sábado, 22 de diciembre de 2018

Sábado 22 de diciembre de 2018.

“No puedes hacer una revolución para tener la democracia. Debes tener la democracia para hacer una revolución.” (G. K. Chesterton). 

Ahora sí que sí, ya estamos en sábado y ya podemos decir que ha empezado la Navidad, a partir de hoy ya va a ser un “sin parar”, un continuo ajetreo que nos llevará de celebración en celebración, pero antes, veremos como amanece a las 08:16 horas y disfrutaremos de un sol que ya es de invierno y que nos debe ayudar a que pasemos un día con una temperatura agradable, al menos hasta las 17:43, que será cuando nos abandonará para dejar que la noche nos refresque un poco, de momento en mí balcón, 11,5 grados.
He estado mirando los periódicos digitales, hace un momento, y no comprendo cual es el significado que se le esta dando a la palabra “diálogo”, la he visto escrita tantas veces esta mañana y aplicada a unas situaciones tales que me están haciendo pensar que no se lo que quiere decir.
Yo pensaba, que “Diálogo” significaba la capacidad humana de llegar a entenderse o de buscar la verdad de las cosas mediante la utilización de la palabra. Pero me estoy dando cuenta que se esta utilizando no como un instrumento para llegar a una conclusión sino como un fin en si mismo. Ahora resulta que, con que dos personas hablen ya se considera que ya existe diálogo, aunque sus palabras conduzcan hacia callejones sin salida, o sean puras ambigüedades que no conducen a ninguna parte, sino en todo caso al punto de partida. Así el diálogo pierde su esencia, no posee la naturaleza explicativa, esclarecedora, para convertirse en una jaula de grillos; y a través de la palabra solo se alcanza una mayor confusión.
Se esta olvidando que existe una condición para dialogar, es más, pienso que más que condición se una premisa, es que el diálogo solo es posible cuando existe un principio común entre las partes y en él que están de acuerdo, y es a partir del cual cuando se puede desarrollar el diálogo, es entonces cuando a través de las palabras y de los argumentos se pueden limar asperezas y solucionar problemas.
Según mí opinión si no existe ese principio común desde el que comenzar, un diálogo es imposible y no nos llevará a ninguna parte, puesto que quienes en él participan van a rechazar inevitablemente toda explicación que se pretenda construir sobre ese principio que repudian o que rechazan.
En estas condiciones se puede llegar a un acuerdo, no digo que no, pero en todo caso, se alcanzará un acuerdo de conveniencia mutua, lo que a la larga es aún más perjudicial que la falta de acuerdo, por mucho que se disfrace de “consenso”, pues estará basado sobre la renuncia de los principios de cada uno, una renuncia que normalmente se disfraza en forma de “cesiones” parciales.
Voy a poner un ejemplo, y no es en el que todos estamos pensando con los independentistas, un diálogo que se estableciese, pongamos un caso extremo, entre alguien que justificara al asesinato en todos los casos y alguien que en todos los casos lo condenara no debería de resolverse nunca con la justificación del asesinato en algunos casos, o bajo tales o cuales circunstancias; pues tal diálogo se convertiría en algo más odioso que la misma guerra.
Pues este podría ser un ejemplo del lío en el que el diálogo, convertido en un fin en sí mismo, nos esta introduciendo.

Feliz y Dulce Día.

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