“No puedes hacer una revolución para tener la democracia. Debes tener la
democracia para hacer una revolución.” (G. K.
Chesterton)
Después de un domingo
corriendo y caminando por las montañas de Pego es hora de volver a la normalidad,
por eso tengo que decir que hoy no vamos a poder ver el sol ni en la salida que
ha sido a las 07:48 horas y tampoco en ver su ocaso a las 17:44 horas, lo que
si que encuentro al menos agradable es la temperatura, 14, 6 grados.
Ayer tuve ocasión de conversar
con mucha gente pues y la gran mayoría de ellas en un tono festivo y coloquial,
y por curioso que pueda parecer a primera vista llegue a la conclusión; que
nadie puede divertirse verdaderamente si no es serio.
Las personas, para poder
disfrutar de los comentarios y las bromas más sutiles, tenemos que tener
arraigado un cierto sentido básico del bien de las cosas; y el bien de las
cosas significa, por supuesto, la seriedad de las cosas. Pensad que el placer
completo, el placer sin vacilaciones, sin contratiempos, sin segundas intenciones,
sólo lo disfruta el hombre sensato. En las Escrituras se dice que el vino alegra
el corazón del hombre, pero hay que tener en cuenta que sólo del hombre que
tiene corazón, también dice que mejora el ánimo pero esto sólo es posible en
las personas animosas.
Hay personas que tienen una idea
equivocada de lo que es una persona seria, ser serio no implica la amargura, o
una forma de ser antipática y aburrida. Serio es aquel que le da el debido
valor a cada cosa. La seriedad es tener bien clara cuál es la escala de valores
por la que tenemos que regir nuestra vida. Seriedad es ver con los ojos de
nuestro interior y analizar con profundidad nuestra propia existencia.
Ya os habréis dado cuenta que no
quiero decir que se tenga que vivir con la cara larga, labios caídos y ojos
tristones, sino todo lo contrario. Se trata de tomar en serio la vida,
precisamente para que nunca nos falten la alegría y el optimismo, porque la
seriedad de la vida es lo único que nos garantiza una vida valiosa y feliz.
Hay que tomarse la vida como
se debe, con sentido de responsabilidad, valorando todas nuestras acciones y
cumpliendo nuestras obligaciones y darnos cuenta de que hay cosas que no valen
la pena, y que son tan superficiales que sólo preocupan a personas de poca
sensatez.
Nosotros, que nos juzgamos y
queremos ser hombres y mujeres de bien, somos personas serias, aunque estemos
riendo todo el día, sabiendo que nuestra alegría no es otra cosa que la
manifestación de una conciencia en paz porque cumplimos bien con todo nuestro
deber.
Feliz y Dulce Día.
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