“No puedes hacer una revolución para tener la democracia. Debes tener la
democracia para hacer una revolución.” (G. K.
Chesterton)
Después de pasar el día de
ayer, de aquí para allá, hoy toca ya empezar a concentrarse en la maratón del
domingo, por eso me preparo para tres días de tranquilidad y descanso, lo que
no me impedirá ver la salida y la puesta de sol a las 07:59 horas y a las 17:40
respectivamente, de momento adivino un buen día aunque ahora tenga en mi termómetro
10,9 grados, que para mí es frío.
Si bien voy a pasar unos días
de tranquilidad y reposo no quiere esto decir que vayan a ser de aburrimiento, el
aburrimiento y el hastío nada tiene que ver con el descanso físico.
Lo comentaba el otro día después
de correr, estamos asistiendo a un fenómeno generalizado del hastío, veo que el
aburrimiento está creciendo entre los que me rodean cada día, aun cuando
estamos diariamente con toda clase de artilugios que deben ayudarnos a
evitarlo.
La gran mayoría de nosotros
llevamos en nuestras manos una serie de aparatos tecnológicos que nos conectan
con el mundo, desde noticias diarias, fotos de nuestros amigos y familiares,
entonces ¿no deberíamos estar aislados contra el hastío? Irónicamente, parece
que es verdad lo contrario. Todos esos
artilugios no están aliviando nuestro aburrimiento. ¿Por qué no? Nosotros aún nos
enfrentamos con el aburrimiento porque toda la estimulación del mundo no contribuye
necesariamente a darle sentido.
Hay que tener en
cuenta que darle el sentido a lo que hacemos no consiste tanto en encontrarse
con gente interesante y exponerse a cosas interesantes; más bien consiste en
tener un interés más profundo en las personas y en las cosas.
Para que alguna cosa nos
interese de verdad hay que estar dentro ella, las cosas nos resultan
interesantes cuando estamos lo suficientemente interesados en ellas para entrar
de hecho en ellas. Es un concepto muy de Tolkien que podemos ver muchas veces
en el Señor de los Anillos.
Daros cuenta como interesan a
la gente programas de televisión donde se entra en la vida privada de
personajes, los “realitys” son un claro ejemplo de cómo fomentar el interés. Estos
programas interesan porque nos permiten estar “dentro” de esas vidas y eventos.
Pero el problema esta en que todo lo anterior no son nuestro “pan de cada día“,
nuestra rutina diaria. Y es aquí donde tendemos a sufrir el hastío porque es
aquí donde tendemos a no estar profundamente dentro de la realidad de la gente
y de nuestros acontecimientos, con los cuales estamos en contacto recíprocamente.
Es aquí donde frecuentemente sentimos la vida como insulsa, aburrida y rutinaria.
Si estamos continuamente
luchando contra el hastío no es porque nuestras familias, lugares donde
vivimos, amigos y compañeros no sean interesantes. Estamos hastiados porque nos
encontramos internamente demasiado empobrecidos, distraídos o centrados en
nosotros mismos para tener un verdadero interés en ellos. Recordando lo que nos
decía Einstein; la experiencia no es lo que nos sucede, es lo que hacemos con
lo que nos sucede.
Cuando nos aburrimos es porque
algo falla en nosotros, tenemos una mirada desinteresada con todo lo que nos
rodea, no es que estemos en un lugar sin interés pues si nuestra vida diaria
nos parece pobre no hay que echarle la culpa a ella; culpémonos a nosotros,
reconozcamos que no somos lo bastante observadores como para ver y para que
salga todo lo interesante que hay en cualquier cosa que nos rodea.
Encontrar interesante nuestra vida
no depende de dónde nos encontremos ni con quién estemos sino más bien de nuestra
capacidad para ver profundamente dentro de las cosas. La vida en todos sitios
es lo suficientemente rica para ser interesante; pero nosotros, por nuestra
parte, debemos estar interesados.
Como hoy tengo un poco más de
tiempo quiero terminar diciendo que mucha gente solo encuentra interés en uno
mismo y por eso todo lo que se encuentre fuera le aburre. Y en realidad el ser
humano sólo se descubre a sí mismo cuando sale de sí mismo, cuando se dirige a
los demás y cuando sabe de que los demás caminan también hacia él.
Uno de los problemas más
serios que tenemos en nuestra sociedad es el de la soledad. No sólo la soledad
exterior: el silencio asusta y, por eso, se busca la compañía del teléfono móvil,
o de los auriculares, o de un amigo cualquiera. Más deprimente es la soledad
interior, ese vacío personal que se manifiesta de tantas formas y que produce
nefastos resultados, angustia vital. Una gran mayoría de angustiados son seres
que no pueden sufrir la soledad y son, por lo mismo, buscadores de comunicación.
Por eso una de las cosas que más necesita hoy la gente es ser escuchada.
Lo que ocurre es que esta
necesidad que tenemos de los demás se puede convertir en un infierno cuando el
otro, en vez de servirnos de complemento y de querernos, pretende dominarnos y
aprovecharse de nosotros, Dicho de otra manera: hay buenas y malas compañías.
Pero eso es otro tema, y por
hoy ya esta bien.
Feliz y Dulce Día.
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