jueves, 29 de noviembre de 2018

Jueves 29 de noviembre de 2018.

“No puedes hacer una revolución para tener la democracia. Debes tener la democracia para hacer una revolución.” (G. K. Chesterton) 

Después de pasar el día de ayer, de aquí para allá, hoy toca ya empezar a concentrarse en la maratón del domingo, por eso me preparo para tres días de tranquilidad y descanso, lo que no me impedirá ver la salida y la puesta de sol a las 07:59 horas y a las 17:40 respectivamente, de momento adivino un buen día aunque ahora tenga en mi termómetro 10,9 grados, que para mí es frío.
Si bien voy a pasar unos días de tranquilidad y reposo no quiere esto decir que vayan a ser de aburrimiento, el aburrimiento y el hastío nada tiene que ver con el descanso físico.  
Lo comentaba el otro día después de correr, estamos asistiendo a un fenómeno generalizado del hastío, veo que el aburrimiento está creciendo entre los que me rodean cada día, aun cuando estamos diariamente con toda clase de artilugios que deben ayudarnos a evitarlo. 
La gran mayoría de nosotros llevamos en nuestras manos una serie de aparatos tecnológicos que nos conectan con el mundo, desde noticias diarias, fotos de nuestros amigos y familiares, entonces ¿no deberíamos estar aislados contra el hastío? Irónicamente, parece que es verdad lo  contrario. Todos esos artilugios no están aliviando nuestro aburrimiento. ¿Por qué no? Nosotros aún nos enfrentamos con el aburrimiento porque toda la estimulación del mundo no contribuye necesariamente a darle sentido.
Hay que tener en cuenta que darle el sentido a lo que hacemos no consiste tanto en encontrarse con gente interesante y exponerse a cosas interesantes; más bien consiste en tener un interés más profundo en las personas y en las cosas.
Para que alguna cosa nos interese de verdad hay que estar dentro ella, las cosas nos resultan interesantes cuando estamos lo suficientemente interesados en ellas para entrar de hecho en ellas. Es un concepto muy de Tolkien que podemos ver muchas veces en el Señor de los Anillos.
Daros cuenta como interesan a la gente programas de televisión donde se entra en la vida privada de personajes, los “realitys” son un claro ejemplo de cómo fomentar el interés. Estos programas interesan porque nos permiten estar “dentro” de esas vidas y eventos. Pero el problema esta en que todo lo anterior no son nuestro “pan de cada día“, nuestra rutina diaria. Y es aquí donde tendemos a sufrir el hastío porque es aquí donde tendemos a no estar profundamente dentro de la realidad de la gente y de nuestros acontecimientos, con los cuales estamos en contacto recíprocamente. Es aquí donde frecuentemente sentimos la vida como insulsa, aburrida y rutinaria.
Si estamos continuamente luchando contra el hastío no es porque nuestras familias, lugares donde vivimos, amigos y compañeros no sean interesantes. Estamos hastiados porque nos encontramos internamente demasiado empobrecidos, distraídos o centrados en nosotros mismos para tener un verdadero interés en ellos. Recordando lo que nos decía Einstein; la experiencia no es lo que nos sucede, es lo que hacemos con lo que nos sucede.
Cuando nos aburrimos es porque algo falla en nosotros, tenemos una mirada desinteresada con todo lo que nos rodea, no es que estemos en un lugar sin interés pues si nuestra vida diaria nos parece pobre no hay que echarle la culpa a ella; culpémonos a nosotros, reconozcamos que no somos lo bastante observadores como para ver y para que salga todo lo interesante que hay en cualquier cosa que nos rodea.  
Encontrar interesante nuestra vida no depende de dónde nos encontremos ni con quién estemos sino más bien de nuestra capacidad para ver profundamente dentro de las cosas. La vida en todos sitios es lo suficientemente rica para ser interesante; pero nosotros, por nuestra parte, debemos estar interesados. 
Como hoy tengo un poco más de tiempo quiero terminar diciendo que mucha gente solo encuentra interés en uno mismo y por eso todo lo que se encuentre fuera le aburre. Y en realidad el ser humano sólo se descubre a sí mismo cuando sale de sí mismo, cuando se dirige a los demás y cuando sabe de que los demás caminan también hacia él.   
Uno de los problemas más serios que tenemos en nuestra sociedad es el de la soledad. No sólo la soledad exterior: el silencio asusta y, por eso, se busca la compañía del teléfono móvil, o de los auriculares, o de un amigo cualquiera. Más deprimente es la soledad interior, ese vacío personal que se manifiesta de tantas formas y que produce nefastos resultados, angustia vital. Una gran mayoría de angustiados son seres que no pueden sufrir la soledad y son, por lo mismo, buscadores de comunicación. Por eso una de las cosas que más necesita hoy la gente es ser escuchada.
Lo que ocurre es que esta necesidad que tenemos de los demás se puede convertir en un infierno cuando el otro, en vez de servirnos de complemento y de querernos, pretende dominarnos y aprovecharse de nosotros, Dicho de otra manera: hay buenas y malas compañías.
Pero eso es otro tema, y por hoy ya esta bien.

Feliz y Dulce Día.

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