“¿Puedes devolver la vida? Entonces no te apresures a dispensar la
muerte, pues ni el más sabio conoce el fin de todos los caminos.” (J.R.R. Tolkien).
Por lo que parece, pues no he
visto la salida del sol a las 07:33 horas y creo que tampoco veré como se esconde
a las 17:56 horas, se me presenta un día gris, y la temperatura en mí balcón es
de 12,9 grados.
Hace un momento que he
terminado de leer lo que sucedió ayer en Alsasua y algunos comentarios, y no
tengo más remedio que volver al problema que tenemos con la libertad de expresión
y el que tendremos cuando se aprueben algunas de las leyes que se están
anunciando.
Yo, cada día lo entiendo
menos, uno puede insultar, blasfemar y decir lo que quiera siempre que los que nos
gobiernan lo consideren correcto, sano, útil y provechoso. Esto no es libertad
de expresión. Lo que ahora vivimos es una censura según la cual solo se puede
hablar de lo que aquellos que nos gobiernan están de acuerdo.
Por ejemplo. Defecarse. Lo
podemos hacer con la monarquía, con la religión (católica por supuesto) y con
todo lo que nos plazca. Y parece que eso esta bien. Todos libres para decir lo
que queramos. Viva la libertad de expresión. Pero decir algo a favor de Franco.
Ah no, eso no. Eso prohibidísimo y con aviso de multas y en cuanto te descuides
a juicio.
Otro ejemplo que me llama la
atención; libertad es que una persona tiene derecho a ayuda psicológica para
asumir su homosexualidad, transexualidad o lo que sea, pero si me la pide para
superar esas tendencias y se la doy, me puede costar una denuncia.
Es lo que hay, una libertad
que significa que o eres de los nuestros y piensas como yo, o multa.
Feliz y Dulce Día.
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