que cualquier suceso puede volver a retrasar el viaje al Nordkapp
un año más, pero no avanzar por el cable también es contraproducente. Son días
en los que me gustaría que mis pasos fueran seguros.
En
estos primeros días en los que te das cuenta de que ya ha empezado la cuenta
atrás, de que tienes la certeza de que hay que llenar ese vacío que existe
hasta el día que empecemos a pedalear, es el momento en el que hay que
controlar qué longitud tiene el cable, a qué altura está, qué necesito llevar
para recorrer ese trayecto. Por lo general olvidamos cómo emprender ese camino,
como llenar estos días de espera, porque el camino hay que hacerlo, no podemos
quedarnos quietos a esperar.
Si a
alguno le pasado alguna vez, recordara que cuando empiezas la cuenta atrás da
la impresión de que todo empieza a temblar, de que son demasiados los vientos
que nos azotan, el cable no cesa de tambalearse y el vértigo se nos agarra al
estómago, nos llenamos de preguntas ¿ya ahora cómo sigo? ¿tenía alguna
necesidad de meterme en esta aventura? ¿tiene sentido? Al igual que un funambulista
sobre el cable ahora no es tiempo de tener miedo sino de tener certezas, de
buscar la fuerza que nos ayude a dar pasos seguros y ciertos.
Supongo
que no voy a ser el único al que le suceden estas cosas, la incertidumbre
existe, para algunos el cable estará muy alto en cambio para otros el cable es
más ancho y bajo. Estoy ya en tiempo de reflexión, de preparación, y no puedo
esconderme, porque puede ser tiempo de deliberación, pero no de inactividad. La
reflexión ayuda a llegar convencido y con las ideas claras a la primera
pedalada, y cuando ese día llegue ya no hay forma de resguardarse en un lugar
seguro, sino que te sientes llamado a emprender esa ruta.
Voy a
continuar haciendo equilibrio. Los funambulistas clásicos usaban una pértiga
para ayudarse a mantener el equilibrio, yo tengo la suerte de tener algo más
que una pértiga. Porque es importante tener una guía y un guía. Empiezan los
días de hacer equilibrio, sin temeridad ni miedos, para llenar ese espacio que
nos separa al día de ponerse en marcha por el camino correcto, yo, me fio de
quien me guía.
Buenos
días.
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