lunes, 12 de noviembre de 2018

Lunes 12 de noviembre de 2018.

“¿Puedes devolver la vida? Entonces no te apresures a dispensar la muerte, pues ni el más sabio conoce el fin de todos los caminos.” (J.R.R. Tolkien).

Vamos a empezar esta semana con un tiempo que según puedo adivinar es bastante bueno, cuando sean las 07:41 horas y amanezca lo sabremos mejor, esperemos que así sea hasta las 17:49 horas en que el sol se ocultará, disfrutemos de este principio de semana pues me dicen que según vayan pasando los días el tiempo empeorara.  
De momento ahora 14,1 grados en mi balcón, así que voy a poner sobre la mesa un tema que esta apareciendo como quien no quiere la cosa en los medios de comunicación; la legalización de la eutanasia.
Debo decir que no he leído el borrador de la ley que se presento en el Congreso de los Diputados en junio, así que tiempo habrá si fuese necesario hablar de esa ley, yo, lo que me pregunto es si se puede justificar la eutanasia en si misma.
Lo primero que deberíamos hacer es preguntarnos de si la eutanasia ¿Es justa? Los que defienden normalmente me contestan: Si la persona quiere acelerar su muerte ¿por qué se le va a impedir? Pero ¡Es libre de hacerlo!, más o menos son los mismos razonamientos que se utilizan para defender el aborto, aunque con matices distintos.
He comprobado que la Organización Mundial de la Salud (OMS) nos da como definición de la eutanasia aquella «acción del médico que provoca deliberadamente la muerte del paciente». La eutanasia se podrá realizar de varias formas pero la finalidad es la misma terminar con una vida enferma. Y es a partir de aquí donde surgen los problemas puesto que no se tiene en cuenta la dignidad de la vida humana.
La dignidad de la vida humana es importantísima y nadie tiene derecho de lesionarla y menos de maltratarla. El hecho de nacer y el de morir es un derecho que todos tenemos. No se pueden considerar dignos o indignos según las circunstancias aleatorias cuando vengan dadas por el interés personal o social. El ser humano es excepcionalmente digno tanto si nace, vive o muere.
Hay que recordar que la dignidad, en el ser humano, es una palabra que significa valor intrínseco, no dependiente de factores externos. Algo es digno cuando es valioso de por sí, y no sólo ni principalmente por su utilidad para esto o para lo otro. Esa utilidad es algo que se le añade a lo que ya es. Lo digno, porque tiene valor, debe ser siempre respetado y bien tratado. En el caso del hombre su dignidad reside en el hecho de que es, no un qué, sino un quién, un ser único, insustituible, dotado de intimidad, de inteligencia, voluntad, libertad y capacidad de amar.
Entonces si legalizamos la eutanasia lo que buscamos es una falsa razón que contradice la lógica y el sentido común, es una derrota a la auténtica y más profunda racionalidad.
No tenemos que confundir, la sedación terminal con la eutanasia, hay que tenerlo en cuenta. Aunque la muerte se considere inminente, los cuidados normales debidos a una persona enferma no pueden ser legítimamente interrumpidos. El uso de analgésicos para aliviar los sufrimientos del moribundo, incluso con riesgo de reducir sus días de vida, puede ser moralmente conforme a la dignidad humana si no se busca la muerte, ni como fin ni como medio, sino solamente prevista y tolerada como inevitable.
Esto hay que tenerlo en cuenta, ya que los cuidados paliativos constituyen una forma privilegiada de la caridad desinteresada. Por esta razón los debemos de considerar legítimos. La sedación terminal es correcta únicamente cuando se busca mitigar el sufrimiento del enfermo y no cuando la finalidad es acelerarle la muerte. Si la finalidad es acelerar su muerte se trata de eutanasia activa.
Conviene que no nos liemos, pues se quiere colorear de compasión al enfermo terminal utilizando como arma la eutanasia. Lo que tenemos que hacer es que se garantice el acceso de los enfermos terminales a las curas paliativas pues con el desarrollo de los métodos modernos de tratamiento paliativo, no es necesaria la legalización de la eutanasia.
Una sociedad que es respetuosa con la vida desde los inicios, ya en el seno materno, y respetuosa a la hora de la muerte sin anticiparla, es una sociedad humana; lo contrario es inhumano. Nunca se puede justificar la eutanasia por más vueltas que le demos.

Feliz y Dulce Día.

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